Música vocal del Romanticismo


LA MÚSICA VOCAL EN EL Romanticismo


EL LIED ROMÁNTICO


El lied ROMántico es una canción para voz solista con acompañamiento de piano, de corte íntimo, sencillo, sin efectismos deslumbrantes, en estilo refinado, cuyo distintivo principal es la mutua compenetración de poesía y música.

El origen, configuración y la principal contribución al lied ROMántico viene de Alemania:
Después de algunos precursores (Mozart) quizá sea Beethoven con el ciclo a “la amada ausente” el primero que produce lied expresivos en los que la música y letra comienzan a fundirse.

Schubert (1797-1828)  es considerado el inventor del lied ROMántico (compuso unas 600  canciones). Es en este género donde encontramos al Schubert más ROMántico.

Algunos de ellos se agrupan en  ciclos:

“la bella molinera”, “viaje de invierno”, y “canto del cisne”

Son piezas inmortales en las que el Romanticismo predomina ya sobre el espíritu clásico.

Entre sus carácterísticas destacan: la increíble facilidad de su inspiración melódica y la perfecta uníón de los tres elementos esenciales (el poema, el canto y el clima que en breves compases crea el piano).

La mayoría de ellos poseen forma estrófica:
Una misma melodía para todas las estrofas del texto. No obstante fue el primero en empezar a poner una música diferente para cada estrofa según las exigencias poéticas del texto.

Entre los temas tratados figuran:

La muerte, nostalgia, partida, sentimiento de la naturaleza, etc


Schumann (1810-1856):

La mayoría de sus mejores lieder está compuesta hacia 1840, es decir, en el primero y segundo año de matrimonio

Su estupenda formación literaria le permitíó una mejor elección de textos que Schubert


Entre sus ciclos más importantes figuran:
“amor de poeta”, “amor y vida de una mujer”, “mirtos”, “primavera de amor”, etc. En ellos muestra una finura y variedad de matices no alcanzadas anteriormente a él.

La forma es libre adaptando una nueva melodía a cada una de las estrofas del texto


El piano no se limita a acompañar en un plano secundario. Se convierte en un personaje vital, inseparable de la melodía y texto, cuyas impresiones trata de sugerir líricamente.

Brahms (1833-1897): sus lieder (unos 150) son los más dignos sucesores de los de Schubert y Schumann


Muchos  tienen estructura estrófica


Muestran una clara influencia de la canción popular


Están tamizados de una cierta gravedad clásica:
Para Brahms lo esencial es la melodía, bajo armónico, forma y tonalidad.

“Magelone” es uno de sus ciclos más importantes. Muy populares son “Ernste Gesante” y “canción de cuna”



H. WOLF (1860-1903): en la encrucijada estilística del fin de siglo tenemos al mejor liederista después de Brahms.
En sus 250 lieder  lleva el arte de la canción de concierto al máximo grado de compenetración entre texto, canto y piano siguiendo los ideales wagnerianos de fusión de todas las artes. Hasta tal punto sus canciones están impregnadas de tintes dramáticos que algunos lo han llamado el Wagner del lied.
“Libro de canciones españolas” y “libro de canciones italianas” son dos de sus ciclos más importantes.

     La contribución de otros países europeos a la historia del lieder es mucho menos importante que la ya citada de Alemania destacando como autores de esta forma a Berlioz en Francia, a Glinka, Tchaikovsky, Rachmaninoff y Mussorgsky


EL TEATRO MUSICAL EN EL Siglo XIX


Italia.

Italia, que llevaba la batuta en la ópera desde su nacimiento allá por el siglo  XVII, seguirá conservando su hegemonía en este campo durante el Siglo XIX (único género en el que destacará)

Aunque compartiendo protagonismo con Alemania y Francia

 Como rasgos generales de la ópera italiana del XIX podemos señalar:

  • Dominio melódico incomparable.
  • Cierta superficialidad hasta la llegada de Verdi.
  • El coro adquiere progresivamente mayor importancia.
  • Las óperas italianas de esta época siguen siendo el repertorio más interpretado por parte de los cantantes actuales.

