5 ejemplos de tesis antítesis y síntesis


Nietzsche fue un filósofo alemán del Siglo XIX que recibíó una gran educación artística y quien tenía una gran sensibilidad musical. Junto con Marx y Freud, se le considera un “Filósofo de la sospecha”.   Nietzsche define la vida como lo instintivo, lo concreto, lo inmediato, lo espontáneo, lo fugaz, el devenir. La vida es arte, es voluntad de crear. La vida de la que habla Nietzsche es la que reflejan las obras trágicas de la antigua Grecia, en que los contrarios como el odio y el amor o el placer y el dolor se entrelazan, luchan y también cooperan. Nietzsche sostiene que el arte es necesario para comprender el mundo. Nietzsche hace una crítica a la filosofía Platónica, que da lugar a la metafísica tradicional. La metafísica tradicional considera la realidad como algo estático e inmutable, distinguiendo entre una realidad verdadera, proveniente de un mundo superior, y una realidad falsa, del mundo sensible. La “invención” de este otro mundo superior es producto del resentimiento y aversión de los filósofos hacia la vida, ya que temen su fluir constante.Nietzsche analiza dos divinidades artísticas de la antigua Grecia: Apolo y Dioniso.

Apolo:

representa el orden, la armónía, la coherencia y la razón. En la cultura griega, era el Dios de la luz.

Dioniso:

representa el desenfreno y el frenesí sexual; era el Dios de la noche. Nietzsche sostiene que la vida es una constante contraposición entre lo apolíneo y lo dionisíaco. En un inicio, los griegos supieron armonizar los elementos apolíneos y dionisíacos de la vida, sin embargo, tras las aportaciones de Sócrates, comenzaron a valorar más lo apolíneo, prefiriendo la razón por encima del sentimiento. Tanto los filósofos posteriores a Sócrates, como el cristianismo han seguido esta tendencia, de manera que toda la cultura occidental otorga mayor importancia a la razón que a la pasión. Nietzsche pretende rescatar lo dionisíaco porque considera que debe ser valorado tanto como lo apolíneo.

LA CRÍTICA


CRÍTICAA LA METAFÍSICA   
Nietzsche considera a la cultura occidental contraria a la vida porque desde la filosofía Socrática, Platónica y el inicio del cristianismo, ha negado su realidad. Los filósofos, aterrados ante el constante devenir que es la vida, inventaron un mundo caracterizado por la estabilidad, el mundo de las ideas platónico. Pero este mundo no solamente es ilusorio, sino que es contrario a la verdadera realidad. El cristianismo también  desprecia la vida terrena, predicando que la vida eterna y perfecta tiene lugar tras la muerte, en el cielo, que según Nietzsche es equivalente al mundo de las ideas platónico. Nietzsche denuncia que a causa de la filosofía platónica, el concepto se vuelve más importante que la propia realidad. En su obra “sobre verdad y mentira en sentido extra moral” analiza cómo el lenguaje cosifica la realidad encorsetando la vida, creando una concepción ilusoria de una realidad estática.


