San Pedro de vaticano


Caract gen, los monjes cluniacenses van a ser los verdaderos impulsores del ROMánico. Su reforma consistía en una vuelta a la austeridad cristiana partiendo de la abadía madre, la orden se extenderá por toda Europa, y con ella, las carácterísticas del arte. ROMánico. Los principios básicos de la arquitectura son la monumentalidad y la perdurabilidad.  Materiales: piedra dispuesta en sillares regulares. Elementos sustentantes: Muro grueso con pocos vanos abocinados. Pilar de sección circular, cruciforme o poligonal. A veces columnas adosadas. Columna: de poco uso. Achaparrada y gruesa. Elementos de descarga de empujes: contrafuertes, pechinas y trompas, para aliviar el peso de la cubierta y llevarlo al suelo. Arcos: el de medio punto es el más común. A veces aparecen uno mayor cobijando a otro menor. Es usual que se emplee como refuerzo de cubiertas, es decir. Elementos sustentados: Bóvedas: de cañón, de aristas y de cuarto de esfera. Cúpulas: hemisféricas sobre trompas o pechinas para pasar del cuadrado al círculo. Decoración: No es abundante, suele ser austera. Motivos geométricos, ajedrezado, zig-zag, puntas de diamante, canecillos… Escultura y pintura, con un claro sentido simbólico. La luz, que se usa de forma también simbólica. El grosor del muro y los pocos vanos provocan un oscurecimiento interior de los edificios que aumenta la sensación de misterio y recogimiento. Los edificios principales son el monasterio y la iglesia de peregrinación. El monasterio. Se entiende como un conjunto de edificios donde se aloja una comunidad autosuficiente de monjes. No sólo es un centro religioso, sino también cultural y económico. Los edificios se vertebran en torno al claustro, y a su alrededor se situaban la biblioteca, la sala capitular, el refectorio y las cocinas. Al norte se solía situar la iglesia. Otras dependencias: scriptorium, celdas, hospedería, establos, almacenes, huertas, etc. La organización se rige por la regla de San Benito de Nursia, religioso del siglo VI que establecerá unas normas después seguidas por los monasterios. La iglesia es un edificio simbólico y funcional, templo donde se oficia la liturgia con una orientación al este. El Cristo crucificado se simboliza en el transepto (los brazos de la cruz), el presbiterio (la cabeza) y las naves (el cuerpo y las piernas). La planta deriva de la basílica, con prolongación de las naves del crucero hasta llegar a la cruz latina, de tres o cinco naves, y una o tres en el transepto. Puede presentar también crucero con cimborrio, tribuna, nártex, una o dos torres (a los pies), girola y absidiolos. En el exterior predomina el macizo frente al vano. Los muros son gruesos, de sillares, con contrafuertes. Pueden llevar molduras, arquillos ciegos, bandas lombardas, ajedrezados, canecillos, modillones de rollo, etc. Las ventanas son pequeñas y abocinadas. A los pies o en los muros laterales se sitúan las portadas, que acogen el programa decorativo o escultórico. El arco de acceso en estas portadas está rehundido (abocinado), lo que da lugar a diversos arquitos concéntricos llamados arquivoltas. Debajo queda un espacio llamado tímpano, también decorado, y debajo, el dintel. Éste puede estar sostenido por una columna llamada parteluz o mainel. Flanqueando la portada, las jambas.


ARQUITECTURA ROMÁNICA EN ESPAÑA

Siglos XI y XII (hasta XIII). Gran importancia de la Reconquista (Toledo, 1805; Zaragoza,

1105). Influencias: francesa, carolingia y lombarda, además del sustrato asturiano, visigodo y

mozárabe.

CATALUÑA

Era la Marca Hispánica, con grandes influencias carolingias y lombardas (Italia).

Primer ROMánico:
Finales s. X – principios XI. San Pedro de la Roda.

Segundo ROMánico:

– S. XI: Sta María de Ripoll.

– S. XII: La Seo de Urgell.

– ROMánico rural pirenaico: pequeñas iglesias, de sillarejo de pizarra, cubierta de

madera y torres italianas cuadradas (S. Clemente de Tahull) o redondas (Sta.

Coloma, Andorra).

Tercer ROMánico: S. XIII. Trabajan canteros musulmanes y suponen una transición al

gótico. Catedrales de Lérida y Tarragona.

CAMINO DE SANTIAGO

– Catedral de Jaca (Huesca), San Martín de Frómista (Palencia), Santiago de Compostela.

4.2. LAS ARTES FIGURATIVAS

La escultura y la pintura son complementarias de la arquitectura y tienen unos espacios para

su desarrollo iconográfico:

– Escultura: Portada, capiteles, sarcófagos, pilas y obras exentas.

– Pintura: Ábsides, bóvedas, muros, tablas de altar y miniaturas.


PÓRTICO DE LA GLORIA. EL ARTISTA Una inscripción idenficativa, esculpida en el Pórtico de la Gloria, reza “En el año 1188 de la Encarnación del Señor, el maestro Mateo ha dirigido la obra desde el comienzo”. COMPOSICIÓN El Pórtico de la Gloria forma parte del nártex de la catedral, cuyos escasos 5 m de anchura impiden una visión frontal completa. El recinto es el nivel superior de una cripta ideada por el maestro Mateo para compensar el desnivel de terreno que había entre la nave de la iglesia y la plaza exterior. El Pórtico se estructura en tres oberturas que coinciden con las naves de la iglesia. Acoge más de doscientas esculturas de exquisita factura que recubren todos los elementos arquitectónicos. El programa iconográfico tiene su punto neurálgico en el parteluz, presidido por la estatua sedente del apóstol Santiago, que acoge a los peregrinos. El tímpano del vano principal recrea el Apocalipsis: Cristo aparece en el centro, en actitud majestuosa, mostrando sus llegas, rodeado por los cuatro evangelistas con sus símbolos; la arquivolta muestra a los ancianos del
Apocalipsis; sobre el dintel, unos arcángeles portan los símbolos de la Pasión; los espacios curvos acogen a los elegidos, que el maestro Mateo plasmó como 38 figuras humanas, las doce tribus de Israel y la corte celestial. En las jambas, un magnífico conjunto de profetas y apóstoles parecen conversar. La ornamentación escultórica de la arcada izquierda del Pórtico está dedicada a la Ley de Moisés y la de la derecha, al JuicioFinal.
La ruptura con la estética ROMánica se manifiesta en el tratamiento individualizado de los personajes (tanto del rostro como de los cabellos), cercano al retrato, y en la expresividad facial. Todas las figuras revelan un dinamismo que hace que pierdan la frontalidad y la rigidez ROMánicas acentuado por la naturalidad en los pliegues de los vestidos. Las esculturas (muchas de ellas prácticamente exentas) están talladas en granito o mármol, y conservan restos de su policromía original. CONTENIDO Las dos jambas del vano central simbolizan los fundamentos de la ciudad descrita por el Apocalipsis, cuyas columnas son el Antiguo y el Nuevo Testamento (Profetas y Apóstoles). 


En el pilar de los Profetas (jamba izquierda) un apesadumbrado Jeremías refleja el sufrimiento que padecíó a causa de sus profecías, Daniel sonríe porque anuncia la venida del Salvador; Isaías sostiene un pergamino, y Moisés lleva las Tablas de la Ley en sus manos. En la jamba derecha, el pilar de los Apóstoles presenta a San Pedro con las llaves del Reino de Dios, a San Pablo y a San Juan. En los ángulos del Pórtico, ángeles con trompetas recuerdan su condición apocalíptica: el día del Juicio Final, su sonido congregará a los elegidos desde los cuatro puntos cardinales.


EL ARTISTA El anónimo Maestro de Tahüll empezó su obra por tierras hispanas en la pequeña iglesia de
San Clemente; sus discípulos decoraron la vecina Santa María, trabajaron en Aragón y llegaron
hasta Castilla, donde decoraron la ermita segoviana de Santa Cruz de Maderuelo.
ELEMENTOS PLÁSTICOS Tanto el trazo, como el color y la plasmación de los personajes, están al servicio de la
exageración y de los detalles más significativos. Así, la línea, gruesa y enérgica, materializa las
formas y les funde vida y expresión. Con pocos trazos se reproducen los rasgos esenciales: el
rostro de Jesús se construye a partir de unos ojos simplificados, un entrecejo que se prolonga
para definir la nariz y una boca perfilada por dos rayas; el conjunto queda enmarcado por una
cabellera y una barba simétricas. Pocas líneas para expresar solemnidad y serenidad.
El color, denso y puro, sin matices, aplicado a grandes superficies, aplana la composición.

Su gama es brillante, rojo, azul y amarillo intensos, y más violeta que la de cualquier otro país
europeo. Las figuras son alargadas y estilizadas. La frontalidad, la rigidez y el hieratismo
confieren a los personajes el aire distante requerido. La perspectiva es inexistente, excepto en
el libro que ostenta Cristo, donde el autor no renuncia a crear espacio, y las figuras se reparten
en un plano único. 


