Manifiesto por la huelga general de agosto de 1917 selectividad


“España en el primer tercio del siglo XX: Sociedad y Economía”

Durante los primeros años de la Restauración se produjo un desarrollo económico general en contraste con la crisis que afectaba al entorno europeo. La estabilidad política alcanzada favoreció la expansión y el dinamismo económico.

  • La agricultura mantuvo sus tradicionales estructuras en los cultivos y con escasa modernización. Destacó el desarrollo de la vid que aprovechó la coincidencia con la plaga de la filoxera en Francia y permitió una masiva exportación de vinos españoles a Europa.
  • La producción minera creció, aunque la mayoría de las explotaciones se hallaban en manos extranjeras.
  • La industria siderúrgica se incrementó y alcazo su punto culminante en 1878 al igual que la algodonera textil catalana. Salvo en este sector el resto de las industrias crecieron como consecuencia de las inversiones extranjeras.
  • El transporte terrestre experimentó un notable desarrollo por la expansión de los ferrocarriles. Entre 1876 y 1900 se duplicaron los km. De vías férreas y desde 1880 el ferrocarril pasó a ser rentable. En el transporte marítimo se produjo un fuerte crecimiento de la marina y nacieron empresas como la “Compañía Transatlántica”
  • El comercio exterior aumentó su volumen. Hubo un crecimiento continuo entre 1870 y 1889 debido a la política librecambista y a la exportación masiva de vino, de minerales y de tejidos. A partir de 1890 se redujo la actividad comercial.

En líneas generales la máxima expansión económica se alcanzó en 1881, al tiempo que se iniciaba la recuperación económica en Europa, y se deprecio la peseta. Durante la crisis de la Restauración:

  • El sector agrario dominaba la economía española. Se caracterizó por escasos rendimientos, el mantenimiento de tipos y de técnicas de cultivo arcaicos y por una desigual e injusta estructura de la propiedad. El régimen político se mostró incapaz de ofrecer alternativas para mejorar la situación del campo español.
  • El sector de la industria fue el más dinámico. España se convirtió en una país en proceso de industrialización. La industria textil se contrajo a causa de la pérdida de las colonias aunque se recupero gracias al estallido de la primera Guerra Mundial. El principal centro siderúrgico de España se instaló en Bilbao en la que se fundó Altos Hornos de Vizcaya S.A. La minería alcanzó una actividad muy notable, pero casi toda la producción estuvo controlada por compañías extranjeras. La industria de transformación agraria se desarrollo por todo el país a aunque las debilidades de la agricultura española influyeron negativamente sobre ella.

La sociedad española de la Restauración estaba dominada por los grandes propietarios agrícolas, cuyo poder económico se reforzó por los efectos de las desamortizaciones. Este grupo estaba constituido por la aristocracia y por la alta burguesía, se identificó con el sistema político conservador. Junto a ellos se alineaban la oligarquía industrial y financiera que apoyaba al régimen desde posiciones más liberales. Además existía una reducida y heterogénea clase media integrada por profesionales cualificados, medios y pequeños empleados o funcionarios de mentalidad conservadora. Esta clase media, fue el grupo social urbano más característico de finales del siglo XIX.

En esta misma línea se situaban los pequeños propietarios, dueños de minifundios incapaces de producir la suficiente para una subsistencia digan, pero que por su estilo de vida conservador se encontraban entre los grupos cercanos del régimen. Al margen de los grupos anteriores el mundo obrero se diferencia un proletariado industrial minoritario y otro rural. El proletariado industrial se consolidó durante las últimas décadas del siglo. Vivía en la periferia de las ciudades soportando pésimas condiciones, bajos salarios, carencia de derechos sociales, analfabetismo. El proletariado rural parecía condiciones de vida todavía peores, especialmente en la España latifundista en la que el absentismo de los grandes propietarios dejaba en manos de unos arrendatarios ala explotación de los campos. Estos se limitaban a obtener los máximos rendimientos a costa de disminuir la contratación de mano de obra estable u de recortar los jornales. En el proletariado rural se distinguían:

  • Los trabajadores por cuenta propia que laboraban pequeñas parcelas de acuerdo con el dueño o arrendatario y se veían obligados a emplear a toda la familia para compensar los gastos de explotación.
  • Los acomodados que vivían en los cortijos y percibían sueldos fijos durante todo el año.
  • Los jornaleros que trabajan cuando había faenas.

La estratificación social de la España de principios del siglo XX difería poco de la de los primeros años de la Restauración. La alta burguesía urbana y la oligarquía agraria constituyeron los sectores más dominantes aunque minoritario. Apoyaron un sistema político que les favoreció. El proletariado industrial experimentó un notable aumento, propiciado por la creciente demanda de personal en las fábricas lo que provocó el éxodo rural y las migraciones anteriores. Se aprobaron algunas leyes de carácter social: regulación del trabajo de mujeres y niños, de la jornada laboral de ocho horas o del derecho de huelga.
Las masas trabajadoras no se sintieron satisfechas con estas medidas y siguieron engrosando las filas de partidos y sindicatos situados en la oposición al sistema.