N sostiene que no existen valores morales absolutos. La moral no es más que una herramienta que los poderosos utilizan en su favor. Nietzsche considera que la moral platónico-cristiana va en contra de los instintos del hombre, porque gira entorno a Dios, haciendo que el hombre rechace su propia naturaleza.
 Es muy crítico con el lenguaje, que considera muy limitado respecto a la vida, mucho más rica y basta. El lenguaje del que disponemos no es suficiente para referirse a la vida, por ello, N aboga por el uso de metáforas y aforismos, recursos que él mismo utiliza muy a menudo en su obra.  Tras analizar la cultura occidental, Nietzsche concluye que Dios ha muerto. Esta afirmación no es una crítica como podría ser la de Feuerbach o la de Marx, sino que N considera que la muerte de Dios es un hecho histórico que aconteció durante la ilustración y del que es culpable el ser humano. La consecuencia inmediata de la muerte de Dios es la desaparición de los conceptos en los que se basa la moral cristiana y católica, aquellos que según N impiden al hombre realizarse y prosperar. El proceso que deriva de la muerte de Dios se denomina “Nihilismo”. Comienza en un estado de duda y desconcierto, lo que N define como “Nihilismo pesimista”. En este estado, el hombre se encuentra perdido ya que acaban de derrumbarse aquellos conceptos en los que había basado su existencia. Tras el Nihilismo pesimista, comienza el estado de “Nihilismo optimista”, en que se acepta la muerte de Dios y se asume la responsabilidad del hombre en ella. En este momento, el hombre debe emprender la búsqueda de nuevos valores y de una nueva moral para regir su vida, los hombres que sean capaces de crear una nueva moral serán los que N denomina superhombres.
Un “srh” es aquel que ama incondicionalmente la vida, aceptando tanto el placer como el dolor que esta conlleva.   N denomina voluntad de poder a la permanente lucha de cualquier aspecto de la rea por superar a los demás, es inherente a todo ser vivo, es aquello que nos lleva a querer ser superiores, lo cual no implica dominar sobre el resto, sino simpl la aspiración de convertirse en el señor de uno mismo. N sostiene que la voluntad de poder es la razón de nuestra exist, aun así, ha sido negada por la cultura occidental, viéndose aplastada bajo la razón, que niega y disfraza la realidad


Marx explica que hay que entender la realidad desde la materia, que es todo lo susceptible de ser captado por el conocimiento sensitivo racional del hombre. Igual que Hegel, Marx sostiene que la realidad es una, pero añade, que esta es material y dialéctica.

Marx define que la realidad consta de tres polos, que están sometidos a las leyes de la dialéctica, por lo que se encuentran en continua relación de dinamismo. El polo desencadenante de la relación es el objeto o tesis, que en contraste con el sujeto o antítesis, genera la idea o síntesis. Según las leyes de la dialéctica, los polos, que son contrarios, están en permanente lucha, la tesis es negada por la antítesis que a su vez, es negada por la síntesis según la regla de la negación de la negación. La tercera ley de la dialéctica es la del salto cualitativo, mediante la cual Marx explica que la acumulación de cambios cuantitativos, al alcanzar un punto máximo, provocan un cambio cualitativo.

Marx concluye que la evolución se produce por la propia dialéctica.

La sociedad capitalista se divide en clases sociales y Marx señala que surge una contradicción fundamental entre las dos principales: burguésía y proletariado. La burguésía tiene la propiedad privada de los medios de producción y el proletariado sólo posee su fuerza de trabajo, que tiene que vender a la propia burguésía para sobrevivir. Surge así la explotación de una clase sobre otra y con ella la lucha de clases.


En su análisis del modo de producción capitalista, Marx explica que la fuerza de trabajo, junto con los medios de producción, da lugar al producto. El producto recibe un valor añadido denominado plusvalía, que es una parte del propio trabajador que otorga al objeto al confeccionarlo, quedando dialécticamente vinculado a él. Marx sostiene que el germen del problema del capitalismo reside en que la plusvalía queda en manos del propietario, producíéndose así un robo o alienación, ya que el salario que recibe el proletario no equivale a la plusvalía que genera y que le es arrebatada.

La alienación es definida por Marx como una enajenación forzosa, irrecuperable y destructiva a través de la cual, el modo de producción capitalista sustrae al trabajador el producto que ha generado, y con él, la plusvalía. De este modo, el trabajador es despojado de una parte de sí mismo.

Marx denuncia que el capitalismo da lugar a una triple alienación:

Del producto


El producto es arrebatado por el capitalista, quedando enajenado en el proceso.

Del trabajo

Ya que deja de ser el medio de realización del sujeto, deja de ser una fuente de felicidad, y se convierte en un mero medio de obtención de los recursos mínimos para la subsistencia, que tiene lugar en condiciones infrahumanas.

Del trabajador

: En primer lugar, al producirse la alienación del trabajo, la consecuencia inmediata es la deshumanización del hombre, que queda reducido a categoría de animal por las condiciones en las que se ve obligado a trabajar. En segundo lugar, el proletario queda desposeído de la parte de sí

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