La Dictadura de Francisco Franco: Etapas, Características y Consecuencias


El general Francisco Franco concentró todo el poder del Estado ya durante la Guerra Civil, y acabada esta en 1939 comenzó a ejercer una dictadura personal que se prolongó hasta 1975. La dictadura franquista tuvo dos etapas: la primera (1939-1950), caracterizada por la represión, la autarquía económica, el hambre y el aislamiento internacional; y la segunda (1950-1973), donde mejoró el nivel de vida y surgieron deseos de libertad.

En los primeros años de la dictadura se llevó a cabo una exaltación de Franco como caudillo nacional y una fuerte represión de la oposición. Franco era generalísimo de los tres ejércitos y jefe del partido único (Falange Española Tradicionalista y de las JONS), jefe del Estado y presidente del Gobierno. Ejerció todo el poder, sin Parlamento ni Constitución que limitara sus poderes. El franquismo se definió como autoritario, nacionalista y católico, en el que se estableció el régimen del nacional-catolicismo, y fue contrario a los partidos políticos, permitiendo solo la FET (Falange Española Tradicionalista) de las JONS, lo que representaba el Movimiento Nacional. Los sectores políticos y sociales que apoyaron a Franco fueron los más vinculados a la España tradicional, como los ámbitos católicos, las élites económicas, los círculos acomodados y los terratenientes latifundistas, así como sectores de clase media y populares. Durante este periodo, la oligarquía terrateniente, industrial y financiera recuperó sus propiedades, algo que veía peligrar durante la República, y también se benefició de la política económica intervencionista y del control sobre la vida sindical. El principal objetivo político del régimen en la posguerra fue eliminar cualquier oposición, para así garantizar su pervivencia. De esta manera, los vencedores aplicaron una política de terror en las regiones agrarias del sur, cuencas mineras y zonas industriales del País Vasco y Cataluña. Para evitar la persecución, muchos republicanos se exiliaron, alrededor de unos 300.000. Al regresar a España, estuvieron recluidos en campos de concentración y de refugiados en Francia durante la ocupación nazi, y muchos de estos se incorporaron a la resistencia. México acogió a los principales dirigentes republicanos, y muchos dirigentes comunistas se fueron a Rusia. En España se desmanteló cualquier tipo de oposición y se persiguió a quienes tuvieron cargos en la República, estableciéndose la Ley de Responsabilidades Políticas (1939), pero también se persiguió a quienes destacaron por actividades izquierdistas, estableciéndose la Ley de Represión de la Masonería y el Comunismo. El nuevo régimen adquirió las características de un Estado policial, donde se restableció la pena de muerte, se efectuó una depuración de funcionarios y se impuso una abrumadora censura.

Dentro del régimen hubo diferentes grupos (falangistas, monárquicos, tradicionalistas, militares y católicos) que formaban las familias políticas del régimen. La principal aportación de los militares fue el nacionalpatriotismo, una visión conservadora y unitaria de España, en la que la defensa de la integridad territorial debía ser el objetivo del Gobierno. En los años cuarenta, la FET y las JONS aportaron elementos novedosos. La Falange, antiliberal, antidemocrática y antimarxista, impulsaba el nacionalsindicalismo, un sistema totalitario inspirado en las teorías del fascismo sobre la organización del Estado, controlado por un partido y sindicato único. La Falange pasó de tener 6,000 militares durante la guerra (los llamados camisas viejas) a tener 60,000 en los años cuarenta. Ocupó un tercio de los altos cargos del franquismo, pero la derrota de Alemania e Italia supuso el relevo de los falangistas más destacados.

La Iglesia apoyó a los sublevados en 1936. Se creó el Concordato de 1953, en el que el Estado se declaraba confesional y se suprimieron el matrimonio civil, el divorcio y el aborto. Debido al apoyo de la Iglesia, se fraguó el nacionalcatolicismo, la defensa de la religión y de la moral católica. Fue un catolicismo ultraconservador.

Franco se refería a la democracia con el término despectivo de “partidocracia”, y por ello suprimió los partidos rojos y separatistas (republicanos, socialistas, comunistas y nacionalistas) y los de la derecha, monárquicos o católicos. Prohibió que se llamase partido al grupo sublevado, y se debía llamar Movimiento Nacional. Se aprobó el Fuero del Trabajo (1938), el Fuero de los Españoles (1945), la Ley de Referéndum Nacional (1945), donde se intentaba aparentar una democracia, y la Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado (1947).

La posguerra (1939-1950) fue una larga etapa de reconstrucción del régimen y de penuria económica. El estallido de la Segunda Guerra Mundial en 1939 hizo que el régimen revisara sus planteamientos filonazis para adoptar posturas favorables al bando aliado (el ganador). España mantenía buenas relaciones con la Alemania nazi y la Italia fascista, pero al estallar la Segunda Guerra Mundial se mantuvo neutral, aunque en 1941 se envió al frente ruso un cuerpo militar de voluntarios para apoyarlos (División Azul), aunque al ver las derrotas alemanas, sustituyeron al pronazi Serrano Suñer por un nuevo ministro de Asuntos Exteriores anglófilo. Al acabar la guerra en 1945, la ONU negó la admisión de España en la organización, por lo que el régimen procuró borrar su imagen fascista, aunque no lo consiguió y se vetó la participación de España en las ayudas del Plan Marshall. La dictadura reforzó su línea autárquica y represiva. El desarrollo de esta guerra y las condiciones de vida favorecieron la aparición de opositores, limitada a los núcleos guerrilleros en zonas montañosas, los maquis, integrados por excombatientes del ejército republicano. En 1945, don Juan de Borbón, heredero de Alfonso XIII, publicó el Manifiesto de Lausana, en el que pedía la dimisión de Franco.

Los años del desarrollismo (1950-1973) se caracterizaron por la consolidación del franquismo, considerando a Franco como un aliado de Occidente durante la Guerra Fría. En 1951 se establecieron relaciones con EEUU para establecer un tratado bilateral. En 1953 se firmaron acuerdos con EEUU, en los que España cedía bases militares, como la base aérea de Torrejón de Ardoz, y recibía ayuda económica y reconocimiento internacional. En 1953 se firmó el Concordato con la Santa Sede, y en 1956 España fue admitida en la ONU. A lo largo de los años sesenta se produjo una renovación en la cúpula franquista. Los reformistas y tecnócratas llegaron al Gobierno, quienes iniciaron reformas que impulsaban el crecimiento económico. Carrero Blanco se alineó con los tecnócratas (Laureano López Rodó), que proponían la liberalización económica; los falangistas reformistas estaban encabezados por el Ministro de Exteriores Fernando María Castiella, quienes introdujeron un nuevo estilo de Gobierno. En el Gobierno de los sesenta se produjeron diferentes modificaciones: la Ley de Convenios Colectivos (1958), la Ley de Bases de la Seguridad Social (1963), el Tribunal del Orden Público, la Ley de Prensa (1966), la Ley Orgánica del Estado (1967), la Ley de Libertad Religiosa (1967) y la Ley de Sucesión (1969).

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