T7: Las Migraciones Exteriores
Las migraciones exteriores se refieren a los movimientos de población que trascienden las fronteras de un país. Históricamente, estas migraciones estuvieron dominadas por la emigración. En contraste, las dinámicas migratorias actuales se caracterizan por una disminución de la emigración y un considerable volumen de inmigración extranjera.
Migraciones Exteriores Tradicionales
Este periodo abarca desde mediados del siglo XIX hasta la crisis económica de 1975. Durante esta época, España experimentó una significativa salida de población, con destinos tanto en ultramar como en Europa occidental.
La Emigración Transoceánica Tradicional
La principal ruta migratoria transoceánica se dirigió a América Latina, seguida por Estados Unidos, Canadá y Australia. En muchos casos, esta emigración fue permanente y asistida. Sin embargo, también existieron movimientos temporales para participar en la construcción de grandes infraestructuras y salidas estacionales para labores agrarias, complementando las campañas en España.
Etapas de la Emigración Transoceánica
Se distinguen dos fases de auge y dos de declive:
- Primera Etapa de Auge (Mediados del siglo XIX – Primera Guerra Mundial, 1914): Al inicio de este periodo, la emigración hacia América, que se había iniciado en el siglo XVI, había disminuido debido a políticas poblacionistas del siglo XVIII y la independencia de las colonias. Sin embargo, a partir de 1853, la situación cambió por varias causas:
- Los países latinoamericanos requerían inmigrantes para su desarrollo, explotación de recursos y construcción de infraestructuras, facilitando la entrada y enviando agentes reclutadores.
- España redujo los obstáculos a la emigración, convirtiéndose en una vía de escape para el atraso agrario y el desempleo en zonas de minifundios y unifundios, ante una industria incipiente.
- El deseo de los jóvenes de evitar el servicio militar prolongado y el efecto llamada de familiares y retornados impulsaron la salida.
La procedencia principal de estos emigrantes era de las regiones atlánticas: Galicia, Asturias y Canarias. Sus destinos se centraban en actividades agrarias en La Pampa (Argentina), y en las plantaciones de azúcar en Cuba y café en Brasil, donde se necesitaba mano de obra tras la abolición de la esclavitud. El perfil típico era un varón joven, soltero, con baja cualificación y dedicado a la agricultura.
- Decadencia entre Guerras (1914-1945): La emigración transoceánica experimentó un declive debido a circunstancias desfavorables:
- La inseguridad generada por la Primera Guerra Mundial.
- La crisis económica de 1929, que provocó desempleo en Latinoamérica y la imposición de cuotas de entrada para inmigrantes.
- La Guerra Civil Española y la posguerra (1936-1949), que dificultaron las salidas por escasez de transporte, bloqueo internacional y políticas poblacionistas del franquismo.
- Recuperación (1945-1950): La migración transoceánica se reactivó, aunque sin alcanzar las cifras iniciales. Esto fue posible gracias a la autorización para salir libremente, el levantamiento del aislamiento internacional y un cambio en la actitud de Estados Unidos hacia el régimen franquista. La procedencia se mantuvo gallega y canaria, mientras que la asturiana disminuyó por la oferta de empleo en la siderurgia local. Los destinos principales fueron la explotación petrolera en Venezuela, Argentina (por lazos familiares) y la industria en Brasil. El perfil del emigrante evolucionó, con mayor peso de la emigración familiar y un nivel de cualificación más alto, predominando obreros y técnicos industriales, y agricultores especializados, respondiendo a las demandas de los países receptores.
- Descenso desde 1960: La emigración transoceánica comenzó a disminuir ante el declive de la economía latinoamericana y la creciente competencia de la emigración hacia Europa.
La Emigración Tradicional a Europa
Hasta mediados del siglo XX, esta migración fue escasa y estacional, principalmente desde el campo levantino hacia Francia. Estaba compuesta por agricultores, obreros de la construcción, personal de servicio doméstico y, posteriormente, refugiados políticos de la Guerra Civil. La Segunda Guerra Mundial marcó el fin de esta etapa.
