Filosofía estética características


Jiménez, José, Los avatares de la >, en Imágenes del Hombre


El autor hace un rocoto histórico sobre las variaciones del concepto de lo bello, propio de la reflexión estética.

En el mundo griego antiguo el adjetivo “bello” supone una idea de perfección tanto sensible como espiritual. Es en el marco de la sofistica (período griego de las últimas décadas del siglo V a.C.)Que se convierte en un sustantivo neutro, empleado con una intención teórica. Se restringe la idea de la perfección de lo bello a la dimensión sensible –aunque únicamente de los “sentidos nobles”, la vista y el oído-.

En contradicción a esta definición aparece la reflexión platónica sobre la belleza.
Platón toma como punto de partida la critica a las concepciones estéticas sofistas, rechazando una estética de la apariencia o centrada en la ilusión –propia de Gorgias –y desarrolla un concepto esencialista
.

Platón establece una diferencia que da lugar a la dialéctica de lo uno y lo múltiple. Dentro de la dimensión estética, lo uno serían las cosas bellas particulares y concretas y lo múltiple, el concepto general, la belleza en sí. Expone Platón la dificultad de la fundamentación del concepto de lo bello, como categoría general: “lo bello es difícil”.

Platón presenta una concepción de lo bello de carácter objetivo(a diferencia de la subjetividad de los sofistas) y ubica a la Belleza en sí, no en el mundo natural ni en la esfera sensible, sino en el espacio supra-sensible de las Ideas-Formas. A través de la vista, los cuerpos bellos nos despiertan el recuerdo de cuando nuestra alma contemplaba en todo su esplendor y pureza. Esta dinámica da lugar a la “escala de la belleza”: de la belleza sensible, a la inteligible y luego, a la Belleza en sí. Dicha escala no tiene que ver con la esfera artística sino con el saber, lo filosófico. Al alcanzar la Belleza en sí, se alcanza el grado más alto del conocimiento debido a su contacto con la Verdad. A su vez, todo lo que es Bueno es bello. Se da entonces la relación entre estos tres valores supremos, espirituales con la carga metafísica de lo originario: Verdad, Bien y Belleza. Con el Cristianismo estos tres valores pasan a ser propios de la perfección de Dios.


Se evidencia así el carácter metafísico de lo bello
. En oposición a la fundamentación esencialista de la belleza, se había ubicado Aristóteles, según el cual, “la belleza consiste en la medida y el orden”.

Es a partir de la Ilustración que lo bello se convierte en un criterio de delimitación estética, cuando se da la culminación de dos procesos iniciados en el Renacimiento: la autonomía del arte y la fundamentación antropológica del saber y la filosofía.
Alberti
, retomaría los principios aristotélicos, explicando lo bello como el “acuerdo y armónía de las partes con un todo”. Se da de este modo la idea de la autonomía de la belleza
: en relación a la verdad, el artista en su obra no busca lo verdadero, como hace el científico o el filósofo, sino lo verosímil. De todos modos la obra de arte supone una articulación específica y autonomía de lo que podríamos llamar “elementos de verdad”. Se da también una autonomía frente a la esfera moral-lo Bueno-, plantea Aristóteles que lo bueno tiene que ver siempre con una acción, mientras que lo bello se da también en las cosas inmóviles. De este modo, lo bello seria todo lo que posee un valor intrínseco y que a su vez, la diferencia entre lo bello y lo útil se basa en el que el primer concepto es de interés general y el último, particular: “lo útil es bueno para uno, pero lo bello lo es absolutamente”. El reconocimiento de elementos plásticos de moralidad y verdad, facilitado por la mimesis, coloca al ser humano frente a un espejo simbólico. La catarsis–purificación alcanzada en los rituales mistéricos –se hace posible entonces, en el momento en que confrontamos nuestra humanidad particular y concreta con la dimensión humana en general, construida sobre el soporte de lo bello.

Durante los SXVI y XVII, las ideas estéticas de Aristóteles se expandirían por Europa, para la fundamentación de la autonomía de la esfera estética. En el Neoclasicismo, se da una síntesis entre Racionalismo y exaltación de la naturaleza. En donde lo bello alcanza una fundamentación naturalista, Boileau vuelve a subordinar lo bello a lo verdadero, pero esta vez la verdad está en la naturaleza. Esto abriría la plena autonomía cuando el acento ideológico se ubicara específicamente sobre la naturaleza humana, cuando el concepto de lo bello se entienda como un principio antropológico –como cualidad de la naturaleza humana-.

En 1725, Hutcheson propone que existe un sentido interior de la belleza, respecto de la percepción de lo externo. Este sentido es universal y se manifiesta en un acuerdo universal de la humanidad. En 1735, Alexander Baumgarten utilizaría por primera vez el término Estética para referirse al saber sensitivo que se ocupa de las cosas percibidas. Pese a que, en el contexto del Racionalismo europeo, el conocimiento sensitivo se ubicaba en un plano inferior que el racional, había algo en lo sensitivo que ni siquiera el Racionalismo más soberbio podía despreciar, una carga de misticismo. Plantea Baumgarten a la Estética como disciplina de la “razón análoga”. Entonces es el objetivo de la estética la perfección del conocimiento sensitivo, lo bello se convierte en finalidad, en objeto teórico de la nueva disciplina. Al universo práctico de las artes -el de las “bellas artes”-se le corresponde un universo teórico de la reflexión sobre las experiencias que las artes nos transmiten, la disciplina o ciencia de lo bello, la Estética. Así se da un encuentro entre lo racional y lo no racional. La belleza aparece como transgresión de los límites de la razón
.

Va a ser Kant, el que hace coincidir el “ideal de lo bello “con el “prototipo del gusto”, dándole un carácter ideal a la belleza
. Los pensadores ilustrados, con la idea de progreso no representan la plenitud humana en un origen ideal, sino en un futuro. Esta imagen del hombre propia de la Ilustración tiene como ideal la razón y la libertad: la “humanidad” como un destino solidario y compartido de todos los hombres.

En este contexto de auge del idealismo en el plano filosófico y del Romanticismo en el artístico, Hegel define lo bello como la “manifestación sensible de la Idea”. Así, aparece nuevamente la “escala estética” propia de Platón-aunque ya no en relación con lo bueno y verdadero-, debido a que lo bello nos permite remontarnos desde lo sensible hasta el mundo de las esencias. Tanto Hegel como Baudelaire caracterizan lo bello como fugitivo o atemporal, quedando el ideal de lo bello en un plano inalcanzable
.

La crisis del Idealismo, en relación a la aparición de las nuevas ciencias humanas del SXIX, pone en crisis ese concepto ideal de la belleza (plano teórico);a su vez dicho criterio había dado lugar a un estancamiento en el plano academicista delas artes(plano practico). Así se da el descrédito de la belleza que caracteriza el desarrollo de las artes y de la Estética durante todo el SXX
. Desde el plano teórico se daría el rechazo a seguir utilizando un concepto tan impregnado de espiritualismo metafísico, y desde el punto de vista práctico, las vanguardias funcionarían sobre la base del rechazo de la belleza como “norma estética”, tan fuertemente academicista.

Así es posible hablar de agotamiento e incluso de muerte de la belleza como concepto y como valor estético.


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