3 primeras leyes de newton y FORMULAS


2.Los interrogantes filosóficos en su historia:

Es muy difícil definir lo que es la filosofía porque su definición ha cambiado mucho a

lo largo de la historia. Podemos dividir esa historia en tres períodos: 



2.1Periodo Metafísico (Antiguo y Medieval)

Pregunta por el SER o REALIDAD

Es un periodo esencialmente METAFISICO, dominado por las preguntas sobre el

SER     y  la  NATURALEZA.            Los   griegos    inician   la  marcha:     insatisfechos    de  las

explicaciones míticas se ponen a investigar acerca de la naturaleza del cosmos. La

investigación      debía   ir  más    allá  y  más   al   fondo   de  las  simples    apariencias.     Se

trataba de conocer la esencia de las cosas, la idea o estructura íntima que hacía que

las   cosas   sean   tal  y  como    son.   Identificaban      entre   realidad,    razón   y  palabra.

Además, querían conocer las causas últimas.

Aunque       las  primeras     preocupaciones      de   los   filósofos-científicios     griegos     son

“cosmológicas” (origen y forma del universo) el pensamiento no olvida su dimensión

practica:    a  partir  del   siglo   V,  se   produce    el  llamado    «giro    antropológico»,       al

preocuparse más por los problemas de la vida del hombre en sociedad que acarreó el

régimen democrático que sustituyó al viejo poder aristocrático y religioso. Coincidiendo

con    la  llegada   de  la  democracia     en  Atenas   (siglo   V   A.C   o  siglo  de   Pericles)  los

problemas ETICO-POLITICOS pasan a primer plano. Así de la preocupación por las

leyes naturales se evoluciona hacia el planteamiento de la ley  política (nomos), es decir,

se busca una nueva base racional –no impuesta por presuntos dioses, sino por el pueblo

autogobernándose de forma libre- de una nueva sociedad en la que imperase la justicia.

Sócrates  (470-   399   a.   de   C)   señala   un   antes   y   un   después   en   la   filosofía   al   poner   el

problema de la definición del BIEN por encima de cualquier otro problema filosófico.

Con   Sócrates   la   democracia   griega   alcanza   su   máximo   esplendor,   pero   también   su

mayor fracaso (es condenado injustamente a muerte por el pueblo, de modo totalmente democrático) y a partir de ahí, comienza la larga decadencia del pensamiento clásico. A

la democracia ateniense le sucede el Imperio de Alejandro y posteriormente la conquista

romana,   que   en   el   siglo   I   deja   de   ser   republica   para   convertirse  en   el   mayor   Imperio

occidental. Con la libertad política morirán poco a poco la libertad de pensamiento y de

expresión   y   con   ellas,   la   propia   filosofia   y  aún   la   ciencia,   siendo   sustituidas   por   una

nueva religión (el monoteísmo judeocristiano) más apta para el control de las masas. El

imperio durará cinco siglos, pero en los dos últimos, los de mayor crisis económica y

político-social,     en  los  que   las  desigualdes     se  incrementaron      exponencialmente,       se

convertirá en oficialmente cristiano.

Pero, coincidiendo con la decadencia y caída del Imperio Romano de occidente, el

cristianismo       se   convierte     en   la  principal     fuerza    espiritual     de   Europa.     La

unificación política alcanzada y su correlato religioso, el monoteísmo se disgregan:

surgen      tres   grandes     bloques     (cristianismo      trinitario    occidental,    cristianismo

ortodoxo   bizantino,   Islamismo,   -además   del  Judaísmo   repartido   en   todos   ellos-).

