Expansión y transformaciones económicas en la España del siglo XVIII


La España del siglo XVIII. Expansión y transformaciones económicas

Se produjo un aumento de la producción agrícola debido a la puesta en cultivo de nuevas tierras a través de la desecación de pantanos y albuferas (Cataluña y Valencia) y de ambiciosas construcciones hidráulicas (Canal Imperial de Castilla) o de múltiples acequias, como fue el caso de Murcia. La productividad se mantuvo en niveles modestos por culpa del atraso en medios técnicos.

La industria, cuyo principal problema era el sistema gremial, se incentivó por el aumento de población, de la demanda de productos y de las rentas de nobles y eclesiásticos, y la libertad de comercio con América. Los reyes la potenciaron con una política proteccionista, la fundación de las manufacturas reales y el fomento de la construcción naval. Se permitió la libertad de comercio con América (1778), se combatió el contrabando y las intromisiones comerciales de otros países, se utilizó el navío de registro que comerciaba al margen de la Flota de Indias y se promovió la creación de las Compañías de comercio a semejanza de Holanda e Inglaterra pero con escaso éxito.

Cataluña logrará a lo largo del siglo XVIII una notable recuperación económica centrada en un crecimiento demográfico importante, un aumento considerable de la producción agrícola que se orienta al mercado, las iniciativas de una burguesía innovadora y el desarrollo industrial del sector textil algodonero gracias a la política proteccionista y al comercio con América. Los excedentes de capital generados se invirtieron en la modernización del sector textil que sentó las bases del desarrollo industrial del siglo XIX.

Ideas fundamentales de la ilustración. El despotismo ilustrado: Carlos III.

La Ilustración fue una corriente de pensamiento que se originó en Francia y que defendió el uso de la razón y la crítica como método de análisis y mejora, el fomento de la economía nacional para promover el aumento de bienestar general, el desarrollo del conocimiento científico y la educación como base del progreso técnico y económico. El objetivo era lograr el progreso y la felicidad de los individuos y las sociedades. Para conseguir la expansión de estas ideas el Estado impulsó las Academias (Academia de Bellas Artes de San Fernando, Academia de la Historia) o las Sociedades Económicas de Amigos del Pais. Ejemplos de intelectuales ilustrados son Jovellanos, Moratín, Feijóo, Campomanes o Mutis.

El reinado de Carlos III (1759-1788) supone la aplicación del Despotismo Ilustrado, un sistema político absolutista que recoge las propuestas reformistas de la Ilustración para impulsar el progreso del país, mejorar la situación de la población y aumentar los recursos del monarca pero sin la participación de los súbditos. El nuevo rey se rodeó de ministros como los italianos Esquilache y Grimaldi en la primera etapa de su reinado y, tras la revuelta de 1766, Motín de Esquilache, que pretendía paralizar las reformas, los españoles Aranda, Floridablanca y Campomanes.

Entre las reformas destacan la política de colonización de nuevas tierras en Sierra Morena, la extensión del regadío; la limitación de los privilegios de la Mesta; el diseño de un plan radial de carreteras y del Canal de Castilla para mejorar las infraestructuras y fomentar la libre circulación de mercancias, y la liberalización de la actividad industrial y del comercio con América, aunque se mantuvo una política proteccionista.

Además, se decreta la honorabilidad del ejercicio de las profesiones y se crea el Banco Nacional de San Carlos. Por último, se profundiza en la política regalista, es decir, de supremacía del poder real sobre la Iglesia, al proceder a la expulsión de los jesuitas en 1767.

Los Austrias del siglo XVII: el gobierno de validos. La crisis de 1640.

El reinado de Felipe III y Felipe IV estuvo caracterizado por la aparición de la figura del valido. El valido aparece por el aumento del poder de la alta nobleza, que coloca a uno de Į Definición los suyos prácticamente como cogobernante. El valido de Felipe III, el Duque de Lerma, aparte de buscar el enriquecimiento personal, trasladó la corte a Valladolid y tuvo que lidiar con el problema de los moriscos. Su expulsión en 1609 puso fin a este problema, pero a cambio arruinó totalmente el levante español. El valido de Felipe IV, el Conde Duque de Olivares, fue mucho más ambicioso. Trató de llevar a cabo una serie de reformas como la Unión de Armas (para que todos los reinos contribuyeran a la defensa del imperio), la creación de un banco estatal y la unificación jurídica en torno a las leyes castellanas (las más favorables para la monarquía). Estas reformas generaron un gran rechazo en todos los reinos de la monarquía y darán lugar a la crisis de 1640. En esta se rebelaron Cataluña y Portugal (que conseguiría su independencia gracias al apoyo inglés) y sería el germen para las revueltas de Nápoles y Sicilia en 1647. Debido a estas revueltas y al fracaso de todas sus políticas reformistas, Felipe IV destituyó a Olivares en 1643.

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