1. Introducción: La Dictadura de Primo de Rivera y la Guerra Colonial
En septiembre de 1923, el general Miguel Primo de Rivera dio un golpe de Estado con el que puso punto final al sistema de la Restauración, iniciándose un periodo de dictadura militar que se extendió hasta 1931 con la llegada de la II República Española. La caída de la dictadura terminó arrastrando al rey Alfonso XIII, debido a la actitud permisiva que mantuvo y a su incapacidad para regresar a un sistema constitucional.
El sistema político de la Restauración, en el que los partidos dinásticos se iban turnando en el poder de manera pacífica y pactada, se mantuvo hasta el establecimiento de la dictadura. Sin embargo, en los últimos años el sistema mostraba signos de desgaste. El país había cambiado desde los tiempos de Cánovas y la Constitución de 1876. Era hora de regenerar el país, aunque fuera a la fuerza.
2. El Contexto Internacional y Nacional
2.1. La Situación Internacional
La postura neutral que mantuvo España durante la Gran Guerra (1914-1918) propició una cierta expansión de la economía española, ya que el conflicto redujo la capacidad productiva de los países beligerantes, y España se convirtió en suministradora de productos industriales y agrarios.
Durante la Gran Guerra estalló en 1917 la Revolución Bolchevique en Rusia. Era la primera vez que un partido obrero conseguía hacerse con el poder.
La burguesía europea, atemorizada ante la revolución, exigió a los gobiernos un endurecimiento de la represión contra los partidos obreros, produciéndose un aumento de la conflictividad social durante estos años. Esto desencadenó el auge del fascismo en Italia, del cual debe mucho Primo de Rivera como dictador y, posteriormente, su hijo José Antonio como político.
2.2. La Lucha Sindical
Durante esta época, los sindicatos obreros conocieron un fortísimo crecimiento. En Andalucía, la situación de miseria en la que vivía el campesinado impulsó numerosas revueltas protagonizadas por los anarquistas en las que se quemaron cosechas y se ocuparon tierras.
En Barcelona, la conflictividad social también se acentuó. Los representantes de los empresarios recurrieron a la contratación de pistoleros a sueldo para asesinar a los principales líderes sindicalistas. Por otro lado, hubo sectores anarquistas que optaron por la violencia y los atentados.
Destacó la Semana Trágica en 1909, donde la negativa al reclutamiento forzoso para la Guerra de Marruecos, tras la derrota del Barranco del Lobo, acabó en violentos disturbios sociales, quema de conventos e iglesias, detenciones masivas y la represión de sus líderes y simpatizantes.
2.3. El Problema de Marruecos
El gobierno español emprendió en Marruecos una agresiva política militar tras la pérdida de las colonias en 1898. Francia cedió la zona del Rif a España en la Conferencia de Algeciras (1906).
La zona occidental, cerca de Ceuta, no fue difícil de controlar. Sin embargo, la zona oriental ofreció una feroz resistencia al dominio español, organizada en tribus seminómadas lideradas por Abd El Krim, que atacaban por sorpresa a los soldados españoles, muchas veces jóvenes e hijos de obreros que hacían allí el servicio militar.
Los enfrentamientos fueron numerosos, aunque cabe destacar el ataque por sorpresa al puesto español de Annual, en 1921, en el que murieron unos 13.000 soldados españoles. El Desastre de Annual provocó una fuerte desestabilización política.
El Congreso encargó una investigación del desastre. Esta elaboró un informe conocido como el Expediente Picasso, que provocó fuertes debates parlamentarios y contó con el rechazo del Ejército, ya que dicho informe responsabilizaba a los principales mandos militares e incluso al propio Alfonso XIII.
2.4. El Golpe de Estado
Días antes de la fecha prevista para discutir en Cortes el Expediente Picasso, el general Primo de Rivera dio un golpe de Estado, el 13 de septiembre de 1923. La derrota en Annual fue la causa, y el Expediente Picasso, la chispa.
Primo de Rivera exigió la disolución del gobierno y la entrega del poder a los militares. Alfonso XIII decidió acceder a dichas peticiones.
Justificó el golpe de Estado aduciendo que existía un gran riesgo de revolución social y se presentó como el remedio necesario para impulsar una regeneración del país. Anunció su pretensión de terminar con el caciquismo y la corrupción, y de frenar las amenazas a la unidad nacional, buscando regenerar el sistema moribundo de la Restauración.