    ROSSINI  (1792-1868): gran continuador de la tradición Mozartiana.
Fue sin duda el compositor más popular de su tiempo. Su éxito internacional fue tan espectacular que, a pesar de su prolongado silencio de más de 40 años, eclipsó a todos los operistas contemporáneos y sepultó en el olvido a todos los anteriores. En su trayectoria artística podemos distinguir un cambio de estilo: Óperas como “Don Tancredo”, “El barbero de Sevilla” y “Semíramis” se caracterizan por un estilo algo superficial, más apropiado para la comedia que para la tragedia, lleno de sensualismo y de concesiones introducidas para halagar al público.

En 1829 compone “Guillermo Tell”, lo mejor y último de su producción. Sin saberse todavía el porqué cesa aquí su producción musical a excepción de algunas piezas como el conocido  “Stábat Mater” y su “pequeña misa”.
En esta última ópera, menos aceptada por el público, muestra un cambio en su estilo atisbando ya lo ROMántico.

BELLINI (1801-1835):
continuador de Rossini, es autor de óperas como “la sonámbula”, “Norma”, y “Los puritanos”.
Su carácterística principal, la muy amplia y lírica invención melódica, fue admirada por todos.

DONIZETTI (1797-1848). Compondrá unas 65 óperas en un estilo continuador del de Rossini.
Si bien en el terreno melódico brilla similarmente a como lo hace Bellini, resulta superior a éste en técnica y seguridad armónica e instrumental. Es autor de obras como:
“Lucrecia Borgia”, “Lucía de Lammermoor”, “la favorita”, y sobre todo las óperas cómicas “la hija del regimiento”, “Elixir d´amore”, y “Don Pascuale”.

 Verdi (1813-1901):

El más grande de los operistas italianos del XIX

En su obra se suelen distinguir tres épocas caracterizadas por rasgos estilísticos propios:

  • Hasta 1855


    Época del patriotismo y de las aspiraciones libertadoras bajo el dominio Austriaco, cuyo espíritu trata de reflejar en sus obras mediante escenas colectivas.
    Algunas fueron convertidas en verdaderos himnos patrióticos y revolucionarios que le proporcionaron graves problemas con la censura.

    Con la liberación de 1859 sería considerado casi como un héroe nacional

    A esta época pertenecen “Nabuco”, “Rigoletto”, “La Traviatta” y “El trovador”.
    En ellas, por primera vez en la ópera seria vemos personajes de la misma época y con la misma vestimenta que los espectadores que la contemplan.
    Musicalmente se caracterizan por una buena asimilación de recursos ya ensayados por sus antecesores
    Bellini y Donizetti.

  • A partir de 1855 comenzará a liberarse de los tradicionales convencionalismos para acercarse, con un estilo más personal, al espíritu dramático de la obra.
    A este segundo periodo pertenecen:
    “la fuerza del sino” (sobre textos del duque de Rivas) y “Aida” (estrenada en el Cairo con motivo de la apertura del canal de Suez en 1871).

  • A partir de 1887 y después de un prolongado silencio musical que durará 6 años el anciano Verdi sorprende al mundo con “Otello” y “Falstaff” (sobre textos de Shakespeare). En éstas óperas consigue llegar al ideal wagneriano de un continuo sonoro donde las arias se unen indisolublemente entre sí y con el drama desapareciendo la tradicional y neta división de recitativos y arias, la orquesta reviste mayor importancia, los personajes están mejor caracterizados, apunta un cierto Leit-motiv de influencia Wagneriana, la música está más ligada al drama haciéndose más profunda, sincera y realista, los coros están supeditados a la acción, afloran nuevas armónías, etc.

El verismo o Realismo musical


En el ocaso del Siglo XIX surge una nueva corriente dramático musical, llamada verismo, que desechando la temática mitológica, fantástica e histórica del primer Romanticismo, trata de buscar un Realismo más crudo en los asuntos truculentos de la vida ordinaria.

“Caballería rusticana” de

MASCAGNIy “Los payasos” de 
LEONCABALLOconsolidarán el verismo musical, siendo casi el primero y último éxito de sus autores.

