España en el Siglo XX: De Alfonso XIII a la Dictadura de Primo de Rivera


El Reinado de Alfonso XIII y la Crisis de la Restauración (1902-1931)

Rasgos Clave del Reinado de Alfonso XIII

El reinado de Alfonso XIII (1902-1931) marcó la segunda etapa de la Restauración, con intentos de modernización política tras la crisis de 1898. Sin embargo, el sistema no logró una reforma profunda debido a la persistencia del turno dinástico y la falta de verdadera participación democrática. Dos rasgos clave de su reinado fueron su constante intervención en la política, que generó rechazo a la monarquía, y su estrecha relación con el Ejército, favoreciendo siempre el poder militar sobre el civil. A pesar de los intentos reformistas de Maura y Canalejas, el régimen no pudo adaptarse al siglo XX, lo que llevó a su colapso definitivo.

El Regeneracionismo Intelectual

El Regeneracionismo fue un movimiento intelectual y social surgido a principios del siglo XX en respuesta a la crisis del 98, reflejando el descontento de intelectuales y sectores de la clase media con el sistema político de la Restauración. Crítico con la oligarquía y las prácticas políticas de la época, este movimiento tuvo una gran influencia en políticos, empresarios y pensadores. Su espíritu se plasmó en la literatura de la Generación del 98, representada por autores como Unamuno, Baroja, Machado, Valle-Inclán y Azorín.

Crisis del Bipartidismo y Oposición Política

A partir de 1912, la crisis interna de los partidos dinásticos debilitó el sistema de turno, y la oposición política al régimen cobró fuerza. Los republicanos, principales opositores, defendían el progreso, la justicia social y la educación con un enfoque anticlerical. Destacaban el Partido Radical de Lerroux, de ideología izquierdista y populista, y el Partido Reformista de Melquíades Álvarez, más moderado y centrado en la educación. El PSOE comenzó a participar en la política parlamentaria sin abandonar su objetivo revolucionario. En cuanto a los nacionalismos, el catalanismo ganó protagonismo con la Lliga Regionalista (1901) y Solidaritat Catalana (1906), que buscaban la autonomía. En 1922, Francesc Macià fundó Estat Català, fortaleciendo la izquierda catalanista.

El Regeneracionismo Político: Maura y Canalejas

El Gobierno de Antonio Maura (1907-1909)

El gobierno de Antonio Maura intentó una reforma regeneracionista para evitar una revolución «desde abajo». Se centró en el catalanismo sin conceder autonomía, promovió la Ley Electoral de 1907 para reducir el fraude y buscó reformar la Administración Local sin éxito. Impulsó el desarrollo industrial, mejoras laborales y creó el Instituto Nacional de Previsión (1908), precursor de la Seguridad Social. En política exterior, reforzó la presencia en Marruecos tras la Conferencia de Algeciras (1906) y aprobó la Ley de la Escuadra (1908) para reconstruir la flota naval, aumentando el gasto estatal. Sin embargo, el envío de reservistas catalanes a Marruecos generó descontento, desatando la «Semana Trágica» en Barcelona (julio de 1909), con huelgas, disturbios y represión. La ejecución del anarquista Ferrer Guardia provocó protestas internacionales, forzando la dimisión de Maura.

El Gobierno de José Canalejas (1910-1912)

José Canalejas gobernó España de 1910 a 1912 con el objetivo de regenerar la vida política y atraer a intelectuales y republicanos. Impulsó leyes sociales como la jornada laboral de nueve horas en las minas y la abolición del impuesto de consumos, sustituyéndolo por un impuesto progresivo que enfrentó a la burguesía. La Ley del Candado (1910) restringió la instalación de órdenes religiosas sin autorización gubernamental, generando conflictos con la Iglesia. La Ley de Reclutamiento Obligatorio (1912) estableció el servicio militar para todos, aunque los soldados de cuota servían menos tiempo. También propuso la creación de Mancomunidades Provinciales, apoyada en Cataluña pero rechazada por el centralismo. Su reforma quedó interrumpida cuando fue asesinado por un anarquista el 12 de noviembre de 1912 en la Puerta del Sol.

