Características de la novela regionalista


Realismo es el movimiento artístico q trata de captar la realidad tal y como es. Esta nueva forma d mirar el mundo con la vista lo llamaremos Naturalismo.realis coincide con ascenso da burguesía podemos decir q la novela es novela burguesa. Burgueses son los personajes que la protagonizan, burgueses son las que las escriben, burgueses quienes las producen (editor)… con un objetivo, burgueses son quienes las leen. Este nuevo público burgués, los realistas, dan un salto mucho más clásico, son los primeros que exigen una vuelta a lo inmediato y a lo real. Estelda, uno de los primeros de la novela realista
Francesa, concedía a la novela como si de un espejo se tratase, que pasea por el camino de la vida, reflejando todo aquello con lo que se encuentra, tanto lo elevado como lo sorbido, sin detenerse a cuestionar su moralidad o inmoralidad. Objetividad narrativa y escritura testimonial son los dos grandes pilares sobre los que se sostiene la novela realista y de los que se desgaja alguna de sus características más representativas.

¿Cuáles son las características de la novela realista?


Nosotros no podemos dar cuenta de todas las características de la novela realista, pero si podemos citar las más representativas: temas actuales, inquietudes del momento (desde la política en la corte hasta los bajos fondos urbanos, desde la vida en el convento hasta una infidelidad conyugal…) A diferencia del hombre romántico, quien expresaba su insatisfacción ante la realidad del mundo, el escritor realista pone en evidencia el conflicto. Los escritores realistas resuelven el conflicto reintegrando al individuo a la sociedad que tal vez no sea todo lo justa que debiera. Un ejemplo de esto lo encontramos en la imposibilidad de la relación entre la Nela y Pablo al recobrar este ultimo la vista en la novela Galdosiana, Marianela. En las últimas décadas del s.XIX se rompe este pacto social y surge la novela naturalista, que presenta la primera gran crisis de la filosofía burguesa. Los ideales del individuo no son compatibles con las demandas de la sociedad. El primero en romper este pacto fue Flaubert con su novela Madame Bolary, y el primero en romper este pacto en España fue Soler, con La Regenta.  La novela realista se caracteriza también por las técnicas empleadas orientales, a la consecución de la máxima objetividad, por ejemplo, el narrador en tercera persona omnisciente pero con cierta tendencia a la neutralidad, evitando emitir juicios de valor u opiniones (algo que rara vez cumple). Otra técnica narrativa orientada  hacia la objetividad es la del descriptismo minucioso de la realidad y los personajes. A través de la descripción se intenta dar cuenta del entorno y el contexto en que se desarrolla la trama ya que de este modo se evidencia la casualidad de las acciones.  También se caracteriza por un estilo en el que opera un proceso de depuración de la hinchada retorica románticas. Si la novela quiere ser espejo de la realidad el referente es Stendhal, prosa sobria y próxima a lo denotativo e incluso al discurso científico. No en vano no es raro que los escritores realistas consulten los tratados científicos de la época para documentarse. También la novela se caracteriza porque los personajes están puntillosamente caracterizados, tanto interior como exteriormente, hasta el punto de que una vez conocemos a los personajes sus actos nos resultan tan normales que casi nos sentimos capaces de predecirlos, los personajes no nos sorprenden. Por esta vida se entiende que la vida de nuestros antepasados condiciona nuestras vidas.

¿Cómo surge la novela realista en España?


Salvo en Rusia, donde el fenómeno de la novela realista es tardío, antes de 1850 nacen las grandes novelas realistas. Stendhar publica Rojo y negro en 1830 y La cartuja de Parma en 1839. Flaubert publica  Madame Bolary en 1857 y Dickens en Inglaterra da a la imprenta Oliver Twist en 1838y David Coperfield en 1839. En España no podemos hablar de novelas realistas hasta los 70, a partir de una novela de Galdós, La fontana de oro comenzada a escribir en 1868 y publicada en 1878. Galdós admite que la literatura Española es una literatura realista desde sus mismos orígenes. El carácter realista de nuestra literatura lo vemos en nuestra épica, en El cantar de Mío Cid. También se diferencia por su verosimilitud y lo mismo hay que decir de La Celestinay El Quijote.  Las características del realismo llegan a España con un cierto retraso, una vez que los autores extranjeros son traducidos y leídos en España. La novela realista Española sería otro caso de una “Literatura de frutos tardíos”.  

