Educación desarraigada


La lírica desde 1940 a los años 70   La lírica española, corno los géneros narrativo y dramático, estuvo determinada por la Guerra Civil y sus consecuencias. Los poetas más significativos tenían dos salidas a la tregua: el exilio, o seguir ofreciendo lo mejor de su producción en un ambiente hostil. No obstante, la poesía es un género que brillará con luz propia en las dos primeras décadas de posguerra, sobre todo debido a la diversidad generacional, intencional y temática.  1)
Poesía en el exilio  Estos poetas coinciden en la evocación del país perdido, el recuerdo de la guerra, el deseo de recuperar el pasado y la experiencia del destierro: dolor, angustia, soledad. Destaca León Felipe en Méjico, con una poesía vehemente e indignada, de aire profético y declamatorio sobre la España perdida y la defensa de sus ideales republicanos (Ganarás la luz). Pedro Garfias continúa también en Méjico su labor poética; ultraísta en los años veinte, recoge en sus versos del destierro la nostalgia de España y la soledad de los exiliados (Río de aguas amargas). Los versos de Juan-Gil Albert son elegantes, .Y reflejan el mundo clásico y mediterráneo, con un tono melancólico sobre el amor y la muerte (Concertar es amor).    2) Poesía de los cuarenta La actividad lírica en esta época se centra fundamentalmente en la colaboración en revistas literarias: Garcilaso (poetas más cercanos al régimen, que cultivan una lírica de corte clásico, y una visión optimista del hombre y del mundo) y Espadaña, (poetas contrarios al régimen, que aporta una visión desarraigada de un mundo conflictivo e imperfecto). En la posguerra también hubo lugar para la poes’ia pura, de temática amorosa, en torno al cordobés Pablo García Baena, fundador de la revista Cántico (1947).    2.1 Arraigada y formalista De ideología falangista, y vinculados a las revistas Escorial y Garcilaso, una serie de poetas defienden una estética formalista y clasicista que, inspirada en Garcilaso y los poetas del Renacimiento, da lugar a Una poesía de gran rigor métrico y formal, pero arraigada y conformista, apegada a temas esenciales, corno Dios, el amor o la naturaleza, dejando al margen la dura realidad social en que nace. Destaca Luis Felipe Vivanco, con versos de tono grave y preocupaciones religiosas (Tiempo de dolor), Leopoldo Panero, en cuya poesía se mezclan la visión amable y machadiana de lo cotidiano y la búsqueda de Dios (Escrito a cada instante); Luis Rosales, con su obra La casa encendida expresa su propio mundo, con imágenes barrocas y surrealistas. Otros autores son Dionisio Ridruejo y José García Nieto.    2.2 Poesía de los cuarenta: desarraigada y existencial La publicación de Hijos de la ira (1944) de Dámaso Alonso, libro desbordante de inconformismo y angustia existencial y Sombra del paraíso, de Vicente Aleixandre, así como la aparición de la revista Espadaña , en el mismo año, marcaron un giro importante en la poesía de posguerra. Se produce un salto de la serenidad y el formalismo a la expresión arrebatada, de la tradición a la visión directa de la realidad contemporánea, del elitismo de la poesía dirigida a una minoría, a la asunción de los problemas de la inmensa mayoría: el dolor, la miseria, el sinsentido de la vida, la muerte; :todo ello provocan el desasosiego y la angustia vital del poeta, que con tono dramático, considera que el mundo no está bien hecho y se rebela contra la injusticia de los hombres o ante la pasividad de un Dios sordo y ciego ante lo que ocurre en la tierra. Autores que participaron en esta: tendencia fueron Victoriano Crémer, Eugenio de Nora, Leopoldo de Luis, y los poetas de. La revista cordobesa Cántico, mencionados anteriormente.  

