El teatro del siglo xx al 40


2.1. La renovación teatral en el fin de siglo: El teatro de Valle-Inclán entre el modernismo y la vanguardia; el esperpento

Dos son las corrientes predominantes

El teatro comercial y el teatro innovador.



La tendencia más importante del
teatro comercial es el drama burgués, piezas que llevan a escena la sociedad burguesa de ese tiempo a la que critica en tono amable. El autor más célebre es Benavente y entre sus obras destacan El nido ajeno o Los intereses creados. Otras tendencias dentro de lo comercial son el teatro en verso,  que retoma los temas del teatro español de Siglo de Oro, especialmente lo histórico, y el teatro cómico cuyo objetivo básico entretener y divertir al público.
Frente a este teatro comercial se cultiva un teatro innovador cuyo fin principal es la creación estética y la reflexión social. Los autores más relevantes son: Valle-Inclán y García Lorca. –

Desde sus inicios debe considerarse a Valle

Inclán como un dramaturgo de ruptura, es decir, escribe un teatro en el que rompe con los temas y las formas anteriores. Su trayectoria dramática se caracteriza por una constante voluntad de renovación formal –estructura que presentan sus piezas- y temática –incorporación de nuevos temas que hasta entonces estaban excluidos de la dramaturgia. Este deseo de innovación se complementa con una constante evolución que puede sintetizarse desde sus primeros dramas de corte decadentista, un teatro modernista al que pertenece su primera obra, El yermo de las almas, cuyo tema es el adulterio; hasta la creación del esperpento como género dramático.  –
El paso intermedio hay que buscarlo en los dramas de ambiente galaico, especialmente en Divinas palabras, cuyo lenguaje seco y popular y de réplica rápida está en la base del esperpento.   –
La etapa de los esperpentos se inicia con Luces de bohemia y su característica fundamental es la consideración de los personajes como fantoches a los que se priva de su auténtica condición humana. Además de la obra mencionada son esperpentos la trilogía Martes de carnaval.-

En conclusión, la evolución de

Valle, puede dividirse en dos grandes etapas:

Su etapa modernista, dominada por la temática de mitificación de la Galicia rural, es decir, se canta con melancolía un mundo antiguo llamado a desaparecer, aunque sus personajes sean seres abyectos y marginados; frente a su etapa esperpéntica, en la que el tema dominante es la desmitificación de España, la visión deformada y desnaturalizada con la que Valle presenta la realidad que le rodea.-
Importante es, por último, mencionar que Valle-Inclán también innova en la puesta en escena porque rompe con la concepción escénica realista y apuesta por una nueva disposición del escenario fragmentada, temporal y espacialmente.

El esperpento


El concepto de esperpento, aplicado a un modo de hacer literatura que consiste básicamente en una deformación grotesca de la realidad, en una parodia que se burla y critica el mundo que describe, aparece en Luces de bohemia, escena XII, en una conversación que mantienen D. Latino y Max Estrella poco antes de que éste muera. En dicha conversación todo gira en torno a esa mencionada transformación grotesca de la realidad. Se habla una sociedad que convierte lo trágico en banal, se alude a la idea de la deformación de la realidad a partir de unos espejos cóncavos, se recuerda el pesimismo y las pinturas negras de Goya como antecedente de este modo de concebir el mundo, y todo ello para llegar a la idea fundamental: la deformación grotesca de la realidad como base del esperpento y mediante la que Valle-Inclán define la situación del país en su tiempo. –
Desde Luces de bohemia Valle hará del esperpento la base de su literatura, como así puede apreciarse especialmente en la trilogía Martes de carnaval, una obra en que lo trágico y lo burlesco se mezclan en una tres sátiras sociales. –

En cuanto a las características formales pueden citarse


Lo grotesco como forma de expresión produce una mezcla de géneros y rasgos en que lo trágico y lo cómico coexisten. –
Deformación sistemática de la realidad. La realidad aparece caricaturizada.-
Deshumanización de los personajes, que llegan a perder sus rasgos definitorios de ser humano.-
Código doble. Por una parte se busca la burla de la realidad; por otra existe una intención satírica y crítica de fondo. –
El lenguaje empleado, desgarrado y violento, de amplia base popular, especialmente del argot propio de los ambientes marginales madrileños. Pero en general es lenguaje es abrupto y seco, lo que provoca en el espectador esa sensación de “desgarro afectivo” con respecto a la situación que Valle pretende.-
Se presenta lo extraordinario como normal y verosímil. –
Distanciamiento entre el autor y la obra. El autor desprecia a sus personajes.


