La ética formal de kant


3.La teoría ética

  • CRITICA DE KANT A LA ÉTICAS MATERIALES


Hasta Kant las éticas habían sido materiales, frente a todas ellas, su ética es formal.
Son materiales aquellas éticas según las cuales la bondad o maldad de la conducta depende de algo que se considera Bien Supremo (sea espiritual o material): los actos serán buenos cuando nos acerquen a él y malos cuando nos alejen de él. Toda ética material parte de que hay bienes, cosas buenas para el hombre, determina cuál es su bien o fin supremo y establece las normas o preceptos para alcanzarlo. Pero los preceptos de toda ética material son hipotéticos, empíricos, por lo que no valen absolutamente, sino sólo de un modo condicional, como medios para conseguir un fin. Kant creerá que los imperativos hipotéticos no reflejan la auténtica experiencia moral porque ésta es sometimiento a un precepto universal y necesario, y dichos imperativos no pueden ser universales y necesarios, ni los de la habilidad ni los de la prudencia. Dado que las éticas materiales extraen su contenido de la experiencia empírica y que ésta nunca puede dar universalidad ni necesidad, dichas éticas únicamente podrían fundamentar mandatos a posteriori, particulares y contingentes, pero nunca imperativos universales y necesarios, que son los verdaderos preceptos morales, como expresa el factum de la moralidad. Además, las éticas materiales son heterónomas:
Un sujeto es autónomo cuando tiene la capacidad para darse a sí mismo sus propias leyes y es heterónomo cuando las leyes no descansan en él mismo, cuando le vienen de fuera; las éticas materiales son heterónomas porque describen una acción como buena sólo de forma condicional, describen una acción como buena porque es un buen medio para la realización de un fin querido por el sujeto. En las acciones heterónomas el sujeto se tiene que someter a la realidad, es ésta la que impone sus condiciones; el sujeto tiene que plegarse al orden del mundo.


  • LA ÉTICA FORMAL KANTIANA


Podemos caracterizar la ética kantiana a partir de sus tres rasgos siguientes: 

• Es formal:
La materia del imperativo es lo mandado, la forma el grado de universalidad del imperativo. La tesis esencial de la ética kantiana consiste en indicar que una máxima describe propiamente una acción moral cuando cumple un requisito puramente formal: que pueda ser universalizable.

• Es autónoma:
Un sujeto es autónomo cuando tiene la capacidad para darse a sí mismo sus propias leyes, y es heterónomo cuando las leyes no descansan en él mismo, cuando le vienen de fuera; la ética kantiana es autónoma al afirmar que sólo las acciones morales son autónomas. Kant considera que sólo allí donde encontramos acción moral encontramos libertad:
Cuando nos conducimos moralmente el fundamento de determinación de nuestra voluntad no nos viene de fuera, del mundo, o de la religión, sino de nosotros mismos, de nuestra conciencia, pues es nuestra razón práctica la que nos da el criterio de la conducta buena y permite la determinación de nuestra voluntad. En la experiencia moral somos autónomos porque la ley a la que nos plegamos está en nosotros mismos.

• El fundamento de las acciones buenas es el deber, no la inclinación:
Para que una acción sea buena no basta que sea conforme al deber, además ha de hacerse por deber. El rigorismo kantiano implica el deber por el deber, aunque vaya en contra de mi felicidad y de las personas que quiero, y el carácter universal de la bondad o maldad de una acción, universalidad que impide aceptar excepciones en la validez del imperativo categórico. Este imperativo prescribe una acción como buena de forma incondicionada, manda algo absolutamente, declara la acción objetivamente necesaria en sí, sin referencia a ningún propósito extrínseco. Sólo el imperativo categórico es imperativo de la moralidad. Kant dio varias formulaciones generales del imperativo categórico, entre las que destacan la “fórmula de la ley universal”, y la “fórmula del fin en sí mismo”, que ordena tratar a la humanidad, tanto propia como ajena, siempre como un fin en sí mismo.


  • POSTULADOS DE LA RAZÓN PRÁCTICA


En la filosofía moral de Kant, aquellos principios que hacen posible la ley moral, no son proposiciones teóricas, sino presupuestos exigidos a priori por la razón que tienen únicamente un valor práctico. Los postulados de la razón práctica son la libertad, la inmortalidad del alma y la existencia de Dios. La libertad humana es una condición de posibilidad de la ley moral ya que, sin la autonomía de la voluntad de darse la ley moral a si mismo y sin independencia respecto del determinismo de la naturaleza, el hombre no podría ser considerado responsable de sus actos ni podría existir una ley digna de ser calificada de moral. La inmortalidad del alma también es un postulado de la razón práctica, porque solo en una vida inmortal la perfección del cumplimiento de la ley moral es posible ya que exige un progreso indefinido. También la existencia de
Dios constituye una condición de posibilidad de la ley moral, ya que Kant lo concibe como aquella causa de la naturaleza que armoniza la felicidad y la virtud sin la cual el bien supremo no sería realizable.

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