La Segunda República Española: Conflictos y Reformas


Primeras reacciones y conflictos

Ante la implantación de la república, los terratenientes, industriales y financieros reaccionaron con temor. Pero el primer conflicto del nuevo régimen fue con la Iglesia católica. El 1 de mayo de 1931 se publicó una pastoral, en la que se elogiaba a Alfonso XIII. Esto provocó un conflicto abierto con el gobierno y el cardenal fue expulsado. Se produjeron incendios de iglesias y conventos por parte de grupos de tendencia anarquista. Las consecuencias fueron desastrosas para la república.

El bienio reformista (1931-1933)

Después de que se aprobara la Constitución en 1931, Alcalá Zamora se convirtió en presidente de la república. Se decidió no disolver el Congreso hasta que se aprobaran algunas leyes importantes. Alcalá Zamora le pidió a Azaña que formara un gobierno. Quería que todas las fuerzas políticas del gobierno provisional siguieran, pero esa amplia coalición no duró. Lerroux, líder del Partido Radical, se negó a quedarse en el gobierno si los socialistas también seguían. Azaña decidió aliarse con los republicanos de izquierda y los socialistas porque creía que esa alianza sería más estable.

La república y la crisis económica mundial

La llegada de la república coincidió con la crisis mundial de 1929, pero España no sufrió tanto como otros países europeos. El comercio exterior fue el sector más afectado, disminuyendo en un 30%. La crisis golpeó más fuerte a sectores como la agricultura de exportación y la minería. Sin embargo, los problemas económicos más graves venían de la falta de inversión y una producción poco competitiva, con una tasa de desempleo del 10%. Aunque la política económica seguía las ideas del capitalismo liberal clásico, las reformas aumentaron los gastos y los recursos no fueron suficientes. La economía en declive complicó las reformas y aumentó los conflictos sociales, lo que afectó negativamente a la república, sobre todo debido a los problemas políticos.

El bienio de centro-derecha (1933-1935)

El bienio se caracterizó por las elecciones generales de noviembre de 1933, donde por primera vez las mujeres votaron gracias a una nueva ley electoral. La campaña electoral estuvo marcada por una fuerte confrontación política y una gran propaganda. La CEDA y otras derechas movilizaron a sus votantes católicos, mientras que Largo Caballero, representante del ala radical socialista, hablaba de ruptura con los republicanos burgueses y promovía la revolución social si

El golpe de Estado militar

Las élites monárquicas y la CEDA no pudieron derrocar la república sin la colaboración de una parte importante del ejército. La conspiración militar, liderada por algunos militares de extrema derecha y la Unión Militar Española, se gestó tras la victoria del Frente Popular. El gobierno republicano intentó frustrarla realizando cambios en los altos mandos militares sospechosos. En marzo, un grupo de generales, incluyendo a Mola, planeó un levantamiento militar para restaurar el orden, nombrando a Sanjurjo como líder. Bajo las instrucciones de Mola, el golpe debía ser violento, incluso contra los leales a la república. El plan era sublevarse en múltiples guarniciones simultáneamente. A pesar de comenzar en Marruecos el 17 de julio y expandirse a la Península al día siguiente, la rebelión falló en la mayoría de las grandes ciudades, desencadenando una guerra civil sangrienta que duró tres años.

La crisis de la república

Después de que se formaron las nuevas Cortes, hubo problemas para el gobierno republicano. La Cámara destituyó al presidente Alcalá Zamora, que no contaba con el apoyo de la izquierda ni de la derecha. Azaña fue elegido como nuevo presidente en mayo. Azaña intentó formar un gobierno de coalición con republicanos y socialistas, pero no pudo, así que nombró a Casares Quiroga para liderar un gobierno provisional de republicanos de izquierda. Mientras tanto, los anarquistas y la UGT se volvían más radicales, mientras que en las derechas autoritarias, lideradas por Calvo Sotelo, se hablaba más de subversión y rebelión. Los dos principales partidos en el Parlamento, el PSOE y la CEDA, no ayudaron a la estabilidad. La CEDA tuvo problemas después de perder en las elecciones, lo que llevó a que las Juventudes de Acción Popular se unieran a Falange. La violencia callejera aumentó, con el gobierno respondiendo deteniendo a José Antonio Primo de Rivera y cerrando las sedes de Falange. Sin embargo, la violencia y los crímenes políticos siguieron aumentando, lo que culminó en el asesinato del diputado Calvo Sotelo el 13 de julio, lo que se cree que aceleró la sublevación militar. Además, el nuevo gobierno enfrentó una grave crisis económica con inflación, caída de la moneda, reducción de la producción y aumento del desempleo.

