Palabras procedentes de lenguas prerromanas


(órico> por su objetivo de reconstrucción por la metodología utilizada)

6.1. Algunos antecedentes

Se orientará la exposición hacia la presentación de las líneas maestras de la lingüística histórico-comparativa y, en especial, a los aspectos metodológicos.
Se obtendrá una idea global del modo de hacer de aquellos lingüistas que acometieron la tarea de establecer relaciones entre ciertas lenguas y de remontarse a un prototipo común (el indoeuropeo).
El trabajo de síntesis se hace especialmente necesario dado el número de lingüistas que se orientaron hacia la comparación de las lenguas indoeuropeas y hacia la reconstrucción de una supuesta protolengua.
El trabajo de los comparatistas se inicia en el primer cuarto de siglo con las obras de F. Schlegel
F.Bopp, R. Rask y J. Grimm, quienes tenían como antecedente inmediato el trabajo de William Jones sobre el sánscrito. Sabemos que nunca se parte de cero: los analogistas derivaban de los convencionalistas; los modistae asumieron las obras de Aristóteles y Prisciano… Por lo tanto, el trabajo de los comparatistas del siglo XIX también hunde sus raíces en el pasado.
La tarea de los gramáticos histórico-comparatistas puede inscribirse dentro de una antigua y general preocupación por los orígenes de las lenguas y del lenguaje mismo. Se trata de una corriente que busca orígenes y causas.
Existen tres series de antecedentes claros para la lingüística del siglo XIX:

··Las incipientes clasificaciones de las lenguas conocidas
·La tarea realizada por los compiladores de textos en diversas lenguas (o precomparatistas).
·Los ensayos de autores como Rousseau, Condillac y Herder, en el siglo XIII, sobre los orígenes del lenguaje.
Ya en el siglo XII, el Primer gramático o Anónimo Islandés había señalado, muy de paso, que todas las lenguas son diferentes unas de otras, incluso si se han originado de una misma lengua.
Más en concreto, había afirmado el origen común entre el inglés y el islandés. Sin embargo, no consta que estas afirmaciones tuviesen una influencia decisiva en los trabajos históricos-comparativos del siglo XIX.
Lo mismo cabe decir de Dante.
Como ya sabemos señaló que, tras la dispersión de Babel, llegó a Europa una lengua de tres ramas. Una de ellas se estableció en las zonas meridionales y de ellas se engendraron tres lenguas vulgares. Señaló también que las lenguas vulgares de estos tres pueblos derivan también de un único e idéntico idioma (ya que tienen nombres comunes). Lo que sucede es que Dante se centró en las similitudes del vocabulario para probar el origen común y este sistema no es el idóneo en el terreno de la comparación. Tampoco parece demostrada su influencia en la obra de los investigadores del siglo XIX.
Entre los antecedentes de la primera serie que antes hemos mencionado (las clasificaciones incipientes) hay que destacar los nombres de J. J. Escalígero y de Leibniz, representantes, respectivamente, de las tesis poligenética y monogenética del lenguaje. Tras la muerte del primero


se publicó su escrito Diatriba de Europaeorum linguis
. Escalígero agrupa las lenguas europeas en 11 familias o lenguas matrices, ninguna de las cuales tiene que ver entre sí. 7 de ellas son consideradas como matrices menores por estar menos extendidas y el resto, por lo tanto, son matrices mayores.
De cada una de ellas derivarán las ramas de los dialectos. Por ejemplo, el italiano, el francés y el castellano serán lenguas hijas de la madre o matriz latina, etc.
Por su parte, Leibniz toma partido por el monogenismo y señala que . Sus afirmaciones sobre las relaciones entre las lenguas son, en ocasiones, muy defectuosas; en parte porque fuerza el parentesco. Más acertado anduvo al afirmar que el celta, el latín y el griego tenían muchas raíces comunes pero no al aseverar que las lenguas británica, gálica y alemana proceden de una misma fuente.
En cambio, su tesis sobre la evolución lingüística es más convincente porque, al menos, plantea uno de los posibles factores que determinan esa evolución. Él entiende que el cambio se produce en virtud de la . Se refería a cuando una persona sabe dos lenguas y mezcla palabras de una y de otra y poco a poco si esto lo hacían unos centenares de personas se formaría una nueva lengua y se deformarían las anteriores. Estas deformaciones oscurecen los rasgos originarios.
El segundo bloque de antecedentes viene constituido por la tarea de los compiladores de


