La España Sublevada: Configuración del Estado Franquista
En la España controlada por los sublevados, el llamado bando nacional fue construyendo un nuevo Estado al tiempo que combatía en la guerra, sentando las bases del régimen franquista. Los sublevados lograron controlar Navarra, Galicia, Castilla y León, la mayor parte de Aragón, Cádiz, el Protectorado Marroquí, las Islas Baleares (menos Menorca), las Islas Canarias y núcleos aislados como Oviedo, Sevilla, Granada y Córdoba. Al inicio del conflicto contaban con menos tropas, pero de mayor calidad (regulares y la Legión) que el bando republicano.
Establecimiento de la Junta de Defensa Nacional
Inicialmente, se esperaba que Sanjurjo tomara el mando; sin embargo, falleció en un accidente. Esto, unido a que el golpe derivó en una guerra civil, obligó a dirimir el liderazgo y el gobierno de los territorios controlados. Para ello, en julio de 1936, se creó en Burgos la Junta de Defensa Nacional, formada por los militares sublevados. Sus primeras medidas fueron proclamar el estado de guerra, reinstaurar la bandera rojigualda y disolver todo partido y sindicato, salvo Falange y los carlistas. El apoyo de la Iglesia y los católicos al golpe fue notable. La Carta Pastoral Colectiva de los Obispos Españoles de julio de 1937 fijaba el alzamiento como una cruzada contra la revolución comunista y el ateísmo. Además, se restituyeron los bienes de la Iglesia y la Compañía de Jesús.
Aparato Represivo y Liderazgo de Franco
Otro elemento clave fue la configuración de un aparato represivo bajo jurisdicción militar. Se juzgó, detuvo, ajustició e incluso asesinó a todo elemento disidente. Se produjeron numerosas muertes y se crearon campos de concentración con duras condiciones de vida y trabajo. En las detenciones se documentaron torturas y vejaciones a los presos. La Junta, en octubre, nombró a Franco Generalísimo de los Ejércitos de España y Jefe de Estado. Este, apoyado por una Junta Técnica, fue configurando un Estado que centralizaba los poderes en él.
Consolidación del Régimen: Unificación y Primer Gobierno
Las tensiones entre falangistas y carlistas fueron resueltas con el Decreto de Unificación de 1937. En este se unieron Falange y las fuerzas tradicionalistas (carlistas), naciendo así Falange Española Tradicionalista y de las JONS como partido único. Nació así el llamado Movimiento Nacional bajo el mando de Franco. En enero de 1938, se formó el primer gobierno con Franco como Caudillo. Este incorporó en su ejecutivo a miembros de las diferentes tendencias.
Leyes Fundamentales y Carácter del Nuevo Estado
Derogó la legislación republicana y configuró nuevas leyes, de las cuales destacaremos:
- La Ley de Prensa, que fijaba la censura previa y el control estatal de todas las publicaciones.
- La Ley de Depuración de Funcionarios Públicos, que permitía la expulsión de todo funcionario no afecto al nuevo régimen.
- La Ley de Responsabilidades Políticas, que prohibía los partidos, sindicatos y asociaciones, e imponía multas y tipificaba como delito la simpatía o militancia republicana retroactivamente.
El Fuero del Trabajo, que sentó las bases del nacionalsindicalismo y fue la primera de las Leyes Fundamentales. Inspirado en el fascismo italiano, establecía un sindicato único corporativista integrado por patronos y obreros y bajo el control de Falange. A nivel territorial, el castellano se convirtió en el único idioma legal. Con la victoria, el 1 de abril de 1939, este nuevo modelo llegó a todo el territorio español, configurándose un Estado totalitario. Este último destacó, pues el Estado se declaró confesional y la religión cobró un peso esencial en su ideología, hasta el punto de poder definirse como nacionalcatolicismo. La dictadura franquista sentó sus bases durante la guerra; sin embargo, con el tiempo fue transformándose y logró perdurar durante casi 40 años.
Desarrollo Cronológico de la Guerra Civil Española
El 17 de julio de 1936 se inició la sublevación militar contra la Segunda República Española en Marruecos y al día siguiente se extendió a diferentes zonas de la Península. Esta fue planeada desde el triunfo del Frente Popular en febrero de 1936 por parte del ejército.
Inicio del Conflicto y División del Territorio
Ante el levantamiento, el gobierno de Casares Quiroga, inicialmente, no tomó medidas contundentes y llamó a la calma, buscando una vía negociada de solución, la cual fracasó y forzó su dimisión. Ante el avance del golpe, se autorizó la entrega de armas a los civiles, conformándose así las milicias formadas por socialistas, comunistas y anarquistas, cuyo papel fue clave para evitar el triunfo total del golpe. Por lo tanto, no consiguió triunfar, pero tampoco fue derrotado, lo cual provocó la división de España en dos bandos que se enfrentarían en una guerra civil. Los sublevados lograron controlar Navarra, Galicia, Castilla y León, la mayor parte de Aragón, Cádiz, el Protectorado Marroquí, las Islas Baleares (menos Menorca), las Islas Canarias y núcleos aislados como Oviedo, Sevilla, Granada y Córdoba. Al inicio del conflicto contaban con menos tropas, pero de mayor calidad, que el bando republicano. Por su parte, este controlaba el resto del territorio y contaba con el control de las áreas industriales, la mayor parte de la aviación y la marina y las reservas de oro del Banco de España.
