Criticismo nominalista



Se sabe poco de la vida de Guillermo de Ockham.
Probablemente nació en el condado de Ockham, en el sur de Londres, e ingresó muy joven en la orden franciscana. Estudió en Oxford donde ejerce como “lector” de las Sentencias de Pedro Lombardo. En 1323 es acusado en Aviñon (sede papal) de herejía, proceso que duró varios años. En 1328 huye de Aviñon con el franciscano Miguel de Cesena, son excomulgados y acaban refugiándose bajo la protección del emperador Luis de Baviera. A partir de aquí escribe obras políticas en defensa del emperador y en contra del Papa Juan XXII al que acusa de herejía. Se cree que murió hacia 1349.

El pensamiento de Guillermo de Ockham supone un giro del pensamiento escolástico: es casi una disolución del mismo. El S.XIV, con este pensador a la cabeza, rompe la confianza en las grandes síntesis entre la filosofía y el cristianismo (síntesis agustiniana de San Buenaventura y la síntesis aristotélica del tomismo), y da lugar a una radical separación entre la razón y la fe, entre la filosofía, que gana independencia, y la teología. Para Ockham no se puede demostrar racionalmente ni la existencia de Dios ni las atributos divinos. Estos problemas quedan para el ámbito de la revelación eliminando así los preámbulos de fe de Sto. Tomas.

La confianza de Guillermo de Ockham en la experiencia directa (conocimiento intuitivo)  y la negación de la existencia de los universales suponen un precedente de lo que más tarde va a ser el empirismo moderno británico.

La filosofía de Ockham se desarrolla aceptando los principios siguientes:

  • Principio de economía. Llamado también “navaja de Ockham” consiste en eliminar todo aquello que no fuera evidente en la intuición (experiencia) o absolutamente necesario para la explicación de la realidad. Metodológicamente no debemos multiplicar las entidades para explicar los acontecimientos tal como lo había hecho la escolástica anterior.


  • Principio nominalista. Todo lo que existe es individual (singular por sí mismo). No existen esencias o naturalezas universales que sean comunes a múltiples individuos. Los conceptos universales son nombres que nos sirven para designar y “hacer las veces” de una pluralidad de individuos que se parecen en algo.
  • Principio empirista. Para Ockham es prioritario el “conocimiento intuitivo” o de experiencia. El tomismo consideró que el objeto propio del entendimiento humano era la esencia (común y universal)
    De las cosas sensibles, pero para este pensador si sólo existe lo singular, éste ha de ser el objeto del entendimiento. Lo individual sólo puede ser conocido por la experiencia o conocimiento intuitivo, conocimiento directo e inmediato de lo singular que permite conocer si la cosa existe o no.
  • Principio voluntarista. El nominalismo conduce a afirmar la absoluta preeminencia de la voluntad sobre el intelecto en Dios y en el hombre. Se acepta así la absoluta independencia y omnipotencia de Dios de la que se sigue la contingencia absoluta del orden del mundo: el mundo es así porque así lo ha querido Dios; todo podía haber sido de otra manera lo que implica que el orden del mundo no puede ser deducido a priori a partir de principios racionales necesarios.

En definitiva el pensamiento de Guillermo de Ockham acentúa hasta el extremo el poder de Dios reduciendo notablemente el papel de la razón; separación realizada para afirmar el carácter suprarracional y autónomo de la fe. A partir de estos intentos, filosofía y teología se acabarán independizando en la época moderna.

Su crítica afectó a las raíces mismas del platonismo y del aristotelismo­ y, en consecuencia, de la escolástica cristiana, contribuyendo a cerrar toda una época del pensamiento occidental y abrir el camino a la filosofía y las ciencias modernas.

1)  Critica la metafísica tradicional negando:

a) la existencia de esencias universales y los dos principales presupuestos de la metafísica tomista: la distinción esencia-existencia y la analogía del ser;

b) la posibilidad de un conocimiento racio­nal de Dios: las pruebas de la existencia de Dios carecen de verdadero carácter demostrativo, sólo son argumentos pro­bables;

c) la concepción del alma, ya que no existen argumentos que demuestren la existencia de un alma substancial, inmaterial e inmortal;

d) la existencia de una ética vinculada a principios racionales; para él, todos los preceptos mora­les dependen de la pura voluntad divina: un acto es malo simplemente porque Dios lo prohíbe, y bueno porque lo pres­cribe.

2)  Mantuvo una nueva relación entre la razón y la fe, al reducir notablemente los límites de la razón humana. Sólo se conoce aquello que puede ser experimentado o intuido. Por tanto, Dios y todo lo que se refiere a la salvación eterna del ser humano son inaccesibles a la razón. Los ámbitos de la razón y la fe quedan totalmente separados. Pretende depurar la fe de toda adherencia filosófica.

Ockam intenta establecer una neta separación entre la Iglesia y el Estado. Sólo reconoce un poder moderador del Papa en el terreno exclusivamente espiritual, y defiende una concepción «laica» de la sociedad. Ockham busca separar lo espiritual de lo temporal, del mismo modo que separa la fe de la filosofía, con una intención clara: garantizar la espiri­tualidad de la comunidad cristiana.

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