Nietzsche: Filosofía del Superhombre, Muerte de Dios y Crítica de Valores


Nietzsche: Un Pensador Subversivo

Nietzsche nació en una familia de pastores protestantes, marcada por la desestructuración. Estudió Teología, pero se inclinó por la filología y el estudio del mundo antiguo. Se le considera el profeta de la muerte de Dios y la grandeza del hombre, además de ser uno de los pioneros del “humanismo ateo”, influyendo en pensadores como Sartre y Camus. Su pensamiento, de vocación subversiva, ha sido denominado “filosofía del martillo”, debido a su carácter demoledor, vitalista e irracionalista. Su obra se manifiesta a través de novelas, ensayos y críticas.

Crítica de los Valores Superiores

“Siempre destruye el que quiere ser creador”. Nietzsche arremete contra los valores que considera “idealistas”, especialmente el cristianismo y su moral, a la que califica como moral de esclavos, sumisos y engañados. La transmutación de valores engendrará un nuevo tipo de cultura, simbolizada por “Dionisos vs. Crucificado”, es decir, la exaltación de las fuerzas naturales y hedonistas frente a Cristo.

El Superhombre: Superación y Autodeterminación

El símbolo central de su filosofía es el “superhombre”, la superación del hombre. Frente al hombre esclavo de la cultura represiva, la religión y la moral, esta nueva realidad hará emerger un hombre nuevo y libre que posee un fuerte sentido de la tierra, ama la tierra y se aferra a ella como lo absoluto y definitivo. La creatividad es su característica principal: ha de ser como un niño que todo lo inventa, sin cortapisas ni restricciones.

Esta idea del superhombre tiene una clara influencia de Darwin: solo el hombre es quien se autodetermina, quien crea en libertad su propio ser. Él puede y debe favorecer su propia evolución, ascendiendo desde el mono al superhombre, así como evolutivamente desde los primates ha emergido el hombre hasta llegar al estado en que lo conocemos. El superhombre ha de distanciarse del hombre tanto como este lo está de aquel. Nietzsche ironiza frente a la pretensión de presentar al hombre esclavo y alienado (especialmente desde la visión cristiana) como verdadero paradigma antropológico.

Voluntad de Poder y Eterno Retorno

Para crear unas nuevas tablas de valores del bien y del mal, se requiere previamente crear una voluntad “absoluta”, la afirmación absoluta de la vida asentada en la voluntad de dominio: frente al “debes”, el “quiero”.

Nietzsche entiende el devenir del hombre y la naturaleza como un “Eterno Retorno”. Frente a la fuerza destructora de la muerte que los devuelve a la nada, aquellos vuelven una y otra vez en ciclos eternos: este devenir es el sí eterno que el mundo se da a sí mismo.

Dios como Antinomia de la Vida

Dios representa la antinomia de la vida.

Cristo vs. Cristianismo

Es importante advertir que, para Nietzsche, Cristo sería alguien diverso del cristianismo: este habría transformado en doctrina una forma de vivir presentada por él. En Nietzsche se da una mezcla de amor y odio que le lleva a utilizar muchos términos y temas evangélicos. Admira de Jesús su íntima y profunda libertad ante la ley y los poderes político y religioso, ante los convencionalismos… Pero se ve decepcionado por su evangelio del amor, del perdón y de la compasión.

La Religión como Ilusión

La religión sería una ilusión, una proyección humana, un fragmento del yo disociado y otorgado a un ente irreal. Es el temor ante lo “otro” el desencadenante de los sentimientos religiosos, por lo que creamos “maniquíes de mil colores”. La tarea consistiría en restituir al hombre lo suyo, ese fragmento, para “ser como Dios”.

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