Ofensivas Iniciales y la Batalla por Madrid
El primer movimiento de los sublevados fue el traslado de sus tropas norteafricanas a la Península con el apoyo italiano y alemán. Franco lideró estas fuerzas que se unieron en Sevilla a las de Queipo de Llano. El objetivo principal era la toma de la capital, Madrid, hacia la que se avanzó a través de Extremadura y se llegó a su puerta con la toma de Talavera. En ese momento, Franco decidió desviar sus fuerzas para rescatar a tropas sublevadas que resistían en el Alcázar de Toledo. El general puso fin a 70 días de sitio a estos soldados, lo que le granjeó gran popularidad entre las tropas. Por su parte, Mola, desde Navarra, falló en su avance hacia Madrid en la Batalla de Guadarrama, estabilizándose el frente norte de la capital.
Con el ejército sublevado a las puertas de Madrid, en noviembre de 1936, el gobierno republicano abandonó la capital y se trasladó a Valencia. La Junta de Defensa, dirigida por José Miaja, logró frenar, al grito de “¡No pasarán!”, la ofensiva directa sobre Madrid. Franco lo intentó en tres ocasiones más: la ofensiva de la Carretera de la Coruña, la Batalla del Jarama y la Batalla de Guadalajara en marzo de 1937, con apoyo italiano. Por su parte, los republicanos intentaron un contraataque en Brunete que acabó en un fracaso. Cabe mencionar que durante este periodo la capital fue bombardeada con dureza.
Campaña del Norte y Avance Franquista
Ante la resistencia de Madrid, los sublevados decidieron centrar sus esfuerzos en el norte. Ya desde agosto de 1936, desde Navarra, se logró la toma de Irún y San Sebastián, pero fue en abril de 1937 cuando emprendieron una mayor ofensiva. En abril, Guernica fue bombardeada, provocando numerosas muertes de civiles. Ese mismo mes, Bilbao capituló y el País Vasco cayó en manos del bando nacional. En agosto, Santander fue tomado y el 1 de septiembre se inició la ofensiva sobre Asturias. La gran resistencia de los republicanos asturianos y la ofensiva republicana de Belchite retrasaron el avance. Sin embargo, el 21 de octubre se rompió el frente y cayó Gijón y, con ello, Asturias.
Frente de Aragón y la Cruenta Batalla del Ebro
En Aragón, el frente fue tranquilo hasta septiembre de 1937 con la Batalla de Belchite. Los republicanos realizaron una ofensiva para tomar Zaragoza, pero fracasó. En diciembre se acometió una nueva ofensiva sobre Teruel, que fue tomada en enero de 1938. Su éxito inicial no pudo consolidarse a causa de la contraofensiva franquista, que prosiguió en el frente de Aragón, penetró en Lérida y Castellón y llegó a Vinaròs en marzo de 1938. Con ello se rompía el área republicana en dos, aislando a Barcelona en un lado y Valencia en el otro.
En este contexto, el general republicano Vicente Rojo planteó la Batalla del Ebro (julio a octubre de 1938) con un triple objetivo: mostrar una República capaz de resistir, frenar la ofensiva franquista contra Valencia y restablecer la unidad del territorio republicano. El plan era cruzar el río Ebro y atacar al ejército sublevado por sorpresa. La batalla fue muy cruenta y acabó con el fracaso republicano y el repliegue de las tropas a Barcelona.
Caída de Cataluña y el Fin de la Guerra
Las esperanzas republicanas de apoyo internacional se vieron frustradas tras el Pacto de Múnich de 1938. Además, con la derrota se perdió todo el ejército republicano del norte. En diciembre de 1938 se inició la conquista de Cataluña y a comienzos de 1939 cayó Barcelona. Los republicanos se vieron forzados al exilio en Francia a través de los Pirineos por temor a represalias. La precaria situación republicana llevó al enfrentamiento interno entre quienes defendían la resistencia hasta el final y los que optaban por la negociación de la paz. Finalmente, tras sublevaciones en Madrid y Cartagena con duros enfrentamientos, se impuso la segunda opción. Franco se negó a negociar y ordenó la ofensiva final. El ejército republicano se desmoronó y la entrada en Madrid se produjo sin apenas resistencia. Con la toma de la capital, se emitió el 1 de abril de 1939 —desde entonces Día de la Victoria— el último parte de guerra, y con este llegó el final de la guerra.