El Arte del Siglo XIX: De la Emoción Romántica a la Luz Impresionista y la Arquitectura Industrial


El Romanticismo: Emoción y Subjetividad en el Arte del Siglo XIX

El Romanticismo fue un movimiento artístico que surgió en paralelo al Neoclasicismo, pero con un enfoque opuesto a sus normas rígidas. Se caracterizó por la exaltación de lo subjetivo, lo emocional, lo irracional y lo pasional, además de un fuerte interés por la Edad Media, la naturaleza y la individualidad del artista.

Contexto Histórico y Social del Romanticismo

En el contexto europeo, la Revolución Industrial comenzaba en Inglaterra y se expandía por Europa, al tiempo que surgían movimientos revolucionarios como los de 1789 y 1830, que influyeron en los artistas románticos. Muchos apoyaron causas progresistas y nacionalistas, participando en luchas de independencia como las de Grecia, Bélgica y Polonia. Un ejemplo es Lord Byron, quien luchó por Grecia, y Eugène Delacroix, que representó el conflicto en La matanza de Quíos.

Mientras que en el pasado los artistas trabajaban al servicio de la sociedad y las clases dirigentes, los románticos rechazaron el academicismo y se distanciaron del arte oficial. Cuestionaron la política, la sociedad y el arte institucionalizado, defendiendo su independencia creativa. De esta postura surge la imagen del artista bohemio, que vive y crea al margen de las normas sociales.

Características del Romanticismo en la Pintura

El Romanticismo en la pintura fue una reacción al Neoclasicismo, que se inspiraba en la tradición griega y romana. Mientras los neoclásicos priorizaban el dibujo preciso y buscaban composiciones equilibradas con aplicación uniforme del color, los románticos dieron protagonismo al color, el movimiento y la expresividad.

Los pintores neoclásicos usaban veladuras y pinceladas suaves para crear superficies homogéneas, mientras que los románticos aplicaban pinceladas sueltas, empastes gruesos y colores intensos para enfatizar la emoción y el dramatismo. Recuperaron influencias del Barroco, con composiciones dinámicas y contrastes de luz y sombra para intensificar la sensación de movimiento.

Principales Exponentes del Romanticismo por País

Romanticismo en Francia

En Francia, Théodore Géricault y Eugène Delacroix fueron los principales exponentes del Romanticismo. Géricault, aunque falleció joven, dejó obras fundamentales como La Balsa de la Medusa, que denuncia una tragedia real con un estilo vibrante y dramático. También exploró lo irracional con retratos de enfermos mentales, como en La Loca. Por su parte, Delacroix abordó una amplia variedad de temas: políticos (La Libertad guiando al pueblo), exóticos (La muerte de Sardanápalo) e históricos (La toma de Constantinopla por los Cruzados). Su pintura se caracterizó por su uso vibrante del color y su composición dinámica, influenciada por Rubens y el Barroco.

Romanticismo en Alemania

En Alemania, el Romanticismo tuvo un carácter más espiritual y académico. Caspar David Friedrich representó la naturaleza como algo grandioso y simbólico, con un fuerte sentido religioso. Sus paisajes muestran la pequeñez del ser humano ante lo divino, con figuras solitarias en entornos neblinosos y sobrecogedores. También surgió la Hermandad de los Nazarenos, liderada por Johann Friedrich Overbeck y Franz Pforr, quienes rechazaron el arte académico y buscaron un retorno a la espiritualidad, inspirándose en la pintura del Quattrocento y en la tradición gótica germánica.

Romanticismo en Inglaterra

En Inglaterra, el Romanticismo se manifestó principalmente en el paisajismo y en la recuperación de la pintura medieval. John Constable pintó paisajes realistas, aplicando color con pinceladas gruesas y espátula, con especial atención a los cielos y la luz natural. J. M. W. Turner, en cambio, exploró los efectos atmosféricos de la niebla, la lluvia y las tormentas, con una técnica casi abstracta en la que las formas parecían disolverse en la luz y el color.

