¿Qué es la Política?
Política es un término multívoco, dotado de sentidos diferentes según el ámbito y el momento en que se emplea. La política también es capaz de movilizar en un momento dado a grandes sectores de la ciudadanía. Ha producido y produce movimientos de solidaridad y de cooperación humana. Y se asocia con frecuencia a conceptos solemnes que la gran mayoría afirma respetar: libertad, justicia, igualdad, paz, seguridad, bienestar, bien común.
Nuestra opción es considerar la política como una práctica o actividad colectiva, que los miembros de una comunidad llevan a cabo. La finalidad de esta actividad es regular conflictos entre grupos. Y su resultado es la adopción de decisiones que obligan —por la fuerza, si es preciso— a los miembros de la comunidad.
El Origen del Conflicto Social
El punto de partida de nuestro concepto de política es la existencia de conflictos sociales y de los intentos para sofocarlos o para regularlos. El origen de los conflictos se sitúa en la existencia de diferencias sociales, que se convierten a menudo en desigualdades. Tales desequilibrios entre individuos y grupos generan una diversidad de reacciones:
- Quienes creen disfrutar de situaciones más ventajosas se esfuerzan generalmente por asegurarlas y luchan por no perderlas.
- Quienes se sienten más perjudicados aspiran por hacer realidad sus expectativas de mejora.
- Junto a unos y otros, también los hay que se empeñan en mantener o modificar las condiciones existentes, movidos por principios y valores y no por lo que personalmente se juegan en el asunto.
La política aparece como una respuesta colectiva al desacuerdo. Lo que caracteriza a la política es el intento de resolver las diferencias mediante una decisión que obligará a todos los miembros de la comunidad. Esta decisión vinculante se ajusta a un conjunto de reglas o pautas. La política busca reducir el riesgo de desintegración social. Esta desintegración social se produce cuando cada grupo decide «tomarse la justicia por su mano», acudiendo por sistema a la venganza privada. Así pues, la política puede contemplarse como la garantía de la cohesión social, es ante todo constructora de sociedad.
Las Fronteras Variables de la Política
La política es un modo de regular conflictos que hace uso, cuando conviene, de la obligación y de la coacción. Algunas situaciones conflictivas que hoy se someten a la política no lo han sido en el pasado. Por ejemplo, las condiciones de trabajo de los asalariados fueron consideradas como un asunto «privado» que no debía tratarse desde la política. La alteración del paisaje o la explotación de recursos naturales ha sido durante años un tema ajeno a la regulación política.
En cambio, la infidelidad matrimonial o la homosexualidad fueron —y son todavía en algunos países— sancionadas con penas de prisión, porque se estimaba que alteraban el orden social y merecían, por tanto, la intervención represiva de la autoridad política. En ciertas comunidades, el uso público de las lenguas ha quedado a la decisión individual de los ciudadanos; en otras, este uso ha sido regulado por normas políticas. Cuando las disputas dejan el ámbito de la política tendrán que resolverse mediante acuerdo voluntario entre las partes.
Fuerza, Influencia y Autoridad: Componentes del Poder Político
El poder político está hecho de tres componentes esenciales: la fuerza, la influencia y la autoridad.
1. La Fuerza o Coacción
Hablamos de fuerza o de coacción cuando existe capacidad para negar o limitar a otros el acceso a determinados bienes u oportunidades: la vida, la integridad física, la libertad, el patrimonio, el trabajo. Así ocurre con las instituciones políticas cuando encarcelan, embargan o multan a algún ciudadano; o con grupos terroristas cuando secuestran; o cuando se corta una carretera; o cuando algunas empresas amenazan con la suspensión de su actividad si no obtienen contrapartidas de la administración.
2. La Influencia
Hablamos de influencia cuando el poder político se basa en la capacidad para persuadir a otros de que conviene adoptar o abandonar determinadas conductas. Con la influencia se intenta convencer y, con ello, movilizar el apoyo del mayor número de ciudadanos para sostener o para resistir a determinadas propuestas. Los instrumentos que sirven a la influencia pueden condensarse en dos: propaganda y organización.
3. La Autoridad
El poder político también se manifiesta como autoridad cuando las indicaciones de un sujeto individual o colectivo son atendidas por los demás, porque cuenta con un crédito o una solvencia que se le reconocen de antemano. Para algunos ciudadanos, quien ocupa un cargo público —una alcaldesa, por ejemplo— puede contar de entrada y por razón de su cargo con un depósito de confianza. En otros casos, la auctoritas proviene del reconocimiento general de un prestigio moral.
La Otra Cara del Poder: La Legitimidad
Quien ejerce poder impone ciertos límites a la voluntad de otros actores. Cualquier actor —ciudadano, institución pública, partido, líder, medio de comunicación, sindicato— que interviene en un conflicto aspira a que estos admitan sus propuestas sin necesidad de acudir a la coacción. Para ello, pretende justificar su intervención: es decir, presentarla como justa y merecedora de la aceptación voluntaria de todos los actores.
Esta capacidad para conseguir que sean aceptados los límites que el poder impone suele conocerse como legitimidad. La actividad política se esfuerza por mantener un cierto grado de cohesión social y disminuir los riesgos de que la comunidad perezca. Tales riesgos disminuyen en la medida en que las decisiones que se adoptan son decisiones ajustadas a los sistemas de creencias y valores que imperan en una determinada sociedad. Decisiones basadas exclusivamente en la fuerza bruta no son un fundamento sólido para la continuidad de una comunidad.
