Contexto histórico y principales etapas de la narrativa española desde 1936 hasta 1975


Contexto histórico

Al término de la Guerra Civil se impone en España la dictadura del general Francisco Franco, con la que se inicia una nueva y difícil etapa en la sociedad y la cultura españolas. Los primeros años de la posguerra están marcados por la pobreza, la miseria, el miedo, el aislamiento cultural y la censura. A partir de la década de los 60 se inicia un proceso de recuperación económica propiciado por el desarrollo tecnológico, el turismo y la abundante mano de obra. La represión se va debilitando, la censura se relaja y la influencia de la cultura americana y europea se deja sentir en España. La muerte de Franco da paso a la llegada de la democracia y la estabilidad política.



Principales etapas y autores

Durante la Guerra Civil, el teatro español había perdido a los autores más innovadores (Valle-Inclán, Lorca y Unamuno) y otros grandes dramaturgos marchan al exilio. La censura impide que lleguen las innovaciones de los grandes teatrales europeos (B. Brecht, S. Beckett, E. Ionesco) y el teatro presenta un problema añadido a los otros géneros literarios, la separación entre texto literario y espectáculo teatral.



La década de los cuarenta

Es una época de miseria económica y moral. El espectáculo teatral del momento permanece aislado del exterior y sometido a una férrea censura. El público que puede acceder al teatro quiere evasión y entretenimiento. Las dos tendencias más destacadas son un teatro burgués y convencional, y otro de carácter humorístico. El teatro burgués triunfa durante la segunda mitad del siglo XX. Se trata de piezas teatrales al gusto del público, con cierta calidad literaria. Las obras se desarrollan normalmente entre personajes de clase media sin problemas económicos y los temas tratados son el amor (la infidelidad, los triángulos amorosos) y los conflictos entre padres e hijos. Entre la larga lista de autores destacan José María Pemán, Juan Ignacio Luca de Tena (¿Dónde vas, Alfonso XII?) y Joaquín Calvo-Sotelo (Una muchachita de Valladolid). El teatro de humor ya había tenido un gran éxito en la España de la primera mitad del siglo.



Autores como Jardiel Poncela o Miguel Mihura

Empiezan su aventura teatral en los años veinte, aunque sus obras se desarrollan sobre todo durante la posguerra. Lo más destacado en las obras de estos autores es el uso de un lenguaje agudo y crítico contra las convenciones burguesas. Abordan temas como la presión social sobre el individuo, las costumbres de la clase media o los conflictos individuales existenciales. Enrique Jardiel Poncela (Eloísa está debajo de un almendro) rompe con la estética del humor al uso, adentrándose en los terrenos de lo absurdo y criticando el costumbrismo y la tradición realista. Miguel Mihura escribe Tres sombreros de copa en 1932, pero su ácida crítica social impidió que fuera representada hasta veinte años después. La noche anterior a su boda, Dionisio coincide con una compañía de revista y se enamora de Paula, que le descubrirá un mundo más libre e imaginativo. Sin embargo, cuando Dionisio debe decidir, elegirá a su novia de siempre, mostrando así el peso de la sociedad y sus convenciones.



En los años cincuenta

La literatura comienza a mostrar ciertas protestas e inquietudes sociales, aún débiles y acalladas por la censura. Estas novelas intentan denunciar las desigualdades sociales y despertar la conciencia del lector. Los novelistas abordan temas como las miserias de la sociedad española de posguerra, la dureza de la vida, la guerra y sus consecuencias, la desigualdad social, la injusticia o la pobreza y pretenden que sus novelas tengan un carácter útil al servicio del hombre y la mejora de sus condiciones de vida. Dentro de este realismo social encontramos dos tendencias. En el realismo objetivista el narrador se limita a plasmar escenas, personajes y sucesos sin dar su opinión sobre ellos. Entre sus características destaca la búsqueda de la objetividad en las descripciones; la narración lineal, formada muchas veces por multitud de pequeñas historias entrelazadas; el predominio del diálogo, que sirve para caracterizar a los personajes; la condensación espacial y temporal (la acción se desarrolla en muy pocos espacios y en un periodo corto de tiempo, en presente). La novela más representativa de esta tendencia es El Jarama (1955), de Rafael Sánchez Ferlosio. Ignacio Aldecoa busca reflejar en sus narraciones la vida cotidiana, apostando por los más humildes (Gran Sol). Carmen Martín Gaite publica en 1957 Entre visillos. El realismo crítico, aunque tiene muchos rasgos en común con el realismo objetivista, se diferencia en que aparece una intención de crítica social mucho más directa o explícita. A través de explicaciones o análisis, descubrimos la opinión del narrador sobre las injusticias sociales. La colmena (1951) de Camilo José Cela es una visión despiadada del Madrid de posguerra, por la que circulan más de 300 personajes. La novela, además por su visión crítica de la sociedad, destaca por las novedades formales empleadas en su construcción: ruptura cronológica en la trama; multitud de argumentos entrelazados; lenguaje brillante e irónico que intenta reproducir el habla real.