El Frente Popular

En febrero de 1936 se llevaron a cabo las últimas elecciones de la Segunda República y las últimas elecciones libres en España durante más de 40 años. Aunque la campaña electoral estuvo marcada por la tensión, no se registraron altercados significativos. Las elecciones fueron limpias y con una alta participación, y la CNT incluso cambió su postura y recomendó votar en esta ocasión. Los partidos de izquierda formaron una gran coalición llamada Frente Popular en enero de 1936, que fue el resultado de un acuerdo electoral, no de gobierno, entre los partidos republicanos de izquierda, los socialistas y los comunistas. Su programa era moderado e incluía una amnistía general para los encarcelados por los eventos de octubre de 1934 y la continuación de las políticas reformistas del primer bienio. Frente a esa coalición electoral, las derechas y el centro se presentaron desunidos:

• La CEDA fracasó en su intento de una coalición de derechas a escala nacional y solo logró establecer pactos electorales puntuales, en algunas provincias, unas veces con el Partido Radical y otras con los monárquicos.

Su programa se centró en la revisión total de la constitución.

• También fracasó en la extrema derecha el intento de Calvo Sotelo de recomponer el Bloque Nacional con Renovación Española, Acción Española y los carlistas de Comunión Tradicionalista.

Los resultados de las elecciones mostraron que el Frente Popular ganó por poco margen. Según el sistema electoral, el Frente Popular obtuvo más diputados en el Parlamento. Las zonas urbanas y algunas regiones como Extremadura, Asturias y la costa mediterránea votaron mayoritariamente por las izquierdas. Mientras tanto, las zonas rurales de Castilla, Aragón, Navarra y partes del País Vasco favorecieron a las derechas. La victoria del Frente Popular fue recibida con alegría en muchas ciudades, con manifestaciones que pedían amnistía y la reincorporación de los trabajadores despedidos durante la huelga general de octubre de 1934.

La vuelta de Azaña al gobierno

Alcalá Zamora designó a Azaña para formar un gobierno, compuesto solo por republicanos de izquierda, después de que los socialistas rechazaran unirse a una coalición con los republicanos, a pesar de la insistencia de Indalecio Prieto, líder del ala moderada del partido. El nuevo gobierno tomó medidas urgentes, como otorgar amnistía a los encarcelados por los eventos de octubre de 1934 y restaurar la autonomía de Cataluña.

Las reformas

El primer bienio se caracterizó por una política general de reformas cuyo propósito era la modernización y la democratización del país. La política religiosa: El gobierno quería separar claramente la Iglesia del Estado y reducir su influencia en la sociedad española. Para lograrlo, implementó varias leyes basadas en los principios de la Constitución, como la ley de divorcio de 1932, que no afectaba al matrimonio religioso. La Compañía de Jesús fue disuelta y sus propiedades pasaron al Estado. Con la ley de confesiones y congregaciones religiosas de 1933, el Estado dejó de financiar a la Iglesia y ordenó el cierre de las escuelas religiosas a fines de diciembre de 1933. Esto provocó una nueva reacción de la jerarquía eclesiástica y la prensa católica, que la llamaron persecución anticlerical. La reforma educativa y la política cultural. La reforma educativa de la Segunda República tenía como objetivo principal hacer que la educación fuera gratuita y no religiosa para todos. Se necesitaba construir muchas escuelas nuevas y contratar más maestros debido al cierre previsto de las escuelas religiosas. Aunque no se completó todo el plan, entre 1931 y 1933 se construyeron alrededor de 13,000 escuelas y se aumentó significativamente el número de maestros.

El presupuesto para la educación también aumentó, pasando del 5.5% al 7% del total. Este fue uno de los mayores logros de la Segunda República. Además, se trabajó en extender la cultura popular, con más bibliotecas en las escuelas y la creación de Misiones Pedagógicas que llevaban la cultura a las áreas rurales, con la colaboración de destacados intelectuales como María Zambrano, Federico García Lorca. Las reformas laborales. El ministro de Trabajo, prosiguió la política social y laboral que ya había iniciado el gobierno provisional con una serie de leyes que fueron aprobadas por las Cortes entre 1931 y 1932.

