Fachada del Hospicio de Madrid


Arquitectura Barroca en España



El Barroco en nuestro país es un estilo esencialmente regionalista, no sigue unos patrones universales.Podemos distinguir el Barroco castellano, del andaluz o del gallego, ya que en cada regíón de España encontramos una modalidad con personalidad propia. La primera mitad del Siglo XVII constituye el inicio de la arquitectura barroca en española. Este primer Barroco está muy vinculado a Juan Herrera y a su principal monumento, El Escorial. Los ideales de la Contrarreforma facilitan la pervivencia de este modelo arquitectónico. Será a mediados de siglo cuando se empiecen a eliminar los vestigios herrerianos y la ornamentación se haga más flexible. Esto se debe en gran medida a la participación en la arquitectura de hombres polifacéticos, mitad arquitectos, mitad pintores y hasta a veces escultores, como Alonso Cano. Ya en el Siglo XVIII la riqueza y la fantasía decorativas alcanzan su apogeo en las construcciones de la familia Churriguera, Ribera o Fernando Casas Novoa. Es el momento de esplendor de nuestro Barroco más castizo y popular. Pero encontramos también durante este siglo una arquitectura promovida por la corte y la Academia, importada desde Francia e Italia, que es más clásica y academicista. Los Borbones recurrirán a arquitectos franceses e italianos para acometer las principales obras reales, y éstos son los encargados de introducir la nueva corriente. Ejemplo, El Palacio Real de Madrid. Ambas tendencias, la barroca castiza y la barroca cortesana, convivirán a lo largo del Siglo XVIII.

El Barroco inicial de la primera mitad del Siglo XVII


Juan Gó mez de Mora (1586-1648)


Una de sus primeras obras, El Convento de la Encarnación de Madrid, es el mejor ejemplo de purismo y sobriedad vinculado a El Escorial. Pero a pesar de la aparente austeridad de líneas, hay elementos que apuntan la nueva estética, como el excesivo alargamiento de la fachada o el aguzado frontón.

Francisco Bautista (1594-1679)

Cuando la disciplina herreriana comienza a aflojar, introduce disposiciones, formas y ornamentos nuevos que encajan con el estilo Barroco.
Su arquitectura fue majestuosa, tanto en la fachada como en los interiores, le gustaban los órdenes gigantes, el claroscuro y el marcado sombreado que produce. Supo modelar el espacio y lograr sensaciones ambientales. La Catedral de San Isidro obedece a la tipología clásica de iglesia contrarreformista. Una nave con capillas, crucero con gran cúpula y presbiterio poco profundo. Utilizó su famoso sexto orden dórico-corintio en columnas y pilastras gigantes. Lo más original es la fachada. Un rasgo innovador fue enlazar en cadenas de arriba abajo los diversos huecos en fachadas e interiores.

Alonso Carbonell (?-1660

Es otra de las figuras significativas del momento, autor del Palacio del Buen Retiro, de su Sala de Bailes (Casón) y de la Ermita de San Antonio.

El Barroco de la segunda mitad del Siglo XVII


Alonso Cano (1601-0667)


Más conocido como escultor y pintor, fue también un excelente arquitecto que provocó una verdadera revolución en la arquitectura española de la segunda mitad del XVII.
Intenta eliminar el lenguaje de los órdenes clásicos buscando formas abstractas, angulosas, cúbicas, como vemos en el Arco de la Puerta de Guadalajara en Madrid. La obra arquitectónica más importante que acometíó fue la Catedral de Granada. Emprendíó la tarea de cerrar el espacio gótico-renacentista que Diego de Siloé había creado. Cano quiso resaltar el contraste entre exterior e interior, oponiendo una gran fachada retablo al hermetismo que el edificio albergaba en su interior. Estructura la fachada de la catedral desde las premisas de tensión de volumen y libertad decorativa. Dispuesta a modo de arco triunfal, consta de tres calles divididas en dos cuerpos por una cornisa horizontal y cubiertas por arcos de medio punto, cuyas pilastras tienen medallones en lugar de capitel.