textos en diversas lenguas. Esta labor se inicia en el Renacimiento, época en que se producen grandes descubrimientos geográficos, y en sus comienzos, viene determinada por las necesidades prácticas de los comerciantes y misioneros.
La obra más representativa de la época fue el Mithridates de Gesner (1555), que contenía 22 versiones del Padre Nuestro. Otra de las obras importantes fue el Catálogo de las lenguas de las naciones conocidas, Lorenzo Hervás y Panduro (1800-1804), en ella se da noticia de unas 300 lenguas de Europa, América y Asia. Hervás escribió gramáticas de unas 40 lenguas americanas. En 1806-1817 se publica el Mithridates de J. Chr. Adelung, que contiene referencias de unas 500 lenguas. Pero la obra magna de esta época fue el Vocabulario comparado de las lenguas de todo el mundo, S. Pallas, que recogía una lista de 285 palabras en 200 lenguas europeas y asiáticas. Estas obras, pueden considerarse como representativas del nivel de conocimiento alcanzado antes del nuevo período.
El tercer bloque de antecedentes tiene que ver con los ensayos que sobre los orígenes del lenguaje se componen durante el siglo XVIII.
Condillac, Rousseau y Herder pueden ser nombres representativos de unas posiciones intelectuales teñidas por planteamientos del Romanticismo. Hay algunos puntos comunes entre ellos

: más que lingüistas son filósofos y ensayistas

Su método discursivo consiste en la pura especulación y pretenden cimentar sus aseveraciones en el poder de la razón humana. Se basan en algo que podíamos calificar como


la especulación razonable, la razón natural o un pretendido sentido común.
Para Rousseau, el lenguaje que es la primera institución social> surge del instinto ante la necesidad de establecer la comunicación y está originalmente ligado al mundo de los gestos. Pero existe una tensión o contradicción entre el lenguaje exterior y el interior que se origina, entre las necesidades físicas y pasiones morales del ser humano. Según Rousseau, nuestro interior se excita mejor por medio de los sonidos. Así pues, las necesidades (físicas) dictaron los primeros gestos; las pasiones (morales) nos arrancaron las primeras voces. Pensó que la primera lengua debió ser poética, dictada por el sentimiento, hecha de exclamaciones y gemidos. Luego, las voces se tornaron monótonas y la expresividad perdida fue suplantada por la gramaticalización, por la pérdida de la naturalidad y el predominio de la necesidad sobre la pasión. Así, se llegó a un punto en que ya no se habló al corazón, sino a la razón.
El problema de la expresión espontánea a la gramaticalización fue un tópico para los autores del XVIII y constituye un antecedente de la tipología lingüística. Señaló Condillac que primero se expresó el objeto, luego el verbo y finalmente el sujeto. De modo semejante, Herder, establecería más tarde tres estadios en el progreso del lenguaje: desde el grito hasta la expresión en que se menciona el actor, pasando por los estadios intermedios en que se designan la acción y el objeto.
Se verán reflejadas, más adelante, en las tesis de quienes postulan un comienzo aislante para las


lenguas que, tras una etapa aglutinante, desembocarán en la fase flexiva.
Estas preocupaciones por los orígenes y evolución del lenguaje no llevaron a nada realmente serio. En lo sucesivo, ya no se tratará de especular sobre el origen en general, sino sobre el punto de partida (el indoeuropeo).

