Historia de España: Crisis de la Restauración, República y Dictadura (1902-1936)


La Crisis de la Restauración, Intentos Regeneradores y Oposición al Régimen

En 1902, Alfonso XIII asumió el trono con 16 años y el poder que le otorgaba la Constitución de 1876, como nombrar y cesar gobiernos. En ese momento, ni Cánovas ni Sagasta estaban ya presentes, y sus sucesores, Canalejas y Maura, no controlaban los partidos como antes, surgiendo diversas facciones. Esta fragmentación provocó una mayor intervención del rey en los gobiernos, lo que generó un creciente rechazo hacia él y la monarquía. La inestabilidad política fue evidente entre 1902 y 1907, con 13 gobiernos y 9 presidentes.

Alfonso XIII, de espíritu castrense, otorgó un papel privilegiado al ejército, subordinando el poder civil. Esto se reflejó en la Ley de Jurisdicciones o en su apoyo posterior a la dictadura de Primo de Rivera. Entre los críticos al sistema del turno destacan los regeneracionistas, que pedían una transformación profunda de la política. Joaquín Costa fue su figura principal, autor de Oligarquía y caciquismo (1901). Paralelamente, dentro del sistema, surgieron los revisionistas como Maura y Silvela, que pretendían reformarlo desde dentro.

El revisionismo conservador fue liderado por Antonio Maura, que impulsó la llamada “Revolución desde arriba” (1902-1910), con reformas destinadas a preservar el régimen. Entre ellas: la Ley de Reforma Electoral (1907) para reducir el fraude, la Ley de Administración Local para combatir el caciquismo, la creación del Instituto Nacional de Previsión y la Ley de Huelga (1909). A pesar de estas medidas, el sistema sufrió una fuerte crisis con la Semana Trágica de Barcelona en 1909.

El conflicto tuvo su origen en la ocupación militar del Rif, tras el acuerdo en la Conferencia de Algeciras (1906). La llamada a filas de reservistas catalanes provocó una protesta obrera y anarquista que derivó en una revuelta violenta en Barcelona. La dura represión del gobierno, con múltiples detenciones y la ejecución de Ferrer i Guàrdia, causó la caída de Maura y profundizó la crisis del sistema.

Entre 1910 y 1912, Canalejas lideró el revisionismo liberal con reformas como la regulación del trabajo femenino, la supresión del impuesto de consumos, la Ley del Candado contra las órdenes religiosas, la Ley de Reclutamiento y el impulso de la Mancomunidad catalana. Su asesinato en 1912 agravó la crisis del sistema canovista, que se fracturó con el fin del turno entre conservadores y liberales.

A partir de entonces, la oposición al régimen cobró fuerza. Los republicanos defendían el progreso y la justicia social y estaban representados por figuras como Galdós o Blasco Ibáñez. Dentro del republicanismo surgieron varios partidos:

  • Unión Republicana de Salmerón
  • Partido Radical de Lerroux con discurso populista y anticlerical
  • Partido Reformista de Melquiades Álvarez, más moderado y aceptando incluso la monarquía

El nacionalismo catalán ganó fuerza con la Lliga Regionalista de Prat de la Riba y Cambó, y culminó con la creación de la Mancomunidad catalana en 1914. En 1922, Francesc Macià fundó Estat Català con una visión más soberanista. El nacionalismo vasco, centrado en el PNV, mantuvo su carácter tradicionalista.

Por su parte, el socialismo del PSOE y su sindicato UGT participaron en el sistema parlamentario, logrando en 1910 el primer escaño para Pablo Iglesias. El anarquismo, muy fuerte en Cataluña, fundó la CNT en 1910 tras la Semana Trágica, apostando por la acción directa y la huelga general, dando lugar al anarcosindicalismo.

El conjunto de estas tensiones políticas, sociales y territoriales evidenció la decadencia del régimen de la Restauración.

El Impacto de los Acontecimientos Internacionales: Marruecos, la I Guerra Mundial y la Revolución Rusa

La Entente Cordial entre Francia y Reino Unido en 1904 permitió el reparto de Egipto y Marruecos. Francia se quedó con Marruecos, pero para evitar su control del Estrecho, en la Conferencia de Algeciras (1906) se concedió a España el protectorado del norte de Marruecos, entre Ceuta y Melilla. La política colonial española en el Rif acabó siendo un desastre militar. La estrategia de los “blocaos”, pequeños puestos mal defendidos, resultó en una gran derrota ante las fuerzas rifeñas de Abd el-Krim en 1921. El Desastre de Annual supuso la muerte de más de 13.000 soldados.