También en Inglaterra surgió el movimiento prerrafaelita, influenciado por los Nazarenos alemanes. Su objetivo era recuperar la pureza del arte medieval y renacentista temprano. Su estilo se caracterizó por la atención al detalle, la simbología moral y una fuerte carga religiosa. Entre sus principales exponentes destacan Dante Gabriel Rossetti y John Everett Millais.

Legado del Romanticismo

El Romanticismo representó una ruptura con la tradición académica y sentó las bases para la pintura moderna. Su énfasis en la expresión personal, el color vibrante y el dinamismo influyó en movimientos posteriores como el Impresionismo y el Expresionismo. Con su defensa de la individualidad y la libertad creativa, abrió un nuevo camino en la historia del arte.


La Balsa de la Medusa de Géricault: Un Ícono del Romanticismo

En el contexto del Neoclasicismo y las primeras manifestaciones prerrománticas, La Balsa de la Medusa surge en un periodo marcado por el fracaso de la Revolución Francesa y la Restauración borbónica tras la caída de Napoleón. La represión de las corrientes liberales y el triunfo de las monarquías absolutas tras el Congreso de Viena influirán en el arte romántico, que se orientará hacia lo subjetivo, pasional, trágico y exótico, con especial interés en la Edad Media y la naturaleza.

Estilo y Composición de la Obra

Géricault, comprometido con los valores de la Revolución de 1789, adoptó un estilo pictórico inspirado en Rubens, con una pincelada suelta, empastes y contrastes intensos. Aunque falleció joven, su legado es equiparable al de Delacroix, con obras como Oficial de cazadores a la carga, El Coracero herido, El Derby de Epson y sus retratos de locos. Sin embargo, su obra más célebre es La Balsa de la Medusa, una de las pinturas más emblemáticas del Romanticismo.

Este óleo de gran formato muestra una composición en forma de «M», con vértices en el mástil de la balsa y en la mano del náufrago que agita un trapo, reforzada por la pirámide que forman los cuerpos y brazos alzados. Géricault utiliza un claroscuro marcado, con una paleta de tonos ocres, pardos y verdosos oscuros, y modela las figuras con un dramatismo extremo, destacando el gesto de resignación del personaje cubierto con un paño rojo y la desesperación de quienes intentan llamar la atención del barco en el horizonte.

El Suceso Real y la Denuncia Social

El cuadro denuncia un suceso real: el naufragio de La Medusa frente a las costas de Mauritania. El barco, capitaneado por un aristócrata incompetente, transportaba inversionistas hacia Senegal. Al hundirse, los oficiales y pasajeros escaparon en lanchas salvavidas, abandonando a la tripulación en una balsa improvisada. Para evitar retrasos, cortaron las cuerdas y los dejaron a la deriva. Durante trece días, los 149 tripulantes sufrieron hambre, asesinatos, suicidios y canibalismo. Solo quince fueron rescatados, aunque cinco murieron poco después. El capitán solo recibió tres años de cárcel.

Géricault investigó a fondo el tema, entrevistó supervivientes, pintó estudios anatómicos en la morgue y construyó una maqueta de la balsa para estudiar su movimiento en el agua. Delacroix aparece en la pintura como uno de los náufragos que señala el barco salvador.

Significado y Legado de la Obra

El cuadro resalta el dramatismo con cuerpos modelados de manera escultórica, un mar agitado y una atmósfera oscura y opresiva, a pesar de que en la realidad los náufragos sufrieron una calma chicha. La composición sugiere incluso que la balsa se aleja del barco. Con esta obra, Géricault no solo denuncia la incompetencia y el clasismo de la monarquía de la Restauración, sino que crea una pintura que se convierte en símbolo del Romanticismo, destacando la emoción, la tragedia y la rebeldía frente al orden establecido.


