Surgimiento del Conflicto Hispano-Cubano
En Cuba se crearon dos grandes partidos: el Partido Autonomista, formado por cubanos que pedían la autonomía de la isla, y la Unión Constitucional, integrado por muchos españoles instalados en la isla. El Partido Liberal de Sagasta se mostró de acuerdo con introducir mejoras en la isla, pero solo llegó a abolir la esclavitud de forma definitiva en 1888.
En 1893, el intelectual José Martí fundó el Partido Revolucionario Cubano, cuyo objetivo era la independencia. De inmediato, contó con el apoyo exterior, especialmente de Estados Unidos.
En 1891, el gobierno español elevó las tarifas arancelarias para los productos importados a la isla que no venían de la Península. El principal cliente económico de Cuba era Estados Unidos, cuyo presidente manifestó su protesta y amenazó con cerrar las puertas del mercado estadounidense al azúcar y al tabaco cubano si no se modificaba la política arancelaria.
La Gran Insurrección y la Guerra de Independencia
En 1895 se inició el Grito de Baire, una rebelión que comenzó en el este de la isla y se extendió rápidamente. Cánovas envió un ejército al mando del general Martínez Campos para pacificar la región mediante la fuerza militar.
Martínez Campos no supo dirigir militarmente la rebelión y fue sustituido por el general Valeriano Weyler, quien propuso iniciar una férrea represión. Weyler organizó las concentraciones de campesinos y trató duramente a los rebeldes y a la población civil. En 1897, tras la muerte de Cánovas, el nuevo gobierno nombró general a Ramón Blanco y se inició una estrategia de reconciliación para evitar el conflicto con Estados Unidos y mantener la soberanía española en la isla. Se declaró la autonomía de Cuba, el sufragio universal masculino, la igualdad de derechos y la autonomía arancelaria, pero los independentistas se negaron a aceptar el fin del conflicto.
Paralelamente, en 1896 se produjo una rebelión en Filipinas. Se formó la Liga Filipina, fundada por José Rizal, quien fue condenado a muerte en 1896. El nuevo gobierno liberal de 1897 nombró general a Fernando Primo de Rivera, quien promovió una negociación para una pacificación momentánea.
La Intervención de Estados Unidos y el Fin del Conflicto
El compromiso estadounidense con Cuba se evidenció a partir de 1895, cuando el presidente William McKinley enviaba armas por vía marítima.
La ocasión para intervenir en la guerra la dio el incidente del acorazado estadounidense USS Maine, que estalló en el puerto de La Habana en 1898. Se culpó falsamente a los españoles, y Estados Unidos envió a España un ultimátum en el que se exigía la retirada de Cuba. El gobierno español negó la vinculación con el Maine y rechazó el ultimátum, declarando la guerra en caso de invasión de la isla.
Así comenzó la Guerra Hispanoamericana. La escuadra enviada por el almirante Cervera fue derrotada en la batalla de Santiago de Cuba, al igual que las fuerzas españolas en Filipinas y en Cavite. En 1898 se firmó la Paz de París, en la que España abandonaba Cuba, Puerto Rico y Filipinas.
La Crisis de 1898: Consecuencias y Legado
Consecuencias Políticas y Económicas
A pesar de la envergadura de la Crisis de 1898 y de que la guerra provocó grandes pérdidas materiales en las colonias, el impacto económico en la Península fue menor. La necesidad de hacer frente a las deudas promovió una reforma de la Hacienda.
El sistema de la Restauración sobrevivió, asegurando la continuidad del turno dinástico. Sin embargo, la crisis política estimuló el crecimiento de los movimientos nacionalistas y la aplicación a la política de las ideas del regeneracionismo.
La Crisis del 98 fue fundamentalmente una crisis moral e ideológica. La prensa extranjera presentó a España como una potencia secundaria con un ejército ineficaz, un sistema político corrupto y políticos incompetentes.
El Regeneracionismo: Un Movimiento de Cambio
El fracaso de la Revolución de 1868 dejó una huella importante en los intelectuales progresistas, quienes consideraban que se había perdido una oportunidad de modernización del país. Estos se reunieron en la Institución Libre de Enseñanza, que hablaba con insistencia de la regeneración de España. Su representante más destacado fue Joaquín Costa, creador de la Unión Nacional, muy crítico con la Restauración. Sus objetivos eran la mejora del campo español, la elevación del nivel educativo y la cultura del país.
El Fin de una Época y el Impacto en España
El Desastre de 1898 significó el fin de una era para el sistema de la Restauración, diseñado por Cánovas. Una nueva generación de políticos e intelectuales empezó a actuar en el nuevo reinado de Alfonso XIII, pero la política reformista implicó cambios mínimos.
La derrota también tuvo consecuencias en el ejército: una parte de los militares se inclinó hacia posturas más autoritarias e intransigentes, atribuyendo la derrota a la ineficacia y corrupción de los políticos.
Esta situación culminó con el golpe de Estado de Primo de Rivera en 1923, estableciendo una dictadura.
Conclusión: Un Hito en la Historia Contemporánea Española
El Desastre del 98 supuso un antes y un después en la historia contemporánea de España. Puso fin de forma trágica al sistema de la Restauración y al intento de modernización del país. Las pérdidas fueron mucho más allá de lo territorial, reflejándose sus consecuencias en todos los ámbitos de la sociedad española.