Realidad objetiva en filosofia



2.1

El Cogito y el Criterio de Verdad


Mediante la duda, Descartes atacó los fundamentos del saber y de la filosofía tradicionales. No obstante, hay una certeza resistente a todos los ataques de la duda y de la cual es imposible dudar: percibimos nuestro pensamiento y nuestra existencia simultáneamente. Para dudar hace falta pensar, lo que requiere existir, por tanto, somos seres pensantes, aunque podría ser que al dejar de pensar dejásemos también de existir. Esta es una evidencia absoluta, y sólo pueden ser base del conocimiento las evidencias absolutas.

Ahora bien, al desconfiar de la razón por la hipótesis del “genio maligno” nuestra existencia no se deduce de pensar, sino que se trata de una intuición en la que el “yo” se nos muestra como “pensante” y “existente” a la vez y de forma clara.
Una intuición es la captación de un modo directo e inmediato de una verdad evidente, sin dejar lugar a dudas, por su claridad y distinción.

Por lo cual, el pienso luego soy es la primera verdad a la que llegamos a través de la duda metódica, base para demostrar todas las demás certezas del conocimiento y, consecuentemente, prototipo de ellas, gracias a su claridad y distinción. Éstas son las cualidades de la evidencia (primera regla del método y su postulado general), según la cual: lo evidente es intuido de forma clara y distinta;
No se debe admitir nada carente de evidencia; no se deben tener en cuenta ideas preconcebidas; y tampoco ir más allá de lo claro y lo distinto.

La claridad y la distinción, opuestos de la oscuridad y la confusión, son cualidades de la evidencia; tanto para conocimientos intelectuales como sensibles. Entonces:

-Una idea es clara cuando es inmediatamente reconocible, inteligible en sí misma.

-Una idea es distinta al estar perfectamente separada de otras ideas. Todas las ideas distintas son claras, pero no todas las ideas claras son distintas.

Con Descartes se establece un nuevo criterio de verdad:
la certeza subjetiva. Se abandona la concepción de la verdad como la adecuación del pensamiento a la realidad, donde la realidad garantizaba la verdad de mis ideas. Se pasa de una concepción “objetiva” de la verdad a una concepción “subjetiva” de la verdad.

Descartes rompe la unión directa entre sujeto de conocimiento y realidad conocida estableciendo un intermediario:

Las ideas

Según Descartes, la verdad sólo se establece en el pensamiento del sujeto, en la claridad y distinción con lo que una idea, sin correspondencia con el mundo, se presenta en nuestra mente. Ahora las ideas son objeto de conocimiento, no hay un conocimiento directo con la realidad. Este idealismo y subjetivismo convirtieron a Descartes en el padre de la filosofía moderna.

Para finalizar, encontramos cierta similitud entre el “si me engaño, existo” de San Agustín y el “pienso luego soy” de Descartes. Ambos rebaten el escepticismo y afirman la incuestionabilidad de la existencia.
Sin embargo, difieren en que San Agustín defiende una existencia plena del ser humano mientras que Descartes recoge sólo la existencia del pensamiento. También en que para San Agustín su tesis es marginal, una verdad entre tantas, en cambio, la tesis de Descartes es el elemento central sobre el que levanta toda su filosofía.



2.1

Demostraciones de la Existencia de Dios


Todo el sistema cartesiano se apoya en la existencia de una sustancia infinita: Dios, que posibilita la certeza a través de la evidencia y dota al hombre de conocimiento que no le induzca al error. Para ello, Descartes necesita demostrar la existencia de Dios como ser perfecto. Debido a la duda metódica, Descartes no puede asegurar la existencia de las cosas corporales aunque sean claras y distintas; sólo podía asegurar la existencia del pensamiento, y como un conocimiento válido sólo es posible si se basa en las ideas innatas, sólo le queda analizar la causa de la idea del ser perfecto, eterno, inmutable, independiente, perfecto y causante de toda la existencia.

Descartes trata de responder a la pregunta de si la idea innata de Dios es solamente “objetiva” (la existencia de la idea en nuestra mente como objeto de pensamiento) o si además de objetiva posee una existencia “formal o actual” (la existencia real de un objeto fuera de la mente). Para ello introduce un principio metafísico según el cual la realidad que se encuentra en el efecto no puede ser superior a la realidad de la causa.
Por tanto, como Dios es sumamente perfecto y el pensamiento posee ideas con distintos grados de perfección, y la idea de pensamiento se incluye entre ellos, Dios, según Descartes, no proviene del pensamiento. Además, desarrolla otros tres argumentos:

1.-Debe haber tanta o mayor realidad en la causa eficiente que en el efecto


Luego, la causa de la realidad extra-mental de Dios ha de tener tanta o más realidad que su idea. Y como las personas somos finitas e imperfectas, puesto que dudamos, la idea de un ser perfecto como Dios no puede provenir de seres imperfectos como las personas, sino que la idea de éste ha sido puesta en nosotros por un ser infinito y perfecto: Dios. Por tanto, la causa de esta idea innata sólo puede ser Dios. Es más, para Descartes, la idea de Dios no podría ser materialmente falsa y proceder de la nada porque la concibe con claridad y distinción, encerrando la máxima realidad objetiva y la más verdadera de todas.

2.-


Podemos deber nuestra existencia a nosotros mismos (lo que es imposible porque nos habríamos dotado la perfección de Dios), a nuestros padres (aunque tampoco, ya que sólo nos han dotado de existencia corporal, no nos han hecho sustancias pensantes), o de un ser menos perfecto que Dios (que también resultaría imposible porque para concedernos la idea de Dios, la causa última de ese ser debería ser Dios). Por esto, Dios existe y es la causa de nuestra existencia.

3.-


Este argumento ontológico de la existencia de Dios sostiene que no se puede tener la idea de Dios sin admitir su existencia. La existencia está incluida en su esencia: Dios es el ser que consiste en existir. Descartes sentencia que si algo no existe no puede ser perfecto, entonces, Dios, al ser un ser sumamente perfecto, existe objetiva y formalmente, puesto que existir en la realidad además de en la idea demuestra mayor perfección que existir sólo en el pensamiento.

Por tanto, Descartes, con la idea innata de Dios como verdad evidente, clara y distinta, demuestra la existencia de otra sustancia, la más importante, la res infinita.

Descartes, con la demostración de la existencia de un Dios veraz y bondadoso, destruye la hipótesis del genio maligno y permite justificar el saber y la ciencia, devolver la confianza en las matemáticas y tomar como verdaderas las cualidades primarias de los cuerpos y las ideas innatas que se presentan con la claridad y distinción suficientes (garantía de la verdad y derrota de la duda)
. No obstante, Descartes plantea la visión de un Dios constructor de un mundo que una vez creado funciona por sí solo con sus leyes y principios.

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