Aristoteles y el pensamiento critico


NOCIONES DE ARISTÓTELES


Lo necesarioy la ciencia

Para Aristóteles, la ciencia estudia lo necesario, «lo que no puede ser de otra mane­ra» y por ello es eterno, ingénito e indestructible. Se ocupa, pues, de realidades y principios inteligibles e inmutables. En efecto, pertenece a la razón de ciencia el estimar que es imposible que lo que se sabe sea en realidad de otra manera: «nadie dirá que cree que A es Βsi piensa que A no puede ser de otra manera; dirá entonces que conoce que A es B». En contraste, pertenece a la razón de opinión el considerar que lo que se estima puede ser en realidad distinto. En esto, Aristóteles sigue a Platón, quien también considera que lo propio de la ciencia es el estudio de realidades universales y necesarias. Sólo que para este último tales realidades constituyen un mundo de Ideas existentes por sí mis­mas que Aristóteles no admite.//No cabe, pues, ciencia de lo contingente en cuanto tal, porque su inestabilidad impide lograr la firme certeza que el saber científico requiere. La misma física, que se ocupa de estudiar lo que cambia, es ciencia en cuanto tiene por objeto descubrir los principios inmutables del movi­miento, es decir, los principios según los cuales el movimiento de los seres naturales tiene lugar.//En cuanto a la ciencia, su razonamiento propio es la demostración, un silo­gismo cuya conclusión es necesaria y cierta, si las premisas están constituidas por unos principios universales, anteriores y mejor co­nocidos que la conclusión. Y no es lo mismo silogismo que inducción. Mediante la in­ducción se accede a los principios, mientras que el silogismo ha de partir de estos. Por lo demás, ciertos principios universales, como el de no contradicción, se conocen por intuición intelectual y también de ellos parte la demostración científica. Son verdades que no se demuestran y cuya necesidad no es objeto de ciencia, sino de un hábito de los primeros principios Frente a éste, la ciencia es discursiva o racional no dirigida a lo inmediatamente evidente.

 2.
La producción y la acción
Aristóteles defiende la existen­cia de una razón específicamente práctica y una razón productiva como modos de conocimiento intelectual distintos de la ciencia. Acción y producción son, en efecto, dos géneros de actividad hu­mana, pertenecientes al ámbito de «lo que puede ser de otra mane­ra», «lo contingente», en oposición a lo «necesario» o «que no puede ser de otra manera» que es el objeto propio del conocimiento cien­tífico.//Existen semejanzas y diferencias entre acción y producción: ambas son un obrar o actividad ordenado hacia un fin y se rigen por un conocimiento que las orienta hacia el éxito en el cumplimiento de dicho fin. Pero, mientras que en la producciónel éxito de la activi­dad se reconoce en el producto, en lo que queda después de haber realizado la actividad, el éxito de la acciónno deja tras de sí ningún efecto constatable y solo puede ser calibrado por la perfección en el realizarse de la acción misma. Dicho de otro modo, la acción tiene su fin en sí misma, mientras que la producción lo tiene más allá de sí misma, en el producto, no en la actividad. Es por esto que a cada género de actividad corresponde una virtud intelectual dis­tinta: a la acción, la prudencia, y a la producción, el arte. Este último es un principio capaz de generar seres, como la naturaleza, si bien esta constituye un principio interno al ser natural y aquel, en cambio es un principio externo al ser generado. Por esta razón, Aristóteles afir­ma: «no hay arte de cosas que son o llegan a ser por necesidad, ni de cosas que se producen de acuerdo con su naturaleza».

3.NOCION DE ARISTOTELES

Prudencia y moderación:


La prudencia es una virtud intelec­tual como la ciencia, la intuición intelectual, la sabiduría y el arte, es decir, una disposición o hábito permanente, voluntario y dirigido al descubrimiento de la verdad. Sólo que la verdad aquí se entiende como el acertar con la decisión correcta cuando se ha de actuar con la vista puesta en la felicidad, es decir, en una vida plena y satisfac­toria conforme a nuestra condición racional.//La prudencia es el hábito de razonar por medio de deliberaciones que concluyen en una decisión siempre contingente, no por medio de demostraciones cuyas conclusiones son juicios ne­cesariamente verdaderos.//Ahora bien, aunque la prudencia se ocupa de «lo que no puede ser de otra manera», no es arte, pues versa sobre la acción y no sobre la producción: «el fin de la producción es distinto de ella, pero el de la acción no pue­de serlo, pues una acción bien hecha es ella misma el fin».///A diferencia de la prudencia, la moderación es una virtud ética, un hábito de actuar conforme al término medio en lo re­ferido a acciones y pasiones. La moderación salvaguarda la pruden­cia porque la moderación del carácter impide que se altere el juicio prudencial; elegir prudentemente el «término medio» entre el exceso y el defecto exige que haya moderación en los place­res, porque su exceso puede hacer que nos equivoquemos respecto a lo que verdaderamente nos conviene. Pero también es cierto que la prudencia hace posible la moderación, porque, como cualquier otra virtud moral, esta se realiza en el ejercicio habitual de nuestras acciones, eligiendo el término medio adecuado y esa elección tiene lugar por medio de la prudencia.///Sin embargo hay que aclarar que la prudencia no es solo virtud intelectual, no es un saber que se olvide ni cuya ignorancia pueda fingirse, ya que es también virtud moral cuyo ejercicio modela de manera perma­nentemente el carácter.

CONTEXTO ARISTÓTELES


A))

El texto pertenece al libro VI de la Ética a Nicómaco, titulado «Exposición de las virtudes intelectuales». En esta obra, tras establecer que la felicidad es una actividad del alma conforme a la virtud, Aristóteles define la virtud y distingue entre virtudes éticas e intelectuales o dianoéticas. Las segundas son objeto del libro VI, mientras que de las primeras trata en los libros anteriores, aunque prosigue su exposición en el libro VII (continencia e incontinencia). Posteriormente, en los libros VIII y IX, analiza el papel de la amistad y su relación con las virtudes éticas y 1a felicidad, y por último, en el célebre libro X, examina la función del placer y de la vida contemplativa en la consecución de la felicidad. ///En el conjunto del pensamiento y las obras del autor, nuestra obra forma parte del grupo de los tratados de filosofía práctica.No es destacable la relación que guarde con Magna Moralia, dada la escasa entidad y autoría dudosa de esta última. Pero sí hay un vínculo notable con la Ética a Eudemo, en la que aparecen ya los libros V, VI y VII de la Ética a Nicómaco si bien por lo que respecta a los libros no comunes, existen diferencias muy significativas de planteamiento: en la Ética a Eudemo Aristóteles sostiene un pensamiento más cercano al platonismo mientras que la Ética a Nicómaco es más tardía y madura.///


Por lo que respecta a la relación del texto y de la obra con el conjunto del pensamiento de Aristóteles, es innegable que Ética a Nicómaco es una obra inequívocamente representativa del autor, según tres consideraciones:a) El concepto de virtud se basa en la concepción aristotélica del alma como forma o principio vital del cuerpo.b) La concepción aristotélica de la ciencia asume los plan­teamientos lógicos y metodológicos expuestos en los Analíticos. Conforme a la tradición platónica, solo hay ciencia de lo necesario y la ciencia es un modo de ser racional demostrativo, al menos sobre lo que en ella no cambia o «no puede ser de otra manera».c) Como una de sus mayores originalidades, Aristóteles separó racionalidad teórica (ciencia) de racionalidad práctica (pruden­cia), lo que tiene dos importantes consecuencias: su ruptura con el intelectualismo socrático y platónico y su afirmación de una racionalidad específicamen­te práctica: aunque la prudencia no sea ciencia, también podemos comportarnos racionalmente en el ámbito de «lo que no puede ser de otra manera» (ética y política), ya que la prudencia es, en tanto que virtud intelectual, «un modo de ser racional y verdadero».


