Porque Maquiavelo independizo la política de la moral


5l retorn d l dinast Borbón a Esp tuvo su princip impulsr en Antonio Cánovas del Castillo, plasmando sus ideas políticas en el Manifiesto de Sandhurst. El año 1874 significó la restauración de la monarquía en Alfonso XII, dando lugar a un período de estabilidad política con predominio de los valores conservadores de orden, propiedad y monarquía. Unos valores para la creación de una monarquía constitucional de marcado carácter conservador. El principal objetivo era construir un sistema político compartido por todos los sectores dirigentes para asegurar la exclusión de las clases bajas de la vida política. Cánovas sentaría las BASES INSTITUCIONALES y jurídicas del sistema, cimentado en la nueva Constitución de 1876. Este texto seguirá los postulados más moderados de la tradición constitucional española. Una soberanía compartida, reduciendo la importancia de la soberanía nacional. El monarca gozaba de amplios poderes. Con unas Cortes bicamerales. Se proclamaba la confesionalidad católica del Estado, recortando la libertad religiosa. Al mismo tiempo se expresaba una prolija declaración de derechos, cuyo contenido, debía ser concretado en leyes posteriores que permitían su supervisión por parte del gobierno.
Asimismo, se introdujo un sistema de gobierno basado en el bipartidismo y en la alternancia de poder de los dos grandes partidos dispuestos a aceptar el nuevo régimen. El turno se garantizaba con el fraude electoral y la manipulación, manejado por los caciques locales mediante la compra del voto o la coacción de los electores y siempre bajo la supervisión del ministerio de Gobernación en Madrid. Pero también supónía el final del intervencionismo del ejército en la política permitiendo una alternancia pacífica de los dos partidos en el poder. Un caciquismo que mediante la “fabricación” de los resultados electorales por el acuerdo previo entre los partidos permitía obtener la victoria al partido de la oposición. Los caciques seguían las instrucciones de los gobernadores para obtener el resultado electoral previsto. El Partido Conservador se mantuvo en el gobierno entre 1875 y 1881 para consolidar el nuevo sistema político. Ese año de 1881 Sagasta formó un primer gobierno liberal de la Restauración. En 1884 Cánovas regresó al poder pero el temor a una desestabilización del sistema político tras la muerte de Alfonso XII y la falta de un heredero facilitaron el Pacto del Pardo para garantizar la continuidad de la monarquía. Durante la REGENCIA de la reina viuda María Cristina el Partido Liberal gobernaría durante más tiempo desarrollando una importante obra reformista entre 1885 y 1890. Como la Ley de Asociaciones, que reconocía asociaciones religiosas, políticas,  patronales y obreras, suprimiendo la censura. Junto a la abolición de la esclavitud en 1888 o la introducción de los juicios por jurados o de un nuevo Código Civil. Además de reformas hacendísticas y militares así como la implantación del sufragio universal masculino. Hasta esta última década se mantuvo el turno pacífico de la Restauración sin mayores dificultades por la debilidad de los principales movimientos de la oposición hasta principios del Siglo XX. La OPOSICIÓN al sistema político viene representada por los nacionalismos periféricos. La existencia de realidades diferenciales como la lengua, la cultura y unas tradiciones específicas favorecieron al ascenso del sentimiento nacionalista, yendo desde la petición del autogobierno hasta el independentismo. La oposición a la política centralista del nuevo sistema se articulará en Cataluña con la creación de la Lliga regionalista. Desde una óptica conservadora y burguesa defendían recuperar el autogobierno y un régimen de autonomía para Cataluña, defendiendo la protección de los industriales catalanes, con figuras como Cambó o Prat de la Riba, mientras que en el País Vasco el nacimiento del PNV, con importantes apoyos entre la burguésía vasca, en 1895 con Arana defendía también las tradiciones vascas, y sus signos diferenciales con un marcado carácter ultraconservador en lo religioso y rechazando las influencias españolas. En Galicia intelectuales comenzaron a difundir la lengua gallega que junto al valencianismo fueron fenómenos mucho más minoritarios. Por otro lado los republicanos que no aceptaban el nuevo sistema monárquico agruparon a intelectuales, contando con el apoyo de las incipientes clases medias urbanas agrupadas en el Partido Reformista. Por su parte el movimiento obrero en el último cuarto del Siglo XIX español sufre una