Que significa el concepto » la muerte de Dios»


Introducción

Este libro de Job ocupa su lugar propio, sin conexión con ningún otro libro de la Biblia. Muchas copias de la Biblia Hebrea lo sitúan detrás del libro de los Salmos; otras, detrás del de Proverbios. Pero su puesto apropiado es el que tiene en nuestras Biblias, el frente de los libros poéticos y sapienciales. Siendo un libro de doctrina, está bien que preceda al de Salmos, que es devocional, y al de Proverbios que es pragmático, porque ¿cómo podremos rendir adoración y obediencia a un Dios a quien no conocemos bien? En cuanto a sus características:

I


. Estamos seguros de su inspiración divina, pero no de su autor humano. En todo caso, aun cuando Job no pertenecía al pueblo judío, los judíos, como fieles conservadores de los oráculos de Dios, siempre han retenido este libro en su canon sagrado. Su historicidad es refrendada por Ez. 14:14, 20; Stg. 5:11. Su fecha, tenida por los exegetas tradicionales como muy antigua, pertenece, según los modernos, a la época del destierro a Babilonia, aun cuando la acción se desarrolle, con la mayor probabilidad, en la época patriarcal, lo cual se confirma por la longevidad del protagonista (más de 140 años).

II


. Lo más importante es el tema del libro, que gira en tomo al más inquietante de los problemas humanos: ¿Por qué permite Dios que sufran tanto los hombres, especialmente los buenos? Frente a la filosofía de los amigos de Job: el sufrimiento es siempre fruto del pecado personal (¡el que la hace la paga!), el libro enseña que la providencia de Dios es sumamente misteriosa, y que la sabiduría y el poder (en fin de cuentas, la soberanía) de Dios son perfecciones que trascienden la capacidad de toda inteligencia creada. Job, paradigma del hombre sufriente, ha de reconocer que, ante los misteriosos designios de Dios, no cabe otra actitud correcta que la de cerrar la boca, inclinar la cabeza y adorar.

III


. El libro puede dividirse en tres partes claramente señaladas:


1) Informe de los sufrimientos de Job, sobrellevados con paciencia (caps. 1 y 2), con alguna mezcla de debilidad humana (cap. 3).
2) Disputa entre él y sus amigos acerca de dichos sufrimientos; en ella:
     a) Los objetores son Elifaz, Bildad y Zofar.
     b) El defensor es Job.
     c) Los moderadores: primero, Eliú; después, Dios (caps. 4-41).
3) Finalmente, Job sale de la prueba honrado y prosperado (cap. 42). La moraleja de todo el escrito es que, por muchas que sean las aflicciones de los justos, cuando el Señor les ha hecho pasar por ellas, la prueba de su fe resulta en alabanza, honor y gloria de Dios.

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Job capítulo 1 –


(RV60) -Las calamidades de Job

1 Hubo en tierra de Uz un varón llamado Job; y era este hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal.
2 Y le nacieron siete hijos y tres hijas.
3 Su hacienda era siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes, quinientas asnas, y muchísimos criados; y era aquel varón más grande que todos los orientales.
4 E iban sus hijos y hacían banquetes en sus casas, cada uno en su día; y enviaban a llamar a sus tres hermanas para que comiesen y bebiesen con ellos.
5 Y acontecía que habiendo pasado en turno los días del convite, Job enviaba y los santificaba, y se levantaba de mañana y ofrecía holocaustos conforme al número de todos ellos. Porque decía Job: Quizá habrán pecado mis hijos, y habrán blasfemado contra Dios en sus corazones. De esta manera hacía todos los días.
6 Un día vinieron a presentarse delante de Jehová los hijos de Dios, entre los cuales vino también Satanás.
7 Y dijo Jehová a Satanás: ¿De dónde vienes? Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: De rodear la tierra y de andar por ella.
8 Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal?
9 Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: ¿Acaso teme Job a Dios de balde?
10 ¿No le has cercado alrededor a él y a su casa y a todo lo que tiene? Al trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto, sus bienes han aumentado sobre la tierra.
11 Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia.
12 Dijo Jehová a Satanás: He aquí, todo lo que tiene está en tu mano; solamente no pongas tu mano sobre él. Y salió Satanás de delante de Jehová.
13 Y un día aconteció que sus hijos e hijas comían y bebían vino en casa de su hermano el primogénito,
14 y vino un mensajero a Job, y le dijo: Estaban arando los bueyes, y las asnas paciendo cerca de ellos,
15 y acometieron los sabeos y los tomaron, y mataron a los criados a filo de espada; solamente escapé yo para darte la noticia.
16 Aún estaba éste hablando, cuando vino otro que dijo: Fuego de Dios cayó del cielo, que quemó las ovejas y a los pastores, y los consumió; solamente escapé yo para darte la noticia.
17 Todavía estaba éste hablando, y vino otro que dijo: Los caldeos hicieron tres escuadrones, y arremetieron contra los camellos y se los llevaron, y mataron a los criados a filo de espada; y solamente escapé yo para darte la noticia.
18 Entre tanto que éste hablaba, vino otro que dijo: Tus hijos y tus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en casa de su hermano el primogénito;
19 y un gran viento vino del lado del desierto y azotó las cuatro esquinas de la casa, la cual cayó sobre los jóvenes, y murieron; y solamente escapé yo para darte la noticia.
20 Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y rasuró su cabeza, y se postró en tierra y adoró,
21 y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito.
22 En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Comentario a Job 1

Fuente: «Comentario Exegético-Devocional A Toda La Biblia.» Libros poéticos – Job – Tomo-2. Editorial CLIE.

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Job comentario Capítulo 1

Comienza aquí la historia de Job con un informe…
I. De su gran piedad en general (vers.l) y en un caso particular (v. 5).
II. De su gran prosperidad (vv. 2-4).

III


De la inquina de Satanás contra él y del permiso que éste obtuvo para poner a prueba su paciencia (vv. 6-12).

IV


De las asombrosas aflicciones que le sobrevinieron: la ruina de su hacienda (w. 13-17) y la muerte de sus hijos (vv. 18-19).
V.
De su paciencia ejemplar bajo el peso de estas aflicciones (w. 20-22). En todo esto nos es puesto como ejemplo para soportar la aflicción, de la que no hay prosperidad que nos ponga a salvo, pero la integridad y la rectitud moral nos preservarán y purificarán a través de ella.

Versículos 1-3

Se nos dice aquí de Job:

I.
Que era un varón, un hombre de carne y hueso y, por tanto, sujeto apasiones (Stg. 5:17, lit.) semejantes a las nuestras; que vivía en la tierra de Uz (mejor, Us. Hebreo, Uts), en la parte oriental de Arabia, cerca del Eufrates. Dios tiene un remanente en todas partes. Fue un gran privilegio para el país de Us tener allí un hombre tan bueno como Job. Cuanto peores eran quienes le rodeaban, tanto mejor era él. Su nombre: Job (hebreo, Iyob) significa, según unos, «hostilizador»; otros piensan que significa «hostilizado».

