Dominios de vegetación


La vegetación de España
La península Ibérica se caracteriza por una extraordinaria diversidad en lo que a flora y fauna se refiere. La riqueza de especies existentes, a la que hay que añadir la propia del archipiélago canario, es consecuencia de su condición de encrucijada y lugar de convergencia de las influencias atlántica y mediterránea, sahariana y europea. Pero a su vez está condicionada por otros factores como el clima, la configuración peninsular, el relieve y los suelos, que son privativos de nuestra geografía y que acrecientan la diversidad. ■ El clima pertenece a los dominios atlántico y mediterráneo, bien diferenciados entre ellos. El clima mediterráneo es el más extendido y es un importante factor de biodiversidad.-• La configuración de la Península contrapone el interior y el litoral y crea una diferenciación climática de claras repercusiones en la vegetación y la fauna. ■ El relieve, el cual propicia la aparición de un amplísimo número de hábitats. • Los grandes contrastes litológicos y la diversidad de los suelos repercuten en la »’ distribución geográfica de las comunidades vegetales y animales, al tener que adaptarse éstas a las condiciones del sustrato.

Regiones y provincias biogeográficas La variedad climática ha generado igualmente una gran variedad de paisajes vegetales y de 1 formaciones edáficas Sin embargo, al margen de estas influencias en la conformación del paisaje, ha sido el ser humano el principal agente modificador del paisaje mediante su continua acción a lo largo de siglos. Dentro de los grandes reinos vegetales establecidos por los biólogos, nuestro país se ubica en el reino biogeográfico holártico, que a su vez incluye tres regiones de vegetación repartidas desigualmente en el territorio, la regíón eurosiberiana, la regíón mediterránea y la regíón macaronesicas, correspondíéndose en España con la división climática básica

■ Regíón eurosiberiana. Se extiende por la zona de clima oceánico, desde Galicia hasta el Pirineo oriental, con precipitaciones abundantes y bien repartidas, así como con temperaturas suaves, condiciones ideales para el desarrollo vegetal.
Entre los principales tipos de formaciones vegetales destacan: a) El bosque atlántico. Bosque de gran densidad de árboles de hoja caduca pero con escaso número de especies (variedad). Robles y hayas son las especies más representativas, estando acompañadas de tilos, fresnos, castaños, avellanos, etc. La acción antrópica ha generado la introducción de especies como el eucalipto y el pino, especies de crecimiento rápido y gran aprovechamiento. Donde el bosque se ha ido degenerando ha aparecido una formación arbustiva muy densa, la landa, compuesta por matorrales de brezos, tojos y helechos. Por último en las laderas montañosas y valles la humedad ha favorecido el desarrollo de praderas, con un claro aprovechamiento ganadero. B) En zonas montañosas. Al ir variando las condiciones meteorológicas, la vegetación se escalona en pisos, con frecuencia desiguales en las vertientes de barlovento y sotavento, representando un tipo de gráfico que se denomina cliserie de vegetación. La montaña más representativa es la Cordillera Cantábrica, la cual, al encontrarse tan cerca del Atlántico, presenta una notable humedad. Ello hace que hasta los 2000 metros se desarrolle una formación a base de robles y hayas, extendíéndose por encima una formación de matorral de brezo y praderas debido a la acción de la nieve, desapareciendo la vegetación a medida que se asciende en altura. Los Pirineos también se ubican en este dominio, encontrándose un escalonamiento vegetal muy claro, aunque presente algunas diferencias entre la zona gala y la hispana. Por lo general presenta tres pisos de vegetación: -Piso subalpino ( hasta los 2500 metros). Presenta una vegetación de pinos y abetos. – piso alpino (2500-3000) la pradera cobra protagonismo ante las duras condiciones climáticas. – piso nival(+ de 3000) el frio y la nieve solo permite la existencia de líquenes entre rocas de gran resistencia. ■ Regíón mediterránea.  Se corresponde con la zona de climatología mediterránea (interior y costa). La escasez e irregularidad de precipitaciones y la sequía estival hacen que las especies predominantes sean xerófilas (adaptadas a la sequía) y de hoja perenne. Zonificación: a) El bosque esclerófilo mediterráneo. Es la formación típica, estando formadas por encinas y alcornoques. En estos bosques, mixtos con frecuencia, suelen aparecer otros árboles, como acebuches, sabinas, pinos, etc. La acción antrópica sobre estos bosques ha tenido diversas consecuencias: -La sustitución de especies representativas por otras comerciales (pino y eucalipto). -La degradación del bosque, mediante una pérdida de la densidad del arbolado, dando como resultado la aparición de la dehesa (bosque inediterdneo, poco denso de encinas y alcornoques con un gran aprovechamiento ganadero). -La desaparición del bosque y su sustitución por formaciones de matorral mediterráneo de tipo xerófilo. La variedad de este material es grande, destacando dos formaciones, la maquia (formaciones de matorral denso que se extiende por suelos poco calizos con especies como el algarrobo, el acebuche, madroño, lentisco, jara, brezo, etc) y la garriga (formación menos densa propia de suelos calizos donde predomina el tomillo, el romero, la retama, el palmito y el cantueso) En las zonas más áridas peninsulares (sudeste y zonas esteparias de la Depresión del Ebro), la vegetación arbórea es escasa, desarrollándose en su ligar vegetaciones de tipo estepario, con plantas espinosas como el palmito, el esparto, el tomillo, etc. B) La montaña mediterránea. También presenta veranos secos, por lo que la vegetación es similar a la de la zona, por lo que el escalonamiento vegetal es más sencillo que en la zona atlántica: -Piso inferior (menos de 2500 metros). Presenta formaciones de encinas, rebollo y quejigo, apareciendo en las zonas más elevadas pinos, hayas y robles. -Zonas elevadas (más de 2500 metros). El frío no posibilita el desarrollo de las especies arbóreas, apareciendo especies de matorrales adaptados al frío. Los suelos de la España mediterránea suelen ser poco desarrollados, de colores rojos y ocres y tonos vivos, encontrándose como principales tipos: • Tipo castañoforestal mediterráneo: en las zonas más húmedas próximas a la zona eurosiberiana. • Tierras pardas meridionales: en la zona interior peninsular, en zonas de dehesas y terrenos calizos. • Suelos pardos calizos: en zonas de terrenos calizos. • Xerosem: en terrenos arcillosos.