2.2. El teatro de la generación del 27: Lorca


Como en su poesía la característica más relevante del teatro que escriben algunos miembros del 27, Pedro Salinas, Rafael Alberti y García Lorca, es la mezcla de elitismo, es decir, búsqueda de unas nuevas formas de expresión, e incorporación de lo popular, especialmente en Lorca que es su máximo exponente.
El teatro de Salinas se caracteriza por su preponderancia de la palabra sobre la acción, es, pues, un teatro de ideas.  Alberti escribe un teatro comprometido, es decir, concibe el teatro como un vehículo apropiado para concienciar social y políticamente al pueblo. Fermín Galán (1931), una puesta en escena sobre la rebelión de los capitanes de Jaca, es un buen ejemplo.
Lorca es el mejor dramaturgo del 27 y uno de los mejores de nuestra historia literaria. Lorca no solo fue autor, también dirigió el grupo teatral “La Barraca”, una compañía que recorría España representando las grandes piezas de nuestro teatro clásico.
La característica más sobresaliente del teatro de Lorca es que este es un teatro de raíz poética, tanto en la forma -uso de los símbolos, rico léxico- como en los temas tratados. A ello se une un afán de experimentación que conduce al autor a una rápida evolución dramática.
El tema principal del teatro de García Lorca es el amor imposible o frustrado que se deriva de una confrontación entre el principio de autoridad, es decir, las reglas que marca la sociedad imperante, y el principio de libertad, es decir, la consideración de la libertad individual como bien supremo del individuo. Si la imposibilidad de amar es el tema, la mujer, los personajes femeninos, son las grandes protagonistas de las piezas lorquianas.

Su obra es variada


farsas, cuyo tema común es el amor como fuerza que puede vencer cualquier adversidad (El retablillo de don Cristóbal o La zapatera prodigiosa). El tema de ambas también es común: la diferencia de edad en el matrimonio, lo que se agrava además por la diferencia social y el interés -muchacha pobre / hombre acomodado-  y las consecuencias de ello, pero, mientras la primera tiene un final feliz; la segunda desencadena un final trágico. –
Los “criptogramas” (El público), obras de carácter surrealista, simbólico. –

Otras obras son:

Mariana Pineda y Doña Rosita la soltera. La primera un drama histórico sobre ese personaje; la segunda una comedia sobre una mujer a quien se le escapa la vida sin vivirla.-
Se considera que sus grandes obras son los dramas de la España rural: Bodas de sangre, Yerma, y La casa de Bernarda Alba
Bodas de sangre
narra el suceso de una novia que se fuga el día de la boda con su antiguo novio, Leonardo, el único personaje del drama que tiene nombre propio. La sangre y la venganza son obligadas. 
Yerma se centra en la desesperación de una mujer que no puede concebir y cuya angustia deriva en el asesinato del marido como culpable de su situación.
La casa de Bernarda Alba
escenifica la tiranía de una madre sobre sus hijas que culmina con el suicidio de la hija menor, Adela, al pensar que han matado al hombre que ama y única esperanza para huir de ese ambiente.


2.3. La renovación teatral de posguerra: Géneros y modalidades. El teatro de testimonio social Autores emblemáticos (Miguel Mihura, Alfonso Sastre)Dos son las corrientes principales del teatro de posguerra. Una que sigue la tradición dramática de la consideración del teatro como elemento lúdico y otra que concibe el teatro como un medio para agitar conciencias. En la primera faceta sobresale la figura de Alfonso Paso, cuyo teatro se sustenta en sólidas tramas de enredo que mantienen en alerta al público. La otra vena, el realismo social, se abre con Historia de una escalera de Buero Vallejo y Escuadra hacia la muerte de Sastre. En cuanto a Mihura, habría que adscribirlo a la comedia de salón aunque Tres sombreros de copa aporten a dichas comedias un importante componente de teatro del absurdo.
Se completa este panorama con autores como Joaquín Calvo Sotelo, continuador de la comedia benaventina; con la comedia de evasión, que busca en la escena un refugio a las amarguras de la vida cotidiana.
La principal característica de Mihura como dramaturgo es el cultivo de humor absurdo, pero que, frente al escepticismo del teatro del absurdo europeo, incorpora un alto grado de ternura. El humor de Mihura se basa en la aparición de lo disparatado, la ruptura con los esquemas establecidos, con  los comportamientos convencionales y contra todo aquello que representa tópico e inmovilismo. Se enfrenta así a las imposiciones sociales reivindicando la libertad individual. Hay que ser feliz, aunque para ello haya que enfrentarse a la sociedad. El tema principal de su es el enfrentamiento hombre-mujer, que en sus primeras comedias se manifiesta como conflicto entre los personajes y la sociedad, un matiz este, el social, que desaparece más tarde. Su obra más importante es Tres sombreros de copa, una comedia amarga que cuenta el fracaso de Dionisio, cuando, después de haber encontrado a la mujer de su vida,  Paula, una artista de vodevil, debe abandonarla al final de la noche y abocarse a un mundo rutinario. Otras obras son: Maribel y la extraña familia, Ninette y un señor de Murcia, etc. 
Frente a la comedia tradicional y a la comedia del absurdo aparece un teatro realista de corte social y existencial que quiere constituirse en testigo de la vida cotidiana, tanto desde el punto de vista social como político, e incluso quiere denunciar la injusta situación en que se vive. Dejando aparte a Buero Vallejo, el autor más importante es Alfonso Sastre.
La principal diferencia entre el teatro de Buero y de Sastre es que el primero sacrifica ciertos mensajes en favor de la representación, mientras que Sastre se muestra intransigente y opta por denunciar antes que estrenar. Su teatro es profundamente pesimista porque los personajes aspiran a una felicidad que les negada. La vida, pues, es una lucha en la que el hombre está derrotado de antemano.