II

. Era muy bueno: cabal, es decir, íntegro (mejor que «perfecto») y recto. Este es el juicio que la Palabra de Dios hace de él, por lo que sabemos que ha de ajustarse a la verdad.

1. Job era piadoso: temeroso de Dios.2. Sincero en su religión: apartado del mal. No es que careciese enteramente de pecado, pues él mismo dice (9:20):

Si me tuviese por perfecto, esto me haría inicuo

Pero, al respetar los mandamientos de Dios, aspiraba a la perfección y era tan bueno como lo parecía, teniendo un corazón tan sano como sano y sencillo era su ojo.

3


Era recto en su conducta para con Dios y los hombres, fiel a su palabra y constante en sus propósitos


4


El temor de Dios que reinaba en su corazón era el principio que regía toda su conducta

Diablo


5. Odiaba la idea misma de hacer el mal; por eso, se apartaba de él. El temor de Yahweh es aborrecer el mal (Pr. 8:13). Con el temor de Yahweh los hombres se apartan del mal (Pr. 16:6).

III

. Era piadoso, aun siendo próspero. Aunque es difícil que un rico entre en el reino de los cielos, no es imposible, con tal de que tenga corazón de pobre (Mt. 5:3). La prosperidad de Job añadía nuevo lustre a su piedad, y le deparaba mayores, y más numerosas, oportunidades de hacer el bien.

1.
Tenía una familia numerosa. Su piedad era eminente, pero no estaba recluido en una ermita ni en un monasterio, sino que era un honrado padre de familia.
2.
Tenía hacienda más que suficiente para mantener a su familia, como vemos por el v. 3. No se la describe en términos de hectáreas de terreno, sino (A) Por el número de sus cabezas de ganado: ovejas, camellos (esto es, dromedarios), bueyes, asnas ; todo en gran número. Tan pronto como creó Dios al hombre y le proveyó de hierbas y frutas para su sustento, también le enriqueció dándole dominio sobre todas las criaturas (Gn. 1:28). (B) Por el número de sus criados: muchísimos; con lo que tenía gran honor, a la vez que podía hacer el bien a muchísimas personas.
Su riqueza, junto con su prudencia, le confería honor y poder en su país, como él mismo declara en el cap. 29.
El relato de la piedad y de la prosperidad de Job precede a la historia de sus aflicciones para mostrar que no por ser piadosos estamos a salvo de las comunes calamidades de la vida humana. Menos todavía defienden al hombre los bienes que posee (Vea Is. 47:8).

Versículos 4-5

Ulterior informe de la piedad y prosperidad de Job.

I

. Una señal de la prosperidad de Job y de la bendición de Dios era su numerosa familia. Siete hijos (número ideal en descendientes varones; v. 1S. 2:5; Rut 4:15);y tres hijas daban testimonio de esa bendición (V. Sal. 127:3; 128:3; 144:12). Era un gran consuelo para este buen hombre,
    1
. Ver a sus hijos e hijas ya crecidos y bien situados en la vida. Los hijos estaban, sin duda, casados, pues vivían en casas propias.
    2
.
Verlos prosperar en sus negocios, pues podían invitarse unos a otros, y a sus hermanas, en las frecuentes fiestas que celebraban, no precisamente, o solamente, en los cumpleaños.
    3
.
Verlos de buena salud.

    4.
Especialmente, verlos vivir en amor y en armonía, sin pendencias de ninguna clase.
    5
.
Verles invitar a sus hermanas, con lo que demostraban que el haber formado una nueva familia no les disminuía el afecto que sentían hacia sus hermanas.

II

. La preocupación de Job por el estado espiritual de sus hijos (v. 5).

1

. Tenía un santo celo de que se conservasen puros y sin mancha en medio de todas sus fiestas. Así deberían comportarse los padres que profesan la fe cristiana.
2. Vemos que Job ejercía funciones sacerdotales en su familia, pues:

(A) Tan pronto como pasaban los días de banquete, los mandaba llamar para purificarlos. Les hacía examinar la conciencia y arrepentirse de cuanto hubiesen hecho digno de reprensión. Así conservaba su autoridad sobre ellos para bien, y ellos se sometían de buena gana, a pesar de que ya habían formado su propia familia. Job continuaba siendo el sacerdote de la familia, y a su altar venían sus hijos, apreciando el participar de sus oraciones más que el participar de su hacienda. Es cierto que los padres no pueden dar a sus hijos la gracia ni la salvación (es Dios el que santifica), pero deben fomentar su santificación con oportunos consejos, admoniciones y plegarias.

(B) Ofrecía sacrificios por ellos. Job tenía, como Abraham, un altar para su familia. En tales ocasiones extraordinarias, ofrecía mayor número de sacrificios que de ordinario, conforme al número de todos ellos. «Por este niño oraba», dijo Ana a Elí (1 S. 1:27). Así también Job oraría por cada hijo en particular, ya que las plegarias, lo mismo que las exhortaciones, han de acomodarse al temperamento y a la condición de cada hijo. Se levantaba de mañana, madrugando para ello como quien tiene puesto el corazón en la obra.

(C) De esta manera hacía cada vez. Era perseverante en sus funciones sacerdotales. Los actos de fe y arrepentimiento han de renovarse con mucha frecuencia, puesto que con mucha frecuencia renovamos nuestras transgresiones. Quien haya de servir a Dios rectamente, ha de servirle continuamente.

Versículos 6-12

Job era, además de recto y piadoso, sabio y prudente, rico y grande en todos los aspectos, de tal manera que habríamos de pensar que la montaña de su prosperidad era tan fuerte y firme que no había cosa que pudiese removerla o sacudirla. Pero aquí vemos aproximarse sobre la cabeza de Job una negra y densa nube.

El diablo, tanto mayor enemigo de Job cuanto más eminente era la piedad de éste, pidió y obtuvo permiso para atormentarle. Es posible, y aun probable, que la dramatización que el autor hace aquí de la conversación entre Dios y Satanás sea parabólica, como la de Miqueas en 2 R. 22:19 y ss., pero no deroga en forma alguna a la credibilidad de la historia de Job en general.

I

. Entre los hijos de Dios (de ordinario, los ángeles), hallamos (v. 6) un adversario , pues eso es lo que significa Satanás : un enemigo de Dios, de los hombres y de todo lo bueno. Este adversario se mete de rondón en esta asamblea de los hijos de Dios, pero con muy diferente objetivo. Los ángeles son presentados en la Biblia actuando benéficamente en servicio de los hombres (V. He. 1:14) o realizando diversas actividades por encargo de Dios (Vea. por ej., Gn. 19:15-22). En cambio, Satanás, el acusador de los hermanos (Ap. 12:10), sólo intenta hacer daño, pues es mentiroso y homicida (Jn. 8:44).