La figura más destacada del verismo es sin duda


PUCCINI. Sus obras respiran un desgarrado lirismo y muy pocos como él conocieron tan bien los trucos teatrales y los gustos del público para reflejar los diferentes aspectos psicológicos del alma femenina.
Por esto algunos le consideran el autor de la ópera psicológica moderna.
Entre sus obras podemos destacar: “Mannon”, “la Bohéme”, “Tosca”, “Madame Butterfly” y su obra póstuma “Turandot”.

Alemania.

   WEBER(1786-1826):  reacciona en Alemania enérgicamente contra la influencia operística italiana siendo considerado como el creador de la ópera ROMántica alemana. En este campo ocupa un primerísimo plano con obras como “el cazador furtivo” y “Euryanthe”.
En ellas reacciona contra los convencionalismos italianos ya que: trata de llegar a un lenguaje más dramático usando muy eficazmente la orquesta para la expresión de climas emocionales, emplea una técnica orquestal muy moderna que preludia la de Berlioz, concibe la obertura como resumen de la acción, mezcla lo popular de la naturaleza con lo fantástico, se adelanta a Wagner en el  uso de  leitmotiv (motivo recurrente que simboliza personajes y situaciones)

Y en la defensa de la ópera como amalgama de todas las artes

    Los esfuerzos de Weber en pro de una ópera nacional alemana no fueron continuados hasta la llegada de Wagner y su drama lírico en la segunda mitad del siglo, lo que supondrá una casi total transformación de la concepción operística.

Wagner813-1883) y el drama musical.

    Después de años de profunda reflexión sobre los objetivos de la ópera expone sus ideales musicales en varias obras teóricas: “el arte y la revolución” de 1849 y “la obra de arte del futuro”, de 1860. Llega muy lejos en su afán reformador de la ópera.
Lo esencial de su pensamiento es querer realizar la síntesis de todas las artes  en un todo indisoluble, partiendo de la tragedia griega.

El fin del drama musical es expresar los sentimientos imperiosos del hombre



Los asuntos deben ser tomados de mitos y leyendas germánicos

Su modelo literario es Shakespeare y los trágicos griegos, y sus modelos musicales son Beethoven y Weber.

    Entre las novedades de su estilo podemos enumerar:

  • A cada drama le precede una obertura  de gran poder dramático, que prepara la acción posterior con la que enlaza sin solución de continuidad.
  • Empleo de una melodía basada en el habla (melodía infinita): no se trata de una verdadera melodía en estilo tradicional sino de simple declamación que se transforma a veces en frases melódicas. Posibilita una acción dramática continua y no compartimentada artificialmente entre recitativos y arias.
  • Empleo del leit-motiv para dar una trabazón interna compacta al drama. Cada idea, personaje, sentimiento o situación está asociado simbólicamente a un tema musical que le representará siempre que los mismos reaparezcan a través de todo el drama. (Por ejemplo en “el anillo del Nibelungo aparecen los temas de Sigfrido, del destino, de la espada, del amor a Brunilda, del trueno, de la decisión, de la maldición, etc.). Encontramos precedentes del leit-motiv en Weber, en Berlioz, etc. Pero en Wagner se convierten en el principio esencial de su concepción operística: tales leitmotivs son transformados melódica, rítmica y armónicamente.

    Son numerosos en cada obra. A veces se superponen unos a otros

  • Estamos ante un sinfonista que se apoya en la palabra y en la acción para expresar sus ideas.
    Organiza el continuo sonoro a base de extensos pasajes exclusivamente orquestales que pueden ser interpretados como tales, desgajándolos del drama al que pertenecen.  La orquesta, oculta en el  foso, comenta los sentimientos y actitudes externas de los personajes. Aumenta el número de sus componentes (especialmente el viento), emplea frecuentemente registros extremos (agudos), el trémolo y el pizzicato con fines exclusivamente expresivos.
  • Transforma los principios de la armónía establecidos y en uso desde la época de Rameau al emplear un sistema armónico muy avanzado, inestable por sus múltiples modulaciones, en el que el espectador acaba perdiendo el hilo tonal por un uso continuo del cromatismo.

Algunas de sus obras:

“Rienzi”, (1842). Influenciada por la gran ópera parisina de Meyerbeer, será enjuiciada por el propio Wagner como un pecado de juventud.

