Grecia y Roma en la Antigüedad Clásica
El Arte Clásico
El Arte Clásico se inaugura a mediados del siglo VI a.C., cuando tanto la figuración narrativa (retratos, escenas) como una buena parte de la decorativa (grutescos, roleos) comienza a emplear sistemáticamente el estilo que, en lenguaje naturalista, popular y realista, intenta reproducir los objetos con la mayor precisión posible dentro de las limitaciones de cada técnica (por ejemplo, un tapiz rara vez logrará recrear una imagen con detalle fotográfico).
El auge del estilo naturalista, con sus adornos ricos en detalles, no supuso el abandono del estilo geométrico. Ornamentos esquemáticos como grecas y palmetas, así como la mayoría de los elementos que componen los famosos órdenes decorativos de la arquitectura (dórico, toscano, jónico y corintio; solo este último incorpora hojas de acanto, en principio para ser talladas con estilo naturalista), siguieron siendo geométricos.
La Indumentaria en la Antigüedad Clásica
La indumentaria que estudiamos en este capítulo coincide con el desarrollo de la figuración y decoración clásicas, pero carece de algo que permita calificarla como clásica, salvo por la coincidencia cronológica y espacial.
En general, la indumentaria del milenio 500 a.C. – 500 d.C. en Grecia y Roma se compone más o menos de rectángulos de tejido que se enrollan en torno al cuerpo o penden desde él. En consecuencia, el traje grecorromano clásico debe considerarse una prolongación de la indumentaria egipcia.
La decoración superficial no existe, o al menos no la refleja la plástica, salvo en algunas caracterizaciones teatrales. Los paños yuxtaponen su volumetría y colores. No se emplean tocados, salvo en atuendos rituales (principalmente religiosos), ni pelucas.
1. Grecia y el Imperio Macedónico
El Vestido Griego
No se tiene noticia de prendas interiores en Grecia.
La túnica de los varones humildes, dedicados al trabajo físico, se adjetiva a menudo como exomide porque, a fin de mejorar el movimiento del brazo derecho, deja al descubierto el hombro correspondiente. Esta túnica es un simple rectángulo de tejido anudado sobre un hombro y con el vuelo de la falda recogido con un cinturón.
Mayor categoría revelan las túnicas llamadas peplo y chitón (2). La primera se confeccionaba con tejido de lana y se relaciona con las mujeres.
La túnica talar consistía en un rectángulo de tejido doblado por la mitad bajo una axila, cuyas dos mitades pendían de los hombros por medio de fíbulas o puntos de costura. Una estudiada colocación sobre el cuerpo producía hermosos efectos ablusados, para los que se empleaban uno o más cinturones ocultos.
Por su parte, el chitón se relaciona con la túnica de lino, más ligera y adecuada para los meses de calor, procedente de las tierras de la Jonia, antigua Anatolia y hoy Turquía. No está clara la designación sexual del chitón; en general, el chitón largo hasta las rodillas y principalmente de lana sería el de los hombres, y el chitón de lino y siempre talar, el adjudicado a las mujeres.
Sobre la túnica, el único tipo de manto de que disponía la mujer griega era el himation, un manto diagonal, más conocido por los romanos como palio (3). Su marido también lo vestía, y algunos hombres como Sócrates y numerosos filósofos, a imitación suya, no vestían absolutamente nada más: la manta de la cama se convertía en manto sobre el cuerpo (4).
Sin embargo, no lo usaban los caballeros: la dignidad militar se distinguía con la clámide (2). Esta procede de la antigua capa militar mesopotámica y se afianzará como símbolo castrense en el Imperio Romano, cuando será rebautizada como paludamento.
Los griegos rara vez se cubrían la cabeza, salvo para evitar el sol (pétaso o sombrero con ala) y, salvo los militares, se calzaban poco y siempre en interiores a fin de no estropear las sandalias.
La Desnudez en Grecia
Una particularidad de las costumbres indumentarias griegas la hallamos en la tolerancia de la desnudez integral masculina en ambientes viriles como la palestra y los baños. La única parte del cuerpo que despertaba cierto pudor era el glande, pero era fácil ocultarlo atando una cuerda alrededor del prepucio.
Quizás en Grecia, el desnudo ganó la partida al vestido. En efecto, la desnudez no solo es propia de los caballeros, la flor y nata de los varones griegos, los únicos con tiempo que destinar al deporte, sino que se reserva para la figuración de héroes y dioses. De hecho, cuando un gobernante alcanzaba la gloria, caso de Alejandro y de los futuros emperadores romanos, era representado desnudo.
Al asumir connotaciones de dignidad, la desnudez griega realmente vestía al hombre, porque vestido es lo que nos hace sentir vestidos.
En efecto, el ‘traje nacional’ de los griegos fue la desnudez. Entre las razones que pueden aducirse, destacaré las siguientes:
- La admiración por el cuerpo masculino, considerado más bello que el femenino a decir de los filósofos más eminentes (Aristóteles entre ellos).
- La etnofobia contra los persas, pueblo pudoroso y enemigo.