Occidente,   arrasado   por   los   bárbaros   se   convierte   en   un   conjunto   disperso   de

reinos   más   o   menos   feudales,   atrasados,   de   economía   básicamente   agrícola   –sin

apenas ciudades ni comercio- y en lo cultural, sólo unificados por una Iglesia que

intenta   constante   e   inútilmente   resucitar  el   viejo   Sacro   Imperio   Románo   (ahora

también,   “Germánico”).   Poco   a   poco,   la   FE   desplaza   a   la   RAZON   en   el   mundo

tardoromano         y  medieval     y  la  filosofía  se   convierte   en   “sierva    (ancilla)”   de   la

TEOLOGIA. Dicho de otro modo, no hay más posibilidad de pensamiento que la

que   coincide   con   la   METAFISICA   cristiana,   heredera   de   la   tradición   platónico-

aristotélica   y   del   judaísmo   (DIOS   es   el   SER,   la   única   verdadera   realidad).   El

CREACIONISMO                (Dios    creó    el  mundo      de    la   NADA       concepto     ajeno     al

pensamiento griego, que siempre afirmó  que el mundo es eterno, no creado) y el

TEOCENTRISMO (Dios, único ser NECESARIO, omnipotente y omnisciente es el

centro   del   universo   medieval,   no   el   hombre)   son   las   características   de   la   nueva

teología,    que    añade    nuevos    conceptos      al pensamiento       (libertad,    linealidad    del

tiempo     y  de   la  historia   etc)  pero   lo  somete    por   completo      a  

la  FE.  Toda     otra

sabiduría   queda   relegada   al   olvido,   al   anatema   o   la   herejía.   Y   en   cuanto   a   la

investigación científica especializada, tal como se practicó en el periodo helenístico

en     Alejandría,      prácticamente        desaparece       condenada       por     las   autoridades

eclesiásticas     como     magia,    brujería     o  hechicería.     Son    malos    tiempos     para    el

pensamiento y la ciencia “libres”.


2.2Periodo Gnoseológico (Moderno)

Pregunta por el CONOCER

La Razón se emancipa lentamente de la FE, al tiempo que una incipiente burguesía

asciende socialmente hasta acabar con el sistema feudal y el antiguo régimen, en

varias fases bien conocidas (reforma protestante, revoluciones inglesa, americana y

francesa). En efecto, a partir del siglo XV aprox. La burguesía empieza a oponerse

al feudalismo imponiendo en lo económico un capitalismo comercial y reclamando

cada     vez  mayores      derechos    políticos    frente   a  la  aristocracia    y  el  clero.  En    lo

ideológico todo ello supondrá la crítica cada vez más profunda y despiadada del

catolicismo. Es un proceso largo y complejo pero sus raíces se encuentran en tres

grandes corrientes del Renacimiento:

-El Humanismo: que, recuperando a los autores clásicos greco-rromanos sustituye

el geocentrismo medieval por un antropocentrismo en el que el hombre empieza a

ocupar el lugar de Dios, con una visión más positiva del universo y de la naturaleza

(que ya no se contempla como un mero lugar de paso).

-La Reforma Protestante: que cuestiona la unidad ideológica católica, el papado y

sobre todo introduce un individualismo religioso más acorde con los intereses de

una burguesía nacionalista.

-la   Revolución   científica,   que   se   realiza  desde   el   siglo   XV   en   el   ámbito   de   la

matemática,       la  física  y,  sobre   todo,    la   astronomía,     con   el  heliocentrismo      de

Copérnico.      Se   abandona      la  concepción    aristotélico-ptolemaica   del   mundo,   y   la

ciencia   (especialmente   la   física   matemática)   aparece   por   primera   vez   como   algo

claramente       distinto    a  la  filosofía.    La   nueva     ciencia   (nuova     scienza)    cuyas

caracteristicas principales son las siguientes:

     • -Heliocentrismo: el sol es el centro, no la tierra

     • -Mecanicismo:   El   universo   no   es   ni   un   organismo   vivo   (Grecia)   ni   una

criatura   de   Dios   (Cristianismo)   sino   una   máquina  perfecta   que   funciona

sóla según las leyes naturales y que podemos estudiar racionalmente (más

bien “medir matemáticamente”: importa cada vez más el cómo suceden las

cosas, no el “porqué”)

     • -Matematización: visión cuantitativa de la realidad, no cualitativa (como se

deduce de lo anterior)

     • -Experimentalismo:   no   se   busca   sólo   conocer   por   conocer   sino   controlar,

dominar y transformar la naturaleza de modo práctico. Las teorías deben

estar probadas por la observación y sobre todo, deben ser útiles.