El PARÉNTESIS DE LA GUERRA EUROPEA:


A partir del Desastre del 98, que supuso la liquidación del Imperio colonial español, se produjo el repliegue de España en cuanto a sus relaciones de política exterior. Su única intervención en el exterior estuvo motivada por el llamado problema de Marruecos. La Primera Guerra Europea (1914-1918) implicaba a dos grandes bloques: la Triple Alianza (Alemania, Austria-Hungría, Italia) por un lado y la Triple Entente (Francia, Rusia, Inglaterra) por otro. Una serie de naciones del centro y norte de Europa (Suiza, Holanda, Suecia, Noruega, Dinamarca) se mantuvieron neutrales. Las naciones mediterráneas (Grecia, Italia, Portugal y España), que eran ajenas a las causas que habían provocado el conflicto bélico, decidieron entrar en la guerra las tres primeras. Sólo España se mantuvo neutral hasta el final de la misma.

Cuando en 1914 estalló la Guerra Europea, Eduardo Dato, jefe del gobierno español, declaró oficialmente la neutralidad de España. Sin embargo, un amplio sector de la sociedad española se manifestó contraria a la neutralidad, dividiéndose en aliadófilos y germanófilos. Los aliadófilos eran partidarios de entrar en la guerra del lado de Francia y del a Entente, en quienes veían a los defensores de la libertad y de la democracia. Los germanófilos se inclinaban a favor de Alemania, y en contra de Inglaterra, que seguía dominando sobre Gibraltar, y en contra de Francia, la causante de la limitación del Protectorado español en Marruecos. Quedaba finalmente el grupo de los neutralistas, que por razones éticas y políticas se inclinaban por la no participación de España en la guerra.

CONSECUENCIAS ECONÓMICAS Y SOCIALES DE LA GUERRA PARA ESPAÑA


En primer lugar originó un espectacular auge económico, como consecuencia de la demanda de productos por parte de los países beligerantes. Se incrementaron las exportaciones produciendo un superávit de la balanza comercial. Aumentó la producción de carbón, la producción siderúrgica y la producción algodonera. Los bancos elevaron vertiginosamente sus capitales. Sin embargo, esta euforia económica estuvo muy lejos de beneficiar a la gran mas de la población española. Se produjo una subida vertiginosa de los precios de los productos de primera necesidad, que fue muy superior a la subida de los salarios. Los más afectados por la desproporción entre precios y salarios fueron la masa obrera y los funcionarios, cuyos ingresos dependían de un sueldo fijo. Como consecuencia de esto, se extendió por el país una oleada de malestar, ante la cual las organizaciones obreras, UGT y CNT provocaron numerosas huelgas entre 1916 y 1917.

Mientras tanto, los especuladores se enriquecieron con grandes fortunas, pasando a formar la capa de los nuevos ricos. Por otra parte, la guerra contribuyó a acentuar la decisión ideológica de la sociedad española, y tuvo una repercusión moral, debida a la oleada de especuladores, desertores, espías,… que penetraron en España.

LA CRISIS DE 1917


La tres fuerzas que protagonizaron la crisis española de 1917 y que se sucedieron entre los meses de Junio y Agosto de aquel año fueron: las Juntas Militares de Defensa (Junio), constituidas por militares; Asamblea de Parlamentarios (Julio), formada por la burguesía reformista; y la Huelga General (Agosto), provocada por el movimiento obrero.

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Las Juntas Militares de Defensa

Fueron organizaciones formadas por la oficialidad del Cuerpo de Infantería, que exigían una serie de reformas que remediaran los males que aquejaban al ejército (que el ascenso a los grados militares se hiciera por rigurosa antigüedad; poner remedio a la pésima situación económica del ejército…) El día 1 de Junio la Junta de Infantería de Barcelona publicó un Manifiesto, que tuvo amplia resonancia en el país, pero que no fue acogido por los militares. Fue verdaderamente un ultimátum al gobierno presidido por García Prieto, que se vio obligado a dimitir. No próspero el gobierno que las Juntas proponían, pero se produjo el cambio de gobierno, dando lugar a la sustitución de García Prieto por Eduardo Dato, que acabó por reconocer las Juntas y sucumbió ante las proposiciones de esta.

La solución desde el poder fue intentar atraerse al Ejército para sostener la monarquía. El resultado fue la Ley del Ejército de Junio de 1918, que trajo la subida de los sueldos y la regulación de los ascensos por la Junta de Clasificación.