6.2. El impacto del sánscrito


Aunque algunos de los antecedentes tuvieron importancia y otros no, en conjunto, pueden ser considerados como el caldo de cultivo en el que se preparaba la lingüística del XIX. Ahora bien, acaso sin la dada por W. Jones en 1786 no se hubiese producido la eclosión comparatista.
Ya desde finales del siglo XVI algunos viajeros y misioneros habían dejado constancia de la existencia de una lengua antigua de la India que tenía notables puntos de contacto con algunas de las viejas y de las nuevas lenguas europeas.
Filippo Sassetti destacó en 1588 las coincidencias entre el sánscrito y el italiano y casi dos siglos después, Halhed se refirió con mayor precisión a estas semejanzas. El problema empezaba a estar bien planteado por vez primera: las semejanzas no eran ni fruto del azar, ni provenían del préstamo lingüístico. Sin embargo, las noticias de este tipo, estaban formuladas por personas ajenas al ámbito de la investigación filológica. Fue necesario, que un especialista descubriese la lengua sánscrita. Así lo hizo W. Jones en un artículo que entregó en 1786 a una revista y que contiene el programa de trabajo para los futuros comparatistas. En él Jones habla del sánscrito como una lengua perfecta con una estructura admirable. Mejor


que el latín o el griego, lenguas con las que tiene gran afinidad; ningún filólogo podría examinar las tres lenguas sin pensar que proceden de una fuente común. También asocia al sánscrito lenguas como el gótico, el céltico o el antiguo persa.
Las palabras de W. Jones pueden ser consideradas como el inicio de unas investigaciones que marcarían el tono de los trabajos lingüísticos a lo largo del siglo XIX.
Pocos años después, Schlegel publicaría Sobre la lengua y la filosofía de los indios e insistiría con mayores precisiones y detalles en la tesis de Jones.
No se limitó a comparar solo las raíces, sino también la gramática. Se empezó así a salvar el abismo entre el rudimentario comparatismo léxico de los Mithridates y la próxima gramática comparada de las lenguas indoeuropeas. Llegó a afirmar que la gramática india coincide con la griega y la latina hasta el punto de no ser más distinta de la una que de la otra. Quedaba abierto el camino a las obras de F. Bopp, R. Rask y J. Grimm.

El sánscrito es la lengua de la India antigua y debió de hablarse en torno al 1.500 a. C. Como en el caso de otras lenguas (hebreo, latín, árabe) quedó detenida su evolución hasta que solo se siguieron escribiendo textos religiosos y literatura culta y recitando himnos religiosos y gestas cuando las lenguas habladas en la India eran ya lenguas derivadas del sánscrito.
Los investigadores del siglo XIX pudieron observar que la lengua sánscrita tenía sorprendente parecido con ciertas lenguas europeas.


Los vocablos que gozan de un notable grado de permanencia o estabilidad son los que hacen posible el estudio comparatista. Se ha desechado la posibilidad de que se tratasen de préstamos en palabras tan básicas ya que este recurso aparece en léxico nuevo.
Es pues forzoso postular un origen común para ambas lenguas ya que las similitudes se deben a esto y no a que se hayan influido mutuamente.
Pero no fue en la comparación léxica el terreno en que se hicieron fuertes los investigadores. Ya había señalado Schlegel la importancia de la comparación entre las estructuras gramaticales. En 1816 F. Bopp publicó Sobre el sistema de conjugación del sánscrito en comparación con el griego, el latino, el persa y el alemán y sentó las bases de lo que, a partir de él, sería la de las lenguas indoeuropeas. Y también en el terreno morfológico se hallaron evidentes correspondencias. Los morfemas nominales del plural, los de caso, las flexiones verbales, etc. no están sujetos a préstamo. ática>

En el siglo XIX se multiplicaron las comparaciones de este tipo y se pudo concluir que lenguas como el celta, alemán, gótico, griego, latín, sánscrito, antiguo persa, etc. se habían desgajado de un tronco común al que se llamó indoeuropeo.