La     nueva    ciencia,    decimos,     pretende    formular      mediante      leyes   matemáticas

universales   y   necesarias   lo   que   aparece   a   nuestros   sentidos   (los   fenómenos)   sin

preocuparse   demasiado   por   sus   causas   últimas   (metafísicas).   De   este   modo,   se

evitan   las   cuestiones   político-religiosas   conflictivas,   se   declara   insignificante   a   la

metafísica o se deja la batalla ideológica contra la Escolástica en manos de filósofos

profesionales,      cada   vez   más    diferenciados     de   los  (“neutrales”)     científicos.   Sin

embargo, la ciencia moderna, de modo explícito o implícito defiende cada vez más

una     metafísica    muy    concreta:     el  materialismo      atomista     y  ateo   (formalmente

“agnóstico”) de Demócrito. Y en el terreno epistemológico, su curiosa síntesis de

teoría    matemática      y  experiencia     sensible    tendrá    unos   fundamentos       muy    poco

sólidos,   que   se   convertirán   en   el   centro  de   atención   del   pensamiento   filosófico

moderno,        más     preocupado       ahora    por   la   cuestión    del   CONOCER          (¿cómo

conocemos las cosas, cuál es y debe ser el verdadero método científico) que por la

del   SER.   Hay   una   desconfianza   de   la   razón   metafísica,   identificada   con   la   vieja

escolástica.   Locke   intuyó   que   la   filosofía   había   andado   siempre   por   un   camino

equivocado al suponer que la realidad y la razón coinciden. La filosofía se aleja de

la investigación sobre la naturaleza (que se deja en manos de la ciencia) y más que

centrarse en la realidad en sí misma, se centra en el análisis crítico del modo de

acceder a ella. Esta nueva etapa no sólo se caracteriza por la definitiva autonomía

de la razón respecto a la fe religiosa, sino también por la búsqueda de un nuevo

método, no sólo para las ciencias, sino capaz de hacer progresar la filosofia como lo

está haciendo la propia ciencia. Así, la filosofía se convierte primordialmente en crítica   del   conocimiento,   en   EPISTEMOLOGIA.   Tal   es   la   orientación   de   las   dos

principales escuelas modernas: racionalista y empirista, que ya no se ocupan tanto

del SER como del “CONOCER”. El racionalismo afirma que la nueva ciencia es,

básicamente “matemática”. El empirismo, por su parte, afirma que esta es sobre

todo “experimentación”, experiencia sensible. Kant supone una nueva concepción

de    la  razón:   cree   que   es  posible    justificar   la  síntesis  de   razón   matemática       y

experiencia   sensible,   pero   al   precio   de   que   la   razón   ya   no   se   identifica   con   la

realidad, y no es capaz de conocer las cosas tal y como son en sí mismas. La razón

se   encuentra     encerrada     en   unos   límites  muy     estrechos:    sólo  se  puede    conocer

aquello que se puede experimentar intersubjetivamente (de modo fenoménico). Ir

más allá de la física (de modo metafísico, absolutamente objetivo) es imposible. De

este   modo,   se   negó   la   posibilidad   de   un   conocimiento   metafísico,   y   la   filosofía   se

convirtió en crítica del conocimiento, pero también de la religión y de la sociedad