El Realismo: La Representación Objetiva de la Realidad

El Realismo es un movimiento artístico que surge en Francia en el segundo tercio del siglo XIX, como una reacción contra el Romanticismo. Se divide en dos vertientes: una enfocada en el paisaje natural, representada por Corot y la Escuela de Barbizon, y otra dedicada a la representación de la vida cotidiana y las costumbres sociales, con artistas como Courbet, Millet y Daumier.

A diferencia del Romanticismo, que idealizaba el pasado y buscaba provocar emociones, los realistas muestran la realidad de forma objetiva, sin embellecerla. Se centran en lo cotidiano y en los sectores populares, alejándose de los grandes temas heroicos o mitológicos. Esto provoca un choque con la burguesía, que se siente incomodada por la crudeza de sus representaciones, como ocurre con Madame Bovary de Flaubert en la literatura.

Principales Artistas del Realismo

  • Gustave Courbet

    Considerado el máximo representante del Realismo, Courbet tenía una ideología socialista e influencias de Proudhon. Pintó escenas cotidianas con un enfoque directo y naturalista, lo que generó rechazo en la burguesía. Entre sus obras más famosas destacan El entierro en Ornans, Buenos días, señor Courbet, El estudio del pintor y Los picapedreros (desaparecida).

  • Jean-François Millet

    Pintor vinculado a la Escuela de Barbizon, retrató con gran sensibilidad la vida campesina, denunciando sus condiciones de vida, pero también resaltando su espiritualidad. Sus obras más emblemáticas son El Ángelus y Las espigadoras.

  • Honoré Daumier

    Fue un caricaturista, escultor y pintor que denunció la desigualdad social y la corrupción a través de un estilo esquemático cercano a la caricatura. Sus obras incluyen Crispín y Scapin, inspirada en el teatro, e ilustraciones de Don Quijote.

  • Jean-Baptiste Corot

    Especialista en paisajes, Corot combinó la observación directa con retoques en el estudio, anticipando técnicas que influirían en el Impresionismo. Su obra se caracteriza por un tratamiento preciso de la luz y el color, buscando siempre un equilibrio armónico en sus composiciones.

Escultura Realista

Durante el siglo XIX, la escultura estuvo influenciada por diversas corrientes eclécticas. Destacan artistas como Jean-Baptiste Carpeaux, con un estilo neobarroco, y Constantin Meunier, quien representó a los obreros y mineros con una visión heroica y digna, capturando su fortaleza y esfuerzo en esculturas de bronce.

En conjunto, el Realismo marcó una ruptura con el arte académico y sentó las bases para movimientos posteriores, como el Impresionismo y el Naturalismo, consolidando una nueva forma de representar el mundo con objetividad y compromiso social.


El Entierro en Ornans de Courbet: Manifiesto del Realismo

El Realismo surgió en Francia en el siglo XIX como una reacción contra el Romanticismo, buscando representar la realidad cotidiana sin idealización ni embellecimiento. Este movimiento se dividió en dos ramas: la pintura de paisajes, representada por Corot y la Escuela de Barbizon, y la pintura centrada en la descripción de la sociedad de la época, como la obra de Courbet, Millet y Daumier.

Gustave Courbet y su Obra Emblemática

Gustave Courbet, figura clave del Realismo, rechazó la pintura académica y los temas elevados, enfocándose en escenas cotidianas y duras, como trabajadores y campesinos. Su obra más famosa, El entierro en Ornans (1849-1850), mide 6.68 x 3.15 metros y es un óleo sobre lienzo que representa un entierro en su pueblo natal, Ornans. La escena se aleja de la idealización tradicional, mostrando de manera cruda y naturalista a las figuras, como clérigos, monaguillos y lugareños, sin elementos trascendentales, salvo un crucifijo.

Características Pictóricas y Controversia

La composición se caracteriza por un fuerte contraste de luces y sombras, siguiendo la influencia de Velázquez y Rembrandt. Las figuras están dispuestas en isocefalia, destacando la horizontalidad del cuadro, lo que subraya su enfoque terrenal. Este enfoque naturalista y su realismo radical causaron gran controversia, ya que rompían con las representaciones tradicionales y las expectativas del público burgués, que prefería el arte académico y decorativo.