¿Cómo se desarrolla la novela realista en España?


Se desarrolla a partir de la revolución de Septiembre del 68, también conocida como ¨La Gloriosa¨, que le confiere su propia personalidad, ya que la confrontación ideológica que define nuestra novela no se hubiera producido con la intensidad que se produjo sin el revulsivo que supuso dicha revolución. En los años siguientes a ella nuestros escritores se dividieron en dos partidos diferentes, con tesis opuestas, que afectó también en lo literario. Es decir, según en qué partido militasen, cada cual enfocó la realidad desde su propia concepción moral. A esta primera novela realista la llamaremos ¨Realismo de tesis¨. De un lado Alarcón, Pereda, Coloma defienden en sus novelas la tradición católica Española, siguiendo la tendencia iniciada por Fernán Caballero. De otro lado, escritores como Galdós o Clarín  se erigen como los máximos representantes de la tesis anticlericales y liberales. Este realismo de tesis acabará siendo superado en la década de los 80, coincidiendo con  la llegada del naturalismo, ejemplos: El sombrero de tres picos de Alarcón, La fontana de oro, Doña Perfecta (1878), Gloria (1877)de Galdós…

El Naturalismo

¿Qué es el Naturalismo?


Cuando hablamos de naturalismo hablamos de Emile Zola (1840-1902) y de un conjunto de ensayos. El más importante es la novela experimental (1879) en el que Zola sienta las bases teóricas de la novela naturalista. Zola compara la nueva novela con la ciencia médica, en su opinión, al igual que la medicina se ha convertido en una ciencia gracias a la aplicación del método experimental, también la novela puede convertirse en ciencia por la aplicación del mismo método. Para entender la esencia de este método es necesario distinguir entre lo que es observación y lo que es experimentación.la observación no es más que la constatación pura y simple de los fenómenos tal y como suceden ante nuestros ojos; experimentación es la interpretación del fenómeno observado y constatado. Esta diferencia es lo que separa el realismo tradicional frente al realismo naturalista (el primero se basa en la observación, el segundo en experimentación.)

¿Cuáles son las características de la novela naturalista?


 De la difracción de Zola se derivan los tres principios básicos del naturalismo: primer lugar, carácter impersonal del método, conforme al cual, el autor, debe desaparecer del relato sin posibilidad de intervención apasionada o sentimental. Este principio es común a la novela realista, pero el naturalismo pretende corregir la intervención ideológica del narrador; en segundo lugar, enfoque determinista de la novela, búsqueda de las causas próximas o determinantes de los fenómenos. En este sentido el determinismo naturalista se opone al fatalismo (fatum) griego, donde los fenómenos ocurren independientemente de  sus condiciones, por la voluntad de los Dioses; en tercer lugar la finalidad moral y terapéutica.

¿Cómo acoge España estas teorías naturalistas?


La vida literaria Española quedo conmovida con la llegada de las novelas de Zola; El ataque del molino (1879), Germinal, Naná… Las teorías naturalistas francesas no siempre fueron bien recibidas: los representantes del naturalismo católico tradicionalistas como Alarcón, Pereda o Valera juzgaron el naturalismo desde un punto de vista ideológico por lo que vacilaron en calificarlo de desconsolador, pesimista, inmoral y hasta “mal oliente”. Más interesante fue la lectura que hicieron del naturalismo los escritores que abandonaron como Doña Emilia Pardo, Alas Clarín y Benito Pérez Galdós, estos aceptaron el naturalismo con ciertas reservas. En líneas generales aceptaron la tesis de Zola con matices: en primer lugar ponen reparos al principio determinista. Los escritores naturalistas, sin negar el principio determinista que sustenta, deja la puerta abierta a la libertad y a la espiritualidad; en segundo lugar rechazan el utilitarismo que Zola y los naturalista franceses asignan; y por último tampoco están de acuerdo en la originalidad moralista que Zola fijó. La novela cumple con unos principios estéticos y artísticos antes que científicos.

¿Quiénes representan el naturalismo Español?