II

. Dios pregunta a Satanás (v. 7): ¿De dónde vienes ? Dios sabía muy bien de dónde venía Satanás y qué objetivo le traía allí, pero le pregunta delante de los ángeles como para pedirle cuentas de sus actividades y mostrarle que le tiene bajo su vigilancia y control.

III

. El informe que Satanás da de sus actividades por el mundo. «De recorrer -dice- la tierra y de andar por ella».
    1
.
No declara haber hecho nada ni bueno ni malo; se contenta con informar de sus «paseos», sin decir la verdad de que «siempre anda dando vueltas buscando a quien devorar» (1 P. 5:8).
    2
.
Satanás nos muestra aquí su actividad incesante. Como ser incorpóreo, no siente sueño, hambre ni cansancio. Por otra parte, su invisibilidad hace que no se sienta su presencia; por lo que puede introducirse en cualquier lugar, sin pagar aduana ni visado de entrada. No hay, pues, lugar seguro contra el diablo. En realidad merodea en tomo a los creyentes, para explorar el lado flaco de cada uno y ver por dónde le puede entrar. El diablo y todos sus demonios frecuentan más las iglesias que las salas de fiestas, pues en éstas no hace falta su presencia; se bastan a sí mismos los mundanos para hacerse daño moral y espiritual, tanto como físico.

IV

. La pregunta que, a continuación, le hace Dios acerca de Job (v. 8): iNo has considerado a mi siervo Job ? ¡Cuan honorablemente habla Dios de Job! No hay otro como él en la tierra. Como diciendo: «¿Cómo es que no te has dado cuenta de la extraordinaria virtud de ese hombre? Es mi siervo » (comp. con Is. 42:1) ¿Qué elogio mayor que ése? A continuación Dios repite las mismas laudatorias que ya había inspirado al autor del libro (v. 1): Varón cabal y recto, temeroso de Dios y apartado del mal.

V


La vil insinuación del diablo contra Job en respuesta a la pregunta de Dios. No podía negar que Job era un hombre cabal y recto, pero da a entender que Job teme y sirve a Dios por interés mercenario (v. 9): «¿Acaso teme Job a Dios de balde?» Satanás se impacienta al oír elogios sobre Job, aun cuando sea Dios mismo quien le elogia. Los que no soportan el que otros sean alabados son imitadores del diablo. Satanás tiene a Job por hipócrita a sabiendas de que es mentira. Éste es el común proceder de los calumniadores, detractores y murmuradores: insinuar, con frases mordaces o silencios calculados, que «no es oro todo lo que reluce», aun cuando el oro pueda pasar la prueba del fuego. Era cierto que Job no temía a Dios de balde, pues «gran fuente de ganancia (bien entendida) es la piedad» (1 Ti. 6:6), y Job había ganado mucho con ella; pero era falso insinuar que no habría temido a Dios si no hubiese prosperado, como lo demostraron los hechos subsiguientes. ¡Es curioso! Los amigos de Job le acusaron de hipocresía por estar tan afligido, mientras que Satanás le acusó de hipocresía por estar tan prosperado.

VI

. La querella de Satanás por la prosperidad de Job (v. 10). Aunque no siempre la prosperidad es signo de virtud, lo cierto es que los hijos de Dios gozan de una protección especial y reciben contentamiento de sus labores honestas. Dios había prosperado a Job por la vía de la prudencia, la diligencia y la laboriosidad, no por la de la pereza y la injusticia. Job era rico, pero no era un explotador, sino sumamente generoso con su prójimo. El diablo se siente herido por la prosperidad de Job: «¿No le has rodeado con una valla de protección…?».

VII

. Satanás pide a Dios que se ponga a prueba la sinceridad de la piedad de Job despojándole de cuanto posee (v. II): «Pero extiende ahora tu mano y toca (esto es, arrebátale) todo lo que tiene, y verás si no te maldice a la cara» (lit.). Aunque el actual texto hebreo dice bendice , sabemos que se trata de una de las correcciones hechas (por una equivocada reverencia) por los escribas (nota del traductor). Así, pues. Satanás lanza un reto a Dios. El diablo es sumamente inteligente y listo, pero no es omnisciente. Su envidia y su rabia le oscurecen la ecuanimidad necesaria para estos casos. Si pudiese triunfar en este desafío, demostrando que Job era un hipócrita contra la declaración del propio Dios, resultaría que no habría en el mundo ni un solo siervo fiel de Dios, que no existiría en la tierra la piedad sincera y que la religión sería una impostura ¡Todos los hombres serían fíeles subditos de Satanás!.

VIII

. El permiso que otorgó Dios a Satanás para que pusiese a prueba la sinceridad de Job.

1.
Es motivo de asombro el que Dios condescienda a otorgar a Satanás tal permiso, pero lo hace por su propia gloria, por el honor de Job, la demostración de su Providencia y para animar y consolar a todos los creyentes que sufren y han sufrido a lo largo de los siglos. Permitió que Job fuese afligido, como permitió que Pedro fuese zarandeado, pero tuvo cuidado de que su fe no fallase (Le. 22:32).

2.
Es motivo de consuelo el que Satanás no nos pueda hacer daño sin el permiso de Dios. No pudo afligir a Job hasta que pidió y obtuvo permiso de Dios para afligirle, y sólo en la medida en que Dios se lo permitió: «Solamente no pongas tu mano sobre él». El poder del diablo es limitado.

IX

. Salida del diablo de esta reunión de los hijos de Dios. Se fue entonces Satanás, no para recorrer la tierra, sino con un objetivo concreto y directo, a caer sobre el pobre Job, quien va diligentemente por el camino del deber, sin saber lo que le espera.

Versículos 13-19

Informe de las aflicciones de Job

I


Satanás comenzó a atormentarle el mismo día en que sus hijos comenzaban un nuevo tumo de convites en casa de su hermano el primogénito (v. 13).

II

. Todas las aflicciones llegaron al mismo tiempo; mientras un emisario le daba malas noticias, venía otro sin dejarle terminar el informe y, tras el segundo, un tercero y, tras el tercero, un cuarto.

1.
Así podía parecer, con mayor probabilidad, que era una muestra de extraordinario desagrado por parte de Dios contra él.
2.
Así tenía menos respiro para pararse a considerar y disponerse a someterse humildemente a los designios de la Providencia, quedando abrumado de una vez por la tremenda complicación de las calamidades.

III

. Le fue arrebatado a un mismo tiempo todo cuanto poseía.

