Hitos Históricos de España: Prehistoria, Romanización, Visigodos, Al-Ándalus y el Siglo XVII


La Prehistoria: Orígenes de la Humanidad y Primeras Sociedades

La Prehistoria, un vasto periodo que se extiende desde hace 2,5 millones de años hasta el 3000 a.C., marca el surgimiento de los primeros textos escritos en Mesopotamia y Egipto. Se divide en tres fases principales:

  • Paleolítico (1.000.000-10.000 a.C.): Durante esta etapa, los seres humanos se agrupaban en pequeñas tribus nómadas, practicando una economía depredadora basada en la recolección, la caza y la pesca, con una incipiente división del trabajo. El yacimiento más importante de este periodo en la península ibérica es el de Atapuerca.
  • Mesolítico (10.000-8000 a.C.): Es una etapa intermedia caracterizada por un importante cambio climático que influyó en las formas de vida.
  • Neolítico (8.000 a.C. en adelante): Se desarrolla la “Revolución Neolítica”, un periodo de grandes innovaciones que transformaron radicalmente la sociedad:
    • La economía se vuelve productora, basada en la agricultura y la ganadería.
    • El ser humano se vuelve sedentario, lo que propicia la aparición de los primeros asentamientos que darán lugar a pequeñas ciudades.
    • Surge el desarrollo del comercio, la propiedad privada y una creciente jerarquización social.

El Arte Rupestre: Expresiones Artísticas de la Prehistoria

  • En el Paleolítico, el arte rupestre se caracteriza por realizarse en el interior de las cuevas. Predomina la representación de animales, ejecutados de manera muy realista y utilizando la policromía (ejemplo destacado: Altamira).
  • En el Neolítico, las pinturas se realizan en los abrigos rocosos. Son monocromáticas y predominan las figuras humanas esquematizadas, representando escenas de la vida cotidiana.

La Romanización de la Península Ibérica: Conquista y Legado

Los romanos llegaron a la península ibérica en el 218 a.C., en el contexto de la Segunda Guerra Púnica, donde se enfrentaron a Cartago. La conquista de la península se extendió a lo largo de 200 años y se divide en tres fases:

  1. Primera fase (218-209 a.C.): Durante la Segunda Guerra Púnica, se ocupó toda la zona íbera.
  2. Segunda fase (150-133 a.C.): Durante las Guerras Celtíberas, se conquistó el interior peninsular. Destacan la resistencia de Viriato, líder lusitano, y la heroica caída de Numancia.
  3. Tercera fase (29-19 a.C.): Con las Guerras Cántabro-Astures, el emperador Augusto logró pacificar toda la península.

Tras la conquista, se llevó a cabo la romanización, un proceso por el cual Roma impuso su cultura, lengua y organización. Se realizó la primera división administrativa de la península; en el siglo I, la división era en tres provincias, y finalmente, en el siglo III, Diocleciano estableció seis provincias en Hispania.

Después de más de 500 años de presencia, Roma dejó un legado diverso y profundo en la península, entre los que destacan:

  • El latín, origen de las lenguas romances peninsulares.
  • El derecho romano, base de la legislación occidental.
  • La implantación del cristianismo.
  • Un vasto legado artístico y arquitectónico (calzadas, acueductos, teatros, etc.).

El Reino Visigodo de Toledo: Unificación y Consolidación

En el año 409, llegaron a la península ibérica los pueblos germánicos: suevos, vándalos y alanos. Para hacerles frente, Roma firmó un foedus (tratado) con el pueblo visigodo en el 418, entregándoles tierras a cambio de expulsar a los invasores. Los visigodos arrinconaron a los suevos en el noroeste y expulsaron a los vándalos y alanos, asentándose inicialmente en el sur de la Galia y formando el Reino de Tolosa en el 476.

En el 507, fueron derrotados por los francos en la Batalla de Vouillé, lo que les obligó a cruzar los Pirineos y fundar el Reino Visigodo de Toledo.

En el 585, el rey Leovigildo expulsó a los suevos y a los bizantinos, logrando la unificación territorial de la península. El reino visigodo era una monarquía electiva, y sus instituciones principales eran:

  • El Aula Regia: una asamblea de nobles y magnates que asesoraban al rey.
  • El Oficio Palatino: nobles de la mayor confianza del rey.
  • Los Concilios de Toledo: asambleas legislativas y religiosas de obispos.

Sociedad y Legislación Visigoda

La sociedad visigoda se dividía entre los hispanorromanos, cristianos que se regían por el derecho romano, y la élite visigoda, inicialmente arrianos y con su propio derecho godo. En el 589, el rey Recaredo se convirtió al cristianismo en el III Concilio de Toledo, logrando así la unificación religiosa de la península.

En el 654, el rey Recesvinto publicó el Fuero Juzgo (Liber Iudiciorum), una compilación que unificaba el derecho romano y el visigodo, aplicable a toda la población.