La Quiebra del Sistema Político (1914-1923)

Entre 1914 y 1923, el reinado de Alfonso XIII entró en crisis, agravada por la Primera Guerra Mundial y las convulsiones de 1917, desembocando en una dictadura por la falta de alternativas democráticas. España se mantuvo neutral en la guerra bajo el gobierno de Dato, aunque la opinión pública se dividió entre aliadófilos (izquierda e intelectuales) y germanófilos (derecha). La neutralidad impulsó la economía por el aumento de exportaciones, pero también causó inflación y escasez de bienes básicos, beneficiando a los empresarios mientras empeoraba las condiciones de los trabajadores.

La Crisis de 1917

La crisis general de 1917 tuvo diversas manifestaciones provocadas por motivos distintos, pero todas ellas eran el reflejo de un extendido descontento.

Crisis Militar

Comenzó en 1916 con la creación de las Juntas Militares de Defensa, formadas por jefes y oficiales descontentos por la pérdida de poder adquisitivo, la influencia política y los ascensos rápidos en Marruecos. En abril de 1917, Romanones dimitió al no poder disolverlas, y en junio presentaron un manifiesto con demandas regeneracionistas. Alfonso XIII apoyó sus reclamaciones, y en 1918 se aprobó la Ley del Ejército, que aumentó los sueldos y reguló los ascensos mediante una Junta de Clasificación.

Crisis Política

La crisis del bipartidismo impulsó la oposición de catalanistas, republicanos, socialistas e intelectuales. La Lliga Regionalista de Cambó convocó una asamblea en Barcelona el 5 de julio de 1917 para exigir Cortes Constituyentes y la autonomía catalana. Ante la negativa del gobierno de Dato, se reunió la Asamblea de Parlamentarios el 19 de julio, pero el Gobierno declaró sus demandas inconstitucionales. El movimiento fracasó por la falta de apoyo de las fuerzas monárquicas, las diferencias entre regionalistas e izquierdistas y el estallido de una huelga general en agosto.

Crisis Social

Surgió por la caída de los salarios mientras las empresas obtenían grandes beneficios. Pablo Iglesias y otros líderes socialistas apostaban por la vía política y económica en lugar de la revolución. La UGT y la CNT convocaron una huelga general el 13 de agosto, con gran seguimiento en ciudades como Madrid, Barcelona y Bilbao, pero sin apoyo del campo. Exigían control de precios, pero el Gobierno respondió con represión: el Ejército sofocó la protesta, causando más de 70 muertos y 2.000 detenidos. El comité de huelga fue condenado a cadena perpetua, y la represión patronal agravó el descontento social.

Consecuencias de la Crisis: Quiebra del Sistema Parlamentario (1918-1923)

Entre 1918 y 1923, el sistema parlamentario español se descompuso ante la incapacidad de los partidos dinásticos para gestionar la crisis social, militar y política. Dos gobiernos de concentración, liderados por García Prieto y Maura, fracasaron por sus divisiones internas. El auge del nacionalismo catalán y vasco, junto con la crisis económica tras la Primera Guerra Mundial, avivó la conflictividad social. La huelga de «La Canadiense» (1919) llevó a la dimisión de Romanones, y el sindicalismo radical, en especial la CNT, impulsó enfrentamientos violentos con la patronal catalana. En 1921, Eduardo Dato fue asesinado por anarquistas, mientras el socialismo se dividía con la aparición del Partido Comunista. El Desastre de Annual (1921) agravó la crisis. La derrota militar en Marruecos, causada por errores del general Fernández Silvestre y la resistencia rifeña liderada por Abd el-Krim, indignó a la opinión pública, responsabilizando al rey Alfonso XIII. Ante esta situación, en 1923, Primo de Rivera dio un golpe de Estado e instauró su dictadura.

La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)

Causas y Apoyos de la Dictadura

El 13 de septiembre de 1923, Miguel Primo de Rivera dio un golpe de Estado en España, con el apoyo de Alfonso XIII, quien lo nombró dictador militar. Las principales causas de la dictadura fueron la crisis política, el fracaso en Marruecos y los problemas de orden público, especialmente en Barcelona, donde el terrorismo anarquista desbordaba al gobierno. El golpe tuvo el apoyo de Alfonso XIII, el Ejército, la Iglesia, la aristocracia, parte de la prensa y el empresariado catalán. Sin embargo, fue rechazado por el Partido Comunista, la CNT y algunos sectores del PSOE y la UGT, que no se pronunciaron claramente en contra.

El Directorio Militar (1923-1925)

El Directorio Militar (1923-1925), liderado por Miguel Primo de Rivera, suspendió la Constitución, prohibió los partidos políticos y militarizó la administración. Reemplazó a los gobernadores civiles por militares y creó Juntas de vocales asociados en los ayuntamientos. La dictadura perduró por más de seis años gracias al restablecimiento del orden público, la resolución del conflicto en Marruecos y una favorable situación económica internacional.