1

. Tenía 500 yuntas de bueyes y 500 asnas, con el número de criados conveniente para cuidar de los animales, y los perdió a todos de una vez (vv. 14, 15). Sus vecinos los sábeos se llevaron los bueyes y las asnas y mataron a los criados que se aprestaban bravamente a defender los animales. Sólo escapó uno para contarlo. Cuando el diablo obtiene de Dios el permiso para hacer el mal, nunca le faltan malvados que le sirvan de instrumentos para perpetrarlo.
2.
Tenía 7.000 ovejas y los pastores necesarios para apacentarlas. Una tormenta de múltiples rayos acabó con todo ello (v. 16). Job podía acusar de crimen a los sábeos y perseguirlos por su injusticia y por su crueldad, pero ¿a quién iba a acusar ahora? Podría verse tentado a decir: En vano sirvo a Dios .
El emisario llamó a los rayos fuego de Dios, como el juego de parte de Yahweh (Gn. 19:24) que consumió a Sodoma y a Gomorra ¡Qué terrible noticia la de esta destrucción que venía directamente de la mano de Dios!
3. Tenía 3.000 camellos (dromedarios) y los criados necesarios para cuidar de ellos. Todos cayeron al mismo tiempo en manos de los caldeos, quienes se llevaron los animales y mataron a los criados (v. 17).
Cuando los impíos prosperan mientras los justos sufren, los juicios de Dios son como el gran abismo (Sal. 36:6), cuyo fondo no podemos hallar, porque no lo tiene (abismo significa «sin fondo»).
4.
Sus posesiones más preciadas y queridas eran sus hijos; y, para concluir la tragedia, le llegan nuevas, al mismo tiempo que las otras, de que los diez habían quedado muertos y enterrados bajo las ruinas de la casa donde estaban banqueteando, junto con los criados que les servían, excepto el que vino a traer a Job la noticia (vs. 18, 19).

Esta fue la mayor de las pérdidas y, por eso, el diablo se la guardó para el final, a fin de que, si las otras provocaciones fallaban, ésta al menos le incitase a maldecir a Dios. Nuestros hijos son como parte de nosotros mismos; resulta muy duro desprenderse de ellos, y su pérdida le llega a un padre a lo más hondo. Pero perderlos todos, siendo muchos, y todos al mismo tiempo, cuando por tantos años habían sido objetos de sus cuidados y esperanzas, era cosa extremadamente dura. Y, si hubiesen muerto cuando estaban orando, habría podido tener algún consuelo, pero los perdió cuando estaban comiendo, bebiendo y teniendo juerga. Le fueron quitados precisamente cuando más los necesitaba para consolarse de las otras pérdidas.

Versículos 20-22

El diablo había hecho todo lo que se le había permitido hacer contra Job para provocarle a maldecir a Dios. Aquel a quien el sol naciente había contemplado como al más rico de los orientales, antes de llegar la noche era ya pobre de solemnidad. Si las riquezas de Job hubiesen sido, según la malévola insinuación de Satanás.el único motivo de su piedad, ahora que había perdido todo cuanto poseía, de seguro habría de perder su religión. Pero el relato que vemos a continuación muestra, con el piadoso comportamiento de Job, que el diablo era un mentiroso, y Job un hombre cabal y recto.

I

. Se comportó bajo su aflicción como un hombre cabal (v.20): Se levantó, rasgó su manto, rasuró su cabeza, etc. Eran éstas las usuales expresiones de pesar, y con ellas mostraba la sensibilidad de su alma, sin estallar en arranques pasionales de indignación. Frenó su ira y mantuvo bravamente la paz de su alma en medio de tales calamidades.

El momento en que comenzó a exteriorizar sus sentimientos no llegó hasta haber recibido la noticia de la muerte de sus hijos.

Una persona mundana habría dicho: «Ahora que se fue el bocado, no importa que se hayan ido también las bocas». Pero Job era creyente, y si la Providencia le hubiese preservado los hijos, habría quedado agradecido por ellos aunque no tuviese nada que darles, pues sabía que Yahweh proveería.

II

. Se compone bajo su aflicción como un hombre sabio y bueno, como quien era temeroso de Dios y apartado del mal más que de las desdichas temporales.

1.
Se humilló bajo la mano de Dios, sometiéndose a los designios de la Providencia, como quien sabía escasear lo mismo que abundar (Fil. 4:12).
2. Se aquietó con piadosas consideraciones, para no perder la paz de su ánimo a causa de estos acontecimientos. Razona sobre el curso común de la vida humana, aplicándoselo a sí mismo: Desnudo salí del -vientre de mi madre (como cada hijo de vecino), y desnudo volveré allá (al vientre de la madre tierra, madre común de la humanidad -Gn. 2:7; 3:19). A esto hace referencia S. Pablo cuando dice (1 Ti. 6:7): «Nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar». Esta consideración quita importancia a la pérdida de todo lo temporal. Job se ve ahora como estuvo en un principio; no se considera mutilado ni herido, sino sólo desnudo ; con ello muestra que todo lo demás que poseemos es meramente tan nuestro como una vestidura que se pone y se gasta; se ve desvestido o, mejor, descargado, un poco antes de lo que esperaba. Quedar sin ropa antes del tiempo de dormir puede causar alguna inconveniencia, pero bien puede sufrirse cuando es hora de meterse en cama.
3.
Bien podemos regocijamos al ver a Job en esta buena disposición, pues aquí se hallaba la prueba a la que había sido puesta su integridad. El diablo había dicho que, bajo la aflicción, Job había de maldecir a Dios en su cara; pero Job bendijo a Dios, con lo que mostró ser hombre recto.

(A) Reconoció la mano de Dios, tanto en las mercedes de que había disfrutado anteriormente como en las aflicciones que ahora sufría: Yahweh me lo dio y Yahweh me lo quitó. El mismo que lo dio se lo llevó ¿No puede hacer lo que quiera con lo que es suyo? Véase cómo Job eleva la mirada por encima de los instrumentos para remontarse a la Causa Primera.

(B) Adoró a Dios en ambas cosas. Cuando todo le había sido quitado, se postró en tierra en humilde adoración (v. 20). Las aflicciones no deben apartamos de los ejercicios de piedad, sino estimulamos a ellos. El llanto no ha de impedir la siembra ni la adoración. «Sea bendito el nombre de Yahweh» -concluye (v. 21). Alaba a Dios en medio de su gran aflicción, esperando que todo resulte para bien y dando gracias a Dios por concederle valor para soportarla.

Finalmente ,

tenemos aquí el testimonio honroso que el Espíritu de Dios da de la constancia de Job y de su buena conducta bajo la aflicción (v. 22). Pasó el examen con sobresaliente.

| Ver Comentario a Job 2 |

Job capítulo 2 –


(RV60)

1 Aconteció que otro día vinieron los hijos de Dios para presentarse delante de Jehová, y Satanás vino también entre ellos presentándose delante de Jehová.
2 Y dijo Jehová a Satanás: ¿De dónde vienes? Respondió Satanás a Jehová, y dijo: De rodear la tierra, y de andar por ella.
3 Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal, y que todavía retiene su integridad, aun cuando tú me incitaste contra él para que lo arruinara sin causa?

