Concepto trabajo social comunitario


TEMA 2. TRABAJO SOCIAL COMUNITARIO

El hombre vive en comunidad y como ser social necesita de los demás  para poder desenvolverse.

El tema central de Ferdinand Tönnies es el de las distintas voluntades humanas. Las relaciones sociales que obedecen a la voluntad orgánica corresponden a la comunidad y las relaciones sociales correspondientes a la voluntad reflexiva las denomina como societarias.  Se puede clasificar de la siguiente manera:

·Gemeinschaft (comunidad):Vida familiar y armonía. El individuo participa de todos sus sentimiento. El agente de control es la propia comunidad; Vida rural de aldea, tradiciones y costumbres. El individuo participa con sus sentimientos. El agente de control es la comunidad; Vida de villa, basada en la religión. El individuo toma parte de ella con su conciencia. El agente de control es la Iglesia

·Gesellschaft (sociedad)
: vida de ciudad, pacto o transición. Determinada por los propósitos del individuo. Su agente de control es la propia comunidad; Vida racional, legislación. Determinada por los círculos del individuo. Su agente de control es el Estado; Vida cosmopolita, opinión pública. Creada por la conciencia del individuo. Su agente de control es la comunidad internacional.

Emile Durkheim en su obra La división del trabajo social distinguía entre las sociedades mecánicas (derecho represivo) o por semejanza y sociedades orgánicas (derecho restitutivo) debidas a la división del trabajo.

Sorokin hizo una lectura de Tönnies planteando la coincidencia de la ruralidad con la comunidad y lo urbano con la sociedad. Este habla de la diferencia entre la sociedad rural y la sociedad basándose en criterios de empleo, densidad y tamaño de población. Pero estos tipos pasaron a ser de dos tipos de relaciones a dos sociedades.

El sociólogo Charles Cooley distingue entre: grupo primario donde las relaciones son cara a cara, intensas y con un sentimiento del “nosotros”; y grupo secundario que está regulado por normas formales y la relación interpersonal se realiza a nivel poco profundo.

El sociólogo René Köning dice que en la relación con la comunidad existen tres posibilidades de confusión: 1) el concepto “community” se aplica en inglés a diferentes partes de una auténtica comunidad: barrios de los pueblos o zonas residenciales; 2) también se aplica a grupos más pequeños, casi efímeros, que pueden existir por sí mismos o que se dan al margen de comunidades de asentamiento: miembros de un campamento, colonias residenciales; 3) se refiere a la Iglesia, a la comunidad colegial, etc. Se trata de organizaciones corporativas para conseguir un fin determinado. Según el autor es necesario delimitar el tamaño de la comunidad como característica importante, por lo que la comunidad siempre será local.

El profesor Moreno Navarro señala que para que exista una comunidad debe haber: lazos e intereses comunes, interacción social y área espacial. Así un pueblo y un barrio son comunidades.

Las comunidades son parte de una sociedad son parte de una sociedad superior. Hoy la comunidad no es más que un microcosmos dentro del macrocosmos mundial, aunque vivimos momentos de resurgimiento del fenómeno comunitario manifestado a través de la recuperación de rasgos identitarios como respuesta a la globalización.

DOCUMENTO JANE ADDAMS

La monja y la socialista

Jane Addams (Chicago) contribuyó a convertir la asistencia social en una carrera profesional para las mujeres. Estuvo enfrentada a Cabrini, monja italiana que emigró a los EEUU y se convirtió en la campeona de los inmigrantes pobres de EEUU.

En el siglo XIX la visita a los pobres era un entretenimiento para las mujeres de clase media. Visitar a los pobres era compasión sentimental. Para dar a la asistencia social una base profesional, creía Addams, las mujeres de clase media tenían que acabar con su organización mental de caridad sentimental. Para la madre Cabrini la asistencia social solo servía a los pobres con el fin de servir a Dios, la versión de esta era práctica.

Addams sabía que lo primero era evitar que los actos de compasión se pusieran al servicio moral del actor. En Chicago creó una colonia (Hull House), era un centro en el que los trabajadores podían proseguir su educación, comer y tratar problemas locales. La más famosa era Toynbee Hall de los Barnett. Las colonias se unían entre ellas para constituir sociedades de ayuda mutua, que operaban a modo de sistema autodirigido de ayuda social para los pobres. Estas sociedades otorgaban seguros, y en ciertos casos, concedían préstamos hipotecarios para vivienda.

