Hegel y Nietzsche: Del Idealismo Absoluto a la Crítica de la Razón


Hegel: La Razón como Realidad Absoluta

El punto de partida de la filosofía de Hegel es la filosofía de Kant. Kant señala que el entendimiento humano no puede ir más allá de la experiencia. Según él, el sujeto del conocimiento construye sus propias ideas aplicando los conceptos a los materiales procedentes de los sentidos; conocemos la realidad como se nos presenta (los fenómenos). Nuestra capacidad de recibir impresiones actúa como un filtro, y es nuestro entendimiento el que le da forma. Por lo tanto, no podemos conocer la realidad en sí misma (el noúmeno).

Hegel rechazó esos límites. Para él, todo objeto de conocimiento es una construcción de la razón. Pensar en la realidad tal y como la conocemos es una muestra de que, efectivamente, podemos conocerla. Esto se resume en su célebre frase:

«Todo lo racional es real y todo lo real es racional».

Para entender esto, es clave considerar dos puntos:

  1. En primer lugar, Hegel no piensa en la razón como una facultad individual, sino como una Razón universal que está por encima de los individuos humanos. Su desarrollo dinámico da lugar tanto al mundo natural como al espiritual.
  2. En segundo lugar, la realidad es un despliegue histórico de la Razón. Al producir lo real, la Razón se muestra a sí misma. En consecuencia, no existen límites para la Razón.

Nietzsche: Crítica a la Decadencia de Occidente

Nietzsche frente a Sócrates

Según Nietzsche, Sócrates rompe con la visión trágica del universo y representa el triunfo de lo lógico sobre lo vital. No valora la vida, sino que valora más la razón. Para Sócrates, la vida por sí sola no tiene valor; solo lo adquiere si se somete a la razón. Esto marca, para Nietzsche, el principio de la decadencia, porque implica que la razón debe corregir los supuestos «defectos» de la vida.

Nietzsche piensa que Sócrates es el primer ejemplo del hombre teórico, un tipo de humano que vive solo para pensar, caracterizado por una falta de seguridad instintiva y un profundo recelo ante la vida. Sócrates solo desea una vida dominada por la sabiduría, creyendo que es lo único que conduce a la felicidad. Nietzsche, en cambio, afirma que hace falta mucha más fuerza para aceptar la vida tal cual es, con todo lo dolorosa que puede ser.

Este pensamiento socrático da lugar al optimismo teórico: la creencia en un orden racional del mundo, resumida en la idea de que «al justo le va bien y al injusto le va mal». Esta creencia, según Nietzsche, es muy distinta a la afirmación de la vida y demuestra una profunda debilidad.

Nietzsche frente a Platón

El gran error de Platón, según Nietzsche, es la formulación de la Teoría de las Ideas. Esta teoría consolida el rechazo a la vida que empezó con la filosofía de Sócrates. Nietzsche la ve como una manifestación de desprecio por la vida y una clara señal de debilitamiento. Al postular que este mundo sensible es falso y aparente, Platón se inventó un «mundo verdadero» (el mundo de las Ideas) para aquellos que no son capaces de aceptar la única realidad que existe.

Conceptos Clave en la Filosofía de Nietzsche

El Nihilismo

Para Nietzsche, la historia entera del pensamiento occidental es la historia del nihilismo. Comienza con Sócrates y Platón, continúa con el cristianismo y llega hasta Schopenhauer. Es una consecuencia lógica de la decadencia y consiste en la devaluación y el desprecio por lo que existe, por este mundo.

Nihilismo Negativo

Se caracteriza por la negación del impulso vital y de los instintos en favor de un «mundo verdadero» que exige sumisión y pasividad. Se desarrolla en tres fases:

  1. Primera fase: Se anhela la nada, es decir, el mundo ficticio de la metafísica platónica y la religión.
  2. Segunda fase: Se avanza reaccionando contra ese mundo ficticio, que es sustituido por conceptos como la justicia, el progreso o la historia en lugar de la divinidad. Corresponde a la Ilustración y su incapacidad para aceptar la vida sin un propósito trascendente.
  3. Tercera fase: Schopenhauer, heredero de los ilustrados, representa el pensamiento final de esta etapa: «si Dios no existe, el mundo carece de sentido y no vale la pena vivir». Esta es la postura del pensamiento más oscuro, que, al perder la referencia de Dios y someter a crítica los valores que pusieron en su lugar los ilustrados, se queda sin asideros.

Nihilismo Positivo

El nihilismo negativo, por su carácter destructivo, agota su camino y tiene que volverse contra sí mismo. Esto abre paso al nihilismo positivo, que anima a la vertiente crítica cuando esta pretende destruir todos los ídolos racionales que sustituyeron a la divinidad. Es un signo de fuerza y la condición indispensable para la aparición de nuevas concepciones que afirmen la vida.

Lo Apolíneo y lo Dionisíaco

Lo Apolíneo

Simbolizado por el dios Apolo, representa los valores estéticos, morales e intelectuales que encarnan lo clásico. Sugiere medida, estabilidad, simetría y orden. Se refiere a la identidad de lo personal y es el impulso a crear formas bellas y armónicas que generan una ilusión de orden. Son creaciones humanas, como los sueños.

Lo Dionisíaco

Simbolizado por el dios Dionisio, representa la dimensión más instintiva y pasional, pero también lo doloroso y caótico. Es la fuerza del caos frente al impulso de lo permanente y estable, la pérdida de la identidad individual en un todo primordial. Es todo aquello que no se puede medir con la razón.

La Tragedia Griega y el Espíritu Trágico

La tragedia griega es la culminación de la cultura helénica porque en ella se reconcilian lo apolíneo y lo dionisíaco. Estas dos fuerzas se oponen, pero se necesitan mutuamente. La tragedia nos enseña a no olvidar que la vida es, en el fondo, incomprensible y está regida por poderes más fuertes que nosotros.

El espíritu trágico es la afirmación sin límites de la vida, el decir «sí» a la existencia con alegría, pero asumiendo plenamente que esta puede destrozarte a través de fuerzas superiores e incontrolables.

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