-La ley de contratos de trabajo regulaba los convenios colectivos en asuntos como la jornada laboral o el trabajo de las mujeres y niños. Los contratos se harían por escrito con una duración mínima de dos años, para proteger al trabajador.

-La ley de jurados mixtos creaba esos organismos constituidos por obreros y patronos a los que se atribuyen funciones de conciliación y arbitraje y amplias facultades para establecer las condiciones de trabajo, salarios, despidos, etc.

-La ley de asociaciones obreras regulaba los sindicatos.

Estas leyes chocaron con una fuerte resistencia de las organizaciones patronales, sobre todo la de jurados mixtos.

Largo Caballero orientó su actividad a mejorar las condiciones de vida y de trabajo de los obreros y de los jornaleros del campo, y a fortalecer a las organizaciones obreras.

Los estatutos de autonomía

Uno de los problemas que se arrastraba desde la Restauración era la organización territorial del Estado. La constitución intentó resolverlo mediante el reconocimiento del derecho a la autonomía de las regiones.

•Cataluña lideró el proceso de autonomía, dirigido por Esquerra Republicana desde 1931. En junio de ese año, se redactó el Estatuto de Nuria, que fue respaldado por el 99% de los votantes catalanes en un plebiscito. Aunque su debate en las Cortes se extendió hasta septiembre de 1932, la intervención de Azaña y el consenso entre los sectores republicanos tras el fracaso del golpe de Sanjurjo en 1932 facilitaron su aprobación. Sin embargo, el estatuto sufrió recortes importantes en las Cortes, aunque las instituciones autonómicas obtuvieron competencias exclusivas en áreas como el derecho civil, la administración y la sanidad. También compartieron competencias en educación, orden público y hacienda.

-El proceso para elaborar el estatuto vasco fue complicado debido a las profundas diferencias entre la izquierda republicana-socialista y la derecha, representada por el PNV y los carlistas. Aunque el proyecto final incluía a las tres provincias vascas y Navarra, fracasó porque no obtuvo suficientes votos en Álava y, especialmente, porque Navarra lo rechazó. Además, quedó estancado después de que la derecha ganara las elecciones de 1933. No fue hasta octubre de 1936, durante la guerra civil, que finalmente se aprobó este estatuto.- En Galicia, el proceso se retrasó debido a la falta de un partido nacionalista fuerte y a la actitud pasiva de los republicanos gallegos y los socialistas. Sin embargo, gracias al trabajo del Partido Galleguista y de Alfonso Rodríguez Castelao, en diciembre de 1932 una asamblea de municipios presentó un proyecto de estatuto que fue aprobado por el 84,7% de la población en un plebiscito celebrado en junio de 1936. Lamentablemente, el estallido de la guerra civil impidió su ratificación. -En Andalucía una Asamblea Regional celebrada en enero de 1933 aprobó un anteproyecto de Estatuto. En esta asamblea Blas Infante, ideólogo del andalucismo, desempeñó un papel crucial. -De igual modo, en Valencia, Aragón y Baleares sus aspiraciones a la autonomía se vieron frenadas por la guerra civil.

La reforma agraria: fue la obra de mayor envergadura del bienio de izquierdas. El problema agrario presentaba una doble vertiente: -La agricultura española tenía rasgos arcaicos: atraso técnico, baja productividad, mano de obra abundante y barata. -Una inadecuada estructura de la propiedad con predominio de parcelas minúsculas en la cornisa cantábrica y la Meseta norte, y extensos latifundios en el centro-sur y el sur. 

La crisis económica mundial empeoró los problemas, especialmente el desempleo, que aumentó el deseo de los jornaleros de tener tierras. La ley de reforma agraria de 1932 buscaba mejorar la agricultura, acabar con las grandes fincas y dar tierras a los campesinos. Identificaba cuatro tipos de tierras para ser redistribuidas y compensaba a los propietarios. Las fincas pasaban al Estado y los campesinos decidían cómo trabajarlas. El intento de golpe del general Sanjurjo en 1932 hizo que se confiscaran tierras de la alta aristocracia que lo apoyaba, acelerando la ley. Sin embargo, la falta de fondos y el poco interés de la izquierda, junto con la oposición de la derecha y los grandes propietarios, limitaron su éxito. A pesar de que se esperaba ayudar a entre 60,000 y 75,000 familias, solo se logró ayudar a 12,000 en dos años. La lenta aplicación de la ley y el aumento del desempleo provocaron 

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