Restablecimiento del Orden Público

El restablecimiento del orden público durante la dictadura de Primo de Rivera se centró principalmente en Barcelona. Se implantó el estado de guerra durante casi dos años y se llevó a cabo una fuerte represión, con restricciones a las libertades, prohibición de reuniones y censura de prensa. Se buscó la colaboración de la UGT y del PSOE, nombrando a Largo Caballero Consejero de Estado. La medida más severa fue la persecución de los anarquistas, con la ilegalización de la CNT, lo que llevó a muchas sociedades anarquistas a la clandestinidad. Como resultado, disminuyó la conflictividad social y se restauró el orden público.

Fin de la Guerra de Marruecos

El final de la Guerra de Marruecos se produjo principalmente por un error de Abd el-Krim, quien, al creer que había derrotado a los españoles, ocupó territorios del protectorado francés. Esto permitió una exitosa intervención militar hispano-francesa en Alhucemas el 8 de septiembre de 1925, que llevó a la rendición de Abd el-Krim y a la conclusión de la guerra en 1927. Este éxito fue el mayor logro de Primo de Rivera, al satisfacer la demanda de poner fin al conflicto y elevar el prestigio de los militares africanistas.

El Directorio Civil (1925-1930)

El Directorio Civil (1925-1930) fue un intento de Miguel Primo de Rivera de consolidar su dictadura y transformarla en un régimen autoritario con base civil, tras resolver los dos grandes problemas que justificaban la dictadura: el orden público y el conflicto en Marruecos. A finales de 1925, sustituyó el Directorio Militar por uno civil, compuesto tanto por militares como por civiles, con José Calvo Sotelo como ministro de Hacienda. Esta renovación mostraba la intención del dictador de perpetuarse en el poder y consolidar su régimen. La Unión Patriótica, creada en 1924, se convirtió en el partido oficial del régimen, con el lema «religión, patria y monarquía», pero dependía totalmente del gobierno, lo que le restaba autonomía. En 1926, se creó la Organización Corporativa Nacional, un sindicato controlado por el Estado, y la Asamblea Nacional Consultiva reemplazó a las viejas Cortes, con sesiones iniciadas en 1927. Además, en 1929 se presentó un proyecto de nueva Constitución. La dictadura intervino activamente en la economía, aprovechando la favorable coyuntura internacional. Se implementó un ambicioso plan de obras públicas, con la construcción de carreteras y embalses. También se nacionalizaron algunos sectores clave, como las telecomunicaciones y el petróleo. Además, se adoptaron políticas paternalistas, como seguros de maternidad, seguridad social y mejoras educativas. Sin embargo, el régimen enfrentó una creciente oposición. Intelectuales como Miguel de Unamuno y Ortega y Gasset formaron la Alianza Republicana, y el PSOE comenzó a alejarse de la colaboración con el régimen. También surgieron protestas estudiantiles, huelgas y la radicalización de los anarquistas, que se organizaron en la FAI. El descontento social creció debido a la crisis económica que afectó a las obras públicas y al aumento del paro.

El Efímero Regreso a la Monarquía Parlamentaria (1930-1931)

El efímero regreso a la monarquía parlamentaria comenzó cuando Alfonso XIII intentó restaurar el sistema parlamentario para salvar la monarquía tras la dictadura de Primo de Rivera. El general Dámaso Berenguer, encargado de este proceso, fue incapaz de revertir la situación, y su gobierno fue llamado «Dictablanda» debido a su lentitud y falta de efectividad. Aunque prometió elecciones libres, la vuelta a las prácticas caciquiles y el creciente descontento popular alimentaron la oposición. Se firmó el Pacto de San Sebastián, uniendo a republicanos, autonomistas, socialistas y anarquistas con el objetivo de instaurar la República. En diciembre, fracasaron dos sublevaciones militares republicanas en Jaca y Cuatro Vientos, lo que llevó a la ejecución de algunos implicados. Las elecciones municipales de abril de 1931 fueron el detonante, ya que los republicanos ganaron en las principales ciudades, mientras que los monárquicos lo hicieron en las zonas rurales. Este resultado reveló un claro apoyo a la República, y en varias ciudades se proclamaron manifestaciones republicanas, como el Estat Català.

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