Bloque I: Roma Monárquica
1. Tito Livio: Ab Urbe Condita, I, 29, 1-3
El autor del documento histórico es Tito Livio, historiador de época augustea (Padua 59 a.C. – Roma 17 d.C.).
Se trasladó a Roma para relatar la historia de la ciudad hasta la muerte de Druso. La obra en cuestión, escrita con la característica forma analística de Livio, se titula Ab Urbe Condita, dividida en 142 libros, de los cuales solo se conservan 35: los libros I-X y los libros XXI-XLV.
Con su obra trata de demostrar que Roma había sido destinada a la grandeza (desde sus orígenes, como muestra el presente documento). Livio, en su estilo, suele combinar los elementos narrativos con las descripciones, los retratos y los discursos. Livio trata de hacer una historia con pretensiones de veracidad y, artísticamente, es afín a la retórica.
En general, el autor se sirve de la pietas y la virtus para engrandecer siempre la historia de Roma.
Fundamentalmente, dos son las leyendas que tratan de acercarnos a la época, desarrolladas, junto con Tito Livio, por otros autores como Virgilio y Dionisio de Halicarnaso. Esta parte de la obra de Livio nos habla de las primeras conquistas de la ciudad, llevadas a cabo por Tulo Hostilio. Estas conquistas son una primera parte, aunque seguramente no comparables, de lo que siguió en la historia de Roma: una expansión que la llevará a ser la primera potencia del Mediterráneo.
Hablamos de una zona situada en el extremo noroeste del Lacio, marcando su frontera con Etruria el río Tíber. La época a tratar nos plantea muchos problemas, centrándonos en el proceso de transformación de las primitivas aldeas de las colinas en un aglutinamiento urbano. Encontramos aquí el germen de la organización político-social de Roma.
Hay que decir, sin embargo, que para llegar a un conocimiento preciso debemos recurrir al material arqueológico, el cual nos habla de una influencia apenínica durante el Calcolítico. Las actividades principales serían el pastoreo y la caza, acompañadas de una precaria actividad agrícola.
El proceso estaría ligado al florecimiento de la civilización villanovense de Etruria y a la creación de los grandes centros urbanos etruscos, con la aparición de los primeros colonos griegos en las costas del Tirreno y sus contactos con las poblaciones del Tíber.
El relato del historiador nos describe acontecimientos sucedidos durante la Roma arcaica, considerada como una época preurbana. Fueron sin duda más de siete reyes los que se sucedieron hasta la instauración de la República. El documento, en concreto, se centra en Tulo Hostilio, paradigma de guerrero, como podemos observar en la descripción del documento sobre la destrucción de Alba Longa.
Sobre esta zona, hay que decir que poseemos informaciones anteriores a ella, procedentes de las leyendas de la ciudad de Roma. Parece que la fundaría Ascanio, hijo de Eneas, treinta años después de la fundación de Lavinium. Rómulo y Remo serían los sobrinos del último rey de Alba Longa, Amulio.
Pues bien, en estas primeras guerras de conquista, Tulo Hostilio destruirá el viejo centro latino de Alba Longa.
Nos explica el autor que a los albanos se les permitió el acceso al senado, la antigua institución constituida por los patres familiae. Posteriormente, la diferenciación económica llevó aparejada una diferenciación social, que concluirá con el cierre de esta institución a la denominada plebe. Procedió también el rey a la creación de una curia. En origen, las curias tenían un papel económico ligado a la propiedad inmueble y eran detentoras de la propiedad comunal. Estas organizaciones terminaron sirviendo para fines militares, convirtiéndose en divisiones de índole exclusivamente territorial. La curia de Tulo es la primera Curia Senatus, lo que nos ayuda a demostrar sus intenciones de controlar el territorio más inmediato.
A Tulo Hostilio se le atribuyen también actuaciones judiciales, como llevar la causa contra los Horacios, el proceso de perduellio, o la Guerra Justa, declarada mediante los fetiali religio.