“El buque fantasma” u “Holandés errante”, de 1843.

“Tanhäusser”, de 1845 y “Lohengrin”, de 1848 comienza a asediar los mitos medievales germánicos como fuente del drama musical. En cuanto a la estructura, a pesar de los esfuerzos por lograr un continuo narrativo, resultan aun muy evidentes las deudas con los procedimientos tradicionales.

A partir de este momento, y tras profundas reflexiones sobre los objetivos de la ópera, abordará con éxito una de las mayores revoluciones del teatro musical.

En 1850 comenzó lo que sería su obra más ambiciosa y una de las más impresionantes por magnitud, coraje y técnica de toda la historia de la música: la tetralogía “el anillo de los Nibelungos”en un prólogo (“el oro del Rin”, concluida en 1854) y tres partes: “la walkyria” , “Sigfrido” y “el ocaso de los dioses” (concluida en 1874). A base de leyendas nórdicas antiguas, fusionadas con libreto propio, intenta resucitar el drama griego en el que se asocien todas las artes: poesía, música, danza, arquitectura, etc.

“Tristán e Isolda”, de 1859. En esta obra ya está clara la idea de melodía infinita, sin casi distinción de arias y recitativos ni de números sueltos.

En 1876 se inaugura en teatro de Bayreuth, construido según los ideales del drama Wagneriano, para interpretar allí sus obras, con el estreno de la tetralogía.

“Parsifal”, de 1882. Es su última obra.

Las ideas de Wagner dominarán casi a toda Europa de modo aplastante durante el último tercio del siglo


Eclipsó a casi todos sus contemporáneos, dejando tras de sí una escuela de seguidores e imitadores.

Francia

    En los primeros momentos del Romanticismo París es el centro de casi todos los operistas europeos, sobre todo italianos y alemanes.

La clase media, cada día más fuerte, demanda una ópera nueva que se denominará gran ópera


Surge en torno a 1820 caracterizándose por un nuevo estilo espectacular, fastuoso, con gran lujo escenográfico y de vestuario, dramático, de grandes masas orquestales y corales, sobre asuntos heroicos e históricos en los que no faltan las situaciones extravagantes, a base de trozos hábilmente empalmados que ponen de relieve el lucimiento de los cantantes.
Produce obras artificiosas y superficiales por buscar principalmente el aplauso fácil del público.

MEYERBER(1791-1864) es el principal exponente del nuevo género.
Obtiene grandes éxitos como “Roberto el diablo”, “los hugonotes”, “el profeta”, “la africana”, etc. Su popularidad e  influencia fueron tremendas en el Siglo XIX a pesar de que sus obras están hoy bastante olvidadas

BERLIOZ (1803-1869):

Triunfa en el campo de la música instrumental programática y no lo logra en el del teatro

Su obra más representativa de la gran ópera es “los troyanos”. Tiene otras que más bien se pueden clasificar en la categoría de ópera cómica como “La condenación de Fausto”, “Benvenuto Cellini”, etc. No son propiamente óperas, sino más bien episodios con coros, solistas y orquesta que lo asemejan a un drama sinfónico.

Mientras la gran ópera escribía sus mejores páginas,  la ópera cómica,  lejos de desaparecer, continuaba  evolucionando dando un nuevo tipo de obras destinadas a un público burgués que busca en la ópera sobre todo entretenimiento y también oportunidades para la exhibición. Entre las carácterísticas que la diferencian estarían el uso del dialogo hablado, medios mucho más modestos (menos cantantes, orquestas más pequeñas, lenguaje musical más sencillo basado en unas melodías más graciosas y populares), etc

Un lugar especial merece “Carmen”, de GEORGES BIZET (1838-1875).

Ópera cómica por tener diálogos hablados, no se puede considerar como cómica por el drama realista del que parte

Esto indica que, por 1875, había desaparecido ya la distinción entre ópera seria y ópera cómica.
En cualquier caso es una obra de gran valía en la que su autor se opone a las tendencias wagnerianas.
Pertenece a la ópera lírica en la que sus argumentos giran en torno a temas amorosos muy burgueses tratados con encanto, gracia y un lirismo un tanto blando y convencional.

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