Al-Ándalus: Esplendor y Decadencia Musulmana en la Península Ibérica

En el 711, los musulmanes, al mando de Tariq, cruzaron el estrecho de Gibraltar y vencieron al rey visigodo Don Rodrigo en la Batalla de Guadalete. La conquista de la península ibérica fue muy rápida debido a varios factores:

  • La profunda crisis interna de la monarquía visigoda.
  • El impulso de la yihad o guerra santa.
  • Las capitulaciones que los conquistadores firmaron con parte de la nobleza visigoda, que les permitían mantener sus tierras y religión a cambio de sumisión.

A pesar de la rápida expansión, los musulmanes fueron derrotados en Covadonga en el 722 (frente a los núcleos de resistencia cristianos) y en Poitiers en el 732 (frente a los francos, frenando su avance hacia Europa).

El nuevo territorio, denominado Al-Ándalus, pasó a formar parte del mundo musulmán hasta 1492. A lo largo de estos ocho siglos, su evolución política marcó diferentes etapas:

  • El Emirato Dependiente del Califato de Damasco (711-756).
  • El Emirato Independiente de Bagdad (756-929), establecido por Abd al-Rahman I.
  • El Califato de Córdoba (929-1031), fundado por Abd al-Rahman III, que representó la época de mayor esplendor de Al-Ándalus en todos los ámbitos.

Fragmentación y Resistencia Cristiana

En el 1031, una guerra civil marcó el fin del Califato, que se desintegró en numerosos y pequeños Reinos de Taifas. Este periodo marcó el inicio de la decadencia de Al-Ándalus en favor del avance imparable de los reinos cristianos del norte (conquista de Toledo en 1085, Zaragoza en 1118).

La debilidad de las Taifas provocó el establecimiento de imperios extranjeros en Al-Ándalus: los almorávides y, posteriormente, los almohades. Estos lograron frenar momentáneamente el avance cristiano en batallas como Sagrajas (1086) y Alarcos (1095).

Sin embargo, en el 1212, los cristianos organizaron un frente unido en la decisiva Batalla de las Navas de Tolosa, que redujo drásticamente el territorio musulmán al Reino Nazarí de Granada (1238-1492), el último bastión islámico en la península.

Los Austrias Menores y la Crisis del Siglo XVII en España

Los reyes del siglo XVII, conocidos como los “Austrias Menores” (Felipe III, Felipe IV y Carlos II), delegaron las decisiones de gobierno en sus validos, figuras de gran confianza real que ejercían el poder de facto.

  • Con Felipe III, destacó el Duque de Lerma, quien decretó la expulsión de los moriscos (1609-1614), una medida con importantes consecuencias demográficas y económicas.
  • Con Felipe IV, la figura central fue el Conde-Duque de Olivares, impulsor de la Unión de Armas (1625), una medida que buscaba la contribución militar y económica de todos los reinos de la Corona, pero que chocó con los fueros y privilegios de la Corona de Aragón.
  • Posteriormente, durante la minoría de edad de Carlos II, se produjo la regencia de Mariana de Austria y el jesuita Nithard. Con Carlos II, Juan José de Austria también ejerció influencia.

Conflictos Internos y Externos

El año 1640 fue clave, marcado por graves conflictos internos. Olivares trasladó las hostilidades de la guerra con Francia a los Pirineos, lo que provocó el denominado Corpus de Sangre en Cataluña, con el asesinato del virrey. Ese mismo año se inició una rebelión en Portugal que culminaría con su independencia. Además, se produjeron intentos de rebelión en otros territorios como Andalucía, Nápoles y Sicilia.

La política exterior de Felipe III estuvo presidida por la pacificación, pero en 1618 estalló la Guerra de los Treinta Años. España se posicionó al lado del Emperador Habsburgo.

Durante los primeros años, los Habsburgo llevaron la iniciativa con importantes victorias en 1625, como:

  • La rendición de Breda.
  • La derrota inglesa en Cádiz.
  • La recuperación de Bahía (Brasil).

Sin embargo, la victoria de Nördlingen en 1634 provocó la intervención directa de Francia, lo que a la larga supuso la derrota española en batallas como las de Las Dunas y Rocroi. La Paz de Westfalia en 1648 reconoció la independencia de las Provincias Unidas (Países Bajos). El acuerdo definitivo con Francia llegó con la Paz de los Pirineos en 1659.

El Problema Sucesorio de Carlos II

La muerte de Felipe IV en 1665 dejó la corona en manos de su hijo Carlos II, menor de edad, lo que inició la regencia de su madre Mariana de Austria. Durante su reinado, se acentuó la inestabilidad política, pero el problema más importante fue, sin duda, el sucesorio. Hacia 1697, cuando ya se intuía la muerte del rey sin descendencia, se barajaron varios posibles sucesores:

  • Felipe de Borbón (futuro Felipe V).
  • José Fernando de Baviera.
  • Carlos de Austria (Habsburgo).

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