4 Respondiendo Satanás, dijo a Jehová:

Piel por piel, todo lo que el hombre tiene dará por su vida


5 Pero extiende ahora tu mano, y toca su hueso y su carne, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia.
6 Y Jehová dijo a Satanás: He aquí, él está en tu mano; mas guarda su vida.
7 Entonces salió Satanás de la presencia de Jehová, e hirió a Job con una sarna maligna desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza.

8 Y tomaba Job un tiesto para rascarse con él, y estaba sentado en medio de ceniza.

9 Entonces le dijo su mujer: ¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y muérete.
10 Y él le dijo: Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has hablado. ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos?

En todo esto no pecó Job con sus labios



11 Y tres amigos de Job, Elifaz temanita, Bildad suhita, y Zofar naamatita, luego que oyeron todo este mal que le había sobrevenido, vinieron cada uno de su lugar; porque habían convenido en venir juntos para condolerse de él y para consolarle.
12 Los cuales, alzando los ojos desde lejos, no lo conocieron, y lloraron a gritos; y cada uno de ellos rasgó su manto, y los tres esparcieron polvo sobre sus cabezas hacia el cielo.
13 Así se sentaron con él en tierra por siete días y siete noches, y ninguno le hablaba palabra, porque veían que su dolor era muy grande.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Comentario a Job 2

Fuente: «Comentario Exegético-Devocional A Toda La Biblia.» Libros poéticos – Job -Tomo-2. Editorial CLIE.

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Job había dejado a Dios en muy buen lugar tras el reto que le había lanzado Satanás acerca de él. Habría de esperarse que con esto se cerrase el desafío y nunca más volviese a poner en duda la reputación de Job; pero no es así.
I.
Satanás postula una nueva prueba que toque a Job en su propia carne y en sus propios huesos (vs. 1-5).
II. Dios la permite por sus santos designios (v. 6).

III


El diablo hiere a Job con una enfermedad repugnante y dolorosa (vs. 7,8).

IV


Su propia mujer le induce a maldecir a Dios, pero él resiste la tentación (vs. 9,10).
V. Sus amigos vienen a condolerse con él y a consolarle (vs. 11-13). Y en todo esto, este buen hombre nos da un maravilloso ejemplo de paciencia en medio de horribles sufrimientos.

Versículos 1-6

Satanás está decidido a poner de nuevo a prueba la paciencia de Job.

I

. El demandante ante el tribunal de Dios hace de nuevo su aparición en escena (vs. 1,2), como lo había hecho anteriormente (1:6-7). Los ángeles están en torno al trono de Dios, y Satanás está entre ellos. Le es formulada la misma pregunta de antes: ¿De dónde vienes ? Y responde de la misma manera: «De dar una vuelta por la tierra y pasearme por ella» ¡Como si no hubiese estado haciendo ningún daño!

II

. El juez le interroga como antes: «¿No te has fijado en mi siervo Job. etc» (v. 3) pero esta vez, añade: «…Y que todavía retiene su integridad, aun cuando tú me incitaste contra él para que lo arruinara sin causa ?» ¡Gran bendición para nosotros es no tener por jueces de nuestros actos a demonios ni a seres humanos , pues, con justicia o sin ella, quizá nos destruirían! Afortunadamente, nuestro juicio procede de labios de Dios, quien todo lo conoce y a quien nadie puede engañar ni sobornar. A pesar del tremendo ataque del diablo, Job es ensalzado por Dios por conservar su integridad.

La constancia es la corona de la integridad.

III

. El diablo prosigue adelante en su acusación (v. 4):
«Piel por piel, todo lo que el hombre tiene dará por su vida». Satanás presenta a Job tan egoísta como el común de los humanos, quienes prefieren exponer al peligro la piel de sus animales, de sus criados y aun de sus hijos, antes que perder su propio pellejo. Por eso, lanza un nuevo reto para poner a prueba la integridad de Job (v. 5): «Toca su hueso y su carne y (verás) si no te maldice a la cara» (lit.).

No hay cosa que tanto contribuya a oscurecer la mente y a destemplar el genio como un dolor agudo

El propio apóstol Pablo hallaba gran dificultad en soportar su espina en la carne , y sólo consiguió aguantarla con una gracia especial del Señor (2 Co. 12:7-9).

IV

También esto se lo permite Dios a Satanás, aunque con cierta restricción (v. 6): «Está en tu mano; pero guarda su vida. Puedes afligirle cuanto quieras, con tal de que no lo mates.». Puesto que el hebreo nephesh, como el griego psyché, significa tanto «alma» como «vida», podemos aventurar que Dios prohibió a Satanás dañar a Job con una enfermedad psíquica que le hubiese reducido a la condición de piltrafa humana, pues Job habría perdido entonces toda responsabilidad y sobraría el resto del libro.

Versículos 7-10

Una vez que obtuvo el permiso de Dios, el diablo se puso a trabajar de inmediato en su oficio sin perder tiempo. Su tentación va a tomar ahora la forma, en cierto modo, de la que llevó a nuestros primeros padres a desobedecer a Dios al perder la confianza en él (Gn. 3). Si logra Satanás que Job llegue a desconfiar de la providencia de Dios habrá ganado la apuesta.

I

. El diablo provoca a Job por medio de una repugnante enfermedad, con la esperanza de que así maldecirá a Dios cuando se vea a sí mismo hecho una piltrafa (vv. 7,8).

1.
La enfermedad con que hirió Satanás a Job era muy grave, dolorosa y repugnante (v. 7): Hirió a Job con unas llagas malignas desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza. EL vocablo hebreo shejín significa siempre una erupción y puede designar una extensa gama de enfermedades de la piel. Esta erupción era, según el texto, maligna (hebreo ra ) y le cubría desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza.
2.
En lugar de hallar algún remedio medicinal para la enfermedad, Job usaba un trozo de tiesto para rascarse con él (v. 8) ¡Triste de verdad era la condición de este pobre hombre! Incluso el mendigo Lázaro sentía algún alivio con la lengua de los perros que le lamían las llagas (Le. 16:21), pero Job no disponía de ningún alivio. A pesar del mucho bien que había hecho a muchos, nadie era tan agradecido como para acercarse a él y tratar de aliviarle el picor o el sufrimiento, ya fuese por repugnancia o por el temor al contagio. Así que pasaba día y noche fuera de la ciudad, sentado sobre el montón de cenizas resultantes de la combustión de las basuras del vecindario. El texto hebreo menciona sólo las cenizas, pero la versión de los LXX especifica lo de la basura (Vea en cursiva en la RV 1977. Nota del traductor). En lugar de reposar confortablemente en un blando lecho, su cama-diván era la ceniza de las basuras del lugar.

