Modernismo arquitectónico y nuevos materiales


Modernismo arquitectónico

El panorama arquitectónico de esta etapa estuvo marcado por la pugna entre los partidarios de la arquitectura ecléctica y aquellos que veían las posibilidades de los nuevos materiales para renovar la práctica arquitectónica. A finales del siglo XIX se construyeron los primeros rascacielos en Estados Unidos y surgió en Europa el modernismo, que trató de superar la dualidad entre la arquitectura ecléctica y de los nuevos materiales. El modernismo fue un movimiento artístico que se desarrolló en Europa entre 1890 y 1910 y que aspiró a una renovación de las artes. Pretendía ser el reflejo de la sociedad moderna, en especial de la burguesía: rica y refinada; al mismo tiempo buscaba hacer una ciudad nueva y elegante. Reivindicaba un arte al servicio del hombre e inspirado en la naturaleza, rechazando la arquitectura ecléctica y la de los nuevos materiales.


Los arquitectos modernistas realizaron una arquitectura lujosa y decorativa que buscaba lo individual y diferenciador como símbolo de riqueza y distinción de la burguesía. El modernismo se caracterizaba por la concepción unitaria de las artes, además de proyectar los edificios diseñaban los demás objetos decorativos, por la combinación de materiales tradicionales con nuevos, por la búsqueda del regreso al trabajo artesano, por la utilización de elementos constructivos que forman formas caprichosas y por la importancia


y por la importancia de la decoración de los edificios, a base de líneas curvas, de formas inspiradas en la naturaleza y de piezas de cerámica policroma. Dentro de la arquitectura modernista se diferencian dos tendencias; la orgánica y la racionalista. La tendencia orgánica se basó en el uso de elementos decorativos y líneas curvas en los edificios. Se impuso en Bélgica, Francia, España e Italia. El pionero fue Víctor Horta con la Casa Tassel. En España, el modernismo arraigó sobre todo en Barcelona, gracias al desarrollo industrial que enriqueció a la difusión de la Renaixença, un movimiento cultural que afirmaba los valores regionales y diferenciadores. El principal representante del modernismo catalán fue Antonio Gaudí. Antonio Gaudí fue un arquitecto con un estilo muy personal, cuyos edificios están cargados de simbolismo religioso y se caracterizan por la importancia de la decoración a base de formas vegetales o animales y de elementos curvilíneos. Adquirió cierta influencia de la arquitectura gótica e islámica y utilizó materiales tradicionales, hierro, vidrio y la cerámica, la cual dotó de color a sus edificios. Entre sus obras destaca el Palacio Episcopal, pero en Barcelona también tiene otras obras como la Casa Batlló, la Sagrada Familia o la Casa Milá. La tendencia racionalista se caracterizó por su tendencia a las formas geométricas y la simplificación de volúmenes. En ella se distinguen dos escuelas locales: la Secesión y la Escuela de Glasgow.


La Secesión era un grupo de artistas que rompieron con el mundo académico y crearon su propio mundo cultural. Además de arquitectura también hacían diseño gráfico, etc. El artista más destacado fue Joseph Olbrich (1867-1908) con su obra el Edificio de la Secesión. Otros arquitectos fueron Josef Wagner, con el Palacio Stoclet, y Otto Wagner, con la Casa Mayólica. En la Escuela de Glasgow predominó la línea recta. Destacó Charles Rennie Mackinstosh con la Escuela de Bellas Artes.


Los nuevos materiales y el camino hacia una nueva arquitectura

El panorama arquitectónico de esta etapa estuvo marcado por la pugna entre los partidarios de la arquitectura ecléctica y aquellos que veían las posibilidades de los nuevos materiales para renovar la práctica arquitectónica. A finales del siglo XIX se construyeron los primeros rascacielos en Estados Unidos y surgió en Europa el modernismo, que trató de superar la dualidad entre la arquitectura ecléctica y de los nuevos materiales. La arquitectura de la primera mitad del siglo XIX conjuga la estética historicista aplicada a la concepción de edificios entendidos como “nobles”, con la necesidad de generar nuevas soluciones constructivas que respondan a las necesidades derivadas de la revolución industrial, demográfica y de los transportes. Todo ello genera la edificación de edificios de dimensiones desconocidas tales como fábricas, puentes, etc.