Los tres grandes representantes de este nuevo realismo son Galdós, Clarín y Pardo González, cuya evolución narrativa ira internándose poco a poco por el camino de lo espiritual y dejando lo material. De Pardo González podemos encontrar Los pazos de Buryoa (1886)  o La madre naturaleza, de Clarín La Regenta (1885), Fortunata y Jacinta, mejores obras del realismo Español. La Regentanarra la historia de Ana Ozores, casada con Don Víctor Quintanar, un hombre mayor. La progresiva insatisfacción moral y física de Ana le hace oscilar entre su confesor, que se enamora de ella y Álvaro, un seductor experimentado a quien Ana se entrega. Las técnicas adoptadas por Clarín, tales como el objetivismo, monologo interior, acerca esta novela a la estética moderna. Por último Galdós inicia su periodo naturalista con La desheredada (1881) a la que siguen otras como Tormento o Lo Prohibido de 1885. Próximas a los principios estéticos de lo que al determinativo le refiere, dos grandes novelas son Fortunata y Jacinta y Miau, en las que se conjuga el materialismo determinista de Zola con la libertad espiritual de lo que se hablaba.

Modernismo y 98

En España, ese grandioso imperio donde nunca se pone el sol, mostro desde muy temprano signos inequívocos de una profunda decadencia política, económica y moral, de la que ya nos previno escritores barrocos como Quevedo y Cervantes, ilustrados como Feijoo o Isla, románticos como Larra o realistas como Galdós o Clarín. Será en 1898 cuando España firme con los EEUU el tratado de París y pierda las últimas colonias trasatlánticas que despertara de aquel efímero sueño de grandeza. Los caminos que en estas circunstancias se abrían a la intelectualidad Española: el primero era el de la evasión ante una realidad difícilmente soportada; el segundo camino era el del pesimismo vital y el tercer camino es el de la regeneración del país, orientación positivista ya se trate de un positivismo anarquista, marxista o krausista. Sería muy tentador situar a una parte de los intelectuales Españoles en el primer camino a los que calificaríamos de modernistas y a la otra parte a los que llamaríamos noventayochistas y regeneracionistas. No en vano existe un tópico de profundo arraigo que ve, en la obra de unos, más verdades que bellezas (noventayochistas) y otros más bellezas que verdades (modernistas). En realidad los tres caminos no solo parten de un mismo origen histórico y social sino que parecen transitar por direcciones afines que no pocas veces se entrecruzan.  La cuestión del debate entre el modernismo y el 98 admite dos posturas: la de quienes entienden que modernismo y noventayochismo constituyen dos fenómenos diferenciados y la de quienes entienden que suponen dos manifestaciones particulares de una “crisis universal de fin de siglo” y que en España quedo configurado bajo los caracteres del “desastre del 98”. Con todo, modernismo y noventayochismo pueden ser definidos tradicionalmente a partir de una serie de dicotomías, las más importantes tal vez sean las cinco siguientes: los modernistas buscan la belleza, los del 98 la verdad; propulsores del modernismo son poetas, los del 98 son ideólogos; modernistas son cosmopolitas, los del 98 se centran en España; el modernismo es sintético, los del 98 son analíticos; literatura moderna es literatura sensorial (de dos sentidos) de aquí que la figura retorica más buscada sea la sinestesia (cruce de caminos sensoriales).

Este esquema define a uno por oposición al otro, lo que no es modernista define lo que es noventayochista.

Modernistas


                           

Noventayochistas

Buscan:                          Belleza                           Verdad

Propulsores:                   Poetas                            Ideólogos

                            Cosmopolitas                 España (Castilla)

                            Diferentes literarios         Analíticos

                            Sensorial -> sinestesia

¿Por qué es modernismo?