II

. Pero la tentación más grave, a no dudar, le vino de su propia mujer (v. 9): «¿Aun persistes en tu integridad ?» -le dijo- «Maldice (lit. bendice, según lo explicado en el comentario a 1;11) a Dios y muérete». De todo cuanto poseía, lo único que le fue preservado a Job fue su mujer. Aunque los designios de Dios fuesen benignos en este caso, la razón por la que Satanás no se la quitó fue, por lo que se ve, para que le sirviera de instrumento de tentación. Siempre que Satanás deja de llevarse algo que le ha sido puesto en las manos es porque sabe que puede usarlo para mayor mal. Véase cómo le habla a Job su propia mujer:

1

. «¿Aun persistes en tu integridad?». Como diciendo: «¿Eres tan manso, tan cobarde y tan necio como para someterte a un Dios que, en lugar de premiar tus servicios con señales de su favor, te azota sin compasión no habiéndole tú provocado con ningún pecado? ¿Es todavía un Dios digno de que se le sirva, se le bendiga y se le ame?».
2.
Le urge a que abandone todo ejercicio de piedad, blasfemando de Dios y lanzándose a la desesperación: «Maldice a Dios y muérete». Como diciendo; «Ya que tu Dios se porta así contigo, sé tú tu propio redentor siendo tu propio ejecutor ¡termina de una vez con tus sufrimientos quitándote la vida, pues es preferible morir antes que vivir de esa manera! Nótese que aquí tenemos dos de las más negras y horribles tentaciones de Satanás. Nada tan contrario a la conciencia natural como la blasfemia; y nada tan contrario al sentido natural como el suicidio. Con todo es probable que la frase de la mujer de Job no haya de tomarse como incitación al suicidio, sino somo efecto seguro de haber maldecido a Dios. (Nota del traductor).

III

. Pero Job resiste bravamente y triunfa también de esta tentación (v. 10).

1

. Se indigna sobremanera de que se le haya mencionado una cosa tan horrible: «¡Cómo! ¿Maldecir a Dios? ¡Ni pensarlo! Vete de mí. Satanás » (Le. 4:8). En otras ocasiones, había soportado mansamente la conducta poco amorosa de su mujer (v. 19:17). Pero ahora que le inducía a maldecir a Dios, se disgustó mucho y le echó en cara sus malas palabras. En una casa donde había reinado la prosperidad junto con la piedad, la mujer de Job no tendría mucho empacho en ser su «ayuda idónea •» (Gn. 2:18). Pero ahora que la tribulación más tremenda se había abatido sobre el hogar, ella no supo reaccionar con el mismo temple de ánimo de su esposo. La aflicción mostró que sus caracteres respectivos eran diametralmente opuestos. Si Eva resultó ser «tentación idónea» en Gn. 3:6, ¿qué se puede esperar de las hijas de Eva que no sean buenas hijas de Dios? Cuando Pedro hizo de Satanás con Cristo, el Señor le dijo lisa y llanamente: «me eres tropiezo» (Mt. 16:23).
2. Razona con su mujer contra la tentación: «¿Qué? ¿Aceptaremos de Dios el bien, y el mal no lo aceptaremos?». Así hemos de tratar de convencer a aquellos a quienes reprendemos. No sólo habla de «soportar», sino de «aceptar» el mal. Como diciendo: «¿No habremos de esperar el recibirlo? Si Dios nos da tantas cosas buenas, ¿nos vamos a sorprender o pensar que es extraño el que nos envíe aflicciones para probamos?» (v. 1 P. 4:12). El vocablo original indica que también la aflicción se ha de recibir como un don, ya sea si se padece por una buena causa (Fil. 1:29), como si es en castigo de nuestros pecados (Lv. 26:41). sometiéndonos siempre de buena gana a la voluntad de Dios. Lo que es aflicción para el cuerpo es con frecuencia un bien para el alma: algo que, aunque entristezca el rostro, mejora el corazón.

IV

. De esta manera se mantuvo Job firme en su integridad, y fue derrotado el diablo en sus malévolos designios: En todo esto no pecó Job con sus labios. Triunfó la gracia de Dios e impidió que brotase alguna raíz de amargura para estorbarle y contaminarle (He. 12:15).

Versículos 11-13

Relato de la visita que tres amigos le giraron a Job durante su aflicción. Algunos de entre sus enemigos disfrutaban al verle así afligido (v. 16:10; 19:18; 30:1; etc.). Pero sus amigos se preocuparon por él y trataron de consolarle. Se nombran aquí tres de ellos (v. II): Elifaz, Bildad y Zofar (mejor, Sofar). Como se ve por sus discursos, estos tres tenían bien ganada reputación de hombres sabios y rectos, además de la experiencia que les confería la edad (v. 32:6).

I

. Job había contraído amistad con ellos durante su prosperidad. Uno de los grandes consuelos de la vida presente se cifra en la amistad de personas prudentes y virtuosas; el que tiene algunos amigos de esta clase debe estimarlos altamente. Parece ser que los tres amigos de Job eran descendientes de Abraham: Elifaz descendía de Teman, el nieto de Esaú (Gn. 36:11); Bildad (es probable), de Súa, hijo de Abraham y Cétura (mejor Quetura), como vemos en Gn. 25:1-2; En cuanto a Zofar (o Sofar), hay quienes aventuran la opinión de que es una variante de Sefó, descendiente de Esaú (Gn. 36:11). La preservación de tanta sabiduría y piedad entre quienes eran extraños al pacto de la promesa era una indicación de la bondad de Dios enttre los gentiles y un feliz presagio de que algún día habrían de tener acceso a la gracia del Evangelio, cuando fuese derribado el muro de separación en el futuro. Esaú fue rechazado; sin embargo, algunos de sus descendientes heredaron algunas de las mejores bendiciones.

II

. Continuaron siendo amigos de Job en su adversidad, cuando la mayoría de sus allegados le habían desamparado (v. 19:14). Vinieron a compartir sus pesares, como antes habían venido a compartir con él sus consuelos. Son muchas las buenas lecciones que podemos aprender de las aflicciones ajenas, a fin de ganar en prudencia y seriedad. También cabe la oportunidad de decirles algo bueno que les ayude a soportar mejor los sufrimientos. De estos amigos, vemos:

1

. Que vinieron llevados de su propio impulso, sin ser llamados (6:22). Vinieron con intención de consolarle, aunque resultaron malos consoladores, pues carecieron de tacto y de base sana al juzgar el caso.
2.
Que cuando le vieron a cierta distancia, le hallaron tan desfigurado por las llagas que no lo reconocieron (v. 12) ¡Qué cambio tan grande produce en las facciones de una persona una grave dolencia o una aflicción torturadora! «¿Es posible que éste sea Job?», dirían. Pero no por eso se marcharon de allí con aprensión, sino que se quedaron con él tanto más enternecidos cuanto mayor era la miserable condición en que le veían. No cabe duda de que, al verlos venir y, sobre todo, al verlos llorar, se avivaría la pena de Job. Cada uno de ellos rasgó su manto, y los tres esparcieron polvo sobre sus cabezas hacia el cielo (lit.); esto es, al aire por encima de su cabeza. Eran señales corrientes de duelo. Es de suponer que se habían sentado con él a la mesa muchas veces, reclinados en sus divanes, cuando él gozaba de prosperidad. Ahora demuestran su amistad compartiendo también con él el asiento de cenizas: se sentaron con él en tierrra (v. 13).
3. Que resolvieron quedarse con él hasta que le viesen recuperado o finado. Siete días y siete noches permanecieron junto a él y ninguno le hablaba palabra. La razón, según el texto, es que veían que su dolor era muy grande. Esto concuerda con lo que, todavía en el siglo actual, acontece en algunas regiones árabes, según A. Musil. Cuando se alarga la enfermedad, «sacan los parientes al enfermo a las afueras del poblado, al sitio donde se amontonan los escombros, y allí, con cuatro estacas que sostienen un toldo, instalan un cobertizo en el que yace el enfermo día y noche. Luego que se extiende la noticia de la enfermedad, van los otros parientes y los conocidos a visitarle y forman un círculo alrededor del enfermo. En silencio, sin decir palabra, escuchan sus gemidos y quejas. Sólo si él les habla, responden y se lamentan de su suerte, pero no todos, sino los más ancianos; los demás apenas se atreven a añadir alguna palabra que otra». Además, este silencio les ayudaría a considerar y digerir lo que después habían de expresar como resultado de muchos y largos pensamientos.

| Ver Comentario a Job 3 |

Job 3 (RV60) -Job maldice el día en que nació

1 Después de esto abrió Job su boca, y maldijo su día.
2 Y exclamó Job, y dijo:
3 Perezca el día en que yo nací,
Y la noche en que se dijo: Varón es concebido.
4 Sea aquel día sombrío,
Y no cuide de él Dios desde arriba,
Ni claridad sobre él resplandezca.
5 Aféenlo tinieblas y sombra de muerte;
Repose sobre él nublado
Que lo haga horrible como día caliginoso.
6 Ocupe aquella noche la oscuridad;
No sea contada entre los días del año,
Ni venga en el número de los meses.
7 ¡Oh, que fuera aquella noche solitaria,
Que no viniera canción alguna en ella!
8 Maldíganla los que maldicen el día,
Los que se aprestan para despertar a Leviatán.
9 Oscurézcanse las estrellas de su alba;
Espere la luz, y no venga,
Ni vea los párpados de la mañana;
10 Por cuanto no cerró las puertas del vientre donde yo estaba,
Ni escondió de mis ojos la miseria.
11 ¿Por qué no morí yo en la matriz,
O expiré al salir del vientre?
12 ¿Por qué me recibieron las rodillas?
¿Y a qué los pechos para que mamase?
13 Pues ahora estaría yo muerto, y reposaría;
Dormiría, y entonces tendría descanso,
14 Con los reyes y con los consejeros de la tierra,
Que reedifican para sí ruinas;
15 O con los príncipes que poseían el oro,
Que llenaban de plata sus casas.
16 ¿Por qué no fui escondido como abortivo,
Como los pequeñitos que nunca vieron la luz?
17 Allí los impíos dejan de perturbar,
Y allí descansan los de agotadas fuerzas.
18 Allí también reposan los cautivos;
No oyen la voz del capataz.
19 Allí están el chico y el grande,
Y el siervo libre de su señor.
20 ¿Por qué se da luz al trabajado,
Y vida a los de ánimo amargado,
21 Que esperan la muerte, y ella no llega,
Aunque la buscan más que tesoros;
22 Que se alegran sobremanera,
Y se gozan cuando hallan el sepulcro?
23 ¿Por qué se da vida al hombre que no sabe por donde ha de ir,
Y a quien Dios ha encerrado?
24 Pues antes que mi pan viene mi suspiro,
Y mis gemidos corren como aguas.
25 Porque el temor que me espantaba me ha venido,
Y me ha acontecido lo que yo temía.
26 No he tenido paz, no me aseguré, ni estuve reposado;
No obstante, me vino turbación.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Comentario a Job 3

Fuente: «Comentario Exegético-Devocional A Toda La Biblia.» Libros poéticos – Job -Tomo-2. Editorial CLIE.

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«Habéis oído la paciencia de Job

». dice Santiago (5:11). Sí, ya la hemos oído y leído; pero ahora vamos a ver también su impaciencia. En este capítulo le vamos a ver «maldiciendo su día». I. Quejándose de haber nacido (vv. 1-10). II. Quejándose de no haber muerto tan pronto como nació (vv. 11-19).

III

Finalmente, quejándose de continuar viviendo en medio de su miserable estado (vv. 20-16).

Versículos 1-10

Siete días y siete noches de silencio hacen madurar los falsos juicios de los amigos de Job, pero avivan también el fuego que abrasa el pecho del afligido, hasta que sobreviene la explosión. Ellos no querían decir lo que pensaban por no añadirle pesadumbre; él no se atrevía a expresar lo que sentía por no ofenderles. Al fin, habla… para maldecir.

I

. Lo extremo de su situación, con el siguiente destemple de su ánimo, puede servir de atenuante, pero no le excusa totalmente de culpa. Se olvida ahora de los muchos días felices, lo de las vacas gordas, consumidas ahora por las feas y flacas (Gn. cap. 41), y sólo considera el mal presente, por lo que desea no haber nacido. El profeta Jeremías se expresó en términos parecidos (Jer. 15:10; 20:14 y ss.). No hay quien pueda hallarse en este mundo en una situación tal, a no ser por su culpa, en que no pueda dar gracias a Dios por haber nacido. Si recibe con fe el mensaje del Evangelio, sabrá que todas las cosas (aún las más adversas) cooperan para bien de los que aman a Dios (Ro. 8:28) y que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera (Ro. 8:18). Es cierto que, si no hubiese otra vida, las aflicciones y los dolores de la presente son tantos y tan grandes que nos veríamos tentados a decir con Etán: ¿Habrás creado en vano a todo hijo de hombre? (Sal. 89:47). Pero para honor de la gracia de Dios, observemos que, aunque sean muchos los que hayan maldecido el día de su primer nacimiento, no hay nadie que jamás haya maldecido el de su segundo nacimiento, cuando recibió la salvación y la vida eterna.

II

. Job maldijo su día (v. 1), pero no maldijo a Dios -estaba cansado de vivir, y se habría despedido alegremente de esta vida, pero no estaba cansado de su piedad y no la deja extinguirse. La disputa entre Dios y Satanás con respecto a Job no era sobre si tenía alguna debilidad y estaba sujeto a pasiones semejantes a las nuestras (esto se daba por supuesto), sino sobre si era un hipócrita que, si llegaba a ser provocado, habría de maldecir a Dios. Y, sobre esto, Job salió triunfante de la prueba. Las expresiones con que Job dio forma a sus maldiciones están llenas de imaginación poética y de arrebatamiento pasional. No hay razón para que las examinemos con microscopio. Baste notar, en cuanto a la maldición de su día, el día de su nacimiento:

1. Su deseo de que tal día no vuelva a revivir en el ciclo anual, sino que desaparezca como borrado del calendario, hasta el punto de que Dios se olvide de él (w. 4-6) ¡Que el día aquel represente la actual condición de Job , cuyo sol se ha puesto al mediodía!.

