El ateísmo nietzscheano y la voluntad de poder


El ateísmo nietzscheano

En el origen de su filosofía Nietzsche subraya que ‘el acontecimiento más importante de la época es que Dios ha muerto y que la fe en el Dios cristiano ha sido imposible de mantener, se empiezan a disipar las primeras nubes sobre Europa’. En definitiva, el declive de la creencia en Dios abre el camino a las energías creadoras del hombre, a su desarrollo total; el Dios cristiano con sus mandatos y prohibiciones queda a un lado del camino; y los ojos del hombre no mirarán más hacia un mundo irreal y sobrenatural, sino que permanecerán fijos en este. Tal punto de vista lleva implícita la idea de que el concepto de Dios es negativo para el desarrollo de la vida. En su obra ‘El ocaso de los dioses’ nos dice textualmente lo siguiente: ‘el concepto Dios ha sido hasta ahora la objeción mayor contra la existencia’. Y en su otra obra ‘Anticristo’ leemos que ‘con Dios se declara la guerra a la vida, a la naturaleza y a la voluntad de vivir, Dios es la fórmula de toda columna contra este mundo y de toda mentira respecto al más allá’. Dada esta actitud es comprensible que Nietzsche considere la elección entre teísmo y ateísmo como una cuestión de instinto personal pero mantiene que cuando la existencia de Dios no puede ya garantizar la libertad intelectual, la independencia o la fuerza, es importante para los futuros del hombre defender el ateísmo. El odio de Nietzsche hacia el teísmo cristiano procede de su idea de cómo actúa sobre los hombres haciéndolos débiles, sumisos, resignados, humildes, de cómo tortura su conciencia y como los incapacita para desarrollarse libremente, impidiendo así el desarrollo de individuos superiores.

La voluntad de poder

Nietzsche nos habla de la voluntad de poder entendiendo como una fuerza instintiva y primaria propia de todo ser vivo. El ser humano es para él una multiplicidad de instintos en lucha constante y la voluntad de poder ha de querer todo lo que favorece a la vida. Por ello considera que los racionalismos han dado la espalda al cuerpo negando las pasiones y la fuerza vital; en consecuencia, sus obras son reivindicativas de una nueva cultura que acepte los instintos y todo aquello que afirme la vida en toda su amplitud. En el fondo de esta teoría se aprecia la huella de Schopenhauer y de su obra ‘El mundo como voluntad y representación’; pero Nietzsche va más allá y tras descubrir manifestaciones de la voluntad de poder en los procesos físicos humanos extiende esta idea a la vida orgánica en general. En su obra ‘Más allá del bien y del mal’, subraya que nos deberíamos preguntar si podemos encontrar un principio que de forma y unifique los fenómenos vitales y en la voluntad de poder encuentra tal principio. ‘Toda cosa viva busca ante todo descargar su fuerza; la vida misma es voluntad de poder, la autoconservación es tan solo una de las consecuencias indirectas y más comunes de ellos’.

El superhombre (Übermensch)

Como estímulo y meta para los hombres potencialmente superiores Nietzsche ofrece el mito del superhombre. ‘El hombre es algo que debe ser superado; el hombre es un puente y no un fin’. Nietzsche asegura que el hombre es una cuerda tendida entre el animal y el superhombre. Pero el hombre no va a evolucionar hasta el superhombre por un proceso de selección natural. El superhombre no va a llegar a menos que los individuos superiores tengan la audacia de transformar todos los valores y especialmente los valores cristianos creando otros nuevos partiendo de su vida y su voluntad de poder. Los nuevos valores marcaron una dirección y una meta a los hombres y esta es el superhombre. Si retrocediéramos a Nietzsche, su incapacidad para dar una descripción clara del superhombre podría replicarnos que como este aún no ha llegado difícilmente podría ser de él una descripción detallada pero aun así el superhombre, en tanto que meta y estímulo, debe poseer algún contenido y podríamos decir que es el concepto de integración y el desarrollo más alto del poder intelectual y el físico; la fortaleza de carácter y de voluntad, la independencia, la pasión y la habilidad.

El eterno retorno

El lector de Nietzsche puede fácilmente pensar que la idea del superhombre conjuga con la de la transmutación de los valores es la principal de su obra; pero Nietzsche no es únicamente el profeta del superhombre sino también el maestro de la doctrina del eterno retorno; es más, el mismo nos dice que la idea fundamental de su obra es la del eterno retorno, ‘la más alta fórmula de la actitud afirmativa hacia la vida que se haya logrado jamás’. En su obra ‘La gaya ciencia’ Nietzsche imagina a un espíritu apareciendo ante él y diciéndole que su vida hasta en los detalles más insignificantes retornará de nuevo innumerables veces. ‘En un tiempo infinito se deberían haber dado todas las combinaciones posibles en el universo y ha de existir un ciclo de combinaciones absolutamente idénticas que se repitan una y otra vez’. La teoría, por un lado, excluye la idea de un Dios principio y fin de toda la realidad, al igual que la idea de un más allá, y además expresa la voluntad de Nietzsche de aceptar el mundo y la propia vida hasta el punto de imposibilitar la evasión o escape de la misma como manifestación de debilidad.

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