(inspirando      las  primeras     teorías    POLITICAS        democráticas,      antiabsolutistas      y

republicanas       modernas).      La   autonomía      de  la  razón    se  consuma:     es  capaz    de

juzgarse a sí misma, de señalar sus propios límites, pero también de delimitar sus

conocimientos como verdaderos (ciencia) frente a un falso saber o una falsa FE en

el   conocimiento   de   la   totalidad.   Pero  también   es   capaz   de   autogobernarse,   de

dictar   normas   prácticas   etico-políticas  puramente   racionales,   sin   subordinación

alguna   a   la   fe   religiosa.   Ya   dijimos   que   la ilustración representa   el   triunfo   de   la

ideología   burguesa   que   conducirá   a   las   revoluciones   liberales   del   XIX   y   del   XX,

empezando por la francesa. El republicanismo democrático y antiabsolutista ya se

percibe desde el Renacimiento en todo el pensamiento moderno, pero cuaja en la

Ilustración Inglesa, Francesa y finalmente se autofundamenta en la obra de Kant

(ilustración alemana) que representa la máxima autonomía de la razón frente a la

fe tanto en el plano teórico como en el práctico.

2.3 Periodo humanista (CONTEMPORANEO)

Pregunta por el HOMBRE o la NATURALEZA HUMANA

La    burguesía     racionalista    e  ilustrada,  una     vez  en   el  poder,   impone     un  nuevo

dominio   cuasi   dictatorial   sobre   el   resto  del   mundo,   representado   ejemplarmente

por     el  imperialismo       anglosajón      dominante       en   lo   económico       (capitalismos

comercial,      industrial    y   financiero)    y   en   lo  político   (las  pseudo-democracias

bipartidistas). Lógicamente, el pensamiento crítico se revuelve contra lo que cada

vez   se   revela   como   una   nueva   religión   o   ideología   dominante:   la   tecno-ciencia

moderna, o sus justificaciones ideológicas (kantismo, empirismo, positivismos etc).

Coincidiendo con las primeras crisis serias del capitalismo industrial y financiero,

desde finales del XIX la Ilustración y el pensamiento moderno entran también en

una     considerable     crisis,  de   la  que   parece    ser   reflejo   a  su  vez   la  “crisis   de

fundamentos” de las ciencias físico-matemáticas que vivimos actualmente: por un

lado las ciencias particulares no alcanzan a conocerlo TODO, (se cuestiona incluso

su   progreso)   y   por   otro   el   racionalismo   burgués   es   cuestionado   desde   distintos

puntos      de    vista    (Marxismo,       Fenomenología,         Hermenéutica,        Psicoanálisis,

Existencialismo) hasta acabar en un relativismo postmoderno casi generalizado.

En   efecto,   aunque   en   la   ciencia   el   materialismo   mecanicista   parece   alcanzar   su

apoteosis al extenderse, de la física-química, a las ciencias biológicas, gracias a la

teoría de la evolución del hombre, formulada por Charles Darwin hacia la mitad

del   siglo,   su   triunfo   no   durará   mucho.   Se  produce   la   explosión   de   las   ciencias

humanas,       cada    más    independizadas        de   la  filosofía   (Antropologia,      Sociología,

Psicología      etc):   el  hombre      aparece     como     un    ser   natural    más     (un   animal

evolucionado) y por tanto como OBJETO DE ESTUDIO para sí mismo, paradoja

donde las haya. El siglo XIX es el siglo del PROGRESO y la EVOLUCION: todas

las ciencias especializadas se desarrollan enormente, estimuladas por el capitalimo

industrial burgués triunfante. Sólo a fin de siglo este modelo económico político (la

democracia   liberal)   empieza   a   entrar   en   crisis,   conduciendo   a   las   dos   guerras

mundiales. El socialismo, el comunismo y el anarquismo atacan el modelo liberal-

capitalista por la izquierda. Por la derecha, la democracia burguesa comienza a ser

cuestionada por los totalitarismos fascista y nazi (los nacionalismos radicales), al

tiempo que la religión no ha desaparecido de la escena y sigue contando con una

notable   influencia   política.     Paralelamente   a   la   crisis   política   de   la   Ilustración   a

finales    de   siglo   también     entra    en   crisis el   modelo     científico    privilegiado:     el

materialismo        mecanicista,      por   causa     de   la  tercera    revolución      científica:    la

formulación        de   las   teorías   RELATIVISTA            (EINSTEIN)        y   CUANTICA.          El

continuo   espacio-tiempo   resulta   ser   relativo   y   la   materia   se   disuelve   en   energía.