Bloque III: Consecuencias Internas de la Expansión
16. Salustio: Conjuración de Catalina, 15
Gayo Salustio Crispo (87-35 a. C.) nació en Amiterno, pequeña ciudad de la Sabina. De origen plebeyo, aunque de familia acomodada, intentó hacer carrera política como homo novus: afiliado al partido democrático, enemigo de Cicerón, cuestor y tribuno de la plebe, obtiene un puesto en el Senado del que es expulsado (50 a. C.), bajo el pretexto de llevar una vida inmoral. Al estallar la guerra civil toma partido por César y desempeña en su ejército cargos importantes; tras la victoria, rehabilitado, vuelve al Senado y un año después (46 a. C.) recibe el mando de la provincia de África, en calidad de procónsul, cargo que aprovecha para estudiar la historia y geografía de Numidia. Con la muerte del dictador y a falta de su apoyo, llega también el final de la carrera política de Salustio.
Todas las obras históricas de Salustio se escribieron después de la muerte de César. Su relato histórico es como un epílogo sobre los decenios que había presenciado: intenta ser el intérprete de la República, del progresivo deterioro de las instituciones y del surgir sobre sus ruinas de un nuevo estado. La historiografía es un arte para Salustio y va a esforzarse por asemejarse a Tucídides. Sus discursos, cartas y digresiones no tienen la función de un adorno, sino que pretenden proporcionar una interpretación de las historias. Pero a diferencia de Tucídides, Salustio se acerca a los hechos con un espíritu dogmatizador, con una filosofía de la historia preconcebida, elaborada con anterioridad a base de sus experiencias y sus lecturas. Los hechos le interesan no porque puedan revelar el sentido de la historia mediante su análisis, sino porque le sirven de confirmación de sus ideas. Salustio es muy importante en cuanto al estudio de Roma, pues se le considera el creador de la historia como género literario. Su estilo se basa en frases cortas en un intento por ser original.
Esta parte de la obra de Salustio, escogida para comentar, es una monografía que trata sobre la conjura que preparó Catilina contra la República en el periodo consular de Cicerón.
La Conjuración de Catalina es una recopilación de la historia del año 63 a. C. En estos momentos, en Roma existe una escasa cohesión entre la aristocracia. Ante los problemas en Roma que caracterizan a la generación postsilana, se producirá una importante polarización: por una parte, estaban los que pretendían mantener el viejo sistema institucional, como Cicerón, y por otro, los que pedían ciertos cambios.
La causa de la conjuración fue la comprensión por parte de Catilina de la imposibilidad de lograr el triunfo mediante la vía legal, tras haber fracasado en las elecciones consulares para el año 62 a. C.
Catilina, perteneciente a la gens Sergia, había visto descender su posición, como muchas otras personas, teniendo en cuenta la situación de Roma que nos presenta este documento.
La conjura, mediante un levantamiento armado, debía estallar simultáneamente en muchos puntos de Italia. Sería el asesinato de Cicerón la señal del golpe de estado y del asalto al poder.
Las víctimas de esta pobreza —campesinos arruinados, personas afectadas por las reformas agrarias y un proletariado urbano sumido en la miseria— supondrían un fuerte apoyo para la conjuración.
Craso se enterará del plan y lo denunciará a Cicerón secretamente, con lo que fue abortado. Catilina logró huir a Etruria, al lado de Manlio, pero sus compañeros de conjura fueron encarcelados y condenados por el senado a pena de muerte. No obstante, Catilina decidió la rebelión armada, aplastada en Pistoia por las tropas gubernamentales en un encuentro en el que el propio Catilina perdió la vida.
Una de las importantes consecuencias de este episodio será que el senado decretará el senatus consultum ultimum, lo que daba a los cónsules plenos poderes para proteger al Estado. Esto será utilizado por César posteriormente para aumentar sus atribuciones en el gobierno.
Además, a partir de aquí, Cicerón quiso ser reconocido como el salvador del Estado y se preocupó por que no se olvidaran sus acciones.