Auge de la Emigración a Europa (1960-1973)
Este periodo fue el de mayor intensidad migratoria hacia Europa, con una breve interrupción entre 1964 y 1968 debido al inicio del Plan de Desarrollo español y a una crisis económica europea. Fue en gran medida una emigración permanente, impulsada por:
- Causas Europeas: La rápida reconstrucción económica tras la Segunda Guerra Mundial generó una alta demanda de empleo, no cubierta por la escasa población local.
- Causas Españolas: El fuerte crecimiento demográfico, el excedente de población agraria por la mecanización, la insuficiente industrialización, el aumento del paro tras el Plan de Estabilización, la pérdida de atractivo de la emigración ultramarina y los elevados salarios europeos.
La procedencia de los emigrantes se diversificó a todas las regiones, con mayor impacto en Andalucía y Galicia. Los destinos prioritarios fueron Francia, la República Federal de Alemania y Suiza. El perfil era de adultos jóvenes, poco cualificados (agricultores, peones de construcción, obreros industriales), que ocuparon los puestos de trabajo menos cualificados y peor remunerados en minería, construcción, industria y servicio doméstico.
Declive de la Emigración Tradicional a Europa (a partir de 1975)
La crisis económica de 1975 provocó desempleo en Europa occidental, lo que llevó al regreso de muchos emigrantes.
Consecuencias de las Migraciones Exteriores Tradicionales
Consecuencias Demográficas
La emigración redujo la población española y afectó su distribución territorial, contribuyendo a los desequilibrios actuales en el reparto espacial de la población.
Consecuencias Económicas
La emigración alivió el crecimiento natural y el desempleo. Las divisas enviadas por los emigrantes contribuyeron al desarrollo económico y a la reducción del déficit comercial. Sin embargo, muchas áreas de origen no se beneficiaron directamente, ya que los ahorros se invirtieron en zonas más dinámicas o los retornados se reubicaron en otros lugares.
Consecuencias Sociales
En los países de destino, los emigrantes sufrieron desarraigo, dificultades de adaptación a nuevas lenguas y costumbres, y precarias condiciones de vida (separación familiar, viviendas de baja calidad, bajos salarios). Tras la crisis de 1975, fueron los primeros en ser despedidos, regresando a menudo sin haber mejorado su cualificación profesional y enfrentándose a problemas de reinserción laboral y adaptación.
T8: El Casco Antiguo o Ciudad Preindustrial
El casco antiguo abarca la parte de la ciudad urbanizada desde sus orígenes hasta el inicio de la industrialización a mediados del siglo XIX, correspondiendo a la ciudad preindustrial. Aunque ocupa una superficie reducida en la ciudad actual, posee un gran valor por su legado cultural, siendo muchos de estos cascos declarados conjunto histórico-artístico o Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO (ejemplos: Toledo, Mérida, Segovia, Santiago).
La Herencia de la Época Preindustrial
Los cascos antiguos conservan elementos de la etapa preindustrial, caracterizada por ciudades que, si bien variadas, solían presentar rasgos comunes:
Rasgos Comunes de la Herencia Preindustrial
- Murallas: Casi todas las ciudades estaban rodeadas de murallas con fines defensivos, fiscales y sanitarios.
- Plano Urbano: Predominaba un plano irregular con calles estrechas y tortuosas, típico de ciudades antiguas, medievales, musulmanas o cristianas. No obstante, existían planos radiocéntricos (Vitoria), lineales (Santo Domingo de la Calzada) y en cuadrícula (Tarragona, La Carolina).
- Trama Urbana: Era cerrada, ya que las ciudades crecían dentro de las murallas. Muchas viviendas contaban con patios, corrales o huertos.
- Edificación: La edificación predominante eran casas unifamiliares de baja altura. También existían edificios destacados como iglesias, mezquitas, palacios y ayuntamientos.
- Usos del Suelo (Multifuncionalidad): Coexistían diversas actividades (talleres, comercios, almacenes, edificios públicos) y grupos sociales. Sin embargo, existía cierta especialización por barrios para gremios de artesanos y comerciantes, y una jerarquización espacial: el centro era el área más destacada, albergando edificios públicos y residencias de la élite, mientras que los trabajadores y minorías étnicas o religiosas se ubicaban en barrios específicos (juderías, morerías).