3. La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)
3.1. El Directorio Militar (1923-1925)
Durante esta fase, la Constitución de 1876 fue suspendida, se cerraron las Cortes y los partidos políticos fueron prohibidos. Las autoridades civiles locales fueron cesadas, pretendiendo acabar con la élite oligárquica y el caciquismo.
Primo de Rivera creó un nuevo partido, la Unión Patriótica, con el que se pretendía sustituir a todos los partidos políticos tradicionales, a los que se consideraba corruptos. Sus principales afiliados procedían de la antigua élite caciquil. Aunque anunció como uno de sus objetivos acabar con el caciquismo, muchos de los integrantes de este grupo se incorporaron a la Unión Patriótica, reciclándose y manteniéndose así ligados al poder.
3.2. El Directorio Civil (1925-1930)
A partir de 1925, Primo de Rivera trató de iniciar una nueva fase política que condujese a la normalización del régimen. Para ello, intentó crear una Asamblea y una nueva Constitución. Se trataba de desmilitarizar el régimen y copiar el modelo fascista italiano.
Creó una Asamblea Nacional Consultiva formada por miembros de la Unión Patriótica que fueron elegidos mediante sufragio restringido. A esta asamblea se le encomendó la tarea de redactar una nueva constitución, sin embargo, nunca llegaría a entrar en vigor.
La Solución al Problema Marroquí
Durante esta fase, Miguel Primo de Rivera asumió personalmente el mando de las operaciones militares en Marruecos. A partir de 1925, España colaboró militarmente con Francia. Fruto de esta colaboración se planteó y se llevó a cabo el desembarco en Alhucemas ese mismo año, que condujo a la victoria definitiva sobre los rebeldes rifeños. La Guerra de Marruecos había llegado a su fin y la victoria dio a Primo de Rivera una enorme popularidad.
3.3. La Política Económica
Durante los años 20, el Estado puso en marcha una política económica de imitación fascista, con control estatal sobre la economía, que condujo a ambiciosos proyectos de obras públicas, como la construcción de pantanos, ferrocarriles y carreteras.
Su mayor logro fue la creación de las Corporaciones, agrupaciones sindicales donde se reunían representantes de los patronos y representantes de los obreros bajo la atenta mirada y colaboración de algún representante del gobierno. De esta manera se llegaron a grandes acuerdos laborales.
Las Corporaciones estaban reguladas, organizadas en profesiones, con comités integrados por el mismo número de patronos y obreros. Reglamentaban los salarios y las condiciones laborales. La UGT, el sindicato obrero del PSOE, ofreció apoyo a esta política por primera vez en la historia de España.
3.4. La Oposición a la Dictadura
Pasados los primeros años de dictadura, la oposición se organizó en torno a los siguientes grupos: los republicanos, los anarquistas (partidarios de la insurrección popular violenta), los comunistas y los socialistas.
La Caída del Dictador y de la Monarquía
El régimen fue perdiendo todos sus apoyos. Alfonso XIII decidió retirar su apoyo a Primo de Rivera, el cual dimitió en enero de 1930.
4. La Transición y el Fin de la Monarquía
El rey nombró jefe de gobierno al general Berenguer con la intención de que este organizase la vuelta al régimen constitucional. El cambio se fue desarrollando de una manera demasiado lenta. La prensa calificó al nuevo gobierno como la Dictablanda.
Al mismo tiempo, los republicanos, catalanistas de izquierda y el PSOE firmaron el Pacto de San Sebastián, que se encargaría de contactar con militares y representantes obreros para organizar un levantamiento armado que hiciera caer el régimen.
La difícil situación política llevó a Berenguer a dimitir. En 1931, el almirante Aznar estableció un nuevo gobierno y se celebraron elecciones municipales.
La interpretación de los resultados ha sido objeto de controversia historiográfica, ya que aunque el cómputo global de los votos parecía ser favorable a la monarquía, en los distritos electorales urbanos, menos influenciados por los sistemas caciquiles, el voto republicano consiguió una clara mayoría. Esto forzó la abdicación de Alfonso XIII pocas horas después, y el 14 de abril de 1931 fue proclamada la Segunda República Española.