En los años sesenta

Se produce en el panorama literario español un acercamiento a las novedades europeas e hispanoamericanas que afectarán a los siguientes aspectos: se cuenta con la colaboración del lector para ordenar los acontecimientos e interpretar el argumento; son frecuentes los finales abiertos; se abandona el narrador omnisciente; se combinan varios puntos de vista con el uso de varios narradores en una misma novela; empleo del estilo indirecto libre y el monólogo interior; se incorporan materiales ajenos tradicionalmente a la novela como anuncios, dibujos, ensayos… La publicación de Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos se considera el inicio de esta nueva etapa en la narrativa española. Martín Santos construye su novela mediante una estructura compleja en la que destaca el monólogo interior, el contrapunto, el perspectivismo y el desorden temporal, todo ello con un lenguaje rico y variado. Camilo José Cela aplicará a muchas de sus obras técnicas experimentalistas, como ocurre en San Camilo, 1936 (1969), en la que, por medio de un largo monólogo interior sin puntos y aparte, recrea el Madrid de comienzos de la Guerra Civil. Miguel Delibes publica en 1966 Cinco horas con Mario, en la que Carmen, que vela el cadáver de su marido durante cinco horas, establece un desordenado monólogo, que trata temas como el fracaso matrimonial, las frustraciones personales, la religiosidad superficial, la defensa del orden establecido, la opresión o la discriminación de la mujer. Juan Benet (Volverás a Región) cultiva una novela marcada por la experimentación, que se plasma en la presencia del fragmentarismo narrativo, el desorden cronológico, la imprecisión de los personajes, la escasez de diálogos y la presencia de extensos monólogos interiores.



Autores como Juan Goytisolo

Es, tal vez, el máximo representante de la novela inspirada en la renovación formal. Señas de Identidad (1966) mezcla técnicas diversas, como la ausencia de signos de puntuación, el uso de las tres personas narrativas, la presencia de fragmentos y diálogos en francés, los monólogos interiores, los saltos en el tiempo… Juan Marsé empieza a destacar con la publicación de Últimas tardes con Teresa (1966), que recoge algunas de las novedades técnicas introducidas por Martín Santos.



Entre finales de los sesenta y la primera mitad de los setenta

Empieza a publicar un grupo de escritores formados durante el franquismo que vuelven, en general, a cierto realismo, con un nuevo interés por la trama y con la influencia de los medios de comunicación (cine, TV, cómics, etc.). Los temas recurrentes de Francisco Umbral son la política, la vida social y cultural, la infancia y el erotismo. Mortal y rosa (1975) es una novela lírica compuesta a raíz de la muerte de su hijo. La publicación en 1975 de La verdad sobre el caso Savolta de Eduardo Mendoza marca el inicio de la nueva narrativa. En ella une la intriga tradicional con las técnicas experimentales incluyendo en el relato cartas, recortes de prensa, documentos, informes, etc., investigando diversos géneros y estilos (folletín, lenguaje periodístico y judicial). Manuel Vázquez Montalbán reavivó el género policiaco al estilo americano con la serie dedicada al detective Pepe Carvalho (Yo maté a Kennedy o Los mares del sur).



Conclusión

Los tres aspectos más significativos de la narrativa actual son el carácter aglutinador de la novela, que acoge todas las tendencias, estilos y experiencias personales, la individualidad creadora (cada novelista busca su propio estilo y su visión personal del mundo) y el triunfo de la novela de género, especialmente la policiaca y la histórica. Podemos destacar autores como Javier Marías (Corazón tan blanco, Tu rostro mañana), Antonio Muñoz Molina (El jinete polaco, El invierno en Lisboa), Almudena Grandes (Los aires difíciles) o Arturo Pérez Reverte.



