Géneros Narrativos en la Literatura Española


Novela pastoril

Subgénero narrativo incluido en la literatura pastoril junto a las églogas líricas de Garcilaso que comenzó a cultivarse en España en el primer tercio del XVI y que desapareció tras casi un siglo de cultivo. Al igual que las églogas, estas novelas narran los amores desgraciados de unos pastores solitarios y ociosos tras los que se esconden poetas, filósofos o cortesanos, y que están enmarcadas en una naturaleza idealizada. Al hilo de la narración se intercalan versos y canciones para intensificar el sufrimiento. Sus temas principales son el dolor y la melancolía. Sus fuentes e influencias son las mismas que las de las églogas (grecolatinas, italianas y neoplatónicas) y su obra capital es La Diana de Jorge de Montemayor. Otras novelas pastoriles son: Diana enamorada de Gaspar Gil Polo, La Galatea de Cervantes y La Arcadia de Lope de Vega.

Novela bizantina o griega

Considerada por muchos críticos el origen de la novela moderna, la novela bizantina tiene su origen en la literatura grecolatina y su germen se halla sobre todo en las Etiópicas de Heliodoro (s. IV). Se trata de la novela clásica por excelencia y la de mayor perfección técnica en cuanto a estructura novelística. Las narraciones bizantinas constituyen novelas de viajes y se caracterizan por la existencia de una aventura protagonizada por una pareja de enamorados castos y fieles obligados a separarse y cuya trama gira en torno a las peripecias de los protagonistas para poder reencontrarse, acabando siempre en final feliz y simbolizando, a su vez, el premio ante el perfeccionamiento, la madurez y la perseverancia que la pareja demuestra a lo largo de la obra. La historia de los amores de Clareo y Florisea es la obra más destacada del género en el XVI, escrita por Alonso Núñez de Reinoso. Los trabajos de Persiles y Sigismunda de Cervantes también es obra capital de esta modalidad narrativa, aunque ya fue publicada en época barroca (1617).

Novela morisca

Estamos ante un tipo de novela ambientada en las luchas fronterizas del XV entre Granada y el reino de Castilla. En estas obras se idealiza la figura del moro, presentándolo como un hombre culto, civilizado, sensible, enamorado y fiel. La obra principal es Historia del abencerraje y la hermosa Jarifa de autor anónimo.

Prosa realista

Prosa celestinesca

La Celestina (1499), la cual estudiaremos en el tercer trimestre, dará origen hacia mediados del XVI a la tradición realista en la narrativa española, cristalizada en el género picaresco. Surgirán así continuaciones e imitaciones de La Celestina. Se trata de obras dialogadas protagonizadas por una alcahueta y caracterizadas por una fuerte crítica social. Destacan dentro de estas La segunda Celestina de Feliciano de Silva y La lozana andaluza de Francisco Delicado.

Novela picaresca

Con la aparición de El Lazarillo de Tormes (1554) se rompe la tradición de la ficción idealista en España, presentándose una obra que reflejará el contexto social de la época. La acción se ambienta en un lugar reconocible para el lector y en un tiempo definido, reflejándose asimismo rasgos de la sociedad como la mendicidad y la honra (dignidad del individuo en virtud de su linaje y limpieza de sangre). La novela picaresca presenta rasgos comunes como el autobiografismo (narración en primera persona); el carácter itinerante de su protagonista; la presencia de un antihéroe (protagonista de baja condición social y existencia desventurada) y el deseo de ascenso social que choca con una degradación moral. Las fuentes del género picaresco se hallan en obras como El asno de oro de Lucio Apuleyo (s. I1 d.C.), El libro de Buen Amor de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita y La Celestina de Fernando de Rojas (1499).

El Lazarillo de Tormes

En 1554 aparecen tres ediciones de la obra en Burgos, Amberes y Alcalá de Henares. Su composición se cree cercana a su publicación, en torno a 1550 y su autor es anónimo. Fue atribuida, no obstante, a nombres como Juan de Ortega, Diego Hurtado de Mendoza o Juan de Valdés. La influencia del Lazarillo es evidente en Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán (1559), novela esta que consolidó el género picaresco. Igualmente, deja huella significativa en El Quijote, concretamente en aspectos como el realismo; la presencia del antihéroe; la evolución psicológica de los personajes; el humor; la ironía y el juego entre realidad y ficción. Por último, es reseñable su legado en la llamada ‘novela de aprendizaje’, caracterizada por presentar a unos personajes que se configuran a través de sus experiencias y cuyos mayores exponentes son Oliver Twist y David Copperfield de Charles Dickens. Estructura y argumento: La obra se compone de un prólogo y siete tratados. En el prólogo, se menciona ‘el caso’: Lázaro adulto se dirige por carta a Vuestra Merced, dispuesto a narrarle las vicisitudes de su vida con el fin de justificar su situación actual de deshonor. Los tratados del I al Ill constituyen los orígenes y primera infancia de Lázaro, protagonizados por sus tres primeros amos: un ciego y un clérigo, caracterizados por ser crueles, avaros y egoístas y, en tercer lugar, por un escudero arruinado que vive de las apariencias. En los tratados del IV al VI, Lázaro dejará de mendigar y de pasar hambre y se pondrá al servicio de otros tres amos: un fraile mercedario, un vendedor de bulas y un capellán. En el tratado VIl consigue el ascenso social haciéndose pregonero y casándose con la criada del arcipreste de San Salvador de Toledo. Sin embargo, descenderá moralmente al aceptar un triángulo amoroso. Los principales temas de la obra son tres: el hambre (constituye la lucha por la supervivencia, la cual justifica la mendicidad del protagonista y la delincuencia), la honra (crítica de una sociedad inmovilista fundada en las apariencias, el linaje y la limpieza de sangre, en lugar de en la virtud o el mérito) y el anticlericalismo (enjuiciamiento a una sociedad falsamente cristiana).

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