El magnate Pullman creó una ciudad para trabajadores en la que proveía de vivienda, escuelas y parques. Pero sus actos benéficos lo llevaron prácticamente a la ruina. Los trabajadores y su ciudad modelo se levantaron contra él y su benévolo despotismo en la huelga de 1894. Addams observó que Pullman deseaba dominar el pensamiento de sus trabajadores.

Por esto y más, Addams en sus colonias insistió en que el trabajador social debía permanecer fuera del escenario y no adelantarse al primer plano, actuar más al modo de un moderno consultor de empresas.

Dos veces fueron rechazadas las peticiones de hacerse monja de Cabrini, ya que poco había en ella del estereotipo de buena monja. Su obediencia a la autoridad central llevó a la madre Cabrini a atacar a la Hull House y a Jane Addams como destructivamente permisivas. La Iglesia no permitiría la compasión como pura expresión vecinal, ni era la compasión una razón para la rebelión.

Las escuelas regidas por monjas insistían en las bases esenciales de la educación eran la disciplina y el orden, no la participación cooperativa del modelo de Hull House. Y aunque Jane Addams detestaba la conexión entre jerarquía y compasión, era lo suficientemente honesta para reconocer que, al menos en educación, el régimen de la Iglesia era funcional. Más preocupante era para Addams el lenguaje de compasión que usaba la madre Cabrini.

Jane Addams era una cosmopolita secular, creía que la colonia proporcionaba un modelo de participación social que podía aplicarse en diferentes naciones, raza o grupos étnicos. En cambio la madre Cabrini, en sus organizaciones de caridad, se centraba en un problema particular de diferencia social: la doble identidad del inmigrante (mantener el equilibrio entre las dos fuerzas, ser inmigrante y ser italiano). A Jane Addams, inmersa en el capitalismo del Chicago industrial, los elementos católicos de compasión le parecían casi obscenos ya que solo llevarían a más resignación y pasividad.

El filósofo Natan Sznaider dice que no puede haber compasión sin solidaridad. Los orígenes del TS muestran, por el contrario, la ambigüedad de las relaciones entre la compasión y la solidaridad. Las formas más democráticas de solidaridad tienden a ser más dubitativas, menos espontáneas, pues se interponen las cuestiones de desigualdad. La solidaridad de los pobres, cuando no se es pobre, corre varios riesgos. Puesto que la desigualdad perturba la solidaridad, es fácil que la declaración “quiero ayudar” tenga una respuesta hostil. Esta ambigüedad de la solidaridad entre desigualdades perturbara el trabajo de las TS, ya que era frecuente que las motivaciones de estas fueran objetos de malas interpretaciones.

En Chicago, la relación problemática entre desigualdad y solidaridad precedió a las tensiones en el seno de los movimientos por los derechos y suministró un marco a las perturbadas relaciones entre negros y blancos. Debido a la experiencia de que es más fácil cuidar de los otros en organizaciones jerárquicas que en las democráticas, los conservadores defienden que cuando ese cuidado adquiere formas jerárquicas es superior en contenido.

Las modalidades más informales son una lucha porque en la sociedad moderna la igualdad misma ha demostrado ser una fuerza desorganizadora. A partir de la Rev. Francesa, los dogmas igualitaristas de solidaridad demostraron ser una de las principales piedras de toque de la represión social.

PRODIGALIDAD Y

El acto de dar no tiene porqué llevar la carga positiva de un acto cooperativo. Dar a los otros puede ser una manera de manipular o puede servir a la necesidad más personal de afirmar algo en nosotros mismos. En la historia de la caridad occidental, el dar como forma de manipulación cae en la categoría de prodigalidad; la forma más personal y reflexiva de dar entra en la categoría cristiana de caritas.

Bataille considera la prodigalidad como abundancia de la naturaleza, una riqueza que los seres humanos no pueden controlar de manera posesiva.

En todos estos usos la prodigalidad equivale a generosidad o liberalidad. La prodigalidad encarna dos extremos. En uno está el don gratuitamente entregado, centrado en el hecho de que el otro carece de algo, que tiene necesidad; en el otro, el regalo manipulador, para obtener poder sobre los demás.