El método histórico-comparativo


El salto del pre-comparatismo a la gramática comparada se debe a la atención de nuevos datos o materiales, entre ellos el sánscrito y, sobretodo, a que los investigadores recibirán la influencia del positivismo científico.
La adopción de esta metodología inspirada por el


estudio de la historia natural y por el evolucionismo, es lo que permitirá el progreso de la lingüística y permitirá una fuerte ruptura con respecto a las especulaciones de los siglos anteriores.
Ya no importa ni el sentido común ni la razón natural. Ahora tratarán de ascender hacia una etapa común indoeuropea a partir de la observación de datos concretos (los textos de ciertas lenguas, en sus etapas más antiguas) y de la confrontación de esos datos. Es aquí donde podemos considerar positivistas a los investigadores de la gramática comparada. El positivismo desecha la metafísica y la pura especulación y da predominio a los datos o fenómenos observables en sí mismos y en sus relaciones. Interesa todo aquello que se pueda comprobar empíricamente. Desde la observación de los datos se podrá practicar la inducción y llegar a unas >.
Llegarán a afirmar como F. Bopp, que una gramática, en su sentido más elevado y científico, debe ser una historia y una fisiología de la lengua y debe cumplir con las leyes de la Historia Natural. Esta asociación entre la metodología de la lingüística y la de las ciencias de la naturaleza ya había sido abarcada por Grimm en épocas anteriores.
Los objetivos de la investigación fueron dirigidos a establecer el parentesco genético entre ciertas lenguas. En algunos casos esta tarea era relativamente sencilla porque las coincidencias entre algunas de ellas saltaban a la vista. Pero en otras ocasiones no era tan sencillo porque ciertas relaciones no eran


inmediatas, sino que se remontaban a estadios muy antiguos, no siempre atestiguados por la escritura. Fue necesario, partir de la comparación para reconstruir los > en la cadena de la evolución lingüística y llegar al tronco único y original del que se suponía que se habían ido ramificando las lenguas.

Se habló de la clasificación genética de las lenguas y los comparatistas trataron de establecer no solo el parentesco, sino también los grados de parentesco entre las lenguas estudiadas. Ahora bien, ¿cómo concretaron el método que iba a permitir, en definitiva, la construcción de estos árboles genealógicos de la gran familia indoeuropea teniendo en cuenta que, aunque en el ejemplo parece sencillo, hacer comparaciones con decenas de lenguas no lo es?
El tránsito de una lengua > a una o unas lenguas > rara vez es una copia fiel. Por ejemplo: la F latina inicial se mantiene en lenguas como el francés y el catalán pero en castellano se pierde. Por otro lado, el grupo consonántico inicial PL del latín se mantiene en francés y en catalán y se transforma en castellano:

Así, a falta de otros testimonios y ejemplos paralelos, nadie sospechará hoy que huit (francés) podría venir de octo (latino).
El método comparativo fue inicialmente esbozado por F. Bopp y R. Rask y quedó establecido de un modo explícito por J. Grimm. Consistía en el descubrimiento de constantes en el mantenimiento y en la diferenciación de las consonantes entre lenguas como el griego


(que mantenía los sonidos del indoeuropeo), el gótico (donde se producía un primer paso de cambio) y el antiguo alto alemán (que mostraba un segundo grado de evolución). Al descubrimiento de las diferencias constantes se le llamó >: cuando en indoeuropeo existe un p, esa p se mantiene en griego; pero en gótico aparece f y en antiguo alto alemán tenemos b/v
. Y así sistemáticamente.

Grimm estudió las mutaciones de las consonantes labiales, dentales y velares comparando sendos idiomas y estableció lo que se llamó rotación consonántica:
Si en griego había una oclusiva sorda, en gótico había una fricativa y en antiguo alto alemán una oclusiva sonora:

Se empiece por la consonante que se empiece, el cambio siempre se produce en el sentido rotatorio marcado por las flechas. Se trataban de cambios sistemáticos (aunque no abarcaban todos los casos) y permitieron relacionar formas aparentemente diferentes. Lo importante del caso es que estos cambios eran regulares, que se producían en una gran cantidad de series de palabras y que, por lo mismo, revelaban las distintas maneras (pero sistemáticas y constantes) de adaptación de una lengua anterior y común a estas tres.
Por otro lado, y dejando atrás las coincidencias obvias hay otros casos no tan claros: por ejemplo, en castellano existe la forma ocho y en catalán la forma vuit; podemos tratar de justificar esas discrepancias buscando series de palabras en las que se produzcan cambios fonéticos:




Podríamos decir que bajo determinadas condiciones, el grupo –

CT

(interior) latino es adaptado por el castellano como –

CH

Y por el catalán como –

IT

. De esta forma explicaríamos las semejanzas y las diferencias. Para el comparatismo, no solo son sorprendentes las semejanzas palpables, sino que son acaso más reveladoras las regularidades en la desemejanza. Es aquí donde el comparatismo demostró su gran capacidad metodológica y su habilidad para relacionar no solo lo semejante, sino también lo diferente.