importante expansión debido a la progresiva industrialización del país. El movimiento obrero recibirá la influencia de la Asociación Internacional de Trabajadores que se había creado en Londres en 1864 y donde se desarrollarán dos postulados ideológicos. Las asociaciones obreras en España estarán marcadas por la progresiva separación entre anarquistas y socialistas. El anarquismo estaba presente en el campo andaluz y entre el proletariado urbano catalán. Sin embargo, la corriente anarquista se atomizó en múltiples tendencias, entre las cuales destacó la Federación de Trabajadores de la Regíón Española (FTRE) creada en 1881. Pese a su falta de disciplina interna, su apoliticismo y su implantación en todos los ámbitos laborales fue el sindicato con mayor número de afiliados hasta la creación de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) en 1910. Los principales rasgos ideológicos que definían a parte de los anarquistas eran su defensa de la violencia y de la dinámica de hacer atentado y tras la represión nuevo atentado llegando a asesinar al propio Cánovas del Castillo en 1897. La corriente marxista del movimiento obrero se organizó en 1879 alrededor de un pequeño núcleo de trabajadores de imprenta madrileños seguidores de las doctrinas de Marx y Engels que decidieron pasar a la acción y constituir en 1879 el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Con la aprobación de la Ley de Asociaciones de 1887 y la mayor concentración obrera de Cataluña se creó en 1888 la Uníón General de Trabajadores (UGT), que incidirá en la reforma del sistema y en la mejora de los derechos de los trabajadores mediante la representación política para cambiar la sociedad. Finalmente el carlismo, que inició la conocida como tercera guerra carlista  que finalizó con una nueva derrota de los carlistas en el norte español y la articulación de parte del carlismo como partido político como novedad y desapareciendo el carlismo como fuerza armada. En Cuba habían fracasado todos los intentos de conceder autonomía a las últimas colonias del Imperio español. La Paz de Zanjón concluyo el enfrentamiento independentista cubano desde 1868 y tras ella la conocida como Guerra Chiquita fueron enfrentamientos armados que no solucionaron los problemas relacionados con los deseos autonomistas de estos territorios. El desenlace final del conflicto y la independencia se iniciarán con el Grito de Baire en el que la figura de José Martí dirigirá la rebelión contra los españoles. La inicial política represiva llevada a cabo por Weyler y el fracaso de los intentos negociadores de Martínez Campos finalizaron con la intervención americana tras la voladura del acorazado Maine en 1898 y que sellará la definitiva derrota española. Mientras que en Filipinas el inicial movimiento independentista se apoyará en el poder americano para derrotar a las fuerzas españolas en Cavite. La Paz de París de 1898 supuso la pérdida de las últimas colonias españolas Cuba, Puerto Rico y Filipinas junto con la posterior venta de las Marianas, Carolinas y Palaos tras la derrota española ante las fuerzas de los Estados Unidos con lo que se ponía fin al largo recorrido imperial español. El impacto moral en la sociedad española del conocido como “DESASTRE DE 1898” fue importante al mostrar un Imperio definitivamente derrotado y un país en crisis. Un hondo pesimismo cundíó entre los pensadores del momento que creían que había llegado el momento de regenerar moral, social y culturalmente España. A nivel económico se perdíó el acceso a mercados preferentes en productos como el azúcar y se perdieron los ingresos coloniales. En 1897 había muerto asesinado Cánovas y el personalismo del sistema empezaba a provocar disidencias internas y la descomposición de ambos partidos ante las luchas por el poder y la falta de un liderazgo sobre los que construir un gobierno estable. Como podemos observar estos últimos sucesos de fin de siglo sumirán al sistema político de la Restauración en una grave crisis política y moral, que resquebrajó los fundamentos del sistema y planteó la necesidad de realizar un proceso de reformas que modernizara la vida social y política del país. La crítica surgirá desde el Regeneracionismo que deseaba modernizar la vida política y social de España entre los que destacan figuras como Joaquín Costa en su obra “Oligarquía y caciquismo” de 1901, criticando el caciquismo que imposibilitaba la implantación de una verdadera democracia y que caracterizará los primeros años del nuevo monarca Alfonso XIII.

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