2. Su deseo de que la noche en que se anunció su nacimiento quede privada de todo gozo (v. 7) y se alargue tanto que nunca jamás pueda ver los parpadeos del alba (v. 9 ¡Bellísima metáfora! Comp. con Sal. 139:9).

3. Su deseo de que tal noche sea objeto de maldición por parte de todos; especialmente, de los expertos en «despertar a Leviatán » (v. 8). La imaginación oriental atribuía a Leviatán, monstruo marino, el poder nefasto de convertir en tinieblas el día más esplendoroso. Es, pues, un deseo de que se alargue la noche. No faltan, sin embargo, exegetas que opinan que hay una transposición de los versículos 7 y 8, que deberían invertirse, colocando el versículo 8 delante del 7, y aun del 6.

Versículos 11-19

Como si la explosión de su pecho hubiese amenguado el ardor de las primeras llamaradas al lanzar al viento su más virulenta maldición, Job parece admitir su concepción y hasta su nacimiento, pero desea haber muerto en la más tierna infancia. Tampoco se expresa ahora en forma de maldiciones, sino de preguntas. La vida en sí pasa a ser, para Job, inútil; es preferible el sepulcro. Vemos, pues, hasta qué punto se engañó Satanás cuando dijo (2:4): «Todo lo que el hombre tiene dará por su vida », pues nunca hubo quien estimase su vida menos que Job.

I

. Muy desagradecido se muestra Job al quejarse de la vida y desear no haber sido dado a luz (vv. 11,12). Consideremos cuan débil y desvalida criatura es el hombre cuando viene al mundo y cuan delgado es el hilo de la vida en sus comienzos. ¡Con cuánta misericordia y ternura cuidó de nosotros la providencia de Dios cuando entramos en el mundo! ¡Y cuánta vanidad y esfuerzo inútil (Ec. 1:14) le espera al hombre en esta vida! Si no tuviésemos un Dios a quien servir en esta vida, y mejores cosas que esperar en el mundo venidero, si consideramos nuestra capacidad natural y los problemas que nos rodean y acosan, nos sentiríamos tentados a desear haber muerto en la matriz . Pero, por amarga que nos resulte la vida, hemos de decir: «Las misericordias de Yahweh no se han acabado » (Lam. 3:22. Lectura más probable). El odio a la vida es contrario al sentido común y al sentimiento, tanto de la humanidad en general, como al nuestro propio cuando nos encontramos lo suficientemente serenos. Cuando el viejo de la fábula, cansado del peso de su carga, la arrojó desesperado e invocó a la Muerte, y ésta compareció y le preguntó qué deseaba, respondió él: «Nada; únicamente que me ayudes a cargar mi saco».

II

. Aplaude con pasión a la muerte y al sepulcro y parece que está enamorado de ellos. El deseo de morir y estar con Cristo, para estar libres de pecado y revestidos de aquella nuestra habitación celestial (2 Co. 5:2), es efecto y evidencia de la gracia; pero el deseo de morir únicamente por estar tranquilo en el sepulcro y libre de las aflicciones de esta vida, huele a corrupción. Job se consume con el pensamiento de que, si estuviese en el sepulcro, haría compañía a los que en esta vida han gozado de los mayores privilegios: los reyes y nobles que han edificado para sí monumentos sepulcrales (v. 14), y los potentados que nadaron en dinero (v. 15), pero tuvieron que dejarlo todo. La muerte mezcla cetros con palas y azadones. No tiene acepción de personas: presos y libres (v. 18), esclavos y dueños (v. 19), son medidos por el mismo rasero. Siete pies de tierra bastan para albergar al monarca más opulento y al mendigo más andrajoso. Ahora que Jesucristo ha sacado a la luz la vida inmortal por medio del Evangelio (2 Ti. 1:10), los creyentes pueden hablar de la muerte como «ganancia» (Fil. 1:21), pero todo lo que el pobre Job podía desear era verse libre de problemas (v. 16), de perturbadores y fatigas (v. 17) y de esclavitud (v. 18). La muerte da suelta a los presos, alivia a los oprimidos y manumite a los esclavos.

Versículos 20-16

Job vuelve ahora a quejarse de que una vida de miseria y tormento no se acabe pronto.

1. Aunque no se atreve a culpar a Dios, lanza Job una indirecta en tercera persona; «¿Por qué ha dado (lit) luz al desdichado, y vida al amargado de alma ?» (lit.). La vida es llamada luz (comp. Jn. 1:4) por el servicio agradable que ambas prestan para caminar y para trabajar. Pero esta vida es como luz de candela: cuanto más tiempo alumbra, antes se gasta.

Esta luz es un regalo, pero Job reconoce que, para los atormentados, es un regalo indeseable, pues es una luz que sólo sirve para alumbrar miserias. Desear ansiosamente una muerte que no llega es para Job un tormento redoblado. No se da cuenta de que la extensión de nuestra vida debe ajustarse a la medida de la voluntad de Dios, no de la nuestra. La imagen de «excavar» (v. 21. lit.) con el afán de hallar un tesoro nos da la idea del afán que aquí expresa Job por salir de este mundo.

2. Piensa Job, en particular, en su dolor actual, imaginándose que no se va a acabar jamás. Una impaciencia tal, aunque explicable, no tiene justificación y muestra tremenda ingratitud hacia el Dador de la vida. La gracia nos enseña a estar dispuestos a morir en medio de los mayores consuelos, lo mismo que a vivir en medio de los mayores problemas. Job no halla ningún consuelo (v. 24): Mis suspiros son mi pan de cada día. Su pesadumbre aparece tan puntualmente como los tiempos de yantar, de modo que ése es su alimento cotidiano. El temor que le espantaba se refiere, con toda probabilidad, a los continuos sobresaltos que le oprimían cuando, una tras otra, iban cayendo sobre él las calamidades que se nos refieren en el cap. 1. El v. 23, que Job se aplica ya a sí mismo es un índice de su congoja y perplejidad. Él había sido un hombre íntegro, temeroso de Dios (1:1), temeroso de que sus hijos ofendieran a Dios mientras banqueteaban (1:5), temeroso de que sus criados pudiesen ofender a sus vecinos. Pero ahora estaba espantado por no saber qué pensar de la forma con que Dios le trataba (v. 23) al no hallar ninguna salida a su situación. Los hombres caen en la desesperación cuando parece que se les cierran todas las puertas y no se filtra ningún rayo de luz por entre las negras nubes que cubren el firmamento de la vida.

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