Los problemas de la reconstrucción y los árboles genealógicos


El método ilustrado conllevaba grandes problemas a la hora de su aplicación y, sobre todo, si se pretendía reconstruir el ancestro de las lenguas. Los investigadores no tenían más remedio que apoyarse en la escritura. Sin embargo, el texto escrito suele ser conservador; no suele revelar ni el estado, ni el estilo de la lengua hablada. El registro distaba mucho del lenguaje oral del pueblo. Si las lenguas evolucionan no lo hacen a través de la escritura, sino a través del uso oral.
Por lo tanto, tratar de remontarse hacia un oscuro pasado siguiendo el hilo de la escritura podía conducir a graves errores, cosa que años más tarde denunciarían los neogramáticos. Por esto, los pasos de los comparatistas se asentaban sobre un cierto terreno movedizo, nada podía garantizar que un texto literario del siglo XIII a. C. reflejase el estado del habla de un pueblo en ese siglo.
Brugmann y Osthoff, iniciadores de la neogramática, afirmarían a finales del siglo XIX


que las letras son siempre imágenes groseras, torpes y muy a menudo erróneas, del sonido hablado>>; atendiéndose a ellas era totalmente imposible obtener una reproducción exacta del rumbo de un proceso de trasformación fonética>>.
Hay además, otra cuestión que permite plantear severas críticas a la metodología del comparatismo clásico: la heterogeneidad de los datos confrontados con el fin de remitirse a una etapa común indoeuropea. Los materiales que entran en el juego de la comparación pertenecen a cortes temporales bastante lejanos entre sí. Si se tratase de establecer las formas de un latín hipotéticamente no atestiguado por la escritura, sería correcto comparar ciertas formas italianas, francesas, catalanas, etc. atestiguadas en el siglo XIII. Pero este tipo de comparación ya no parece tan legítimo si lo que se compara es un término de griego con uno gótico que aparece 9 siglos más tarde, por ejemplo.
La famosa fábula de A. Schleicher
Avis akvasas ka (la oveja y los caballos) está escrita en un pretendido indoeuropeo y debe ser considerada como una tentativa desafortunada que poco o nada tendría que ver con la realidad de una lengua que acaso se habló, no sabemos exactamente cómo, ni con qué variedades dialectales, hace unos cinco milenios. Si hay formas difíciles de reconstruir en latín teniendo textos y lenguas románicas que evolucionaron a la vez, mucho más complicado, más bien imposible, será reconstruir formas indoeuropeas.
Poco a poco, se fue entendiendo que las formas reconstructivas no correspondían a palabras


reales, eran, más bien, unas fórmulas abstractas que permitían explicar las desemejanzas (y sus irregularidades) entre las lenguas.
Las comparaciones que estaban en su base permitieron establecer, al menos, ciertas relaciones entre las lenguas estudiadas. En sus aspectos más gráficos, estos parentescos se manifestaron por medio de árboles genealógicos>>. De esta forma, las lenguas indoeuropeas se nos presentaban situadas en relación con las demás, y a cada una de ellas se le asignó un punto concreto en la historia evolutiva. La comparación permitía realizar ciertas agrupaciones aproximando las lenguas que presentaban mayores parecidos entre sí.

Aunque los nudos (a, b…) no estaban atestiguados, las semejanzas entre grupos de lenguas exigían que estos nudos fuesen postulados.
Schleicher, por ejemplo, hizo estas conexiones entre las lenguas. En general, las ramas más fructíferas fueron la germánica, la itálica, la eslava y la indo-irania, por la mayor abundancia de testimonios escritos y porque los investigadores del XIX les prestaron mayor atención.

Y nada sabemos, con certeza, de lo que fue en la realidad el amplio despliegue de lenguas a partir de un punto común remotísimo. Tanto la tarea de reconstrucción como el estudio entre las lenguas quedaron bastante marcados por la incertidumbre.