El conflicto en Marruecos fue motivo de división interna. El ejército veía la guerra como forma de recuperar prestigio perdido tras 1898, mientras que para la sociedad fue un motivo de protesta, como en la Semana Trágica de 1909. El general Fernández Silvestre lideró la estrategia fallida de dispersión militar. La derrota provocó una grave crisis política: el Expediente Picasso investigó responsabilidades del ejército, el gobierno y el rey. Este clima de tensión social y militar facilitó el golpe de Estado del general Primo de Rivera el 13 de septiembre de 1923, que acabó con la Restauración.

Durante la Primera Guerra Mundial, España se mantuvo neutral bajo el gobierno de Eduardo Dato. Esta neutralidad provocó un crecimiento económico inicial, gracias a la exportación de productos a los países en guerra. Sin embargo, los beneficios fueron para las élites, mientras los trabajadores sufrían la inflación y la escasez. El precio del trigo subió un 72% y aumentó el malestar social. Tras la guerra, la caída de ventas provocó cierres industriales y desempleo.

La Triple Crisis de 1917

En 1917 estalló una triple crisis: militar, política y social.

  • Militar: Surgieron las Juntas de Defensa, agrupaciones de oficiales descontentos por los bajos sueldos y las nuevas formas de ascenso. El apoyo del rey a sus reivindicaciones debilitó el poder civil.
  • Política: La oposición al régimen se articuló en la Asamblea de Parlamentarios en Barcelona, impulsada por la Lliga, republicanos y socialistas. Exigieron la convocatoria de Cortes constituyentes y autonomía para Cataluña. Sin embargo, la asamblea fracasó por la falta de unidad y apoyo militar.
  • Social: La huelga general revolucionaria de agosto de 1917, convocada por UGT y CNT, en protesta por el deterioro de las condiciones de vida. La huelga se extendió a varias ciudades, pero fue reprimida con violencia: hubo 70 muertos y miles de detenidos. Los líderes sindicales fueron condenados a cadena perpetua.

Entre 1918 y 1923 se vivió el llamado Trienio Bolchevique, influido por la Revolución Rusa. Hubo una fuerte agitación social en zonas rurales como Andalucía y también en Barcelona. La violencia entre patronos y obreros se agudizó: los empresarios contrataron pistoleros para eliminar líderes sindicales. Se ocuparon fincas, ayuntamientos y se repartieron tierras. El gobierno respondió con el Estado de Guerra y una dura represión. En este contexto nació el Partido Comunista en 1920. La conflictividad terminó en una oleada de violencia política, como el asesinato de Eduardo Dato en un atentado anarquista. Esta situación fue el preludio del golpe militar de 1923.

La Dictadura de Primo de Rivera y el Final del Reinado de Alfonso XIII

El 13 de septiembre de 1923, el general Miguel Primo de Rivera dirigió un golpe militar en Barcelona que puso fin al régimen parlamentario. Contó con el apoyo de Alfonso XIII, que aprobó el golpe ante la crisis social, el auge del obrerismo, los nacionalismos, el fracaso militar en Marruecos y el malestar en el ejército por el Expediente Picasso. Primo de Rivera se inspiró en el ejemplo de Mussolini en Italia y justificó su actuación como una dictadura temporal regeneracionista.

El golpe fue apoyado por la Iglesia, la oligarquía, el empresariado y las clases medias. Alfonso XIII nombró jefe de gobierno a Primo de Rivera, quien inició el Directorio Militar (1923-1925). Sus principales acciones fueron:

  • Disolvió las Cortes.
  • Suspendió la Constitución de 1876.
  • Prohibió partidos políticos y símbolos catalanes.
  • Reprimió huelgas y sindicatos.
  • Restauró el orden público.
  • Impuso una administración militar y centralista.
  • Persiguió a los anarquistas, aunque toleró a los socialistas.

El mayor éxito fue el fin de la Guerra de Marruecos. Aunque Primo era partidario del abandono, el ataque rifeño a Francia en 1925 propició la alianza franco-española. El desembarco en Alhucemas y la rendición de Abd-el-Krim en 1927 cerraron el conflicto.