COMPOSICIÓN La composición sigue el esquema convencional ROMánico: la figura sobrehumana de Jesús, enmarcada por la mandorla y flanqueada por el resto de figuras, distribuidas en franjas paralelas y yuxtapuestas. El ábside, hacia donde el fiel dirige su mirada, se distribuye en tres registros: el primero, el cielo, se adapta a la bóveda semiesférica a modo de firmamento para ilustrar una teofanía (representación divina) de carácter apocalíptico, el segundo aprovecha el cilindro del ábside, con representaciones de la Virgen y los santos, que remiten a la Iglesia y a su papel como intercesora entre el mundo divino y el humano; y el tercero, generalmente dedicado a la tierra es aquí apenas visible. El conjunto se beneficia de la existencia de una ventana en el ábside. La figura de Jesús, eje central vertical, se prolonga en ella, invadiendo el segundo resgistro, que simboliza su presencia en la tierra a través de la Iglesia. La ventana, símbolo de la luz, reafirma el mensaje del ábside, sobre todo durante la celebración de la misa, cuando el sacerdote se inclina sobre el altar y los rayos de sol deslumbran a los feligreses. Las otras grandes protagonistas de la composición son la simetría y la geometría, que producen la sensación de ritmo. Líneas vertical y horizontal, recta y curva establecen un complicado juego de equilibrios. Así, la verticalidad de los personajes se compensa con las horizontales que trazan la cintura de Jesús o la franja de nombres; y las formas rectas predominantes se equilibran gracias a las curvas de la mandorla y a los círculos que la flanquean. El rostro de Jesús es el centro de la simetría vertical que el artista sólo se permite con la posición de las manos. CONTENIDO El programa iconográfico es también arquetipo del mensaje adoctrinador del arte ROMánico. Un Pantocrátor impresionante, de tamaño superior a los otros personajes, preside la composición. Sentado sobre la bóveda celeste, con los pies osbre el escabel de la tierra, flanqueado por las letras griegas alfa y omega ( principio y fin), transmite toda la majestad que emana del texto apocalíptico. La mandorla simboliza la luz que emana de su ser divino y, en su órbita, planea el tetramorfo. Cuatro ángeles sostienen los símbolos de los evangelistas. Equilibran la composición los seres apocalíticos con ojos abiertos por todo el cuerpo. El segundo registro,separado del celestial por una banda con los nombres de los representados, remite a la Iglesia. Los santos y María, simbolizan, hieráticos, las columnas de la fe.


EL ARTISTA
Aunque los impulsores de las obras fueron los dos obispos catedralicios, hay constancia de
algunos de los artífices que intervinieron en la construcción de la catedral: se suele citar a los
maestros franceses Bernardo y Roberto, y a sus probables discípulos, el llamado maestro
Esteban y Bernardo el Joven.
EXTERIOR
En su tiempo, la catedral impresionaba por su complicada cabecera ROMánica, los largos
brazos del transepto y las torres que flanqueaban la fachada. Con el paso del tiempo se le
añadieron más torres, un claustro gótico flamígero, una cúpula sobre el crucero y, en los siglos
XVII y XVIII, su frente basilical fue cubierto por un paramento Barroco(el Obradoiro) que hizo
desaparecer la fachada ROMánica. Así, de la antigua catedral queda tan sólo la fachada sur del
transepto: la celebérrima puerta de Platerías (1103).
PLANTA E INTERIOR
La Catedral de Santiago, la mayor iglesia de peregrinación del Camino, introdujo
dimensiones monumentales respecto a sus precedentes hispánicos.
La planta de cruz latina es simétrica y regular. Se organiza en tres naves longitudinales,
precedidas por un nártex y cruzadas por un gran transepto, dividido también en tres naves,
cuyos brazos ostentan cuatro absidiolas y terminan en dos grandes portadas. La cabecera
acoge un deambulatorio con cinco capillas radiales.
En el espacio interior prima la sensación de verticalidad y esbeltez, potenciada por los 22m
de altura de la nave central.
Cubre la nave principal una bóveda de cañón con arcos fajones, contrarrestada por bóvedas
de arista en las naves laterales y de cuarto de cañón en la tribuna.


El alzado se articula en dos niveles: las arcadas y una tribuna muy desarrollada. Los arcos
del primer nivel descargan sobre pilares con columnas adosadas en todas sus caras, la
columna que queda en el lado de la nave central sube hasta el arranque de los arcos fajones
de las bóvedas y se constituye en elemento divisorio de los diferentes tramos.
Tribuna, transepto y deambulatorio permitían a los peregrinos recorrer todo el templo sin
interferir la celebración del oficio. La tribuna de la catedral de Santiago es elevada y profunda,
con vanos en ambos lados del pasillo que, por el lado de la nave central, se abren en arcos
geminados que la iluminan en contraste con la penumbra de la nave central.
El deambulatorio con capillas radiales fue concebido para facilitar el acceso a las reliquias
del apóstol que se hallan en la cripta bajo el altar del presbiterio. Las cinco capillas radiales que rematan la cabecera tienen planta semicircular, aunque la
axial es mayor y cuadrada en su exterior.
CONTENIDO El objetivo del Camino de Santiago era llegar hasta la iglesia que guardaba los restos de
Santiago el Mayor, uno de los discípulos más próximos a Jesucristo, decapitado entre los años
41-44. Cuando se redescubríó su tumba, en el siglo IX, tras siglos de olvido, el entonces rey
asturiano Alfonso II el Casto mandó construir allí una basílica, precedente de la actual catedral,
que fue destruida por Al-Mansur.
En plena Reconquista, el rey Alfonso II necesitaba un elemento aglutinador para su reino y
convirtió al apóstol en un símbolo de la lucha contra el islam.
En el 1075, de la mano del obispo compostelano Diego Peláez, comenzaron las obras para
erigir un gran templo en el lugar de la antigua basílica.
En el 1087, sin embargo, el obispo Peláez fue destituido y su proyecto quedó paralizado
hasta la llegada, en 1100 del nuevo prelado Diego Gelmírez próximo a la orden cluniacense. El
conjunto fue finalizado en el año 1128.

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