De la neogramática al estructuralismo

En los años 70 del siglo XIX se produjo una fuerte reacción contra la lingüística


comparatista, en concreto, contra su manera de concebir los cambios fonéticos. Este movimiento fue encabezado por A. Leskien, K. Brugmann, H. Osthoff y H. Paul quienes recibieron el nombre de Junggrammatiker que, dado el sentido despectivo de esta palabra en lugar de significar jóvenes gramáticos>> se entendía como gramáticos adolescentes>> o imberbes>>.
La crítica se centró básicamente en dos terrenos:
··La poca seriedad con que eran tratadas las leyes fonéticas
·La debilidad de unos datos que provenían, necesariamente, de la escritura
La realidad es que los comparatistas asumían leyes fonéticas pero aceptaban igualmente, que esas leyes tuviesen excepciones. Esto fue considerado por los neogramáticos como un contrasentido. En este sentido, el artículo de K. Verner (1875)
Marcó la pauta para establecer formulaciones más generales y más matizadas, que las contenidas en la ley de Grimm.
Cuando la ley de Grimm tenía excepciones, Verner las estudiaba y conseguía establecer un principio que hacía que éstas ya no fueran excepciones, sino partes de una nueva ley.
No se trataba, de una excepción a la ley, sino que la ley era insuficiente porque no tenía en cuenta ciertos datos y porque las distintas condiciones de la acentuación imponían cambios diversos.
Así pues, la ley de Verner afirmaba que los sonidos indoeuropeos P, t, k, correspondían a fricativas sordas en gótico, en posición intervocálica, solo si el acento indoeuropeo caía en la sílaba inmediatamente precedente.


En otros casos aparecía la correspondiente fricativa sonora>>. A base de extensiones como ésta, un sinnúmero de cambios considerados anómalos pudieron ser acogidos dentro de las leyes fonéticas, con lo que se reforzó el principio de la regularidad de los cambios fonéticos.
Pocos años después, Brugmann y Osthoff llegarían a posiciones algo más radicales y formularían una especie de hipótesis que consistía en establecer la universalidad del cambio fonético, rechazando las excepciones. En esta hipótesis se contenían los dos principios metodológicos de la neogramática:

··Las leyes fonéticas eran ciegas y no estaban sometidas a excepciones
·Cualquier excepción lo era solo en apariencia y se explicaba por la intervención de la analogía como factor de cambio>>
Brugmann y Osthoff afirmaban: Solo el que se atiene estrictamente a la ley fonética pisa terreno firme en su investigación. Por el contrario, el que admite excepciones incurre necesariamente en subjetivismo y arbitrariedad […].
Así pues, los neogramáticos establecieron que un mismo sonido se vería sometido a idéntico tipo de cambio, siempre que se diese el mismo conjunto de circunstancias. Verner y los neogramáticos sometían las leyes a ciertas condiciones, y con esto las hacían más generales. Lecciones como estas las aprendieron bien los primeros romanistas.
El segundo de los principios de la neogramática tenía que ver con la analogía.


En palabras de Saussure:
una forma analógica es una forma hecha a imagen de otra o de otras muchas, según una regla determinada>>. Y señalaba que a la analogía corresponden todas las modificaciones del aspecto exterior de las palabras que no son naturaleza fonética>>. Saussure reformulaba los dos principios establecidos por Brugmann y Osthoff:
Las mutaciones se explican por la acción de las leyes fonéticas: las excepciones son fruto de la analogía.

Si existen dilluns, dimecres, lunes y miércoles es por la fuerza de atracción de los otros términos del paradigma o, lo que es lo mismo, por la acción de la analogía.
Observaciones sobre el cambio analógico tuvieron singular transcendencia en la historia de la lingüística. Un elemento podía llegar a ser modificado por otros que integraban su propio paradigma. De ahí a afirmar que la lengua era un sistema en el que todo estaba interrelacionado, no había más que un paso.
Por los mismos años haría ya E. Sierves afirmaciones que preludiaban el estructuralismo aseverando la importancia de conseguir un conocimiento exacto de la estructura de todo sistema fonético>>.
A los neogramáticos les interesó más el problema general de la evolución lingüística que no la reconstrucción de la fuente original de una familia de lenguas. De ahí, las críticas a las investigaciones anteriores, la nueva atención prestada a las lenguas vivas, sobre todo las románicas. Por esta atención al habla viva, parece que empezó a abrirse la puerta al estudio sincrónico de las lenguas.