Contexto histórico

Al término de la Guerra Civil se impone en España la dictadura del general Francisco Franco, con la que se inicia una nueva y difícil etapa en la sociedad y la cultura españolas. Los primeros años de la posguerra están marcados por la pobreza, la miseria, el miedo, el aislamiento cultural y la censura. A partir de la década de los 60 se inicia un proceso de recuperación económica propiciado por el desarrollo tecnológico, el turismo y la abundante mano de obra. La represión se va debilitando, la censura se relaja y la influencia de la cultura americana y europea se deja sentir en España. La muerte de Franco da paso a la llegada de la democracia y la estabilidad política.



Principales etapas y autores

Durante la Guerra Civil, el teatro español había perdido a los autores más innovadores (Valle-Inclán, Lorca y Unamuno) y otros grandes dramaturgos marchan al exilio. La censura impide que lleguen las innovaciones de los grandes teatrales europeos (B. Brecht, S. Beckett, E. Ionesco) y el teatro presenta un problema añadido a los otros géneros literarios, la separación entre texto literario y espectáculo teatral.



La década de los cuarenta

Es una época de miseria económica y moral. El espectáculo teatral del momento permanece aislado del exterior y sometido a una férrea censura. El público que puede acceder al teatro quiere evasión y entretenimiento. Las dos tendencias más destacadas son un teatro burgués y convencional, y otro de carácter humorístico. El teatro burgués triunfa durante la segunda mitad del siglo XX. Se trata de piezas teatrales al gusto del público, con cierta calidad literaria. Las obras se desarrollan normalmente entre personajes de clase media sin problemas económicos y los temas tratados son el amor (la infidelidad, los triángulos amorosos) y los conflictos entre padres e hijos. Entre la larga lista de autores destacan José María Pemán, Juan Ignacio Luca de Tena (¿Dónde vas, Alfonso XII?) y Joaquín Calvo-Sotelo (Una muchachita de Valladolid). El teatro de humor ya había tenido un gran éxito en la España de la primera mitad del siglo.



Autores como Jardiel Poncela o Miguel Mihura

Empiezan su aventura teatral en los años veinte, aunque sus obras se desarrollan sobre todo durante la posguerra. Lo más destacado en las obras de estos autores es el uso de un lenguaje agudo y crítico contra las convenciones burguesas. Abordan temas como la presión social sobre el individuo, las costumbres de la clase media o los conflictos individuales existenciales. Enrique Jardiel Poncela (Eloísa está debajo de un almendro) rompe con la estética del humor al uso, adentrándose en los terrenos de lo absurdo y criticando el costumbrismo y la tradición realista. Miguel Mihura escribe Tres sombreros de copa en 1932, pero su ácida crítica social impidió que fuera representada hasta veinte años después. La noche anterior a su boda, Dionisio coincide con una compañía de revista y se enamora de Paula, que le descubrirá un mundo más libre e imaginativo. Sin embargo, cuando Dionisio debe decidir, elegirá a su novia de siempre, mostrando así el peso de la sociedad y sus convenciones.



En los años cincuenta

La literatura comienza a mostrar ciertas protestas e inquietudes sociales, aún débiles y acalladas por la censura. Estas novelas intentan denunciar las desigualdades sociales y despertar la conciencia del lector. Los novelistas abordan temas como las miserias de la sociedad española de posguerra, la dureza de la vida, la guerra y sus consecuencias, la desigualdad social, la injusticia o la pobreza y pretenden que sus novelas tengan un carácter útil al servicio del hombre y la mejora de sus condiciones de vida. Dentro de este realismo social encontramos dos tendencias. En el realismo objetivista el narrador se limita a plasmar escenas, personajes y sucesos sin dar su opinión sobre ellos. Entre sus características destaca la búsqueda de la objetividad en las descripciones; la narración lineal, formada muchas veces por multitud de pequeñas historias entrelazadas; el predominio del diálogo, que sirve para caracterizar a los personajes; la condensación espacial y temporal (la acción se desarrolla en muy pocos espacios y en un periodo corto de tiempo, en presente). La novela más representativa de esta tendencia es El Jarama (1955), de Rafael Sánchez Ferlosio. Ignacio Aldecoa busca reflejar en sus narraciones la vida cotidiana, apostando por los más humildes (Gran Sol). Carmen Martín Gaite publica en 1957 Entre visillos. El realismo crítico, aunque tiene muchos rasgos en común con el realismo objetivista, se diferencia en que aparece una intención de crítica social mucho más directa o explícita. A través de explicaciones o análisis, descubrimos la opinión del narrador sobre las injusticias sociales. La colmena (1951) de Camilo José Cela es una visión despiadada del Madrid de posguerra, por la que circulan más de 300 personajes. La novela, además por su visión crítica de la sociedad, destaca por las novedades formales empleadas en su construcción: ruptura cronológica en la trama; multitud de argumentos entrelazados; lenguaje brillante e irónico que intenta reproducir el habla real.



