Arquitectura de Egipto: Características, Etapas y Tumbas


Arquitectura de Egipto

El arte egipcio que ha llegado hasta la actualidad procede principalmente de los monumentos funerarios y está absolutamente condicionado por la creencia de que la vida continúa tras la muerte. La arquitectura configuraba la morada eterna del difunto, y la escultura y la pintura cumplían las funciones de asegurar su continuidad física y de rodearlo de todos los placeres de la vida terrenal. El concepto de arte de los egipcios buscaba la utilidad y la eficiencia más que la belleza. El cambio y la novedad no resultaban interesantes en sí mismos, sino que el estilo y el lenguaje convencional precozmente instaurados continuaron prácticamente invariables durante sus tres milenios de vigencia.

Características generales:

  • Empleo de la piedra labrada en sillares, perfectamente aparejados, unidos sin argamasa.
  • Muros extraordinariamente gruesos y en talud.
  • Muros con pilastras adosadas como elemento decorativo, ya que ofrecen contrastes de luces y sombras.
  • Arquitectura arquitrabada en la que se establece una perfecta articulación entre los soportes verticales y las cubiertas planas adinteladas.
  • Predominio de los volúmenes geométricos.
  • Colosalismo: edificios de gran tamaño, generalmente desproporcionados con su función.
  • Columna: además de ser elemento sustentante juega un importante papel decorativo. Inspirada en la vegetación de la región, se distinguen por la forma de su capitel.

Etapas:

  1. Etapa Tinita (dinastías I y II, desde el 3000 al 2700 a.C.)
  2. Imperio Antiguo o Menfita (dinastías III al XI, del 2700 al 2060 a.C.) en el que destacan el faraón Djeser y los grandes faraones de la IV dinastía, Kheops, Khefren y Mikerinos.
  3. Imperio Medio (dinastías de la XI a la XII, desde el 2060 al 1786 a.C.)
  4. Imperio Nuevo, tras un largo periodo en el que Egipto cae bajo el dominio de los hicsos (dinastías XVIII al XX, del 1560 al 1080 a.C.). Es un periodo de prosperidad y grandes conquistas. Tras él, comienza un largo periodo de decadencia y debilitamiento del poder real, e invasiones.
  5. Periodo Saíta (dinastías XXVI, últimas independientes, del 664 al 525 a.C.). Después se sucede la dominación persa, la conquista de Alejandro y el periodo greco-romano con la dinastía ptolemaica, hasta que se convierte en provincia romana.

Tumbas

La primera gran arquitectura egipcia surge con las tumbas reales. En general, las tumbas egipcias constan de una cámara funeraria y una o varias salas para los ritos funerarios y el ajuar que acompaña al difunto. Toda la construcción está supeditada al deseo de garantizar la inviolabilidad de la cámara funeraria. Es el reino de Osiris.

Las construcciones funerarias más antiguas son las mastabas, inspiradas en las formas de la casa. Tienen una cámara funeraria subterránea, y una cámara, precedida a veces por una antesala para la estatua del muerto. Suele ser una cámara muy vertical con falsa bóveda. En el exterior se encontraba una capilla para las ofrendas y desde allí su forma es la de una pirámide truncada, rectangular, construida de ladrillos de adobe y revestidas de piedra. Es un tipo de tumba creado en las primeras dinastías pero que se mantiene hasta el Imperio Nuevo.

Estas construcciones pueden tener su origen en las tumbas subterráneas o hipogeos de los primeros faraones que se encuentran en Abidos, cerca de Tebas, hechas con ladrillos. Al trasladarse la capital a Menfis, se concreta ya la mastaba en piedra. En virtud de la creencia de una vida después de la muerte, surge ya en el Egipto prehistórico la costumbre de colocar una casa simbólica sobre la tumba subterránea, origen de la mastaba.

A partir de la III dinastía aparece la pirámide, concebida en un principio como una superposición de mastabas, como se deduce de la planta rectangular de la pirámide escalonada de Saqara, en Menfis, levantada para el faraón Zóser o Djeser.

Es una pirámide de seis gradas que evoca a un zigurat mesopotámico y que se continúa con la de Medeidum, quebrada con tres pendientes, y la de Snefrú, con solo dos.

Estas pirámides más antiguas aparecen ya con un templo anejo. Pero cuando se levantaron las grandes pirámides, no ya como superposición de mastabas, fue durante la IV dinastía.

Su construcción se iniciaba por la cámara sepulcral, por debajo del nivel del suelo. Sobre esta cámara se acumulaban sillares en hiladas escalonadas hasta alcanzar una altura proporcionada a la base.

En el interior se disponían otras cámaras, a las que se accedía por estrechos corredores que se cegaban dejando caer losas como rastrillos.

De las tres pirámides de la IV dinastía -Kheops, Khefren y Micerinos- sobresale la de Kheops, que orienta sus caras a los cuatro puntos cardinales y recrea unas magnitudes reveladoras de unos profundos conocimientos matemáticos.

La pirámide formaba parte de un conjunto, ya que a sus pies se situaba un templo para el culto divino al faraón, y junto a él construcciones de un convento.

A partir de la XI dinastía se impone un nuevo tipo de tumba, el hipogeo, como los abiertos en el acantilado de Beni Hasan. Un factor decisivo para este cambio de estructura funeraria debió de ser el continuo saqueo de las antiguas tumbas y lo costoso de su construcción. Eran sencillas cámaras rectangulares, a las que se accedía mediante unas rampas. Así, las tumbas del Imperio Nuevo se excavaron en el Valle de los Reyes. La más famosa de entre todas ellas por no haber sido violada hasta nuestros días es la del faraón Tutankamon.

Al pie de estas mastabas y pirámides se situaban templos funerarios y otros dedicados a los dioses.

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