El Directorio Civil (1925-1930)

El Directorio Civil consolidó la dictadura. Se incorporaron civiles conservadores como Calvo Sotelo. Se fundó el partido único Unión Patriótica y se creó una Asamblea Nacional Consultiva. También se proyectó una nueva constitución que no llegó a promulgarse. Se impulsaron medidas económicas nacionalistas:

  • Aranceles proteccionistas.
  • Obras públicas.
  • Creación de monopolios como Telefónica, Iberia o CAMPSA.

Sin embargo, el Crack de 1929 frenó este desarrollo.

El desgaste del régimen fue aumentando. La oposición republicana se reorganizó (Alianza Republicana, intelectuales como Ortega y Gasset o Unamuno), y obreros y estudiantes fundaron nuevas organizaciones como la FUE o la FAI. Se reclamó la vuelta a la Constitución de 1876 y la celebración de elecciones. La crisis económica debilitó aún más el régimen. Ante la falta de apoyos, Primo de Rivera dimitió en enero de 1930 y se exilió en París.

Alfonso XIII intentó restaurar el sistema nombrando a Dámaso Berenguer como jefe de gobierno, pero no tuvo éxito. En agosto de 1930 se firmó el Pacto de San Sebastián, unión de republicanos, nacionalistas y socialistas para instaurar la República. Se formó un comité revolucionario presidido por Niceto Alcalá Zamora. En diciembre de 1930 hubo pronunciamientos republicanos en Jaca y Cuatro Vientos, que fracasaron, aunque la causa republicana ganó fuerza.

En febrero de 1931, Juan Bautista Aznar fue nombrado jefe de gobierno y convocó elecciones municipales el 12 de abril. Aunque los monárquicos vencieron en el cómputo general, los republicanos ganaron en las grandes ciudades. El 14 de abril de 1931 se proclamó la Segunda República, poniendo fin a la monarquía de Alfonso XIII.

La Proclamación de la Segunda República, el Gobierno Provisional y la Constitución de 1931. El Sufragio Femenino

La victoria de las candidaturas republicano-socialistas en las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 tuvo su origen en el Pacto de San Sebastián de 1930, que agrupó a republicanos de distintas tendencias: de derechas como Niceto Alcalá Zamora y Miguel Maura; centristas como Alejandro Lerroux; e izquierdistas como Manuel Azaña. El plan para proclamar la República incluía una huelga general coordinada con un alzamiento militar favorable.

El 14 de abril, tras el exilio de Alfonso XIII, se proclamó la II República y se formó un gobierno provisional presidido por Alcalá Zamora, que convocó elecciones a Cortes Constituyentes para el 28 de junio. Estas elecciones mantuvieron el sufragio universal masculino y permitieron por primera vez que mujeres se presentaran como candidatas, resultando elegidas Clara Campoamor, Victoria Kent y Margarita Nelken.

La II República nació con ilusión, pero en un contexto de crisis económica por la Gran Depresión tras el Crack del 29. El comercio exterior se redujo y cesaron las inversiones extranjeras, lo que provocó un aumento del paro, que pasó de 400.000 a 800.000 desempleados entre 1932 y 1936. A estos problemas se sumaron otros internos: la hostilidad de la jerarquía eclesiástica, el desafío de Francesc Macià con la proclamación de la República Catalana, actos violentos contra la prensa monárquica y ataques a edificios religiosos.

Aunque el gobierno no fue responsable directo de todos estos hechos, no intervino con firmeza para evitar tensiones sociales. Pese a ello, la República apostó por la democracia, la secularización del Estado, la reforma agraria, la mejora de la educación y la profesionalización del ejército.

Las elecciones del 28 de junio de 1931 fueron constituyentes. Ganó el bloque de izquierdas, con el PSOE como fuerza mayoritaria (116 escaños), seguido del Partido Radical (90). Se formó un gobierno republicano-socialista presidido por Manuel Azaña, con ministros como Largo Caballero y Fernando de los Ríos. Alcalá Zamora fue nombrado presidente de la República como signo de moderación. El nuevo gobierno inició un proceso de reformas profundas, empezando por una nueva Constitución.