En los años sesenta

Se produce en el panorama literario español un acercamiento a las novedades europeas e hispanoamericanas que afectarán a los siguientes aspectos: se cuenta con la colaboración del lector para ordenar los acontecimientos e interpretar el argumento; son frecuentes los finales abiertos; se abandona el narrador omnisciente; se combinan varios puntos de vista con el uso de varios narradores en una misma novela; empleo del estilo indirecto libre y el monólogo interior; se incorporan materiales ajenos tradicionalmente a la novela como anuncios, dibujos, ensayos… La publicación de Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos se considera el inicio de esta nueva etapa en la narrativa española. Martín Santos construye su novela mediante una estructura compleja en la que destaca el monólogo interior, el contrapunto, el perspectivismo y el desorden temporal, todo ello con un lenguaje rico y variado. Camilo José Cela aplicará a muchas de sus obras técnicas experimentalistas, como ocurre en San Camilo, 1936 (1969), en la que, por medio de un largo monólogo interior sin puntos y aparte, recrea el Madrid de comienzos de la Guerra Civil. Miguel Delibes publica en 1966 Cinco horas con Mario, en la que Carmen, que vela el cadáver de su marido durante cinco horas, establece un desordenado monólogo, que trata temas como el fracaso matrimonial, las frustraciones personales, la religiosidad superficial, la defensa del orden establecido, la opresión o la discriminación de la mujer. Juan Benet (Volverás a Región) cultiva una novela marcada por la experimentación, que se plasma en la presencia del fragmentarismo narrativo, el desorden cronológico, la imprecisión de los personajes, la escasez de diálogos y la presencia de extensos monólogos interiores.



Autores como Juan Goytisolo

Es, tal vez, el máximo representante de la novela inspirada en la renovación formal. Señas de Identidad (1966) mezcla técnicas diversas, como la ausencia de signos de puntuación, el uso de las tres personas narrativas, la presencia de fragmentos y diálogos en francés, los monólogos interiores, los saltos en el tiempo… Juan Marsé empieza a destacar con la publicación de Últimas tardes con Teresa (1966), que recoge algunas de las novedades técnicas introducidas por Martín Santos.



Entre finales de los sesenta y la primera mitad de los setenta

Empieza a publicar un grupo de escritores formados durante el franquismo que vuelven, en general, a cierto realismo, con un nuevo interés por la trama y con la influencia de los medios de comunicación (cine, TV, cómics, etc.). Los temas recurrentes de Francisco Umbral son la política, la vida social y cultural, la infancia y el erotismo. Mortal y rosa (1975) es una novela lírica compuesta a raíz de la muerte de su hijo. La publicación en 1975 de La verdad sobre el caso Savolta de Eduardo Mendoza marca el inicio de la nueva narrativa. En ella une la intriga tradicional con las técnicas experimentales incluyendo en el relato cartas, recortes de prensa, documentos, informes, etc., investigando diversos géneros y estilos (folletín, lenguaje periodístico y judicial). Manuel Vázquez Montalbán reavivó el género policiaco al estilo americano con la serie dedicada al detective Pepe Carvalho (Yo maté a Kennedy o Los mares del sur).



Conclusión

Los tres aspectos más significativos de la narrativa actual son el carácter aglutinador de la novela, que acoge todas las tendencias, estilos y experiencias personales, la individualidad creadora (cada novelista busca su propio estilo y su visión personal del mundo) y el triunfo de la novela de género, especialmente la policiaca y la histórica. Podemos destacar autores como Javier Marías (Corazón tan blanco, Tu rostro mañana), Antonio Muñoz Molina (El jinete polaco, El invierno en Lisboa), Almudena Grandes (Los aires difíciles) o Arturo Pérez Reverte.

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