■ Regíón macaronésica.  Debido a sus condiciones geográficas y climáticas Canarias posee unos rasgos de vegetación muy específicos, con abundancia de especies endémicas y un notable escalonamiento vegetal que responde al carácter montañoso de las islas. La formación más importante es la laurisilva, bosque perennifolio formado por gran variedad de árboles (laurel, loro, tilo y viñátigo) que se desarrollan en las montañas de las islas más húmedas. En zonas menos húmedas se desarrolla el pino canario, especie autóctona de la Z01111. En cuanto a los matorrales, se encuentran tanto especies de tipo mediterráneo (jaras, acebuches y retama) como plantas xerófilas (chumberas, pitas y palmeras). Las islas más orientales, más secas debido a su proximidad a África, cuentan con una vegetación escasa y de carácter marcadamente xerófilo. Los suelos de las islas Canarias tienen un claro carácter volcánico, siendo, en líneas generales, bastante pobres.

2. Procesos de sobreexplotación.  Entre otros destacan: • La degradación del manto vegetal mediante la sustitución de la cobertera natural por especies antrópicas. Aparte de estep roceso, hay otros hechos que han contribuido a la degradación de la cubierta vegetal en España como los incendios forestales, las talas indiscriminadas y la introducción de especies alóctonas. Las repoblaciones forestales se han realizado sobre todo con eucaliptos teniendo una finalidad básicamente industrial, así como con pinos, los cuales, se ha demostrado, no conservan los suelos, sino que los degrada. En este sentido mantener las especies autóctonas, caso del alcornoque o la • encina pasan por ser vitales, siendo especies protegidas en la actualidad. La erosión del suelo. Los suelos mucho tiempo formarse, pero pueden desaparecer o degenerarse en poco, sufriendo todos los suelos españoles un proceso de degeneración. Los principales procesos degenerativos vienen de ra. Por el uso excesivo o inadecuado de los cultivos, o por roturaciones que destruyen  los’ horizontes del suelo y desarticulan el equilibrio edáfico existente. En este sentido el Servicio de Conservación de Suelos y el Servicio Hidrológico Nacional estiman que el 25% del territorio nacional está afectado gravemente por la erosión y un 27% presenta un grado de erosión moderado. Por regiones el sureste peninsular es la zona más afectada, debido a sus condiciones climáticas, pero también afecta a las cuencas del Tajo, Ebro y Guadalquivir. • El agotamiento de acuíferos y la desecación de zonas húmedas. La desecación de acuíferos, práctica muy extendida a principios de siglo, está hoy en día sancionada por traer graves efectos en el ecosistema. La sobreexplotación de acuíferos, además de contribuir a la desecación de humedales, provoca en zonas litorales la salinización por invasión del agua salobre. La actual política hidrológica de compensación de déficit hídrico tiene igualmente graves consecuencias a nivel local • La degradación de la fauna. La ubicación de España entre Europa y África le confiere una gran variedad de especies de uno y otro lado, sirviendo de zona de paso de especies migratorias. Por esta razón los biotopos de acogida temporal tienen una importancia que excede del marco espacial, destacándose sobre todo las zonas húmedas. El agotamiento de caladeros marinos merece también especial atención tanto por los efectos biológicos como por los humanos, debíéndose tal agotamiento a la sobreexplotación. En tierra, el ataque a la fauna es igualmente fuerte (caza, pesca, urbanización, desforestación…), estando numerosas especies en peligro de extinción., caso del oso pardo, el lince ibérico, la avutarda, el urogallo, la cigüeña negra, el ágüila imperial, etc.

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