Que significa tanatico


1. Pero en los tres Evangelios, este seguirle en el signo de


Relatos de contenido paralelo a este encargo y a esta promesa se encuentran también en Lc 22, 31 s, en el contexto de la Ultima Cena, y en Jn 21, 15-19, después de la resurrección de Jesús. De esta forma de ver a Jesús se deriva su fe, su confesión; sobre esto se podrá edificar después la Iglesia. Sólo la exposición de Marcos manifestaría una lógica clara, pues sólo un mesianismo político explicaría la oposición de Pedro al
El texto de Pablo y la alabanza a Pedro por parte de Jesús tienen en común la referencia a una revelación y, con ello, también a la afirmación de que ese conocimiento no procede de «carne y sangre». Hch 1, 21 s), y precisamente teniendo en cuenta este contexto el encargo que le confía a Pedro difiere fundamentalmente del que Pablo recibe. Ya que, en definitiva, seguimos pensando según «la carne y la sangre» y no según la revelación que podemos recibir en la fe. Si antes de hacerse a la mar Jesús era para Pedro el «epistáta»-que significa maestro, profesor, rabino-, ahora lo reconoce como el Kyrios. Así pues, nos encontramos absolutamente en el contexto de la experiencia de Jesús que tuvieron los discípulos, y que hemos intentado conocer a partir de algunos momentos destacados de su camino de comunión con Jesús. Con tales reconstrucciones, la ciencia pretende demasiado. Pero también Pilato sintió que se trataba en realidad de algo muy diferente, que a un verdadero «rey» políticamente prometedor nunca lo habrían entregado para que lo condenara. Volvamos a las confesiones de los discípulos. Era ese «profeta» que, al igual que Moisés, hablaba con Dios como con un amigo, cara a cara; era el Mesías, pero no en el sentido de un simple encargado de Dios. Existen dos interpretaciones diferentes, pero que no se excluyen una a otra. Los seis o cerca de ocho días harían referencia entonces a la semana de la fiesta de las Tiendas; por tanto, la transfiguración de Jesús habría tenido lugar el último día de esta fiesta, que al mismo tiempo era su punto culminante y su síntesis interna. Pero resaltan en el fondo también el Sinaí, el Horeb, el Moría, los montes de la revelación del Antiguo Testamento, que son todos ellos al mismo tiempo montes de la pasión y montes de la revelación y, a su vez, señalán al monte del templo, en el que la revelación se hace liturgia. A través del bautismo nos revestimos de luz con Jesús y nos convertimos nosotros mismos en luz. Identifica al Elías que esperan con Juan el Bautista, aun sin decirlo: en la actividad del Bautista ha tenido lugar la venida de Elías. No sabía lo que decía» (Mc 9, 6): «Maestro. Vamos a hacer tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías» (Mc 9, 5). En el monte ven el «poder» (dýnamis) del reino que llega en Cristo. Regnavit a ligno Deus: Dios reina desde «el madero»; así es como la Iglesia antigua ha celebrado este nuevo reinado. En este sentido, Esteban «cita» unas palabras de Jesús cuya realidad pudo contemplar precisamente en el momento del martirio. Discutirlas no forma parte de los objetivos de este libro, aunque debemos considerar al menos sus líneas principales. Más aún, la «comunidad» no se habría siquiera formado ni habría sobrevivido si no le hubiera precedido una realidad extraordinaria. En las palabras sobre el sábado es importante el enlace entre «hombre» e «Hijo del hombre»; vemos cómo esta palabra, de por sí genérica, se convierte en expresión de la dignidad especial de Jesús. Pero esta salvación es relativa; la historia continúa y en su desarrollo se va haciendo todavía más oscura. Pero no podemos pasar por alto que son palabras pronunciadas por Aquel que se encuentra ante sus jueces como acusado y escarnecido y que, precisamente en estas palabras, se entrelazan inseparablemente la gloria y la pasión. El motivo por el que se aceptan estos textos estriba en que en ellos, aparentemente, se distingue entre el Hijo del hombre y Jesús; sobre todo en la primera cita parece evidente que el Hijo del hombre no coincide con el Jesús que está hablando. Los textos se refieren claramente a la misma e idéntica persona: precisamente a Aquel que, cuando pronuncia estas palabras, estaba ya en camino hacia la pasión. En la pasión y en la muerte, la vida del Hijo del hombre se convierte también
En su muerte «por todos» traspasa los límites de tiempo y de lugar, se hace realidad la universalidad de su misión. El auténtico punto de referencia sigue siendo Isaías 53; lo que nos muestran otros textos es sólo que existe un amplio campo de referencias para esta visión fundamental. Pero precisamente así -asumiendo la naturaleza humana- es portador de la verdadera humanidad. A lo que tiende el seguimiento de Jesucristo es a esa humanidad nueva que viene de Dios. EL HIJO

Al comienzo de este capítulo hemos visto brevemente cómo los dos títulos, «Hijo de

Dios» e «Hijo» (sin añadiduras), son distintos entre sí; se diferencian en su origen y en su significado, si bien luego en la configuración de la fe cristiana ambos significados se sobreponen y se entremezclan. Dado que ya he tratado toda la cuestión con cierto detalle en mi obra Introducción al cristianismo, me ocuparé aquí sólo brevemente del análisis del título «Hijo de Dios». En tercer lugar, también se ve claramente que la promesa del dominio


Así, el oráculo sobre el rey de Sión fue desde el principio una palabra de esperanza en el rey que habría de venir, una expresión que apunta más allá del instante presente, del «hoy» del entronizado. Rm 13, 17), en el título de «Hijo de Dios» choca inevitablemente con la exigencia totalitaria del poder político imperial, y chocará siempre con los poderes políticos totalitarios, viéndose forzada a ir al encuentro del martirio, en comunión con el Crucificado, que sólo reina «desde el madero». «No a los sabios y entendidos», nos dice el Señor, sino a la gente sencilla. El misterio de amor trinitario que se perfila en la palabra «Hijo» es uno con el misterio de amor en la historia que se cumple en la Pascua de Jesús. Este segundo grupo parece en principio más fácilmente comprensible, mientras que el primero resulta mucho más enigmático. Schweizer), que, sin embargo, son mucho más recientes que los Libros del Nuevo Testamento. Quisiera señalar sólo los dos textos esenciales que en realidad cuentan. Y, por tanto, esto significa también que Él está siempre presente para los hombres, ayer, hoy y mañana. Y viceversa, estando así las cosas, en cuanto Hijo puede pronunciar la palabra que revela al Padre. 61).

Veamos ahora las expresiones en las que el contenido del «Yo soy» se especifica con una imagen; en Juan hay siete de estas imágenes; y el que sean precisamente

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