b)En el capítulo de las influencias recibidas, es obligado referirse a los Sofistas y a la filosofía de Platón. Como herencia sofística puede destacarse la importancia que Aristóteles atribuye a lo contingente en la sabiduría práctica, tanto en su definición de virtud ética como en la contingencia del juicio moral que es propio de la prudencia. Frente a esta exaltación sofista de lo contingente, cabe contraponer las innegables influencias platónicas que Aristóteles muestra al carac­terizar las virtudes intelectuales como conocimiento; al vincular las virtudes morales a la virtud intelectual de la prudencia y por último al proponer, aun­que con reservas, la vida contemplativa como actividad superior del ser humano y, por tanto, como paradigma de vida buena o feli­cidad.//En cuanto a las influencias generadas por la filosofía de Aristóteles, la lista es interminable, desde la filosofía árabe la Escolástica y la ciencia medievales, hasta las diversas corrientes del siglo XX, donde autores como Hannah Arendt y Hans G. Gadamer han propiciado una relectura de algunos conceptos relevantes de la filosofía práctica aristotélica.//Respecto del contexto histórico, la filosofía de Aristóteles, como la de su maestro Platón, está marca­da por la crisis de la polis ateniense en el escenario inme­diatamente posterior al final de la guerra del Peloponeso y la muerte de Sócrates. Aristóteles se enfrenta a la imposibilidad de llevar a la práctica el modelo platónico de la «ciudad perfecta» regida por sabios. Esto le conduce probablemente a la búsqueda de una explicación más pragmática de los regímenes de gobierno legítimos ,en la que no se busca un sumo bien inteligible sino el «bien común», la armonía de los ciudadanos. Un síntoma de esa concepción menos idealista de la ética y la política se advierte en la insistencia de Aristóteles en el papel fundamental de la amistad y la sociabilidad en la construcción del proyecto individual de vida buena o feliz, y en la correspondien­te transformación del papel del «sabio», que ya no es, como postuló Platón en la República, ni el mesías de la polis ni el portador de la única forma de vida digna de ser vivida.

Por otro lado, el imperialismo macedónico fue otra circunstancia de enorme influencia en la vida y en el pensamiento de Aristóteles. En cuanto a su vida, sabemos que los dos momentos en que Aristóteles abandonó Atenas (tras la muerte de Platón y tras la muerte de Alejandro Magno) .Aunque Aristóteles se había posicionado frente al modelo imperialista, defendiendo la polis como espacio de comunicación y de realización de la sociabilidad natural del ser humano.


NOCIONES SANTO TOMÁS. 

Movimiento y primer motor

Estas dos nociones, que tienen que ver con la primera vía, nos remiten al significado del movimiento, puesto que el primer camino de demostración se basa en la experiencia de este hecho que, entendido como actualización de una po­tencia, es sinónimo de cambio, tanto en Aristóteles como en Santo Tomás. En efecto, sobre las nociones de potencia y acto, formuló Aristóteles la definición de movimiento que Sto. Tomás adopta: «acto de un ente en potencia en cuanto está en potencia» (Física, III, 1). Según la definición, en el movimiento el ente no está como antes de cambiar, pues entonces su potencia para el cambio no estaba actualizada en modo alguno. Pero tampoco se halla ésta actualizada por completo, pues ello equivaldrá al mismo cese del movimiento. Entre ambos extremos, el movimiento mismo, mientras dura, es un acto que no ha agotado la potencia que el móvil poseía. De aquí que Santo Tomás llamar al movimiento acto imperfecto, o no concluido.//El movimiento, así entendido, no puede recibir comienzo a instancias de la potencia: una potencia no puede actualizarse si no es por obra de algo en acto. Es por esto que insiste Santo Tomás en que nada puede moverse a sí mismo, sino que necesi­ta ser movido por otro ser que esté en acto. De no ser así, se violarían los primeros principios, pues se requeriría estar al mismo tiempo en acto y en potencia respecto de lo mismo. Esta prioridad del acto y esta imposibilidad de dárselo quien está en potencia de tenerlo conduce toda la argumentación que, en la primera vía lleva a Santo Tomás a concluir la necesidad de un primer motor que no sea movido por otro, de un motor inmóvil, se­mejante al aristotélico, si bien difieren notablemente las ideas que de Dios tienen el filósofo griego y el teólogo medieval. En efecto, al no ser posible una serie infinita (en sentido vertical, no horizontal o que meramen­te se extienda en el tiempo, puesto que el universo está estructurado jerárquicamente, según Santo Tomás) de motores y móviles, es preciso pensar en un Primer motor que inicie toda la serie sin ser uno de ella necesitado de ser movido.

