1. Vía del Movimiento (o Vía de la Movilidad)
Esta prueba se basa en la observación de que las cosas en el mundo están en movimiento. El «movimiento», según Aristóteles, no se refiere solo al movimiento físico, sino también al paso de la potencia al acto (algo que tiene la capacidad de ser de una forma, pero aún no lo es).
Santo Tomás argumenta que todo lo que se mueve debe ser movido por otro. Si todo está en movimiento, debe haber un primer motor que no se mueve a su vez, es decir, un motor inmóvil. Este primer motor, según Tomás, es Dios.
Objeción: Puede objetarse que si todo movimiento requiere de un motor inmóvil, ¿cómo explicamos los movimientos que parecen ser espontáneos o causados por seres autónomos, como el hombre, que tiene voluntad y puede decidir moverse? Tomás respondería que el hombre es una causa intermedia, pero que aún depende de una causa primera que originó su capacidad de moverse.
2. Vía de la Causa Eficiente
Esta prueba se basa en la idea de causalidad. Según Santo Tomás, todo lo que existe tiene una causa que lo ha hecho existir. En la cadena de causas, no podemos tener una causa infinita, porque si todo depende de algo anterior, nunca llegaríamos a un principio. Por lo tanto, debe haber una primera causa no causada, que es la causa de todas las demás, y esa primera causa es Dios.
Objeción: La objeción más común sería la posibilidad de una cadena causal infinita, como se pregunta: ¿por qué no puede existir una serie infinita de causas sin necesidad de una causa primera? Tomás responde que una serie infinita de causas no explica por qué algo existe en lugar de no existir, ya que la existencia necesita una causa que no dependa de ninguna otra.
3. Vía de la Contingencia
Esta prueba se basa en la observación de que existen seres contingentes, es decir, seres que pueden existir o no existir. Si todo en el universo fuera contingente, no habría ninguna razón para que algo existiera, y por lo tanto, nada existiría.
Por lo tanto, debe existir un ser necesario, un ser que no dependa de otro para existir, y ese ser es Dios. Este ser necesario tiene que ser la causa de todos los seres contingentes.
Objeción: ¿Por qué no puede ser que existan seres contingentes de forma infinita? Tomás respondería que si todo fuera contingente, no habría explicación para la existencia de algo, ya que todo lo contingente depende de algo necesario.
4. Vía de los Grados de Perfección
Esta prueba se basa en la observación de que existen grados de perfección en todas las cosas. Algunos objetos son más buenos, más verdaderos o más bellos que otros. Santo Tomás argumenta que si hay grados de perfección, debe haber algo que sea la perfección máxima, el ser supremo, y ese ser es Dios.
Objeción: La objeción aquí podría ser que los grados de perfección pueden ser simplemente una forma de ver las cosas desde una perspectiva relativa, sin que sea necesario postular un ser supremo. Santo Tomás respondería que, para que haya grados de perfección, debe existir una perfección absoluta de la que participen todos los seres.
5. Vía de la Finalidad (o del Orden del Mundo)
Esta prueba se basa en el hecho de que el universo parece estar ordenado de tal manera que todo parece tener un propósito o fin. Santo Tomás argumenta que, dado que los objetos inorgánicos carecen de inteligencia, no pueden tener un fin por sí mismos; por lo tanto, deben ser dirigidos hacia un fin por un ser inteligente, y ese ser es Dios.
Esta es una de las pruebas más famosas y fue utilizada en la argumentación teológica clásica.
Objeción: La objeción más común a esta vía es que, si bien el mundo parece estar ordenado, también podría explicarse mediante la evolución y el azar, sin necesidad de un ser inteligente que lo haya creado. Tomás respondería que el orden y la armonía del universo no pueden ser producto del azar y deben ser dirigidos por una causa inteligente.
Objeción general: La existencia del mal
Una objeción común a la existencia de un Dios bueno e infinito, como el que plantea Santo Tomás, es la existencia del mal en el mundo. Si Dios es todo bueno y todopoderoso, ¿por qué permite el mal?
Tomás de Aquino responde a esta objeción diciendo que el mal no tiene existencia propia, sino que es simplemente la ausencia del bien (siguiendo la doctrina de San Agustín). El mal no puede ser causado por Dios porque Él es el bien absoluto. Sin embargo, Dios permite el mal porque puede sacar un bien mayor de él, como en el caso de la muerte de Jesucristo, que aunque fue un mal, resultó en un bien mayor para la humanidad (la salvación).