El cuadro fue considerado un desafío al gusto académico, ya que Courbet reflejó la crudeza de la vida sin adornos. Se cree que representó el entierro de su abuelo, y las personas en el cuadro posaron de forma voluntaria, siendo habitantes reales de Ornans. Esta obra simboliza la ruptura con el Romanticismo y el nacimiento de un arte que miraba de frente a la realidad, influyendo profundamente en el desarrollo del Impresionismo.

Courbet no solo innovó en la forma, sino también en el contenido, promoviendo una visión objetiva y sin adornos del mundo, lo que sentó las bases para los movimientos artísticos posteriores y cambió la relación del arte con la sociedad.


El Impresionismo: La Captura de la Luz y el Color

El Impresionismo surgió en Francia a finales del siglo XIX, alrededor de 1870, como una nueva corriente artística influenciada por pintores como Constable y Corot, y la Escuela de Barbizon, quienes comenzaron a pintar directamente al aire libre, observando la naturaleza. A diferencia de los pintores académicos, el Impresionismo vio en el paisaje un género digno de ser representado. Este movimiento también se vio influenciado por avances científicos sobre la luz y el color, como la teoría de los colores complementarios de Chevreul y la invención de nuevos pigmentos, lo que permitió a los artistas captar mejor la luz natural.

Origen del Nombre y Características Clave

El nombre «Impresionismo» proviene de una crítica despectiva al cuadro Impresión: Amanecer de Monet, pero más tarde se convirtió en el término oficial para esta nueva escuela de pintura. El Impresionismo se enfocó en capturar la luz y sus efectos sobre los objetos, con un uso innovador del color. Los artistas impresionistas, como Monet, Pissarro, Renoir y Sisley, pintaban al aire libre y usaban pinceladas rápidas y cortas para crear una imagen dinámica, donde el color se aplicaba en pequeñas pinceladas contiguas, para que se mezclaran en la retina del espectador.

Un aspecto revolucionario del Impresionismo fue su enfoque en la pintura como un fenómeno cromático, buscando representar los colores tal como los veían en un momento determinado, influenciados por las condiciones lumínicas. Por ejemplo, no pintaban un tronco de árbol de marrón, sino que usaban tonos de azul y morado, como realmente se percibían bajo la luz del día.

Influencias y Precursores del Impresionismo

La fotografía, que también estaba en auge en el siglo XIX, tuvo un impacto importante en el Impresionismo, al compartir con él un enfoque fragmentario y naturalista de la realidad. Además, las estampas japonesas y las xilografías de artistas como Hokusai influyeron en la composición de los impresionistas.

Edouard Manet, precursor del Impresionismo, fusionó las influencias de los grandes maestros españoles, como Velázquez y Goya, con un estilo innovador. Manet rompió con las convenciones del pasado al abordar temas tradicionales de manera crítica e irónica, como en El almuerzo campestre y Olympia, que escandalizaron a su época. Aunque no fue miembro activo del grupo impresionista, su enfoque innovador influenció a artistas posteriores del movimiento.

Recepción y Legado del Impresionismo

Otros artistas impresionistas notables fueron Berthe Morisot, con escenas domésticas, y Degas, quien, aunque más naturalista, también capturó la vida urbana, especialmente en el ballet y escenas de la vida nocturna. Sin embargo, el gusto burgués de la época rechazó el Impresionismo, considerándolo «solo manchas de color» sin contornos definidos, lo que llevó a los artistas a exponer sus obras en salones alternativos como los Salones de los Independientes.

A pesar del rechazo inicial, el Impresionismo tuvo una gran influencia en el arte moderno, y aunque en sus comienzos fue incomprendido, con el tiempo su importancia fue reconocida.