3) Poesía social de los años 50    Surge corno resultado natural de una serie de ingredientes-que estaban en el mundo poético precedente o en el entorno social: la tendencia a la «poesía impura», que fue arraigando en los poetas del 27, la poesía existencial de la década anterior y la situación política de posguerra. La voz poética se vuelve solidaria y de denuncia ante la injusticia y triste realidad. Se trata de una poesía de lenguaje sencillo y directo, en el que la forma está supeditada al carácter del contenido, de ahí la ausencia de estrofa y un tono desarreglado y prosaico. Una poesía dirigida a la inmensa mayoría, (Blas de Otero) y convertida en un arma cargada de futuro, que abandona la neutralidad estética. Para comprometerse con la sociedad. Blas de Otero, elabora en Ángel fieramente humano y en Redoble de conciencia —refundidas y ampliadas en Ancia- una poesía desgarrada, áSpera, en la que un Dios lejano calla ante los desconsolados gritos de súplica del poeta; asimismo, también se pregunta por el sentido de la vida y las consecuencias de la posguerra. Esta preocupación existencial pasa a ser abierta preocupación social en su segunda etapa: en Pido la paz y la palabra, su voz se hace plenamente social y solidaria. Verso sencillo y palabra directa para cantar deseos de paz, de libertad y de justicia. España se convierte también en el tema central de su poesía, al igual que en la posterior Que trata de España. Gabriel Celaya, poeta prolífico, escribe una poesía combativa, de carácter narrativo, para transformar el mundo. Destacan los poemarios Cantos iberos y Lo demás es silencio. José Hierro mostró en sus primeros libros preocupaciones existenciales. En Quinta del 42 encuentra ya causas sociales a los problemas humanos, y a partir de aquí, en su poesía se alternarán el estilo realista-narrativo y el visionario-contemplativo.    4) Poesía de los-años sesenta     Los poetas de esta década renuevan la estructura, la forma y el lenguaje de los textos (es lo que se ha dado en llamar poética de la experiencia), no para transformar la realidad, sino para expresar subjetivamente sus propias vivencias en ella, que dan lugar a más ternas: evocación de la infancia y adolescencia, el amor y la amistad, la soledad o el fracaso, el paso del tiempo y la inevitable tragedia de la edad. Admiran a poetas corno Luis Cernuda y Antonio Machado, a este último por su actitud ética ante la vida. Pasa a segundo plano el compromiso político con la realidad española, que se critica o se satiriza mediante la ironía y el humor, con enfoques que varían entre la acritud y el escepticismo. Además, abundan los elementos culturalistas, con reflexioneS sobre la creación poética, elementos irracionales o simbólicos, referencias intertextuales, juegos de ironía, que ya van destinados a un lector mínimamente culto, y no a la inmensa mayoría. Su estilo es muy elaborado, con una organización rigurosa de la estructura del poema, selección del vocabulario y de las imágenes y recursos, referencias cultas o paráfrasis de otros textos. Ángel González, el ejemplo más claro de transición de la poesía social al nuevo estilo poético, mantiene en él el compromiso social, pero la crítica la expresa mediante la ironía y el humor. Los juegos de palabras y el tono coloquial caracterizan muchos de los poemas de libros como .Áspero mundo, o el titulado Tratado de urbanismo. José Manuel Caballero Bonald refleja en sus obras su. Andalucía natal, y usa un lenguaje Barroco y muy cuidado. Sus obras fundamentales son Descrédito del héroe y Laberinto de fortuna. Jaime Gil de Biedma poetiza la experiencia propia, y por ello, sus poemas tienen u tono confesional y narrativo. Transmiten una agria visión ‘de la alta burguésía en la que nacíó con una peculiar ironía intelectual. Combina, además, el lenguaje conversacional con la expresión elegante (Moralidades o Poemas póstumos). José Ángel Valente es el principal defensor de la «poesía como conocimiento»: encontrar la palabra precisa que desvele la realidad y ayude al descubrimiento del ser. En su poesía tanta importancia tiene lo que no se dice como lo explícitamente dicho, y por ello se habla de «poesía del silencio» en la obra Treinta y siete fragmentos. Francisco Brines escribe una poesía Meditativa y’reflexiva, centrada en los efectos destructores del paso del tiempo y en la muerte, pero su poesía transmiten serenidad, no angustia, pues Manifiestan el deseo de aprovechar la existencia a través del amor o la naturaleza (Palabras a la oscuridad o La última costa). Claudio Rodríguez manifiesta su entusiasmo ante la vida, la tierra y el mundo campesino en endecasílabos asonantados que alternan con versos blancos en Don de la ebriedad. En Conjuros insiste en el vitalismo y en su deseo de identificarse con las cosas sencillas.

Dejar un Comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *