La Evolución Política del Sexenio Democrático (1868-1874)
La Revolución de 1868 y el Gobierno Provisional
La Revolución de 1868, conocida como La Gloriosa, comenzó con un pronunciamiento. Topete, Prim y Serrano lanzaron en Cádiz el manifiesto “¡Viva España con honra!”. La revolución triunfó sin apenas derramamiento de sangre. Tras la victoria del ejército del general Serrano, se crearon Juntas Revolucionarias provinciales. Isabel II se exilió en Francia, acogida por Napoleón III.
Habían caído en el descrédito los moderados, los unionistas y la Monarquía, es decir, los pilares del sistema. Fue un triunfo de la sociedad civil española, harta de los generales metidos a política, que solo gobernaban pensando en unos pocos: las poderosas élites socioeconómicas. Todo esto había quedado plasmado años antes en el Pacto de Ostende.
Grupos Sociopolíticos Detrás de la Revolución
Detrás de la revolución se encontraban unos variados y contradictorios grupos sociopolíticos:
- Los partidos Progresista, Demócrata y Republicano, e incluso algunos moderados.
- Sectores financieros e industriales.
- Grandes terratenientes, preocupados por los desórdenes en el campo.
- Militares liberales progresistas que estaban marginados en el ejército.
- Clases populares, que reclamaban repartos de tierra justos.
Se organizó un Gobierno Provisional para llenar el vacío de poder, presidido por Serrano. Sus primeras medidas fueron atajar el movimiento revolucionario (disolución de las Juntas Revolucionarias). Una vez controlada la situación por el gobierno, se convocaron elecciones a Cortes Constituyentes, las primeras con sufragio universal masculino en España (aproximadamente un 25 % de la población).
En la campaña, los partidos se posicionaron entre república o monarquía. Las elecciones fueron más o menos democráticas, aunque la mayoría de los españoles que votaron siguieron los “consejos” de las élites locales. El resultado fue una mayoría monárquica de dominio progresista.
La Constitución de 1869 y la Monarquía de Amadeo I
Estas nuevas Cortes Constituyentes elaboraron una nueva constitución que trazaría las líneas generales del nuevo régimen. Los liberales progresistas querían un cambio político (democracia), mientras que los demócratas y republicanos aspiraban al cambio social, además del político. Triunfaron los liberales progresistas. Las características de esta Constitución fueron:
- Soberanía nacional.
- División total y clara de poderes.
- Monarquía con poderes limitados.
- Plenos derechos y libertades de los ciudadanos.
- Libertad religiosa, pero mantenimiento económico del culto y el clero.
- Cortes bicamerales: Senado y Congreso de Diputados.
- Sufragio universal masculino para mayores de 25 años.
Se trata de la primera Constitución democrática española, y va más allá de los principios básicos del liberalismo. Según la Constitución, España era una monarquía, pero no tenía rey. Se eligió a Serrano como regente y a Prim como jefe de gobierno mientras se buscaba un nuevo monarca. Entre los posibles candidatos, destacaron Alfonso de Borbón, Leopoldo de Hohenzollern y Amadeo de Saboya. Se eligió a Amadeo de Saboya por el prestigio liberal-democrático de su familia.
Amadeo embarcó rumbo a Cartagena. Desde el principio, se sintió desamparado para cumplir las perspectivas de gobierno derivadas de la Constitución.
Oposición al Reinado de Amadeo I
El rey Amadeo I tuvo la oposición de:
- La Iglesia, por el papel de su familia en la unificación italiana.
- Los republicanos y el movimiento obrero.
- Los industriales y aristócratas.
- El carlismo, que organizó una nueva y Tercera Guerra Carlista (1872-1876).
Además, estalló la Primera Guerra de Cuba (1868-1878). Cuba luchaba por la independencia, harta del dirigismo económico y político de Madrid. El líder cubano Céspedes lanzó el “Grito de Yara”, un manifiesto independentista que desembocó en una guerra. La guerra mostró los problemas del ejército español. Martínez Campos negoció la “Paz de Zanjón”, por la que se garantizaron amplios derechos a la isla.
