Mujeres filosofas de la edad media


Hay muchas hipótesis sobre este tema en concreto, se han planteado temas muy extendidos y diversos, y porque no? Nosotros no queríamos ser menys.Desgraciadament vivimos aún en una sociedad desigual, eso nos costará tiempo poder ponerle remedio, pero poco a poco, y quién sabe quizás dé todo un giro radical a esta situación.
Lo primero que nos interesó del tema fue la evolución humana, es decir cómo empezó la mujer en nuestra sociedad, ¿qué papel había adquirido y como avançar.Gracies ello hemos podido sacar muchas teorías, muchas hipótesis y me aprendido a que la mujer y su papel ha ido evolucionando en diferentes periodos, ha tenido papeles muy variados y según el periodo, ha cambiado radicalmente.
También era una buena manera de descubrir en la clase de sociedad que vivimos, hemos vivido y según algunos antecedentes podríamos»prever»como viviremos.
Además, es un tema enriquecedor culturalmente ya que, como sabemos en las distintas partes del mundo debido a la situación de aquel lugar, puede ser económica, por tradición, desarrollo del país, etc.
No es igual este papel, por este motivo creemos que esto nos puede enriquecer en coneixements.Vam escoger también el tema por la actualidad y la repercusión mediática que tiene. Pero también porque nos pareció interesante indagar en un tema social que tal vez no en una enfermedad por ejemplo congénita.
Al principio no estábamos muy convencidos de hacerlo sobre este tema, pero nos fuimos animando viendo a medida que progresaba el treball.Creiem que a sido enriquecedor y mucho mejor de lo esperado.



EDAD MEDIA

Proyecto de investigación

Actualmente las estadísticas reflejan una mayor afluencia femenina en los claustros académicos con gran dedicación a los estudios, que da como resultado un mayor porcentaje de profesionales mujeres que se reciben. Por otra parte, la participación femenina ya no se limita a carreras estrictamente para mujeres, sino que abarca todos los ámbitos profesionales, habitualmente ocupados por los hombres. el nuevo rol de la mujer en la sociedad ha modificado su rol en la familia, los miembros aún no han podido adaptarse a las nuevas reglas de juego. La mujer ha incorporado tareas a su quehacer cotidiano, sin dejar que realizaba habitualmente, debido a que no encontraba quien las hiciera. Aunque muchos hombres, educados con madres que realizaban todas las tareas de la largo, no pueden asumir la obligación de colaborar en lun a con sus parejas en las actividades de la largo. Los hombres deberían de ir adaptándose cada vez más al nuevo rol que les exige la vida moderna colaborando activamente con las tareas domésticas. La mujer es y será irremplazable en el gobierno de su hogar, porque es el director dorquestra ideal que puede alcanzar lharmonia justa para el buen funcionamiento de la difícil empresa que consiste en llevar adelante una casa.

Educación de la mujer en edad media

La Educación es uno de esos campos en los que la mujer tiene cierto espacio en la Edad Media. Era ella, desde que la mayoría de la población es analfabeta, la encargada de transmitir la cultura y los conocimientos que poseía los hijos y las hijas. Si nos referimos a las nobles, hoy en día sabemos que la mayoría de ellas sí cultivaron los saberes. Dominante la escritura y la lectura, aprendieron otras lenguas, se instruyó en ciencias, y en música. Por el contrario, el acceso a la educación para las clases bajas fue mucho más complicado, especialmente en las zonas rurales.
Es realmente difícil determinar si hubo una evolución o un retroceso en la situación de la mujer en la Edad Media. Fueron diez siglos en los que la sociedad, la cultura y las costumbres sufrieron muchas variaciones. Por ejemplo, España comenzó el siglo VIII con tres religiones conviviendo: la judía, la musulmana y la cristiana, que son, además, tres formas distintas de pensar, entender, definir y construir a la mujer.

La mujer en la edad media

Con lexcepció de personajes tan brillantes y al mismo tiempo tan poco representativos como Leonor de Aquitania, Eloísa y Juana de Arco, las mujeres medievales han llegado hasta nosotros bajo el prisma de sus contemporáneos masculinos. Los hombres de la edad
Media solían considerarlas inferiores y débiles, aunque dotadas de una peligrosa capacidad de seducción, o también, con menos frecuencia, bellezas remotas al margen de las mediocridades de la realidad. El actual interés por la historia de la vida cotidiana ha hecho que se empiecen a sustituir estos estereotipos masculinos por una visión más ajustada de la realidad.