El Barroco del Siglo XVIII


Los Churriguera Los Churriguera son una familia de arquitectos que se convirtieron en el estandarte de nuestro Barroco. Frecuentemente varios familiares trabajaban en la misma obra, por lo que resulta difícil precisar la labor concreta de cada uno. José de Churriguera es la figura principal y el creador del tipo de retablo más carácterístico y brillante del Barroco castellano, donde impone el orden único y la columna salomónica. El mejor ejemplo es el Retablo de San Esteban de Salamanca, donde utiliza unas columnas salomónicas gigantescas. Observamos el gusto por la profusión de adorno y los dorados y el ritmo dinámico de las formas curvadas. A José de Churriguera le seguía en edad su hermano Joaquín, que se trasladó a Salamanca, donde realizó el Colegio de Calatrava. De los tres hermanos, Alberto fue el creador de la Plaza Mayor de Salamanca. Es un cuadrado casi perfecto formado por cuatro pabellones porticados donde, a través de grandes arcos, desembocan las principales calles de la ciudad. La plaza actúa así como distribuidor de las arterias más importantes.

Pedro de Ribera (1683-1742)

Ribera recoge todos los elementos ornamentales del vocabulario churrigueresco y los articula con acento propio. No se limita sólo a aspectos decorativos, sino que además posee un gran sentido del espacio y de las estructuras internas. Realiza la fachada del Hospicio de Madrid, que en la actualidad es el Museo Municipal de la ciudad. La portada, que se sitúa en el centro de una fachada de líneas sobrias, es un alarde decorativo donde el autor da rienda suelta a su capacidad creativa.

Narciso Tomé (1690-1742)

Es el autor de una de las obras más destacadas, el Transparente de la Catedral de Toledo. Es un retablo que representa el Don de la sagrada Comunión a la Humanidad. Las tres artes plásticas, arquitectura, pintura y escultura, quedan integradas en un solo lenguaje expresivo en el que mezcla con total fantasía diversos materiales como el mármol, el alabastro y el bronce. El estudio lumínico acentúa el dinamismo de las formas.

Fernando Casa y Novoa

Dentro del Barroco gallego, la obra que mejor lo representa es la Fachada del Obradoiro de la Catedral de Santiago de Compostela. Se desenvuelve en varios planos sucesivos que hacen que las torres queden detrás, mientras avanza el cuerpo central, concebido como un retablo. Los elementos arquitectónicos y la escultura se conjugan con una unidad perfecta.

Leonardo de Figueroa

Será la figura clave en Andalucía. El Colegio-seminario de San Telmo en Sevilla y la Iglesia de San Luis son sus mejores aportaciones. La religión determinó muchas de las carácterísticas del arte Barroco. La iglesia católica se convirtió en uno de los mecenas más influyentes y la Contrarreforma, que quería combatir la difusión del protestantismo, contribuyó a la formación de un arte emocional, dramático y naturalista, con un claro sentido de propaganda de la fe. La temática tratada, por tanto, será casi exclusivamente religiosa.

Escultura Barroca en Españ a

En España predominan las imágenes religiosas talladas en madera (imaginería) que posteriormente se policroman. Entre los trabajos más destacados están los retablos para altares de iglesias donde aparecen figuras exentas y en bajorrelieve. Los temas mitológicos y profanos están ausentes y sólo en el ámbito de la corte se da escultura monumental.Las carácterísticas generales son: sentido de movimiento, energía, tensión, composición asimétrica con predominio de las diagonales y los escorzos, fuertes contrastes de luces y sombras que realzan los efectos escenográficos y el Naturalismo.Las figuras no son simples estereotipos, sino que se presentan de forma individualizada, con personalidad propia. Los artistas buscaban la representación de los sentimientos interiores, las pasiones reflejadas en los rostros de los personajes. Podemos hablar de la existencia de dos grandes escuelas: la castellana y la andaluza.

Escultura Barroca: la Escuela Castellana


Centrada en Valladolid y Madrid, presenta un Realismo exagerado, patético, lleno de dolor y sangre, con un profundo dinamismo y unos rostros de gran expresión, pero sin caer en vulgaridades.

Gregorio Ferná ndez (1576-1639)

De origen gallego, se instaló en Valladolid donde creó un taller con numerosos seguidores. A través de la anatomía intenta revelar la vida interior de sus personajes. Las cabezas son enormemente expresivas. Los ropajes, de formas quebradas y ricas en claroscuro, intensifican su expresión. En la larga serie de Cristos Yacentes se aprecia la evolución de su estilo, transformando las dulces formas manieristas en otras más naturalistas. Ejemplo, El Cristo Yacente del Pardo El Cristo de la Luz de la capilla de la Universidad de Valladolid muestra ya un gran Realismo dramático. Realizó Vírgenes Dolorosas y también trató el tema de la Inmaculada, como las que realizó para San Francisco de Valladolid o la de San Esteban de Salamanca. Trabajó en grandes retablos que suponen la ejecución de numerosas estatuas y relieves, como el Retablo Mayor de la Iglesia de San Miguel de Vitoria o el retablo del Convento de las Huelgas en Valladolid. Impulsó el género procesional con varios grupos para los Pasos de Semana Santa. En ellos la composición intenta conjugar las actitudes de las diferentes figuras, logrando atrevidas visuales de escorzo y de abajo a arriba. Ejemplos: el paso Tengo Sed o el del Descendimiento.