Causa eficiente primera y ser necesario

Este par de nociones alude a la conclusión de las vías segunda y tercera, aquélla parte de la constatación del hecho de que se dan en el mundo causas eficientes o productoras del ser de algo, mientras que la tercera arranca de la consideración de lo posible y lo necesario, así como de la existencia de seres contingentes.//La idea de causa recibió ya en Aristóteles el signifi­cado de aquello sin lo cual no se puede comprender la existencia de un ser o de un fenómeno determinados. En Santo Tomás la experiencia de la causa es, además, la experiencia de un orden, ya que cualquier causa eficiente transmite algo de su propio ser al efecto por ella causado. La vigencia de los primeros principios excluye que, en esa transmisión, algo pueda ser causa de sí mismo), así como la suposición de un número infinito en la serie de las causas actualmente subordinadas. Por eso que se concluya la existencia de una primera causa eficiente que da el ser a las demás. Hay aquí una diferencia fundamental con la primera vía: si Aristóteles sólo concebía una causa motora del dinamismo real, Santo Tomás remite a Dios una acción más radical que la del Primer Motor, la de causar el ser mismo de las cosas desde la nada (creación).//En la tercera vía, el texto nos muestra la existencia de seres que pueden existir o no existir, ser producidos o destruidos. A diferencia del ser necesario, los seres contingentes no pueden existir siempre, de modo que, si todos los seres fueran de esta condición, habría habido un tiempo, en el que nada habría existido; pero entonces no existiría nada ahora, ya que de la nada nada se en­gendra. En conclusión, los seres no pueden ser meramente contingentes , sino que se exige la existencia de algún ser necesario, ya lo sea por sí mismo o reciba su necesidad de otro. Pero en este último caso tampoco podemos remitirnos a una serie infinita, por lo que se requiere la existencia de un ser nece­sario por sí, que, siendo por esencia su propio ser, causa la necesidad de los que de él dependen.


NOCION DE SANTO TOMÁS Ser perfectísimo e inteligencia ordenador
Ambas nociones consideran a Dios como el ser al que remiten las dos últimas vías de Santo Tomás: la cuarta, basada en los grados de perfección que pueden observarse en el mundo, y la quinta, que parte de la cons­tatación del orden y la finalidad que igualmente apreciamos en la naturaleza.///En la cuarta vía, de origen platónico, habla Santo Tomás de verdad o de bondad entendidas como formas de ser, a pesar de que los ejemplos que utiliza, extraídos de la física aristotélica, no parecen los más apropiados. Pero lo importante es que, en cualquier orden de cosas, los grados, el más y el menos, se dicen siempre en relación a un absoluto, a un máximo. Santo Tomás lo argumenta haciendo uso de la noción platónica de participación, en esta vía presupuesta: los seres contingentes, no poseyendo su ser por sí mismos, ni tampoco su bondad o su verdad ontológica, son más o menos reales, buenos o verdaderos en la medida en que participan sus perfecciones de una causa última que es absolutamente bondad, o verdad, no las «tiene» ni «alcanza», esto es, de un ser perfectísimo.
// La última vía tiene en cuenta lo que Santo Tomás llama el gobierno del mundo y parte del orden y la finalidad que en él pue­den apreciarse. Así, los seres que carecen de conocimiento y, no obs­tante, tienden a un fin, no son movidos por el azar sino, en última instancia, por una inteligencia que ordena todas las cosas a su fin propio y es causa final del mundo. El orden del universo se realiza pese a las cualidades diferentes y hasta contrarias que tienen los distintos seres, lo cual refuerza el argumento, en la versión de la Suma contra Gentiles:si cuando muchas cosas con cualidades diferentes e incluso contrarias cooperan hacia la realización de un solo orden, la razón debe verse en una Causa inteligente o Providencia. Si la prueba tal como se presenta en la Suma Teológica subraya la finalidad interna de un objeto, la presentada en la Suma contra Gentiles subraya la cooperación de muchos objetos en la realización del orden o armonía únicos del mundo.   
Existencia de Dios y existencia del mal
Cuando Santo Tomás se plantea la existencia de Dios, formula dos objeciones iniciales por las que parece que Dios no existe. La primera se apoya en la existencia del mal como hecho de experiencia.//Al poner en boca de un posible objetor que si uno de dos contarios es infinito (Dios, el Bien absoluto), el otro contrario (el mal)  Santo Tomás tuvo conciencia de la dificultad implicada en la afir­mación de que Dios es infinito y al mismo tiempo que el mundo y los seres son distintos de Él. Su solución fue que no hay proporción entre el ser de Dios y el de los seres crea­dos, pues éstos no añaden nada a Aquél. No le añaden, ni le limitan en su infinitud. Pero, como sólo puede haber mal allí donde el Ser no se encuentra en plena y simple Totalidad, donde está participado, el mal es un defecto inherente a los grados de perfección, en contraste con el  bien pleno, correspondiente al ser perfecto. Eso no significa, sin embargo, que sea malo que el ser sea participado por creación: la multiplicidad, la composición, la dependencia, no son el mismo Bien, pero son buenas para quien no puede ser bueno más que así. Pero sí significa que el mal absoluto o total no existe, como no existe la nada.//Hace compatible el teólogo la existencia de Dios con la existen­cia del mal.
Afirma que el mal no es una naturaleza, no tiene realidad propia, sino que es mera privación y, si actúa, lo hace porque está unido a algún bien. Por eso el mal no puede corromper absolutamente al bien, que tiene preeminencia sobre aquél. Ni siquiera habría posibilidad del mal, donde no hubiese bien. Su distinción entre mal de pena y mal de culpa, plantea este último como mal moral, ma­yor aún que el anterior. Si el mal de pena tiene que ver con la privación, el mal de culpa radica en la voluntad, como falta de su operación debida o de su debido orden, no pudiendo atribuirse a Dios, que sólo lo permite. El mal aparece precisamente donde se ejercita la eficiencia natural sin el orden al fin por el que Dios ha conferido esa capacidad. Lo que allí hay de acción se reduce a Dios como a su causa; pero lo que hay de desorden o deformidad, no tiene a Dios por causa, sino sólo a la libertad creada .