Mujer

La vivencia de esta unidad de dos o diferencia en la igualdad es lo que llamamos complementariedad.
En virtud de ella varón y mujer existen ordenados el uno al otro como a su plenitud. Por lo tanto la complementariedad no se reduce a una cualidad física o psíquica sino que se inscribe en el plano espiritual, o lo que es lo mismo, radica en la persona. La complementariedad se vive como una deuda innato con el sexo opuesto. Induce a descubrir la humanidad propia reflejada en el complementario, ya asimilarla mediante la amistad: celebrándose la, fomentando y respetando la. El barón, por ejemplo, interioriza los valores femeninos de tal manera que, lejos de afeminado a, encuentra en sí nuevas vetas de masculinidad. Y de manera simétrica ocurre con la mujer. En cambio, cuando la complementariedad se posterga o ignora (pragmatismo, machismo, provisión, moralismo, etc.) La común humanidad s’intoxica de mentira y se empobrece. Complementariedad dentro de cada individuo. Algunos autores (Jung, Woolf, Moeller, Ballesteros, Castella, Elósegui, etc.) Han hecho notar cierta complementariedad no sólo entre varón y mujer, sino en el interior de cada individuo. La experiencia enseña, en efecto, que hay valores tradicionalmente atribuidos a la mujer (ternura, delicadeza, intuición) que por ser humanos se dan igualmente en el varón, pero de manera masculina. Y al contrario ocurre en la mujer con valores como fortaleza, valentía, disciplina, audacia etc. La diferencia está en el estilo o talante con que se viven más que en su contenido, por más que el lenguaje corriente lo exprese clasificando según el género. Aparte de los prejuicios sexistas que hayan influido en ello, esta manera de hablar refleja una realidad muy profunda: que nuestra comprensión misma de lo humano es naturalmente sexuada: varón y mujer simbolizan, cada uno por su parte, aspectos diversos de la humanidad que les es común. De ahí la importancia de vivir la complementariedad, por ejemplo mediante la colaboración doméstica, de modo que esta intuición luminosa del lenguaje sea fuente de enriquecimiento mutuo, y no degenere en esquematismos mentales y discriminaciones morales, como ha sido tan frecuente en la Historia. Amistad complementaria y amor de complementariedad. Son dos realidades diferentes aunque relacionadas. La amistad o trato complementario es todo el que tiene lugar entre varón y mujer contando con la condición sexuada respectiva, manifestada en el significado esponsal de sus cuerpos, sin que ello signifique necesariamente amor erótico. Partiendo de la conciencia de su mutua complementariedad es posible que hombre y mujer sean simplemente amigos, incluso muy amigos, sin ser novios. Así sucede en muchos ámbitos, donde la apertura recíproca amplía la convivencia: hermanos, compañeros de estudio o trabajo, grupo, asociación, deporte, etc. Esta valiosa forma de amistad, que comporta respeto y fidelidad al propio estado y vocación, se distingue netamente del amor de complementariedad «, que es el propiamente erótico o esponsal. Este es el que se establece no sólo contando con la complementariedad, sino en función de ella. Surge entonces una relación radicalmente nueva, con un estatuto ético y estético diverso, en el las palabras y los gestos ordinarios quedan transfigurados.La delicadeza del amor consiste precisamente en captar tales matices y ser fiel a sus exigencias. Complementariedad y cultura. La cultura misma por ser humana es sexuada, dual, se desarrolla en toda su amplitud bajo el signo de la complementariedad, creando así como un campo magnético que ordena el comportamiento y le confiere seriedad, profundidad, interés humano. Este proceso nace en la intimidad familiar y después toma cuerpo en tradiciones, costumbres e instituciones. Actitudes como la admiración mutua, el respeto, la delicadeza, la modestia, el compostura, etc., Empiezan viviendo como usos familiares, colaboración doméstica, arreglo personal, atuendo, decoración, etc., Y de ahí la complementariedad trasciende a las estructuras sociales: educación, comunicación, política, finanzas, ciencia, arte, etc. Esta cultura dual, marcada por la apertura recíproca del varón y la mujer en todos los niveles, presenta, entre otros, dos beneficios: Pone de relieve que las personas prevalecen valen más que las cosas, y las relaciones interpersonales prevalecen sobre los objetos ordenados a ella. Desde el núcleo matrimonial y familiar la complementariedad alienta la cultura y le hace ser convivencia más que conveniencia. la cultura pierde su razón de ser y se queda en mera etiqueta convencional expuesta a la manipulación ideológica.

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