Las    leyes   universales     y  necesarias     del  ciencia,    el  propio    determinismo       de  las

explicaciones científicas, se empieza a cuestionar: en el mundo subatómico no rigen

tales   leyes.   ¿Crisis   de   la   razón   ilustrada  o   crisis   de   la   razón   en   general?   ¿Crisis

burguesa   o   crisis   humana?   La   filosofía   acusa   seriamente   todos   estos   fenómenos

históricos,   dirigiendo   su  interés   al   hombre   que   conoce  y   actúa,   es   decir,   a   los

intereses humanos que subyacen a todo conocimiento

Avanzado   el   s.   XX   la   filosofía   desplaza   de   nuevo   su   campo     de   investigación   y

realiza un giro lingüístico: particularmente el empirismo anglosajón se reformula

como      neopositivismo        y   se   consagra     al   estudio     del   lenguaje,     vehiculo     de

comunicación privilegiado en el que de algún modo por determinar se expresaría

el   conocimiento       objetivo.    El  planteamiento        sigue   siendo    epistemológico,      pero

cambia   de   perspectiva:   ahora   se   analiza   el  lenguaje   científico   para   saber   qué   lo

hace diferente del resto. Con ello se completa el ciclo: de la realidad a la razón y de

ésta a la palabra. Kant había admitido que era posible pensar acerca de objetos no

experimentales        (metafísicos),    aun    cuando    el  verdadero      conocimiento      sólo   es  el

científico, el expresado en el lenguaje intersubjetivo de las ciencias. El empirismo,

con matices, había llegado a identicas conclusiones, pero su desprecio de la teoría y

de   la   metafísica   va   aún   más   lejos.   Una   de   las   últimas   corrientes   filosóficas,   el

neopositivismo,       afirmó     que   también     el  lenguaje     tiene   sus  límites:   sólo   tienen

sentido     los  términos     que   son   empíricamente       verificables.    En    consecuencia,     las

cuestiones      metafísicas    no   son   sólo   incognoscibles,     sino   también     impensables       e

inexpresables. De este modo, la filosofía derivó hacia el análisis del lenguaje tanto

del ordinario o natural         como del artificial (científico), especialmente en el ámbito

anglosajón.       Pero    en   cualquier     caso,   no    parece     nada    fácil   fundamentar        el

conocimiento científico y su predominio sobre toda otra forma de saber. A pesar

de   todos   los   esfuerzos   por   demostrar   lo   contrario,   no   parece   haber   nada   en   el

lenguaje científico que lo distinga cualitativamente de otras formas de expresión,

menos “objetivas”. El conocimiento objetivo parece estar seriamente contaminado

de intereses muy subjetivos y humanos (históricos, de clase, sociológicos, de poder

etc) La metafísica parece difícil de matar y la ciencia misma no acaba de imponer

su   objetividad,   quizás   porque   más   que   haber   matado   a   la   metafísica   lo   que   ha

hecho es “ocultar” sus propias bases metafísicas (¿sus intereses?). Las diferentes

escuelas      antes   citadas    (todas    ellas   más    o   menos     antiburguesas,       antiliberales,

anticapitalistas y antianglosajonas) parecen coincidir en esta crítica, que desplaza

la   atención     del   problema      del   conocimiento       al   de  los   intereses    más    o   menos

humanos que lo sostienen. Incluso la propia filosofía del lenguaje anglosajona ha

acabado por reconocer tal relatividad del conocimiento, sin saber muy bien cómo

salir de este atolladero. 

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