Entre sus obras destacan

Escuadra hacia la muerte, un alegato antimilitarista que ensalza la rebelión ante el conformismo, esa es la postura que adoptan los soldados sitiados, y La taberna fantástica, que indaga en la miseria de los marginados a través de la figura del protagonista, un quincallero, que regresa a su barrio para asistir al entierro de su madre.


2.4. UN DRAMATURGO ATRAVIESA EL SIGLO: ANTONIO BUERO VALLEJO


Buero Vallejo es el creador, con Historia de una escalera, de la llamada corriente social, un teatro comprometido que quiere denunciar las injusticias de la sociedad de su tiempo. El teatro, pues, debe ser un medio para que el hombre se conozca mejor y sea más solidario, lo que consigue a través del “efecto inmersión”, es decir, la apelación al público para que sea parte integrante de la obra, o lo que es lo mismo, se presenta la realidad al espectador tal como la concibe el personaje para que, compartiendo su punto de vista, pueda identificarse con él. Buero no busca la distancia, sino la proximidad personaje / espectador. En su teatro existe un compromiso ético que se basa este en la rectitud moral y en no anteponer el interés personal al interés colectivo.

Además del compromiso social

Buero también renueva la técnica dramática y la configuración escénica.
La técnica de Buero implica una mezcla entre la tradición y la experimentación, un renovar sin romper con las técnicas anteriores. Además del nombrado “efecto inmersión”, es innovadora su concepción escenográfica. Buero crea espacios uniformes, pero a la vez dotados de multiplicidad espacial, es decir, el escenario contiene a su vez dos o más subescenarios que permiten una visualización paralela de las acciones que llevan a cabo los personajes. [Por último destacar también la inclusión de narradores en la obra que asumen la función de transmisor del texto]. Su lenguaje es preciso y claro porque busca la comunicación directa con el público.
El uso del símbolo es también pieza clave en su dramaturgia. Mediante el simbolismo el autor quiere enriquecer el texto y potenciar el mensaje que transmite esquivando así la mirada del censor. [Uno de los símbolos más recurrentes es la oposición entre luz y oscuridad, que simboliza la justicia y la verdad].
Los personajes, especialmente los protagonistas, son personajes que están en conflicto consigo mismo y, consecuentemente, con la sociedad que los rodea. Los personajes de Buero son psicológicamente complejos y están atormentados por sus errores del pasado. Son personajes de base real que desarrollan en escena los grandes conflictos del ser humano. Vencedores y vencidos, activos y pasivos, y finalmente personajes con alguna tara física o mental –sin que ello suponga una connotación negativa- son los que más se repiten en su dramaturgia. Los vencedores representan el éxito y el poder, casi siempre logrado con una conducta amoral y falta de escrúpulos. Los oprimidos suelen identificarse con los derrotados. Estos últimos suelen mostrar conciencia individual y una recta moral que los lleva a tener inquietudes sociales y una voluntad de buscar una sociedad mejor. Sin embargo, su misma condición de vencidos, los aboca a un fracaso que casi nunca pueden evitar. Se entiende por personajes activos o pasivos, aquellos que afrontan su existencia procurando ser ellos mismos quienes manejen los hilos de sus propias vidas o aquellos que toman una actitud contemplativa, a veces porque no quieren involucrarse en el mundo, a veces porque no tienen empuje necesario para hacerlo.

La evolución de su obra puede dividirse en tres periodos


De 1946 a 1957 se instala en un teatro de corte tradicional, un teatro de significación existencial y realista, es decir, las obras tratan sobre los conflictos reales que viven los sujetos que se presentan, sujetos que son tomados de la realidad cotidiana de la España de su época. Obra fundamental de esta primera etapa es Historia de una escalera, una pieza que reflexiona sobre el fracaso individual y social de unos personajes que luchan por escapar a la sordidez en que viven. La obra se sitúa en una casa de vecinos y la acción abarca treinta años. La estructura circular equipara el fracaso de los padres y el de los hijos.
De 1958 a 1969 se decanta por los temas históricos con los que quiere plantear abiertamente problemas políticos y sociales, como sucede en Un soñador para el pueblo, obra que inicia esta fase y en la que se reflexiona acerca del modo de gobernar. Además, en el plano técnico, abandona la linealidad a favor de las secuencias y crea la figura del actor-narrador que media entre los actores y el público. Mantienen estas obras el espíritu crítico con la realidad histórica y con la de la sociedad española de su tiempo.
Desde 1969, etapa que se suele identificar con el término neosimbolismo, se intensifica la experimentación formal entre los que cabe destacar “el efecto inmersión”, propio de su última época. La fundación es la pieza más emblemática de esta etapa.

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