La Constitución de 1931

La Constitución se aprobó el 9 de diciembre de 1931 y reflejaba los valores republicanos y de izquierda. España se definía como una república democrática de trabajadores, un Estado integral que reconocía posibles autonomías. Se estableció una clara división de poderes: legislativo (Cortes unicamerales), ejecutivo (gobierno y presidente de la República) y judicial. El presidente de la República era elegido de forma indirecta y no podía ser militar, clérigo ni miembro de la familia real. Se creó un Tribunal de Garantías Constitucionales.

La Constitución proclamaba una amplia declaración de derechos, incluida la igualdad de género en el sufragio. La propiedad privada se subordinaba al interés nacional y se reforzaba el papel del Estado en la enseñanza, considerada un derecho prioritario. El Estado se declaraba laico, con libertad de conciencia y separación de Iglesia y Estado. Se prohibía a las órdenes religiosas enseñar o realizar actividades económicas, lo que generó fuerte rechazo en sectores conservadores.

El voto femenino fue uno de los grandes debates. Clara Campoamor defendió el sufragio femenino frente a Victoria Kent, quien alegaba que las mujeres, aún muy influenciadas por la Iglesia, votarían mayoritariamente a la derecha. Pese a esta oposición, el voto femenino fue finalmente reconocido.

El Bienio Reformista: Reformas Estructurales, Política Territorial y Realizaciones Sociales y Culturales. Reacciones desde los Diversos Posicionamientos

Tras la aprobación de la Constitución de 1931, el Gobierno provisional cesó y se formó el primer Gobierno constitucional, presidido por Manuel Azaña, con ministros republicanos de izquierda y socialistas. El Partido Radical de Alejandro Lerroux no participó al negarse a compartir gabinete con socialistas. Niceto Alcalá Zamora continuó como presidente de la República como gesto conciliador hacia la derecha.

Este Gobierno dio inicio al Bienio Reformista (junio 1931 – septiembre 1933), con un ambicioso programa de reformas estructurales en diversos ámbitos de la sociedad española.

Reformas Estructurales

  • Reforma Religiosa

    Se promovió la separación Iglesia-Estado. Se prohibió enseñar a las órdenes religiosas, se eliminó la religión en la escuela, se disolvió la Compañía de Jesús, se legalizaron el matrimonio civil y el divorcio, y se eliminó el sueldo estatal para los sacerdotes.

  • Reforma Educativa

    El objetivo era reducir el analfabetismo y mejorar la cultura. Se centró en la educación primaria con la creación de más de 10.000 escuelas y la contratación de más de 7.000 maestros. Se promovió una educación pública, laica, mixta, obligatoria y gratuita. Además, se impulsaron las Misiones Pedagógicas para llevar cultura al medio rural.

  • Reforma Militar

    Buscaba modernizar el ejército y asegurar su lealtad al régimen. Azaña asumió el Ministerio de Guerra, cerró la Academia Militar de Zaragoza y redujo el número de oficiales con la Ley de Retiro. Se exigió juramento de fidelidad a la República. En 1932, el general Sanjurjo intentó un golpe de Estado que fue sofocado. Se crearon fuerzas policiales leales como la Guardia de Asalto.

  • Reforma Agraria

    Respondía a la necesidad de mejorar la situación de los campesinos, que representaban el 50% de la población activa. Se intentó acabar con el latifundismo, especialmente al sur del Tajo, y modernizar el campo. La Ley de Reforma Agraria de 1932 creó el IRA para expropiar tierras con indemnización, pero el proceso fue lento y frustrante para los campesinos, ya que en 1933 apenas se habían repartido tierras.

Política Territorial

  • Se negoció con Francesc Macià la renuncia a la República Catalana a cambio del Estatuto de Cataluña, que concedía autonomía limitada con un parlamento, Consejo Ejecutivo y presidente. Las competencias se restringieron a cultura, obras públicas y orden público.

Reacciones desde los Diversos Posicionamientos

  • Desde la derecha surgieron varias fuerzas. Los monárquicos se agruparon en Renovación Española, los conservadores fundaron la CEDA liderada por Gil Robles, y apareció la Falange Española de ideología fascista fundada por José Antonio Primo de Rivera. Muchos apoyaron el intento de golpe de Sanjurjo.
  • Desde la izquierda, la oposición vino de anarquistas como la FAI y la CNT, quienes organizaron huelgas y ocupaciones de tierras. El hecho más grave fue el levantamiento en Casas Viejas (enero de 1933), donde la Guardia de Asalto reprimió violentamente a campesinos, causando varias muertes. Esto deterioró la imagen del Gobierno de Azaña, ya afectado por la crisis económica y la agitación social.