Para los escritores cristianos caritas significa hacerse buena persona mediante la donación. No importa el valor de lo que se da, e incluso tampoco importa que sea bueno para los otros. Arendt pensaba que la ética cristiana era un obstáculo en el camino de la reforma social, al igual que Jane Addams. El argumento de Arendt no es tan crudo como el de Nathaniel Hawthorne ya que sostiene que la benevolencia es hermana gemela del orgullo.

Es clara la dirección prática que adopta Arendt: ningún Estado del bienestar moderno debería operar sobre la base de principios cristianos de este tipo. La finalidad de la protección social es hacer el bien al receptor; los sentimientos del donante debieran quedar fuera de cuestión.

CUIDAR A LOS DEMÁS AL MARGEN DE LA COMPASIÓN

Hoy, la posición de Arendt ha sido adoptada por un conjunto de reformadores del sistema del bienestar que suscriben diversas versiones de la política de renta básica. La forma más simple en la que esto puede llevarse a cabo es la de proporcionar a los jóvenes una suma de dinero para que la utilicen en educación o en la compra de una casa (Bruce Ackerman).

A diferencia de la reforma liberal del bienestar social, estas propuestas prevén una gran dependencia  del Estado en materia de asistencia financiera. Pero de la misma manera que la reforma liberal del sistema de bienestar, imaginan poner con ello fin a toda asistencia emocionan al minimizar los aspectos subjetivos de la dependencia en el sistema de asistencia social, pues la asistencia deja de ser una relación humana cara a cara. Las propuestas de Ackerman y Offe no prevén la igualdad absoluta, sino la eliminación de la necesidad material.

En los movimientos cristianos populares, la compasión era genérica. Mientras que el liberalismo clásico experimentó una suerte de horror ante la escena materna primitiva.

Nancy Chodorow afirma que las niñas salen con una base más solida para experimentar las necesidades o sentimientos de los otros como propios. Afirma que puesto que las niñas son engendradas en el seno de una persona del mismo género, llegan a la experiencia menos diferenciadas que los niños. Dice que la compasión femenina representa una posibilidad de desarrollo. Cuando una persona surge de la infancia con gran sensibilidad hacia los otros, la sociedad clasifica su carácter como femenino. Arendt no aceptaba eso, porque su critica juvenil de las caritas fue el comienzo de una búsqueda de por vida de un espacio público libres de las cuestiones del yo.

Como colofón al cuidado de los otros al margen de la compasión, podemos considerar lo que comúnmente se llama “fatiga de la compasión”.

FATIGA DE LA COMPASIÓN

La fatiga de la compasión representa el agotamiento de nuestras simpatías ante realidades persistentemente dolorosas. Son tantas exigencias las que las víctimas de (…) plantean a nuestras emociones, que finalmente dejamos de sentir.

El sociólogo Stanley Cohen la ha estudiado en respuestas públicas a víctimas de la tortura. Observa como contemplan la tortura de forma rutinaria.

La expresión “fatiga de la compasión” son los límites de la preocupación que experimentamos por las dificultades de otra persona, así como en la magnitud de la simpatía por el dolor físico. El pintor Brueghel en su pintura Paisaje con la caída de Ícaro muestra la total indiferencia al sufrimiento real, que Cohen llama “ver, pero no ver”. La snsibilidad al sufrimiento de los otros impediría a la gente a dedicarse a las tareas de la vida; ya bastante sufrimiento hay con tratar de sobrevivir. En la vida cotidiana la indiferencia se ve socialmente sacudida por la experiencia que uno tiene al contemplar las cosas: hay algo que en verdad no parece del todo cierto y uno empieza a preguntarse por qué. Pero este acto interpretativo también tiene una serie de peligros si no se hace con preparación, ya que se puede perder el control de lo que se podría encontrar, y por tanto, de lo que se podría sentir. Los regímenes jerárquicos protegen de este peligro a la expresión de la compasión mediante la eliminación del elemento de libre descubrimiento e interpretación.

Lo que es cierto de la compasión, también lo es de los actos de consideración y reconocimiento que organizan la experiencia de respeto. El respeto a los otros podría hacerse fatigoso por la falta de límites.