4.1. CONTEXTO SANTO TOMÁS


Santo Tomás fue autor de obras exclusivamente filosóficas, ya sean, comentarios o cuestiones disputadas .Sus más importantes obras son teológicas, en las cuales se contiene casi todo su pensamiento filosófico, por ser la filosofía herramienta imprescindible para la especulación en teología. Algunas de las más extensas e influyentes son las sumas y los comentarios. Las primeras son exposiciones amplias y sistemáticas, mientras que los segundos son anotaciones a la Biblia y a diversos escritos teológicos, así como los ya mencionados sobre Aristóteles.//Parece que, ya en los comienzos de su ocupación docente —cuando compone su comentario al Libro de las Sentencias de Pedro Lombardo—, Aquino habría concebido la idea de una explicación sintética de la teología. La composición de esta Suma Teológica comenzaría en Italia alrededor de 1266, al término de su primera etapa parisina. Acababa por ese tiempo la Suma contra los gentiles. Pero la Suma Teológica habría de continuarla durante su segundo destino en París, para que, tras su vuelta final a Italia en 1272, quedara detenida en la cuestión 90 de la Tercera Parte. Lo que habitualmente se conoce como Suplemento es la terminación dada a la obra por su discípulo Reginaldo de Piperno que, con elementos del comentario a las Sentencias, completa la parte sacramental y escatológica.///En cuanto a la distribución del contenido de la Suma Teológica, el mismo Aquino expone en el Prólogo la división adoptada en tres partes, dedicadas a Dios, los actos humanos y Cristo. La unidad de la obra la garantiza su misma intención teológica, de modo que podría decirse que la Parte I trata de Dios como principio;la Parte II,de Dios como fin; y, como de hecho, conforme al libre y absolutamente gratuito proyecto de Dios, históricamente revelado, el retorno al fin se había de hacer por Cristo, una Parte III estudiará las condiciones cristianas de este retorno.///Centrándonos en la Parte I, su primer punto —Dios— será, a su vez, dividido en tres partes. De ellas, dos se refieren a Dios en sí mismo ; la última, a Dios como principio de la creación.En cuanto a la primera, «Dios en sí mismo», comienza por la cuestión 2ª, que se formula la pregunta más elemental: ¿Existe Dios?, como paso previo a la pregunta qué es o quién es, que se tratará a partir de la q. 3. Esa importante cuestión 2ª se desarrolla en tres pasos: Dios, ¿es o no es evidente por sí mismo? ; La existencia de Dios, ¿es o no es demostrable,y, por último, ¿Existe o no existe Dios?,  que es en concreto nuestro texto.Los primeros siglos de la Edad Media fueron una época de grandes contrastes.
La reforma gregoriana, impulsada por Gregorio VII en el siglo XI, permitió una profunda renovación espiritual de la Iglesia, que culminó a finales del siglo XII con el papa Inocencio III.
En el siglo XIII la sociedad medieval llegó a su plenitud y la Iglesia y sus instituciones permitieron unos niveles antes desconocidos de formación cultural y científica, así como de asistencia social.//