Además, la arquitectura se beneficia de los nuevos materiales generados por la revolución industrial, en especial del hierro y sus derivados. En el siglo XIX se comenzaron a construir estructuras de hierro fundido gracias a la mejora de su dureza y flexibilidad. El hierro se convirtió en el material emblemático de este fenómeno, ya que posibilitaba la fabricación masiva y en serie de objetos de hierro y su transporte. En cuanto a los elementos constructivos, se utilizó el hierro, el acero, el cristal y el cemento. La decoración es normalmente en materiales tradicionales y el soporte es interno. Las cubiertas son techumbres de armazón metálico y la planta es libre. Se daba mucha importancia a la simetría, la proporción y la armonía. Además, también se buscaba que el espacio interno fuera amplio, despejado y luminoso. Las obras más significativas de los nuevos materiales fueron: el Crystal Palace, la torre Eiffel y la sala de lectura de la Biblioteca Nacional. El Crystal Palace, de Joseph Paxton (1803-1865), fue construido para la Exposición Universal de Londres de 1851. Estuvo inspirado en los invernaderos y consistía en una edificación formada por una estructura de hierro y vidrio. La torre Eiffel, de Gustav Eiffel (1832-1923), es una torre de 300 metros que consta de tres pisos y todo el peso se apoya en cuatro pilares inclinados unidos por arcos. Recibe su nombre de la conmemoración del centenario de la Revolución Francesa. La torre se presentó como un símbolo del desarrollo industrial y tecnológico, que, a pesar de ser rechazado por los arquitectos de la época, se convirtió en el símbolo de París. En la sala de lectura de la Biblioteca de Santa Genoveva, de Henri Labrouste (1801-1875), se utilizaron finas columnas y arcos de hierro para sostener las cubiertas y dar claridad al interior. Por último, en esta etapa también se construyeron edificaciones en España, como el Palacio de Cristal del Retiro, por Ricardo Velázquez Bosco, en Madrid.


Arquitectura del Barroco

. La arquitectura barroca heredó los elementos constructivos y decorativos del renacimiento, tanto los del repertorio clásico como los que habían creado los autores del siglo XVI. Pero estos elementos están utilizados de manera distinta ya que producen efectos plásticos, como si las superficies fueran esculturas. Los muros y fachadas evitan las líneas rectas y aparecen onduladas con luces y sombras muy acusadas y los elementos constructivos rompen las normas de la estética y el equilibrio y aparecen partidos. Se buscan efectos de perspectiva y lumínicos que enfaticen la originalidad de la composición.Bernini fue un artista universal y trabajó bajo la protección de los papas, sobre todo de Urbano VIII y Alejandro VII. Destacó por su capacidad de crear imágenes nuevas que provocan asombro y emoción, creadas a partir de un repertorio clásico renovado y dramatizado. En 1624 emprendió la renovación de la basílica del Vaticano.


. Para devolver el protagonismo al crucero construyó el baldaquino una construcción insólita sobre la tumba De San Pedro pensada para despertar la imaginación y los sentidos. Tiene las dimensiones de una arquitectura de manera que acerca la elevadísima cúpula hasta el altar. Su estructura diáfana no oculta el ábside, pero logra sin embargo focalizar la atención sobre el altar. El movimiento que sugieren las columnas salomónicas, el contraste entre el bronce negro y dorado y el uso de ménsulas, entablamentos y otros elementos arquitectónicos como decorativos llaman la atención y dan mayor relieve a los símbolos y figuras alegóricas que celebran al papa, al fundador De la Iglesia católica y al Espíritu Santo. En 1657 construyó la plaza De San Pedro rodeada de una columnata. La forma curva de sus dos alas hace eco con la planta circular y simboliza el abrazo con el que la iglesia católica acoge a los fieles y recibe a los arrepentidos, en las plazas de Roma hay en el centro un obelisco que refuerza el significado universal de la Iglesia católica. Es una forma dinámica sin un punto de vista preferente y cuyo aspecto cambia con el movimiento del espectador. En 1657 Bernini realizó la catedral de San Pedro en la que se funde la arquitectura y escultura. El trono está cerca de una ventana en la que se recorta una paloma que simboliza el Espíritu Santo. Borromini desarrolló su carrera al paralelo de Bernini y aportó un concepto totalmente distinto de la arquitectura. Consideraba el trabajo como una forma de esfuerzo y superación y daba mucha importancia a la técnica y experiencia. Sus edificios son independientes del espacio en el que se ubican, con fachadas que tienen un gran valor plástico. Borromini admiraba la tensión y dramatismo de Miguel Ángel. Los elementos arquitectónicos aparecen deformados, las plantas de sus edificios son complejas y llenas de movimiento. Él incluía símbolos en sus obras. La iglesia de San Carlos es de sus obras más destacadas. Ocupa un solar muy pequeño y tiene un diminuto claustro con las esquinas curvadas. La iglesia de San Inés con un gran cuerpo horizontal, una cúpula y dos torres. Una de sus obras más complejas es el edificio de la antigua universidad de Roma con un patio curvo.

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