Los últimos meses del reinado de Amadeo I fueron de crisis total: se desintegró la coalición gubernamental, mientras la oposición era cada vez más fuerte. Así, el rey renunció al trono en febrero de 1873. Inmediatamente, el Congreso y el Senado proclamaron la Primera República Española (febrero de 1873 – enero de 1874).
La Primera República Española (1873-1874)
Fue una experiencia corta e inestable. Se sucedieron cuatro presidentes en solo once meses: Figueras, Pi i Margall, Salmerón y Castelar. Esto se debió a las continuas guerras y a la división de los republicanos entre centralistas y federalistas. Fue un “regalo envenenado” para los republicanos, proclamada en medio de graves problemas, como la crisis de la Hacienda.
La Asamblea designó a Estanislao Figueras como presidente interino de una república unitaria. La crisis de gobierno le hizo convocar elecciones a Cortes Constituyentes para promulgar una nueva constitución. El resultado dio el triunfo de los republicanos Federales, pero con una abstención de más del 60%.
El Proyecto Federal de Pi i Margall
Figueras devolvió el poder a las nuevas Cortes, y estas proclamaron la República Democrática Federal, siendo propuesto como presidente Francesc Pi i Margall. Sus reformas sociales incluyeron:
- Reforma agraria y reparto de tierras.
- Regulación de la jornada laboral.
- Derecho a la sindicación obrera.
- Abolición de la esclavitud en Cuba.
- Enseñanza obligatoria y gratuita.
- Elaboración de una nueva constitución para la República Federal Española de 1873 (la “Non Nata”).
Esta Constitución partía de una organización federal del Estado: la nación española la componían 17 estados, incluidos Cuba y Puerto Rico, cada uno con su Constitución y todas compatibles con la Federal. Establecía el laicismo, la libertad de culto, la soberanía nacional, el sufragio universal masculino (21 años) y la existencia de un “Cuarto Poder” (el poder de relación, o Presidencial).
El Movimiento Cantonalista
El federalismo no cuajó debido a los graves conflictos. Los Cantones se formaron como pequeños estados que teóricamente se proclamaron independientes. Su objetivo era establecer una confederación de cantones federados libremente, para conformar el Estado federal de “abajo hacia arriba”. Tuvieron también influencia de la idea de comuna anarquista. El ejército intervino y acabó con los cantones.
El movimiento cantonal tuvo graves consecuencias para la República: supuso la dimisión de Pi i Margall, la adopción de posturas cada vez más conservadoras por parte de la República y el fracaso del experimento democrático del Sexenio.
El Giro Conservador y el Fin de la República
A Pi i Margall le sucedió Nicolás Salmerón, quien durante el escaso mes y medio de mandato, restableció militarmente el orden y reprimió de modo especial los movimientos obreros internacionalistas. Dimitió por problemas de conciencia, al negarse a firmar penas de muerte.
El último presidente de la república fue Emilio Castelar. Su programa se redujo a restablecer el orden, aumentando el conservadurismo de la República. El general Serrano fue proclamado presidente, pero de una República Unitaria. Se apoyó en el Ejército, pero cada vez más políticos y militares pedían el regreso de los Borbones. El propio Alfonso de Borbón se postulaba como candidato.
A finales de 1874 se produjo el pronunciamiento de Martínez Campos en Sagunto, pidiendo la restitución borbónica. Tuvo éxito y se restableció en el trono la dinastía Borbón.
Conclusión Histórica
En conclusión, el Sexenio Revolucionario-Democrático supuso un fracaso en su intento de avanzar en la implantación de la democracia en España. Quedó claro que pocos de los revolucionarios del 68 querían realmente avanzar en una verdadera transformación sociopolítica del país.