Claude Monet: El Maestro de la Luz Impresionista

Claude Monet es considerado uno de los genios más destacados del Impresionismo, un movimiento que revolucionó la pintura al centrarse en los efectos de la luz y el color. Su obra Impresión, amanecer (1872) dio origen al término «Impresionismo», utilizado de manera despectiva por un crítico. Monet se interesó por cómo la luz cambiaba según la hora del día y las condiciones climáticas, lo que lo llevó a crear series de cuadros como las Estacas de paja, la Estación de Saint-Lazare y los célebres Nenúfares de su jardín en Giverny.

Evolución Estilística y las Series de Monet

A lo largo de su carrera, su estilo evolucionó, pasando de una representación más naturalista del color a una visión más libre y abstracta, donde las formas se disolvían y el color cobraba un papel central. Esta evolución culminó en una técnica de pinceladas sueltas y dinámicas que buscaban capturar la esencia de los efectos lumínicos sin necesidad de una representación fiel de la realidad.

Los Nenúfares de Giverny y la Orangerie

En 1890, Monet adquirió una casa con jardín en Giverny, donde creó un estanque rodeado de nenúfares y un puente japonés, elementos que se convirtieron en los temas principales de su obra. A partir de 1914, Monet comenzó a trabajar en un ambicioso proyecto para crear una serie de lienzos gigantes de sus nenúfares que involucraban una estructura pictórica circular, sumergiendo al espectador en la obra. Estos lienzos fueron exhibidos en 1927 en la Orangerie de París, tras la muerte de Monet en 1926.

El trabajo de Monet en la Orangerie consiste en ocho paneles de diferentes tamaños que, al estar dispuestos en salas elípticas, crean la sensación de una composición continua. Monet aplicó el color con pinceladas ricas y gestuales, sin seguir la perspectiva tradicional, centrándose en la superficie del agua y sus reflejos. Su obra se caracteriza por el uso vibrante de colores, con predominancia de azules y tonos cálidos, así como la interacción de las luces y sombras, logrando transmitir una sensación de paz y de conexión con la naturaleza.

Aunque inicialmente sus obras fueron rechazadas, con el tiempo se reconoció su importancia y su influencia en movimientos posteriores como el Expresionismo Abstracto. La pintura de Monet, con sus pinceladas dinámicas y el énfasis en el color sobre la forma, sigue siendo un referente fundamental en la historia del arte moderno.


El Postimpresionismo: Hacia Nuevas Expresiones Artísticas

A partir de 1880, varios artistas que se formaron en el Impresionismo consideraron este movimiento superado y buscaron formas de expresión más personales. Estos artistas, como Cézanne, Gauguin, Van Gogh y Toulouse-Lautrec, sentaron las bases de las principales corrientes artísticas del siglo XX.

Principales Figuras del Postimpresionismo

  • Paul Cézanne

    Cézanne comenzó su carrera influenciado por el Impresionismo, pero pronto desarrolló un estilo propio al reducir las imágenes a formas geométricas y planos esenciales. Experimentó con el espacio, mostrando elementos desde diferentes puntos de vista, lo que lo convirtió en precursor del Cubismo. Su búsqueda de la esencia y su vínculo con el clasicismo francés de Poussin también marcaron su legado.

  • Vincent Van Gogh

    Van Gogh vivió una vida marcada por crisis personales y emocionales, desarrollando su estilo característico durante sus últimos tres años. Su pintura se distingue por el uso expresivo del color, las pinceladas gruesas y rápidas, y la captura de sensaciones y emociones. A pesar de ser incomprendido en su tiempo, su trabajo influyó profundamente en el Expresionismo.

  • Paul Gauguin

    Gauguin, inicialmente coleccionista de arte impresionista, se alejó del Impresionismo para buscar una expresión más personal y espiritual, influenciado por el primitivismo. Fundó la Escuela de Pont-Aven y más tarde vivió en la Polinesia, donde creó sus obras más famosas. Su estilo, que buscaba captar la esencia de las cosas a través de formas y colores, influyó en el Expresionismo y en el desarrollo de la abstracción.

  • Henri de Toulouse-Lautrec

    Toulouse-Lautrec, de origen aristocrático, se integró en los círculos bohemios de París, donde retrató la vida nocturna, las bailarinas y los burdeles con un estilo sintético y preciso. Además, creó carteles para el Moulin Rouge, con un diseño simple y colores planos que se acercaban al Modernismo.

El Neoimpresionismo o Divisionismo

El Neoimpresionismo o Divisionismo surgió como una versión más analítica del Impresionismo, utilizando pequeños puntos de color yuxtapuestos que se mezclaban en la retina del espectador. Georges Seurat y Paul Signac fueron sus principales exponentes, buscando una representación casi científica del color y la percepción.


Vincent Van Gogh: La Expresión Emocional a Través del Color

Después de 1880, algunos artistas formados en el Impresionismo consideraron que este estilo había sido superado y comenzaron a explorar formas más personales de expresión artística. Entre ellos estaban Cézanne, de la misma generación que Monet, y otros más jóvenes como Gauguin, Van Gogh y Toulouse-Lautrec.

La Vida y Obra de Van Gogh

La vida de Vincent Van Gogh está profundamente ligada a su obra, de modo que su leyenda es casi inseparable de su arte. En tan solo 10 años, pasó de sus comienzos en Holanda a su trágico suicidio en Auvers. Durante ese tiempo, enfrentó crisis personales, problemas familiares y con sus colegas, y se trasladó a París, donde conoció el Impresionismo, lo que enriqueció su paleta de colores. Más tarde, en Arles, alcanzó su madurez artística.

El arte de Van Gogh se caracteriza por el uso expresivo del color, los contrastes, las armonías y una pincelada gestual que busca transmitir las sensaciones que él experimentaba al contemplar un motivo, así como su estado de ánimo. Su pintura es dinámica y de sensaciones, y para plasmarla, Van Gogh no dudaba en pintar hasta dos cuadros al día. Aunque fue incomprendido en vida, su obra sería clave para el desarrollo de las tendencias subjetivistas y expresionistas que florecerían en el siglo XX.

Obras Emblemáticas y Características de su Estilo

Algunas de sus obras más conocidas incluyen Los Girasoles, La noche estrellada, La habitación de Vincent en Arles y La iglesia de Auvers. Entre ellas, Terraza del café de la plaza del Forum en Arles de noche es un ejemplo de su estilo y su técnica, pintado en 1888. Este óleo sobre lienzo muestra varias de las características de su pintura:

  1. Técnica de Pincelada Cargada

    Van Gogh usa pinceladas densas que crean una superficie pictórica irregular, aplicando las capas de óleo unas sobre otras sin esperar a que se sequen, como hacían los impresionistas.

  2. Colores Vibrantes

    El contraste entre los intensos amarillos y naranjas de la terraza del café y los azules del cielo y la arquitectura es un sello distintivo en su obra. No busca el claroscuro tradicional, sino un juego de colores intensos que transmiten sensaciones.

  3. Distorsión y Perspectiva

    Aunque casi no hay dibujo, Van Gogh representa el espacio mediante la perspectiva, pero altera algunas líneas de fuga de forma intencionada. En lugar de buscar una profundidad aérea, utiliza contornos de colores para definir ciertos elementos, como el pavimento o el portal.

  4. Expresión de la Luz y el Ambiente

    Van Gogh captura la calidez del ambiente mediterráneo en Arles, usando el color de manera libre para expresar cómo se siente en su entorno, más que para reproducir la realidad de manera exacta. Las estrellas en el cielo parecen expandirse como flores, y el contraste entre los tonos cálidos de la terraza y los fríos del fondo refleja esa energía mediterránea.