La identificación entre los sentimientos y el paisaje. Juega con elementos usuales para jugar con el lector. Es una imitación a una orgia de los sentidos. No es un poema para meditar. Tal vez la frase que mejor aquilate el sentido modernista sea aquella de Rubén Darío: “yo detesto la vida y el tiempo que me ha tocado vivir”. Desilusionado ante la verdad que le rodea, buscara la belleza en el arte. El léxico modernista se llena de cultismos y arcaísmos, también de neologismos y extranjerismos. Este refinamiento verbal lo vamos a apreciar sobretodo en su búsqueda constante de la sinestesia. La renovación poética del modernismo no solo afectó a lo léxico sino que revolucionó el aspecto métrico de la poesía. En primer lugar, el metro modernista adapta al castellano tradición métrica francesa en los versos alejandrinos, dodecasílabos y eneasílabos. En segundo lugar el ritmo fue empleado de manera más consciente por los poetas modernistas. Ellos entendieron que el ritmo en el poema no solo depende a la regularidad del número de sílabas, sino también de su distribución acentuada. De aquí procede el intenso sentido rítmico y musical que posee la poesía modernista. Y por último la estrofa quedo también aceptada por la nueva estética modernista. Así, el soneto generalmente endecasílabo  se vuelve alejandrino. En el contenido, este preciosismo vino acompañado de una exquisitez y refinamiento en sus temas, motivos, ambientes y personales. El tema por excelencia para los modernistas era el culto a la elegancia, de aquí que rehúyan los temas sociales, temas filosóficos  y que busquen una cierta complacencia y placer en los aspectos sexuales y eróticos de la vida. Dentro de esta concepción modernista, el escritor, echará mano de motivos procedentes del mundo clásico. Así veremos pulular por sus creaciones cisnes y pavos reales (símbolo de la belleza), flores exóticas (nenúfares, anémonas..), figuras mitológicas como centauros, ninfas… Esta actitud escapista que da aliento a todos estos motivos es la que anima también la recreación de sus ambientes, así, ora nos hablaran de la recia clásica, ora de la Versalles dieciochesca, ora de países exóticos… debemos de hacer dos precisiones al modernismo tal como hemos caracterizado. La primera considera al modernismo siguiendo la evolución de la poesía de Rubén Darío, que, a partir de Cantos de vida y esperanza (1905) inicia un nuevo ciclo más intimo y metafísico y menos frívolo que algunos llaman existencialista. Los tres cuartetos que componen el magistral poema de Rubén Darío, Fatal: “Dichoso el árbol que es apenas sensitivo y más la piedra dura, porque esa ya no siente”. La segunda precisión es la que se refiere a la especial adaptación del modernismo americano en la literatura Española. Influido por el espíritu del 98, el modernismo Español representado sobre todo por Manuel Machado, Francisco Villoespesa, Ricardo Gil o Salvador Guerra se orientó hacia una propuesta menos preciosista y de mayor sentido popular, así como un mayor interés por la historia de la literatura medieval Española.

El noventayochismo

La caracterización formal de los autores del 98 es mucho más compleja. Lo que les une es una actitud regeneracionista primero y pesimista después. En su juventud, los escritores del 98 simpatizaron con distintas corrientes ideológicas como el anarquismo, el socialismo, el marxismo o krausismo que dejaran huellas bien perceptibles en sus creaciones literarias. En su madurez les caracteriza un cierto conservadurismo no exento, en ocasiones, de un profundo pesimismo vital e histórico. Tales actitudes les obligaban, en  consecuencia, a separarse del  escapismo modernista,

al contrario que estos, los del 98, harán de España y sus problemas el eje central de su obra. Unamuno reflexionará sobre la patria y la matria, la historia y la intrahistoria y todos se encontrarán en el paisaje Castellano, el símbolo de aquella España triste, anacrónica y desvencijada. En ellos todo esta cargado de una solemne gravedad, de aquí su gusto por la filosofía, el ensayo y la novela antes que por la poesía o el teatro. Expresivamente se apartaron también de la pompa modernista. Si en aquellos todo era preciosismo, en estos otros todo es austeridad retórica: “¡A las cosas por su nombre!”  podría ser su lema. Tal actitud les llevará a recuperar palabras de la tradición popular castellana y a una simplificación sintáctica no exenta de elegancia y nuevos ritmos. A partir de aquí, cada uno seguirá su propia evolución. Baroja, de gran expresividad, su prosa sigue las técnicas impresionistas. Azorín sigue esas técnicas pero prosa más preciosista que la de Baroja. Unamuno es un creador insaciable de neologismos, idealista, novelista, dramaturgo…

El modernismo y generación del 98

Miguel de Unamuno:


Unamuno refleja en su literatura una fuerte personalidad. Gira en torno a sus preocupaciones regeneracionistas y existenciales. Predominan las ideas cuyo objetivo es provocar la reflexión del lector, mediante un estilo ágil y expresivo. Fue conocido por sus ensayos y artículos periodísticos, pero cultivó todos los géneros. Unidad por la repetición de sus temas y estilo personal. Unamuno crea un teatro filosófico que recuerda a la tragedia clásica. La lírica Unamuniana trata dos grandes temas: su reacción ante el paisaje y sus preocupaciones existenciales. La novela de Unamuno recoge los temas que preocupan, elimina todo lo que no es esencial en el relato. Suprime las alusiones al paisaje y a las circunstancias que rodean a los personajes. Estos desarrollan un conflicto existencial, mediante diálogos y a través del dialogo interior.

Azorín:


Se inicia en la literatura corriente regeneracionista. Como escritor se caracteriza por crear un estilo personal, sencillo y preciso. En su obra tiene importancia el tema del tiempo y el paisaje. La obra de Azorín abarca el ensayo, la novela y el teatro, toda ella gira en torno al tiempo, su fugacidad y la permanencia de paisajes y sentimientos. Sus novelas son como ensayos, apenas hay acción, son novelas estáticas, inmortales, descriptivas. Los personajes son marginales, fracasados, tristes… el escritor evoca la realidad fugitiva en tono triste y nostálgico. Su estilo es modelo de precisión y claridad. Léxico muy rico. En su novela apenas existe argumento, se limita a describir sensaciones y ambientes. En los ensayos culminan los rasgos más característicos de Azorín, la obsesión por el tiempo, correspondencia entre paisaje y la crítica literaria. Descripciones minuciosas.

Pio Baroja:


Es el escritor que mejor encarna el pesimismo. Escribió numerosas novelas y también cuentos, memorias y algunos ensayos. Destaca como novelista, brillante en el retrato de personajes, en la descripción de ambientes y diálogos. Se interesó por el dolor. En sus obras todo es acción. Su estilo es claro, directo y de descripciones breves. Técnica impresionista. Impregnado de pesimismo. Escribe algunas trilogías como La Raza, donde encontramos El árbol de la ciencia.

Novecentismo y vanguardias

Entre 1910 y 1936 se produce el relevo de modernistas y noventayochistas. En estos años coexisten diversos movimientos como el novecentismo, vanguardias y Generación del 27, que coinciden en su afán de modernizar el pensamiento y el arte. A los novecentistas se les denomina también Generación del 1, en referencia a la primera guerra mundial, momento que alcanza su madurez creativa. En líneas generales el arte, la literatura novecentista se caracteriza por su propuesta intelectual y deshumanizadora del objeto estético. Las principales características del novecentismo son: los autores novecentistas se caracterizan por una sólida formación académica universitaria que les permite atravesar de intelectualismo sus creaciones literarias. En segundo lugar, frente al tradicionalismo y catecismo, los novecentistas propugnan la modernización intelectual del país y su vínculo con la cultura europea, son Europeístas. En tercer lugar, la literatura novecentista es una literatura minoritaria, dirigidas a una minoría culta. Desde el punto de vista estético, esta literatura puede calificarse de deshumanizada en alusión al ensayo de Ortega y Gasset, titulado La deshumanización del arte depurada tanto en la forma como en el contenido, evitando el prusianismo, el   estilo realista, así como la exuberancia y el sentimentalismo propio de los románticos tardíos. Los géneros más cultivados por los novecentistas son el ensayo (destaca Ortega y Gasset) y la poesía (destacan Antonio Machado, Juan R. Jiménez y Manuel Machado).