De ahí el esfuerzo de quienes ejercen poder por recurrir también de un modo o de otro al mundo de los símbolos y de los valores. Promoviendo los que mejor pueden servir a sus pretensiones e intereses, legitiman sus intervenciones. El poder político aspira siempre a ofrecer dos caras indisociables. Con la primera exhibe coacción y amenaza. Con la segunda —la cara de la legitimidad— aporta argumentos e intenta convencer de que su presencia es conveniente y adecuada.
Fuentes de Legitimidad según Max Weber
Se admite que las decisiones serán percibidas como legítimas en tanto en cuanto se ajusten a los valores y a las creencias que dominan en una sociedad. La noción de legitimidad, por tanto, vincula el poder con el mundo de las ideas y de los valores.
Max Weber elaboró una tipología que intentaba sintetizar en un esquema ideal los diferentes modos de legitimidad del poder político. Una adaptación de la propuesta de Weber nos permite distinguir cuatro fuentes de legitimidad del poder:
- La Tradición: Lo que justifica las propuestas del poder es su adaptación a los usos y costumbres del pasado.
- La Racionalidad: El fundamento de una orden o de una demanda es aquí la adecuación entre los fines que pretende y los medios que propone: «Hay que adoptar tal decisión, porque es la que conduce razonablemente al objetivo elegido.»
- El Carisma: También puede conferir legitimidad a una propuesta o a una decisión una cualidad extraordinaria o excepcional de quien la formula o la adopta.
- El Rendimiento: Finalmente, el poder puede fundar su legitimidad en el resultado de sus propias actuaciones. Si este resultado es percibido como satisfactorio y se ajusta a las expectativas generales, su legitimidad queda reforzada.
Con todo y pese a las distinciones anteriores, la realidad nos revela que el poder intenta siempre obtener su legitimidad de todas las fuentes posibles.
Legitimidad, Legalidad y Constitución
La legitimidad del poder en los sistemas liberales se apoya desde finales del siglo XVIII en la existencia de una constitución, en la que una comunidad política establece las reglas fundamentales de su convivencia. El concepto de legitimidad es más amplio que el de legalidad.
- Mientras que la legalidad comporta la adecuación de una decisión o de una propuesta a la ley vigente.
- La legitimidad nos señala el ajuste de esta misma decisión a un sistema de valores sociales, que van más allá de la propia ley escrita, incluida la constitución.
Cuando la ley refleja adecuadamente el predominio del sistema dominante de valores sociales tiende a darse una coincidencia entre legalidad y legitimidad. Pero si la ley no se acomoda a la evolución de estos valores sociales, una decisión o una propuesta legal pueden ser percibidas como no legítimas. Hay que entender, por tanto, que las propuestas de reforma legal o de reforma constitucional citadas responden a la necesidad de acomodar las normas vigentes a los cambios que se producen en las ideas y los valores sociales mayoritarios. La máxima coincidencia posible entre lo legítimo y lo legal es garantía de que el poder político sea estable y aceptable por la comunidad.
¿Sociedades sin Política?
Se habla de sociedades «sin política» cuando se describe la existencia de comunidades de tamaño reducido, vinculadas por lazos de parentesco, en las que los bienes necesarios para subsistir son compartidos. Se trata, pues, de comunidades igualitarias.
Dado lo elemental y lo simple de su organización y de sus necesidades, pueden «permitirse el lujo» de prescindir de estructuras políticas permanentes. El rol de liderazgo que aparece en algunos grupos —el «consejo de ancianos»— y la progresiva especialización del trabajo que trajeron consigo incrementaron en su momento la diferenciación interna de las comunidades. Con esta diferenciación, aumentó el riesgo de conflictos y la necesidad de asegurarse contra ellos mediante el recurso a la política.
¿Es previsible el retorno a una «sociedad sin política»? Si tales diferencias desaparecieran, los conflictos se irían atenuando, el riesgo social disminuiría y la política se iría haciendo cada vez menos necesaria, hasta su completa «evaporación».
¿Qué es el Poder Político?
La política ha sido considerada por algunos como una ciencia del poder. Hemos descrito la política como gestión del conflicto social por medio de decisiones vinculantes. Hay, pues, un componente de obligación o de imposición en la acción política, que nos lleva de manera natural a cierta idea de poder.
Esta variedad de definiciones puede situarse en dos grandes perspectivas:
1. El Poder como Recurso Disponible
Cuando se interpreta el poder como un recurso, se tiende a percibirlo como una cosa que se tiene o se posee. El poder es un recurso controlado por individuos, grupos, clases o élites, o depositado en manos de las instituciones. Los recursos principales son:
- Recursos económicos: Son los que permiten recompensar o penalizar los actos de otros.
- Recursos de la coacción: Son los que facultan para limitar o anular la libre decisión de los demás.
- Recursos simbólicos: Son los que proporcionan la capacidad de explicar la realidad social.
Desde esta perspectiva, todo cambio en la distribución de dichos recursos repercute también en el control del poder político en el seno de una comunidad.
2. El Poder como Resultado de una Relación
Cuando se piensa en el poder como efecto de una relación, se atribuye poder a quien está bien situado o tiene una buena posición. En esta visión, el poder brota de las relaciones sociales.
Definición Integrada
Integrando esta doble perspectiva —recursos y situación—, una definición útil del poder político es la que lo equipara a la capacidad de intervenir en la regulación coactiva del conflicto social. Si el poder político equivale a esta aptitud para incidir en la regulación del conflicto, puede atribuirse al gobierno, al partido, al medio de comunicación, a la asociación patronal o a la organización religiosa.