CONTEXTO SANTO TOMÁS 4.2

Además, durante los siglos XII y XIII, se experimentó una mayor comunicación entre la cultura cristiana y la musulmana gracias a las campañas militares en Oriente, con las cruzadas, y en Occidente, con la Reconquista española. Estos acontecimientos hicieron posible que la escolástica cristiana recibiera los escritos de los filósofos árabes y, a través de ellos, el pensamiento aristotélico. Sin estas circunstancias, Tomás de Aquino, probablemente, no hubiera podido ofrecer muchos de sus planteamientos filosóficos y metafísicos.//

Desde el punto de vista cultural, tres factores fundamentales explican el elevado nivel de la producción intelectual y filosófica de este periodo:

• La aparición de las órdenes mendicantes

A principios del siglo XIII se fundan las órdenes de los dominicos y los franciscanos. Vivían de la limosna y predicaban la fe en las ciudades. Dedicaron, por ello, gran esfuerzo a su formación, especialmente a través del estudio de la teología. Tomás de Aquino ingresó en los dominicos, seguramente por el ideal evangélico de pobreza, pero también por su pasión por el estudio y la enseñanza.

• Las traducciones de Aristóteles y de los filósofos árabes

Las obras de Aristóteles y de los filósofos árabes fueron traducidas al latín en la escuela de traductores de Toledo y en Palermo entre los siglos XII y XIII. El joven Tomás de Aquino pudo contar con la traducción de casi todos los escritos de Aristóteles y de sus comentaristas árabes en sus años de universitario en Nápoles. Sin embargo, estas traducciones no eran del original griego, por lo que, cuando se propuso comentarlas, pidió una traducción directa del griego al latín a Guillermo de Moerbeke.

• La creación de las universidades

A comienzos del siglo XIII, los profesores y estudiantes de las escuelas medievales se organizaron corporativamente en forma de gremio. El término universitas significó entonces la «universalidad» o conjunto de todos los profesores y estudiantes, de orígenes muy diferentes, y de todas las ciencias conocidas en ese momento. //La primera universidad en orden de importancia fue la de París;
atraía a los mejores profesores y estudiantes.///En cuanto al contexto filosófico del siglo XIII, quedó circunscrito a las facultades universitarias de Artes y de Teología y estuvo completamente marcado por la aparición del pensamiento de Aristóteles. Al principio, la autoridad eclesiástica puso reparos a la filosofía de este autor, que juzgó incompatible con la fe cristiana, sobre todo por su extrema presentación, de manos de Sigerio de Brabante, que secundaba las interpretaciones de Averroes sobre los escritos de Aristóteles, aunque incorporando doctrinas de Avicena y de otros autores no cristianos. En numerosas cuestiones, sus defensores se situaron al margen de la ortodoxia cristiana.///Los maestros de la facultad de Teología de París rechazaban todo lo que tuviera relación con Aristóteles. Esta corriente, denominada agustinismo medieval, invocaba la autoridad de san Agustín para contrarrestar la visión anticristiana a la que conducía el averroísmo. Uno de los más prestigiosos maestros de Teología fue san Buenaventura.///Tomás de Aquino se encontró entre dos frentes, porque los averroístas lo consideraron un teólogo más, mientras que los agustinistas lo confundieron con un averroísta. Aunque se apoyó abundantemente en el pensamiento aristotélico, sin embargo combatió las tesis averroístas que eran contrarias a la fe (así la teoría de la doble verdad o la negación de la inmortalidad del alma individual).

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