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La Asamblea de Parlamentarios

Partió de una iniciativa de la burguesía catalana como reacción ante el hecho de que en aquellos momentos se estaba gobernando con el Parlamento cerrado. Ante esta situación anómala, los diputados y senadores catalanes reunidos en Barcelona pidieron al gobierno la apertura de las Cortes Constituyentes, y le amenazaron con convocar ellos mismos una Asamblea de Parlamentarios, caso de que no fuera aceptada su petición. El gobierno interpretó esta petición como una pretensión de los parlamentarios a convocar Cortes, iniciativa que correspondía exclusivamente al Rey y al Gobierno. Este, además, vio en la actitud de los parlamentarios una nueva manifestación del separatismo catalán, y rechazó la petición formulada por los parlamentarios. Ante esta negativa del gobierno, se constituyó definitivamente en Barcelona la Asamblea extraordinaria el 19 de Julio, formada por parlamentarios de toda España, a la que concurrieron catalanistas, republicanos y socialistas. El gobierno disolvió la Asamblea tachándola de separatista. En los meses siguientes la fuerza de la Asamblea se fue diluyendo. Sin duda, influyó el miedo a la revolución social integrada con la huelga general de Agosto.

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La Huelga General de agosto de 1917

La tercera fuerza revolucionaria que protagonizó la crisis del verano de 1917 fue el movimiento obrero. Fue la primera huelga general política que hubo en todo el país (porque la de 1909 -Semana Trágica- se limitó a Cataluña y la de Diciembre de 1916 era estrictamente reivindicativa). La huelga general, que comenzó el 13 de Agosto de 1917, fue decretada por un Comité ejecutivo perteneciente a la UGT y al PSOE. La huelga, a petición de Pablo Iglesias, debía de ser pacífica y sin otra finalidad que la de solidarizarse con la huelga de ferroviarios del mes de Julio, que por su mal planteamiento había terminado en un fracaso. La huelga produjo un paro total en Madrid, Barcelona, Bilbao, Zaragoza, Oviedo y Cuenca minera asturiana, zonas industriales de Cataluña y Valencia, minas de Linares, Peñarroya, Río Tinto, Cartagena, León, Palencia, etc. El gobierno declaró el estado de guerra y el ejército reprimió enérgicamente la huelga. El saldo fue casi de un centenar de huelguistas muertos y centenares de heridos. El 20 de Agosto había terminado en toda España, menos en Asturias donde se prolongó durante todo el mes en minas y ferrocarriles y hubo una verdadera movilización militar contra las poblaciones mineras.

El fracaso de la huelga significaba el fracaso del intento del movimiento obrero, que no había contado ni con el apoyo de las juntas Militares, ni con el de la Asamblea de Parlamentarios. Tras los sucesos revolucionarios del verano de 1917 continuó la crisis nacional, hasta que las juntas Militares provocaron la dimisión de Dato, que fue sustituido por García Prieto, que formó un Gobierno de Concentración. La dimisión de Eduardo Dato suponía la liquidación del partido conservador (del mismo modo que la dimisión de Romanotes había supuesto anteriormente la liquidación del partido liberal). Era por tanto el fin del bipartito.

Desde 1917 hasta 1923 se iniciaba un sexenio que se caracterizaría por su gran inestabilidad política. Ante la gravedad de la situación, el rey se vio obligado a formar un Gobierno nacional presidido por Antonio Maura y constituido por los jefes de diversos partidos. Este gobierno tuvo corta duración, de Marzo a Noviembre de 1918. Los demás gabinetes que le siguieron no acertaron a resolver ninguno de los viejos problemas: el regionalismo catalán, la cuestión de Marruecos y el problema obrero.

El problema catalán vino a agravarse como consecuencia del rechazo por parte del gobierno de un Estatuto de Autonomía presentado por una comisión de parlamentarios presidida por Cambó. Por otra parte, mientras el gobierno encontraba una Comisión extraparlamentaria para que estudiase las posibles soluciones, la Mancomunidad Catalana la rechazaba, elaborando por su cuenta un Estatuto.

Entre 1918 y 1923 la cuestión de Marruecos alcanzó su momento de máxima tensión. Como consecuencia de los tratados anteriores se procedió a la ocupación militar de la zona del protectorado español en Marruecos. Las operaciones se llevaron a cabo sin suficiente preparación técnica por lo que terminaron en una catástrofe. Estos sucesos provocaron en la península una oleada de indignación y se encomendó a una comisión parlamentaria la investigación de las responsabilidades políticas.

Con respecto al movimiento obrero, se produjeron profundas escisiones en el bloque socialista español. Un grupo de la federación de juventudes Socialistas, adelantándose a las decisiones del congreso de 1920, fundaron el Partido Comunista de España (PCE).

El número y la gravedad de los problemas desbordaron las posibilidades del régimen, que se mostró ya totalmente incapaz de resolverlos. El último intento de la monarquía de Alfonso XIII iba a ser la Dictadura Militar iniciada con el golpe del estado del general Primo de Ribera el 13 de Septiembre de 1923. El 15 de Septiembre, Primo de Rivera era nombrado jefe del gobierno y constituía un directorio militar. El fracaso de la Dictadura traería irremediablemente la caída de la Monarquía y la implantación de la República el 14 de Abril de 1931.

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