Por último, si los comparatistas optaron por un modelo fisiologista y consideraron que las lenguas eran organismos naturales (nacen, crecen y mueren), los neogramáticos asumieron el modelo sociologista:
Una lengua era dependiente de las comunidades que la hablaban; >.
De aquí al sociologismo de Saussure no había más que un paso: la langue definida por él como la parte social del lenguaje exterior al individuo […] especie de contrato establecido entre los miembros de una comunidad.

CONSECUENCIAS DE LAS TAREAS DE LOS NEOGRAMÁTICOS



··De la analogía a la estructura
·De la atención por las lenguas vivas a la sincronía, a la eclosión de los estudios fonéticos y dialectológicos
·De la aplicación de un modelo sociologista a ciertos planteamientos saussureanos.
Wilhelm von Humboldt
W. von Humboldt
merece un tratamiento especial por dos razones:
En primer lugar, en su obra póstuma generalmente conocida como Introducción a la obra sobre el Kavi (o lengua de la isla de Java) se refiere a algo más de 30 lenguas, y hacia muchas de ellas no se había dirigido el interés de muchos investigadores.
En segundo lugar, Humboldt menciona autores como Adelung, Hervás, W. Jones, Bopp, Grimm, etc. (algo normal entre los comparatistas) pero también filósofos (Kant, Leibniz, Schelling.
..), literatos


(Goethe, Schiller)
Y hasta un gramático especulativo (Harris, heredero del Brocense y de Port-Royal), cosa poco menos que impensable en un lingüista del siglo XIX.

PREOCUPACIONES CENTRALES DE HUMBOLDT

El estudio de las lenguas tan diversas y su conocimiento de la filosofía y de la literatura estaban orientados por una preocupación fundamental: la teoría del lenguaje y, más allá, la teoría de la cultura. En definitiva, dirigió sus esfuerzos a esbozar una especie de teoría de la humanidad.
En su estudio, las lenguas se muestran como lugares privilegiados para indagar no solo la diversificación de la humanidad, sino también las características esenciales del ser humano. El lingüista ha de ver en las lenguas y en su desarrollo las tendencias emergentes der espíritu humano>>.
En su obra, establecerá un paralelo entre la fuerza que da origen a las culturas y la fuerza que engendra las lenguas. Lo que no siempre queda claro es cuál de estas dos fuerzas es la que realmente domina: ¿la lengua crea la cultura o la cultura crea la lengua?
En relación con la lengua sánscrita dice que no es la cultura de la India antigua la que elaboró la lengua, sino que ambas provienen del genio del pueblo>>. Sin embargo, en otros pasajes de la obra parece que es a la lengua (en lugar de al genio) a la que se debe atribuir el papel dominante ya que su función sobresaliente es la de constituir el pensamiento.
Ideas como éstas parecen estar directamente inspiradas en Herder para quien


la lengua es el contenido y la forma del pensamiento humano>>.
Para Humboldt, el más alto requerimiento de la humanidad es la producción de ideas y tiene su máximo exponente en el pensamiento puro abstracto. El tema que ahora planteamos se centra en el problema de las formas gramaticales>>.
Humboldt considera que todas las lenguas poseen recursos para expresar las relaciones gramaticales (persona, tiempo, caso, etc.); pero no todas tienen formas gramaticales. Según él, existe un proceso de emergencia en el lenguaje humano que va desde la fase analítica a la sintética:
··Existieron signos para denominar los objetos
·Establecieron combinaciones entre palabras
·Ciertas palabras pasaron a ser afijos
·Aparecieron las formas gramaticales: las flexiones propiamente dichas
Hay, pues, un largo camino que empieza en el estadio analítico (lenguas aislantes) y que culmina en el estadio sintético (lenguas flexivas). Este camino es visto como un proceso hacia la perfección lingüística, del pensamiento, de la cultura y de la humanidad.
Según Humboldt, cuando una lengua es analítica o aislante, los hablantes han de hacer un esfuerzo suplementario para establecer las relaciones gramaticales; por el contrario, si esas relaciones vienen ya dadas, en lugar de pensar en ellas pueden aprovechar ese potencial para desarrollar las ideas. Así, si un pueblo tiene como patrimonio una lengua flexiva se verá impulsado a desarrollar las ideas. Y si un pueblo no lo tiene, >. En el fondo está formulando una hipótesis que