La prodigalidad complica las respuestas, ya que el don entregado sin contraprestación puede herir el respeto por sí mismo de la persona que lo recibe. Esto deja una carga pesada de gratitud en el receptor, quien puede no tener nada para devolver.

Por estas razones, hay estrategas de la reforma del sistema de ayuda social que trataron de imaginar las prestaciones sociales completamente separadas del sentimiento de compasión.

No quieren que aquellas sucumban cuando la compasión se agote. Este es el argumento contra la caritas.

DOCUMENTO SAUL ALINSKY

Las sociedades urbanas occidentales sufren una paulatina disgregación: su cuerpo social se tribaliza, se vuelven ingobernables, hay mas lugares de desencuentro que ágoras, más ruido que comunicación, mayores brechas entre poseedores y desposeídos, entre trabajo protegido y precario, entre autóctonos e inmigrantes… El Tercer Mundo se ha instalado en sucesivas generaciones en el corazón de las antiguas metrópolis. Para muchos de los inmigrantes el sueño de occidente ha devenido en una pesadilla. La tensión interracial se inflama con cualquier desafortunada chispa. El tejido social se convierte en motor de una historia, desplazando en protagonismo a las clases sociales del consumo.

Esta situación implica la emergencia de nuevos sujetos sociales, territorios y formas de enfrentar los conflictos. Sería conveniente recurrir a la memoria histórica para recuperar experiencias y métodos de acción que orientasen el desconcierto propio de los grupos marginales al enfrentarse a determinados conflictos.

Saul Alinsky había ido curtiendo su personalidad en la picaresca de las calles de la inmigración judía donde creció. De sus experiencias saca en consecuencia, que las organizaciones y las ideologías clásicas no pueden afrontar directamente ni erradicar los problemas de la miseria, la discriminación racial, el paro, la enfermedad o las incertidumbres económicas; causas todas que son el caldo de cultivo de la delincuencia o de conflictos sociales. Alinsky está convencido de que solo los propios implicados pueden resolver sus problemas si se lo proponen mediante una estrategia de acción directa noviolenta.

Fue un hombre de acción y estratega para poner en marcha los medios más eficaces para reconstruir y significar las comunidades marginales. Su acción se basaba en los principios de los extremos de la democracia y la autodeterminación de los propios afectados.

Ejemplo: la organización en 1958 del barrio Woodlawn en Chicago supuso un nuevo éxito en la práctica de los métodos de Alinsky. El barrio era una comunidad negra con hacimiento, insalubridad, delincuencia… El primer paso que dio Alinsky fue coger confianza para convencerlos para que saldasen sus diferencias, para que juntos lucharan para resolver los problemas de su realidad vivencial. Se boicoteó a aquellas empresas que con subterfugios incumplían las leyes de promoción de negros a categorías superiores (ocurría en automóvil y textil). Al final del conflicto se lograron compromisos sobre varios aspectos para mejorar el barrio.

A raíz de esta lucha se creó la Northwest Community Organization como entidad jurídica para enfrentarse a los problemas que agudizan la marginalidad provocados por la reestructuración del área metropolitana de Chicago.

El método de lucha de Alinsky se sustentaba en la relación de los términos de poder-programa-conflicto-negociación. El poder surge de la fuerza que se opone y que se alimenta de los intereses de los afectados. Este interés clarificará los objetivos (programa) a lograr. El conflicto debía orientarse tratando de salir del campo de la experiencia del enemigo siempre que sea posible. Dominar el conflicto implica alcanzar un poder que legitimiza el derecho a ser convocados a negociar y poder ofrecer sus alternativas como remedios a las causas que motivaron el conflicto.

Ejemplo de la comunidad de Rochester (Kodak), querían ampliar sus instalaciones a costa del barrio negro. Este conflicto lo ganó el gueto negro.

Independientemente de sus difusa ideología y alianzas o apoyos interclasistas en apariencia contra natura, lo métodos de Alinsky confirman que con la voluntad, porfía e imaginación en la acción se puede conseguir demandas sociales que en la mayoría de los casos se dan por imposibles. Se debería recuperar alguna de las estrategias para resistir a la tendencia actual que condena en nuestras grandes ciudades a sectores numerosos de población a la agonía de las miserias de la guetarización.

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