Alonso cano obras


Escultura tallada en madera policromada de cedro, de bulto redondo y de pie. Representa a la Virgen. Hay que resaltar la serenidad de esta pequeña escultura, cuya verticalidad se ve compensada por la pequeña torsión de su cuerpo, el giro de la cabeza y la posición de las manos Es una representación de la virgen
Niña, totalmente abstraída de la realidad, cuyo rostro sereno emerge de un revoloteo de paños que se ensancha en torno a las manos unidas a la cintura, donde el corte de la gubia se hace menudo, curvo, nervioso. Se estable un contraste entre el rostro sereno y el movimiento de paños. El rostro de María se enmarca con los finos mechones de cabellos tallados con blandura y elegancia, perfectamente amoldados a la cabeza y al cuerpo, acentuando su figura.
El rostro de la Virgen representa el ideal de belleza de Alonso Cano, con ojos grandes, nariz fina, boca muy pequeña, su belleza es icónica, es decir la forma pura y la visión contemplativa de la imagen remiten a un mundo no formal, inmaterial y espiritual donde reside la divinidad. Se asienta sobre una nube con tres cabezas de querubes y una media luna con los picos hacia bajo casi oculta. Lanza una diagonal que el manto azul inicia en la base, conduciendo la mirada del espectador hasta el rostro y manos, formando un óvalo de oración, con un ritmo cerrado. Si el ritmo ascendente de los pliegues conduce la vista hacia la derecha, donde el manto se recoge y cubre el hombro izquierdo, y donde las dos manos de la Virgen concentra la atención por un momento, la leve inclinación hacia la izquierda de su hermoso rostro obliga a seguir esta dirección y a detenerse en él. Su composición es también explicada por el lugar que ocuparía la imagen, coronando el facistol, un mueble litúrgico para los libros de coro. Toda la catedral está dedicada a la Encarnación de la Virgen, de modo que el tema de la Inmaculada Concepción debía estar muy presente. La composición de líneas cerradas vincula la figura al clasicismo del que hizo gala Cano y que concordaba perfectamente con el entorno catedralicio. Una vez terminada, el cabildo decide no colocarla en el facistol, para situarla en la cajonería de la sacristía, centrando este espacio. Se han llegado a establecer ecuaciones de “volumen-color” y “gubia-pincel”, así los cortes de gubia en Cano actúan como pinceladas breves y rápidas, casi impresionistas, y colores planos, en amplias superficies, definiendo perfectamente los volúMenes tanto en la talla como en el lienzo. Las representaciones de la Virgen Inmaculada tuvieron un gran protagonismo en el Barroco español de la mano de la Contrarreforma, frente a los ataques y críticas protestantes, y fue España el país donde el tema de la Inmaculada gozó de mayor éxito.
Barroco español. Alonso Cano, escuela granadina. S. XVII (1655). La inmaculada.
Catedral de Granada. En la escultura del Barroco español destaca con mucho la imaginería, siendo el material más utilizado la madera, siguiendo la tradición hispana. En estas obras se utiliza la técnica del estofado y la policromía. Las figuras son realizadas para iglesias, conventos y para las procesiones de Semana Santa. Se extiende el sentido realista, las imágenes aparecen con ricas vestiduras, cabello natural y ojos y lágrimas de cristal. La finalidad de estas esculturas es provocar una profunda emoción religiosa en el espectador. En la escultura barroca española podemos distinguir dos escuelas principales, la Escuela andaluza y la Escuela castellana. En la Escuela andaluza, extendida por Sevilla, Granada y Málaga, se huye de la exageración del Realismo, que se idealiza, predomina la serenidad y las imágenes bellas y equilibradas con un modelado suave. La temática tratada es casi exclusivamente religiosa y sólo en el ámbito de la corte se realiza la escultura monumental. Los temas mitológicos y profanos están ausentes. También se realizan retablos, donde aparecen figuras exentas y en bajorrelieve.

Contexto

En Alonso Cano la búsqueda de la perfección, del equilibrio y la idealización de los modelos, la plasmación de una aplacible serenidad en sus figuras sustituye el dramatismo de otros autores. Es el primer escultor andaluz que abandona la técnica del estofado (tela rica, adornada con pan de oro).. Se aprecia su relación con la obra del gran escultor Juan Martínez Montañés, con quien parece que pudo colaborar entre 1626 y 1629, y de él tomará la serenidad, elegancia y Naturalismo de sus esculturas, así como el gusto por el tratamiento minucioso de los ropajes. Al igual que otras obras de similar temática del propio Alonso Cano, o de otras realizadas por importantes artistas como Murillo o Zurbarán, es necesario recordar De ahí que los pintores y escultores estudiasen continuamente el tema para conseguir representar de forma tangible un símbolo de profunda dimensión teológica. En esta obra de Cano se culminó toda una línea de investigación, y por ello se convirtió en un modelo continuo que sería posteriormente repetido en infinidad de ocasiones. Alonso Cano es el creador de las Inmaculadas menudas, íntimas y melancólicas que incitan a la oración Su maestría como escultor contó con numerosos discípulos, ente los que deben recordarse dos artistas excepcionales: Pedro de Mena (1628-1668) y José de Mora (1642-1724)

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