á>

un siglo más tarde, aunque con importantes diferencias, tendría una nueva versión en la hipótesis del relativismo lingüístico de Sapir, Whorf y, en parte, en la tesis de Marr.

OTROS TEMAS HUMBOLDTIANOS

Humboldt concibe la lengua como un sistema y en este terreno es un claro antecedente de los neogramáticos y de Saussure. En una lengua todo está relacionado y es la fuerza de la analogía el principio que da cohesión al sistema. Por ejemplo, si una lengua incorpora un préstamo lo deberá adaptar por lo que comienza inmediatamente la actividad asimilizadora.
Este sistema no es simplemente una masa muerta; lo que le caracteriza es su dinamismo:
ergon
(o producto), sino enérgia (o productividad)>>. Según Humboldt, existe el habla concreta que solo puede ser definida genéticamente. Éste sería el aspecto inmediato de la lengua: su manifestación en los actos de habla. >.
Aquí es habitual establecer un paralelismo entre Humboldt y Saussure al asociar enérgia con langue.
La lengua es, pues, un sistema caracterizado por la productividad y, además, tiene posibilidades infinitas. Si los pensamientos y sus combinaciones son inagotables, el lenguaje que los crea y manifiesta ha de ser igualmente inagotable.
Por un lado, las posibilidades expresivas no se agotan jamás; por otra parte, siempre será posible la producción de ideas, el más alto trabajo del espíritu. ¿Cómo será la posible que


el lenguaje pueda servir para expresar todo el universo del pensamiento? La lengua ha de hacer uso infinito de unos medios finitos ya que una misma es la fuerza que produce, a la vez, el pensamiento y el lenguaje>> Muy en consonancia con estos planteamientos, hay que considerar que el aprendizaje de la lengua materna es una manifestación progresiva del poder del habla sosteniendo por la edad y el ejercicio>>.
Paralelamente a estos temas, ¿Cómo surgió el lenguaje? Según Humboldt, la invención del lenguaje solo pudo acontecer de golpe porque, de acuerdo con lo que apuntamos al tratar la fuerza de la analogía, no hay nada aislado en el lenguaje: cada uno de sus elementos se revela como parte de un todo. También en este punto podemos considerar que Humboldt es un antecesor, ahora de ciertos planteamientos estructuralistas. Él no quiere decir que todo el lenguaje se diera en el origen; lo que sugiere es que, en ese primer momento debió de existir un embrión de estructura. Y, en ese estadio inicial, lenguaje y humanidad tuvieron que ir parejos: el hombre es hombre solo a causa del lenguaje; pero para inventar el lenguaje tenía ya que ser hombre>>.

INFLUENCIA

Señala Robins que Humboldt fue uno de los pensadores más profundos en cuestiones de lingüística general del siglo XIX. Pero según él, su estilo era demasiado difuso, debía haber leído y divulgado más su obra y elaborado y ejemplificado sus ideas mejor. Si lo hubiera hecho, podría ser considerado uno de los fundadores del pensamiento


lingüístico moderno, a la altura de Saussure.

Pero, aparte de poder ser antecedente de Saussure, es algo más: los rasgos que atribuye al sistema (productividad y posibilidades infinitas) y las apreciaciones sobre el aprendizaje lingüístico, hacen de él un pre-generativista>>.
Además, por su visión de las relaciones entre lenguaje y pensamiento, por un lado y por su concepción de la historia de la cultura, por otro, Humboldt puede ser considerado anticipador de las tesis del relativismo lingüístico.

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