La poesía novecentista


  La lírica novecentista presenta el final del modernismo, rechaza lo romántico y aspira a una perfección fruto de la inteligencia. Se excluye del poema todo aquello que es contingente, accesorio o accidental. Uno de los principales representantes de ésta lírica es Juan Ramón Jiménez, su creación poética es un continuo diálogo   con la belleza, afán por alcanzar la eternidad y el conocimiento, pues la poesía eterniza la belleza. En su poética, la palabra no viene de la inspiración, sino que es el resultado de una ardua labor que desvela la esencia del mundo y de las cosas. Ahora bien, la poesía de Juan R. Jiménez excede los límites  y servirá de transición entre los modernistas y los poetas de la generación del 27, en su trayectoria poética se distinguen tres etapas: Etapa sensitiva o modernista (hasta 1915); etapa intelectual o poesía pura (1916-1936) y etapa suficiente o verdadera (a partir 1936). El ensayo novecentista desarrolla una gran variedad temática. Los dos grandes representantes son José Ortega y Gasset y Eugenio D’Ors.  Ortega y Gasset escribió sobretodo ensayos de temas filosóficos pero su influencia cultural se debe a los que tratan sobre España y sobre cuestiones estéticas. En sus obras España invertebrada y la Rebelión de las masas apunta hacia una minoría selecta o aristocracia intelectual que impide cualquier tendencia disgregadora. En cuanto a la estética destacan la Deshumanización del arte e Ideas sobre la novela ambas de 1925. En estos ensayos Ortega y Gasset defiende un “arte nuevo” en consonancia con las nuevas propuestas artísticas europeas.

La novela de acuerdo con las ideas de Ortega y Gasset, la novela novecentista se caracteriza por su afán experimentador. Dicha experimentación recorrerá diversos caminos que van desde el sensualismo de Gabriel Miro (Nuestro padre San Daniel o El obispo leproso) hasta el intelectualismo de Ramón Pérez de Ayala (Tigre Juan o El curandero de su honra)

Las vanguardias

De entre las numerosas vanguardias que pululan por estos años podemos destacar las siguientes: el futurismo (1909), exaltación del mundo moderno, dinamismo de la imagen; el cubismo (1913), descomposición geométrica de la imagen, superpone perspectivas; dadaísmo (1916), se basa en lo arbitrario, infantil, lúdico y absurdo; el surrealismo (1924), aspira a captar la originalidad del mundo de los sueños. Los movimientos vanguardistas llegaron rápidamente a España. Las vanguardias que alcanzaron mayor desarrollo en España fueron el creacionismo (1918), que defendía que la poesía debe de ser un conjunto de imágenes yuxtapuestas cuyo resultado es la creación de un mundo poético original y autónomo, y el ultraísmo (1919), algo más tarde llegaría el surrealismo a través de los poetas del 27.

La Generación del 27

Se caracteriza por combinar la tradición con la renovación entre lo popular y lo culto. De las vanguardias toman lo novedoso, original, provocador, el juego de ingenio y la ruptura humorística, de ellas viene también la total libertad en la métrica, la puntuación, los temas. En las primeras publicaciones de algunos poetas del 27 (Lorca, Gerardo Diego y Salinas) se pueden encontrar rasgos del creacionismo de la época, en coincidencia con las características del arte nuevo que Ortega y Gasset había definido como deshumanizado: hermetismo (poesía difícil), autosuficiencia del arte, predominio de la metáfora, anti realismo y anti romanticismo. A partir de 1929 la influencia surrealista de las vanguardias orientará en general a los poetas del 27 a una nueva estética de la rehumanización, que en algún caso alcanzara el compromiso político y social. De la literatura tradicional los autores del 27 valoran tanto la vertiente culta como la popular. De entre los autores cultos, los preferidos son Manrique (con Coplas a la muerte de su padre), Fray Luís de León, Garcilaso de la Vega, San Juan de la Cruz, Quevedo, Lope y, sobretodo, Luís Góngora, ese sapientísimo maestro de la metáfora. De la literatura popular aprecian El cancionero (importante en Alberti), El romancero (importante en Lorca) y Las cancioncillas populares. Todos los autores contribuyen a la renovación poética con dos elementos comunes: la imagen y la métrica. La imagen (o la metáfora expresada a través de la imagen) se convierte en la esencia o base expresiva del poema. Hay una diferencia esencial entre la imagen de las vanguardias y la imagen de los poetas del 27; los vanguardistas alcanzaron con frecuencia la ruptura radical entre el termino real y el poético, de tal manera que resulta una imagen irracional, por el contrario los poetas del 27 nunca perdieron la fe simbolista en un significado estable de la metáfora, por lo que rara vez emplea imágenes irracionales. Combinan estrofas tradicionales con un lenguaje moderno. En los poetas del 27 suelen distinguirse dos o tres periodos, en primer lugar hablamos de una etapa purista y deshumanizada y luego de poesía neorromántica, impura y rehumanizada.

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