El Reinado de Isabel II (1843-1868)
Narváez adelantó la mayoría de edad e Isabel II fue proclamada reina a los 13 años. Durante su reinado, hubo más de 50 gobiernos. Se produjeron fuertes agitaciones sociales y grandes escándalos en la corte, debido a la vida privada de Isabel II y la influencia de su confesor y de Sor Patrocinio. En estos momentos se consolidó el régimen liberal y sus instituciones, con un predominio de los moderados.
La Década Moderada (1844-1854)
Gobierno de Narváez
Llevó a cabo un régimen autoritario al servicio de la burguesía conservadora. Su represión fue muy fuerte (cierre de periódicos, ejecuciones, etc.).
Políticamente, su gobierno se basó en la Constitución de 1845, de carácter moderado, que se caracterizó por:
- Supresión de la Soberanía Nacional (a diferencia de la de 1837): soberanía compartida entre el Rey y las Cortes.
- Amplios poderes de la Corona: nombraba ministros, designaba a los miembros del Senado y compartía la soberanía.
- Reducción del electorado al subir el nivel de renta necesario para figurar en el censo.
- Limitación de la libertad de expresión y de reunión mediante una fuerte censura.
- Limitación de la libertad de culto (solo permitida en privado).
- Estado confesional y reanudación de las relaciones con la Iglesia.
Reformas Legales y Administrativas
Algunas de las más significativas del periodo fueron:
- Reforma fiscal (1844-1845): Creación de una hacienda moderna y uniforme al suprimir privilegios particulares y regionales. Se introdujo un nuevo impuesto sobre el consumo de bienes, lo que la hizo muy impopular.
- Ley de Ayuntamientos (1845): La Corona designaba a los alcaldes de capitales de provincia y cabeceras de partido con más de 2000 habitantes. Los Gobernadores Civiles nombraban al resto. Esto puso fin a la autonomía y democratización de los ayuntamientos, que quedaron bajo control del gobierno central.
- Ley Electoral (1846): Redujo la participación electoral a solo el 1% de la población. Este hecho forzó a los progresistas a buscar apoyos extraelectorales, ya que excluía a las clases medias urbanas.
- Ley de Instrucción Pública (Ley Moyano, 1857): Aunque posterior, a veces se asocia a este periodo de reformas. Secularizó la educación, haciendo que la Iglesia perdiera su monopolio. Creó escuelas primarias obligatorias y secundarias para la clase media.
- Creación de la Guardia Civil (1844): Fundada por el Duque de Ahumada como policía rural con organización militar, reemplazando a la Milicia Nacional. Su objetivo principal fue frenar el bandolerismo.
- Concordato con la Santa Sede (1851): Reguló las relaciones entre Iglesia y Estado mediante concesiones mutuas, tras el deterioro de las relaciones en periodos anteriores.
- Implantación del Gobernador Civil: Figura al mando de cada provincia, nombrado por el gobierno central.
- Otras reformas: Incluyeron la «Ley de Funcionarios» (acceso a la burocracia por méritos), un nuevo Código Penal (1848) y una intensa política de obras públicas bajo Bravo Murillo (reparación de caminos, comunicaciones para el desarrollo industrial, obras como el Canal de Castilla).
El Bienio Progresista (1854-1856)
Al final del gobierno moderado, una grave crisis económica generó un malestar social que fue fuertemente reprimido. Esta tensión culminó en un nuevo pronunciamiento militar liderado por Dulce, O’Donnell y Ros de Olano, conocido como «La Vicalvarada». Durante este, los progresistas leyeron el Manifiesto de Manzanares, exponiendo la necesidad de un cambio político y prometiendo reformas. Ante la radicalización de la revolución, la reina recurrió a Espartero para formar un gobierno de coalición progresista-moderado y poner fin a la revuelta.
Con el nuevo gobierno de Espartero, se iniciaron reformas que no llegaron a culminar, destacando una nueva constitución y la Desamortización de Madoz. Inicialmente, se restauró la Constitución de 1837 y se redactó una nueva que nunca llegó a promulgarse, conocida como la «Constitución non nata» de 1856. Esta proponía soberanía nacional, libertad de culto, ampliación de derechos y aumento del censo electoral.
La Ley General de Ferrocarriles (1855) impulsó la entrada de capital extranjero (principalmente francés) para la construcción de la red ferroviaria, estableciendo una estructura radial con centro en Madrid.
En 1855, una gran crisis económica coincidió con la convocatoria en Barcelona de la primera huelga general del proletariado español y disturbios campesinos en Valladolid. Esta inestabilidad política provocó la dimisión de Espartero.
La Crisis del Moderantismo (1856-1868)
En el verano de 1856, O’Donnell restauró la Constitución de 1845, pero en un contexto de fuerte crisis general. A los tres meses, la reina lo sustituyó por Narváez, lo que supuso la vuelta del sector más reaccionario de los moderados. Las revueltas campesinas en Andalucía provocaron la dimisión de Narváez.
Este breve periodo acabó en 1858, con el regreso de O’Donnell al gobierno hasta 1863 (periodo conocido como Gobierno Largo de la Unión Liberal). Se le consideraba capaz de equilibrar libertades y orden público. Se amplió la participación política y se logró mayor estabilidad, lo que favoreció el crecimiento económico: extensión del ferrocarril, aumento de tierras cultivadas, auge de la banca, expansión industrial (especialmente en Cataluña) y el cese de la desamortización eclesiástica.
Política Exterior
Fue un periodo de intervencionismo exterior con el objetivo de ganar prestigio y fortalecer la imagen del régimen:
- Política «africanista» en Marruecos (Guerra de África, 1859-1860).
- Expediciones a Conchinchina.
- Intervención en México (junto a Francia y Reino Unido).
- Anexión de Santo Domingo (1861-1865).
- Intervenciones menores en Chile y Perú (Guerra del Pacífico).
Problemas Internos Crecientes
A pesar de la estabilidad aparente, los problemas internos continuaron y se agravaron:
- Resurgimiento del Carlismo (intento de desembarco carlista en Sant Carles de la Ràpita en 1860, con Carlos VI).
- La «Noche de San Daniel» (revuelta estudiantil de 1865).
- Revueltas campesinas de jornaleros sin tierras (Loja, Utrera).
- Crisis financiera (caída de bancos y compañías ferroviarias) y crisis de subsistencias (malas cosechas).
Estos problemas provocaron la caída de O’Donnell (1863) y la posterior de Narváez, sucediéndose diversos gobiernos de tendencia cada vez más conservadora y autoritaria entre 1863 y 1868.
La oposición al régimen de Isabel II aumentó, quedando este apoyado únicamente por la oligarquía, los sectores más reaccionarios y la camarilla palaciega.
El Pacto de Ostende y el Fin del Reinado
En 1866, progresistas y demócratas firmaron el Pacto de Ostende (Bélgica). Su objetivo era derrocar a Isabel II y convocar elecciones por sufragio universal masculino para unas Cortes Constituyentes que decidieran la futura forma de gobierno de España.
La muerte de O’Donnell en 1867 impulsó a los unionistas (liderados ahora por Serrano) a unirse al pacto. Esta confluencia de fuerzas opositoras culminó en la Revolución de 1868, conocida como «La Gloriosa», que puso fin al reinado de Isabel II.