Escultura Barroca: la Escuela Andaluza


Se extiende por Sevilla, Granada y Málaga. Huye del Realismo exagerado buscando la belleza sin rehusar del contenido espiritual. El Realismo se idealiza predominando la serenidad y las imágenes bellas y equilibradas con un modelado suave.

Juan Martí nez Montañé s (1568-1694)

Es el creador de la escuela sevillana. Su producción es casi toda religiosa. Su talla está bien modelada, sus ropajes voluminosos dan grandiosidad a la imagen y concede gran importancia a la anatomía. La obra que revela su verdadera personalidad es El Cristo de la Clemencia en la catedral de Sevilla. Sin excesivo dramatismo, con poca sangre y aún vivo, mira hacia abajo en actitud de conversar con el devoto. Responde al crucifijo con dos clavos en los pies, pero para evitar demasiada simetría, las piernas aparecen cruzadas. Ejecutó obras tan importantes como el Retablo de Santo Domingo, de la que sólo se conserva la estatua de Santo Domingo, que se halla en éxtasis, aunque la expresión sea de calma, de oración interior. En el Retablo de San Isidoro del Campo, de Santípoce, en Sevilla, destaca la figura de San Jerónimo, que está visto en todo su volumen porque saldría en procesión. Su expresión llega al máximo. Crea el tipo de Niño Jesús desnudo, delicioso y bello. El de la Catedral de Sevilla desprende ternura, colocado sobre un cojín, extiende sus brazos demandando un abrazo. Supone un acercamiento a los afectos humanos. La Inmaculada ocupa un lugar especial en su iconografía. Para la catedral de Sevilla hace una Virgen que es una mujer joven, con el manto caído sobre los hombros, con la cabeza levemente inclinada y una pequeña sonrisa ingenua y melancólica que la dota de gran religiosidad.

Juan de Mesa (1583-1627)

Se formó como aprendiz en el taller de Montañés. Sus clientes fueron principalmente cofradías procesionales. El crucifijo es el tema más frecuente en su producción y en especial, las imágenes de Cristo antes de la muerte. La culminación de su dramatismo está en El Jesús del Gran Poder de la Iglesia de este nombre en Sevilla. Es una imagen procesional de vestir, es la imagen sufriente y envejecida por la cruenta pasión.

Alonso Cano (1601-1667)

Fue un artista completo, pintor, escultor y arquitecto. Su producción pasa por tres momentos, sevillano, madrileño y granadino. En Sevilla realiza el Retablo de la Iglesia de Nuestra Señora de Oliva de Lebrija. La Virgen de Oliva muestra su estilo idealizado, que aparece de forma solemne, casi hierática, recogiendo su manto en la parte superior. Para la catedral de Granada hace una Inmaculada. Con la cabeza inclinada, abstraída, parece sobreponerse al espacio y al tiempo. El manto la envuelve en amplias curvas. Se trata de pequeñas imágenes con las que crea tipos nuevos, con un equilibrio armónico entre el idealismo y el Realismo.

Pedro de Mena (1628-1688)

Es el gran maestro de la escultura en Granada y fue colaborador de Alonso Cano. Su estilo desde gran virtuosismo. Le gusta la quietud, concentrando la atención en la cabeza y las manos. Huye de la exaltación del dolor, sus rostros están levemente estilizados, sus figuras son lánguidas y contemplativas. Dos de sus mejores estatuas son el San Francisco de la catedral de Toledo y la Magdalena Penitente para los jesuitas de Madrid. Ésta última, es una figura juvenil, llena de angustia, que sujeta con fuerza un crucifijo con la mano izquierda y con la derecha se oprime el corazón. El punto de mayor expresividad es el rostro, que da idea de inmenso sufrimiento y que proclama la contenida emoción de un arrepentimiento.

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