Van Gogh, fascinado por la luz y las sensaciones del paisaje de Arles, pintó con urgencia, buscando transmitir en su arte lo que experimentaba emocionalmente. De hecho, ideó un sistema peculiar para pintar de noche: colocaba velas sobre el borde de su lienzo y en su sombrero para iluminar su trabajo. Esta forma de trabajar, así como su enfoque en la expresión a través del color, anticipa las futuras corrientes expresionistas que se desarrollarían durante el siglo XX.

Su declaración, «No quiero reproducir exactamente lo que tengo delante de los ojos, sino que me sirvo arbitrariamente del color para expresarme con más fuerza», refleja su deseo de no solo capturar lo visible, sino también de transmitir la emoción que el mundo le provocaba.


Arquitectura del Siglo XIX: De la Tradición a la Innovación Industrial

A principios del siglo XIX, el Neoclasicismo dominaba el panorama arquitectónico. Sin embargo, con el tiempo surgieron nuevas tendencias influenciadas por los cambios sociales, económicos y culturales, como el Neogótico, el Eclecticismo, y el uso del hierro en la construcción.

Neogótico y Otras Tendencias Historicistas

Durante el Romanticismo, se rescató el estilo Neogótico, que miraba al pasado medieval y expresaba sentimientos religiosos y místicos. Arquitectos como Viollet-le-Duc restauraron edificios góticos, como Notre Dame en París. Este estilo se usó en la construcción del Parlamento Británico (1840-1865) en Londres. Además del Neogótico, también florecieron otros estilos historicistas como el Neobizantino (la Basílica del Sacré Coeur en París) y el Neomudéjar en España, usado en fábricas y plazas de toros.

Eclecticismo Arquitectónico

El Eclecticismo surgió como respuesta al deseo de la clase burguesa de reflejar su poder y riqueza. Este estilo mezcló influencias de diversas corrientes arquitectónicas, desde el Neoclasicismo hasta el Rococó. El resultado fue una arquitectura ostentosa y decorativa, pensada para satisfacer el gusto burgués. Un ejemplo destacado es la Ópera de París (1861-1874) de Charles Garnier, que reflejaba la grandiosidad del II Imperio.

La Revolución del Hierro en la Construcción

La industrialización permitió el uso del hierro como material principal en las construcciones, lo que permitió crear estructuras más ligeras y funcionales. Un ejemplo de esta nueva arquitectura es el Cristal Palace (1851) diseñado por Joseph Paxton para la Exposición Universal de Londres, completamente hecho de hierro y vidrio. La Torre Eiffel (1889), diseñada por Gustave Eiffel, fue otro símbolo de la modernidad industrial. Inicialmente criticada, con el tiempo se convirtió en un ícono de la ciudad de París y la ingeniería del hierro.

Inicios del Funcionalismo: La Escuela de Chicago

A finales del siglo XIX, surgió un debate en arquitectura sobre la función de los edificios. En la Escuela de Chicago, arquitectos como Louis H. Sullivan defendieron la idea de que «la forma sigue a la función». Esto marcó el inicio de una arquitectura más funcional y sencilla, sin adornos innecesarios. Sullivan diseñó el edificio Schlesinger & Meyer en Chicago (1899-1904), donde la claridad de líneas y la funcionalidad prevalecieron, especialmente en las plantas superiores, con grandes ventanales para aprovechar la luz natural.

Urbanismo del Siglo XIX: El Plan Haussmann de París

A mediados del siglo XIX, el crecimiento de las ciudades y la Revolución Industrial exigieron una renovación urbana. En París, Haussmann fue encargado de rediseñar la ciudad, abriendo grandes avenidas y creando espacios verdes para mejorar la circulación. Este plan cambió el rostro de la ciudad, desplazando a la clase trabajadora hacia las afueras, mientras que las clases medias y altas se asentaron en el centro. Este modelo urbanístico fue adoptado en otras ciudades, como Barcelona, donde Ildefonso Cerdá diseñó el plan de ensanche con un trazado en cuadrícula y un eje central, favoreciendo el crecimiento ordenado de la ciudad.

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