Finalmente, las maniobras del Partido Radical para expulsar a los socialistas tuvieron éxito. Azaña dimitió en septiembre de 1933, Alcalá Zamora disolvió las Cortes y convocó nuevas elecciones para noviembre.

El Bienio de la CEDA y del Partido Radical. El Frente Popular. Desórdenes Públicos, Violencia y Conflictos Sociales

Tras los sucesos de Casas Viejas (enero de 1933), Alcalá Zamora disolvió las Cortes y convocó elecciones para noviembre. Las izquierdas se presentaron divididas y los anarquistas defendieron la abstención. La derecha, unida en torno a la CEDA de Gil Robles, fue la más votada con 115 escaños, seguida del Partido Radical con 102. El PSOE perdió más de la mitad de sus diputados. Pese al triunfo de la CEDA, el presidente encargó formar gobierno a Lerroux para evitar tensiones con la izquierda.

Comenzó el Bienio Radical-Cedista, caracterizado por una política de rectificación:

  • Paralización de la reforma agraria.
  • Devolución de tierras.
  • Ley de amnistía para los militares golpistas de 1932.
  • Proyecto de reforma constitucional conservadora en 1935.

El cambio de gobierno en octubre de 1934, con la entrada de ministros de la CEDA, desató temores de una deriva autoritaria y motivó la revolución de octubre.

La huelga general convocada por la UGT fracasó en casi todo el país, salvo en Cataluña y Asturias. En Cataluña, Companys proclamó el Estado Catalán, pero el ejército intervino y suspendió la autonomía. En Asturias triunfó la insurrección con apoyo de socialistas, comunistas y anarquistas, proclamando una Revolución Socialista. El gobierno envió al ejército de Marruecos bajo el mando de Franco, y en octubre la revuelta fue aplastada con miles de muertos y detenciones.

Tras la revolución, se suspendió el Estatuto catalán y se frenaron las reformas. La coalición de gobierno se deterioró por las tensiones entre Lerroux y Gil Robles. Este último colocó en altos cargos a militares contrarios a la República como Franco, Mola y Fanjul. El clima político se polarizó. En la derecha, Falange se unió a las JONS y Calvo Sotelo fundó el Bloque Nacional. En el ejército surgió la conspiración de la Unión Militar. En la izquierda se formó el Frente Popular.

Los escándalos de corrupción, como el del estraperlo que implicó al hijo de Lerroux, desprestigiaron al Partido Radical. Lerroux dimitió y se convocaron elecciones para febrero de 1936.

El Frente Popular, integrado por republicanos de izquierda, socialistas, comunistas y nacionalistas, ganó las elecciones con el 59% de los escaños y una participación del 72%. La derecha fue mayoría en las zonas rurales. El nuevo gobierno, sin socialistas ni comunistas al principio, fue presidido por Manuel Azaña. Se concedió amnistía a los presos por la revolución de octubre, se restauró el Estatuto de Cataluña y se reactivó la reforma agraria.

El 10 de mayo de 1936, el Congreso destituyó a Alcalá Zamora. Azaña pasó a ser presidente de la República y nombró a Casares Quiroga presidente del gobierno.

La situación se volvió cada vez más violenta: los socialistas querían una revolución obrera, la derecha buscaba apoyo militar para frenarla, y la extrema derecha atentaba contra la izquierda. En febrero, Gil Robles y varios militares pidieron declarar el estado de guerra.

Desde marzo, los generales Mola, Franco, Goded y Sanjurjo conspiraban contra el gobierno. Fueron apartados por el gobierno: Mola a Navarra, Franco a Canarias, Goded a Baleares y Sanjurjo a Lisboa.

El clima de violencia se agravó con dos asesinatos: el 12 de julio fue asesinado por extremistas de derecha el teniente José del Castillo, y en represalia el 14 de julio fue asesinado el líder derechista José Calvo Sotelo. Estos hechos precipitaron el alzamiento militar, que comenzó la noche del 17 al 18 de julio de 1936 y marcó el inicio de la Guerra Civil Española.

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