Teoria de las ideas- Descartes


¿Qué distingue al idealismo del realismo? ¿Por qué la postura idealista se considera introvertida?


 La actitud realista es  la que naturalmente adopta el hombre, cuando el hombre  empieza a darse cuenta de su existencia en el universo, naturalmente adopta la actitud de suponer que lo que existe son esas cosas que ve y toca y que está provisto de una facultad inteligente, (el pensamiento)
Capaz de recibir de esas cosas impresiones variadas y obtener ideas de los que son las que cosas que ahí existen.  Es la actitud natural.

En cambio el idealismo constituye una actitud artificial, una actitud no adquirida, no tenida ya desde luego  por nosotros al venir al mundo. Necesitamos tomar esa actitud. No la tenemos sino que la tomamos y la tocamos por una necesidad histórica. El idealismo lejos de ser natural es una necesidad que de pronto  se plantea

Él realista por su parte es espontaneo no necesita esforzarse,  esto quiere decir que todo el mundo es realista sin querer. En cambio la actitud idealista es voluntaria hay que adoptarla.

Finalmente el realismo es una actitud que podemos llamar extravertida  dado que se abre a las cosas mientras que el idealismo es introvertida,  una actitud que consiste en torcer la dirección de la atención y de la mirada y en vez de posarla sobre las cosas del mundo que nos rodea, hace un cuarto de conversión y recae cobre el mismo yo, esta actitud exige esfuerzo.

¿Cómo llega descartes al cogito ergo sum? ¿Y cómo vuelve a la realidad?

 El idealista descubra como primera realidad, como ente que existe primeramente, el yo pensando.  Al decir Descartes que los pensamientos existen, que los pensamientos no son otra cosa que yo pensando y que yo existo  lo que hace es introducir ingenuamente en la nueva realidad descubierta (en la realidad pensamiento) el viejo concepto de cosa. Considera Descartes que el pensamiento es una cosa; que yo soy una cosa que piensa. Y no siente el menor reparo en decir incluso la palabra «substancia»: yo soy una substancia pensante.

Contrariamente tenemos que para los realistas el ser de las cosas «es» antes e independientemente de todo pensamiento, de cualquier pensamiento; pero es un ser inteligible.

Descartes vuelve  a la realidad  y se pregunta ¿qué es el alma humana? Pues el hombre es mecanismo en todo lo que no es pensamiento puro, como cualquier animal, como este aparato.Pero tiene además pensamiento. Descartes reduce a pensamiento todas las vivencias de la psicología. Lo mismo que las ideas pueden ser claras o confusas y hay que reducir las confusas a claras, del mismo modo esas vivencias de la psicología que llamamos sentimientos, pasiones, emociones, toda la vida sentimental, todo lo que hay en nuestra alma, que no sea puro pensar, es para Descartes también pensar, pero pensar confuso, pensar oscuro. En su teoría de las pasiones propone Descartes simplemente al hombre que estudie eso que llamamos pasiones, eso que llamamos emociones y verá que se reducen a ideas confusas y oscuras; y una vez que haya visto que se reducen a ideas confusas y oscuras, desaparecerá la pasión y podrá el hombre vivir sin pasiones que estorban y molestan en la vida.

Demostración cartesiana de la existencia de Dios


Hay un pensamiento que se distingue de todos los demás pensamientos claros y distintos, en que contiene en el pensamiento mismo esa garantía de existencialidad de su objeto.
Y ese pensamiento único, es el pensamiento de Dios.

La idea de Dios es tal, que si la examinamos como tal idea encontramos en ella no sólo que pensamos en un ente (Dios) del cual no sabemos si existe o no existe, sino que pensamos en un ente (Dios) y que ese pensamiento lleva dentro una porción de caracteres según los cuales Dios, además de ser objeto de mi pensamiento, existe realmente fuera de mí. Dado lo anterior existen tres demostraciones para demostrar su existencia:

Dios consiste en considerar lo pensado por nosotros cuando pensamos en Dios; inspeccionamos esta idea y encontramos la idea de un ser infinito, perfecto, Y bien: esa idea que tenemos, ese objeto que todavía no sé si existe o no, pero que está contenido dentro de mi pensamiento, pues bien esa idea  no viene  de nosotros mismos, porque lo mentado en esa idea es tan  grande, que no es posible que de nosotros mismos,  hayamos extraído lo mencionado en esa idea. Pues podemos decir que responda a una realidad fuera de ella.

La segunda prueba que da Descartes de la existencia de Dios es una trasposición de la prueba que da Aristóteles. Descartes dice: yo existo; tal es la primera verdad, que he descubierto, al apartar mi vista de los objetos y concentrarla sobre los pensamientos. Me he descubierto  mí mismo, como yo pensante. Yo existo. Pero yo que existo tengo una existencia cuyo fundamento no percibo, no veo. Yo existo con una existencia contingente. Y si mi existencia es contingente, necesita un fundamento. Y por lejos que vaya yo a tomar este fundamento, remontándome a otro y a otro y a otro, tendré que acabar siempre, de lejos o de cerca, por admitir un ser, una existencia (Dios), que sea el fundamento de la mía.

La tercera prueba de la existencia de Dios que da Descartes es el famoso argumento ontológico, consiste en señalar la característica de la idea de Dios como una idea singularísima, única, en la cual el pensamiento de Dios contiene también u existencia. El pensamiento de ese objeto –Dios– es el pensamiento de un objeto en cuyas notas características, en cuyo objeto pensado está también la existencia.

El autor   propone el siguiente ejemplo: “Yo tengo la idea de un ser perfecto; ese ser existe.Demostración: un ser perfecto tiene todas las perfecciones.

La existencia es una perfección; luego el ser perfecto tiene existencia. ” Descartes   formula: En el pensamiento de la esencia del ser perfecto está contenida la existencia necesariamente; y está contenida la existencia como una de las notas que al mismo tiempo resulta ser nota del contenido del pensamiento y nota de la realidad objetiva del pensamiento.

Una vez demostrada la existencia de Dios, ya tenemos dos existencias: la mía y la de Dios. Dios permite que yo me equivoque; pero pone, en mi voluntad, el equivocarme o no.Para descartes da lo mismo saber pocas o muchas cosas, sino  lo que importa es saber de verdad; y entonces, manteniéndome en la voluntad firme de no afirmar más que lo claro y distinto, no me equivocaré jamás. ¿Qué quiere decir esto? Pues que la existencia de Dios es una garantía de que los objetos pensados por ideas claras y distintas son ideales, tienen realidad. Es decir, que el mundo tiene realidad

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