Los prisioneros y las sombras platon


1.Descripción de la caverna

Puede interpretarse que la alegoría de la caverna simboliza el mundo sensible, aparente y engañoso, o la ciudad ateniense, dominada por la retórica sofista, o, trasladándola a hoy día podemos pensar que la caverna es la televisión, apariencia y engaño.

2. Liberación de un prisionero: ojos llenos de fulgores

¿Qué ocurriría si alguien fuese liberado y forzado a salir de la caverna? Se encadilaría y no sería capaz ya de percibir las sombras. Seguiría convencido de que las sombras que antes veía eran más reales y verdaderas que lo que ahora ve. Tendría los ojos llenos de fulgores y no soportaría fácilmente la nueva realidad a la que es enfrentado. Según Jaeger el proceso de salida de la caverna o ascensión al mundo de las Ideas implica un proceso de conversión cuasi-religioso que es muy compatible con la consideración de la Idea del Bien como Divinidad. Existe cierto parecido entre lo que Platón cuenta en este párrafo y los problemas de Neo en Matrix para aprender a usar sus ojos o la ceguera de San Pablo cuando, cegado por la luz de Dios, cae del caballo.

3. De las sombras a la luz

Examinemos ahora el pasaje de la caverna. En él se describen seis estados sucesivos del hombre con respecto a la educación y a la falta de ella (514 a): 1. Un grupo de hombres está prisionero en una caverna subterránea, con las cabezas sujetas de tal modo que sólo pueden mirar a la pared del fondo de la cueva. A espaldas de los prisioneros un muro cruza la cueva. Por detrás de este muro pasan unos hombres transportando toda suerte de vasijas y estatuas que sobrepasan la altura de la pared. Detrás de estos últimos hay un fuego.
Como Ios prisioneros sólo pueden ver sus propias sombras, las de sus compañeros y las de las cosas transportadas por detrás de la pared, entenderán que éstas son las únicas realidades que hay 2. Los prisioneros son liberados y obligados a volver sus cabezas hacia el fuego y
los objetos transportados, pero no los pueden ver con claridad por causa del deslumbra-miento 3. Son llevados a la fuerza al aire libre, pero no pueden soportar la luz del sol, ni
ver ninguno de los objetos naturales de su alrededor. Por eso, miran primero las sombras y reflejos de esos objetos; luego 4. los objetos mismos
5.
las estrellas y la luna, y 6.

El sol

Y después de esto, colegirían ya con respecto al sol que es él quien produce las estaciones y los años y gobierna todo lo de la región visible, y que
es, en cierto modo, el autor de todas aquellas cosas que ellos veían

4. La caverna vista desde la sabiduría


El filósofo, una vez que ha alcanzado el conocimiento de las Ideas, se compadecería de los que todavía siguen en la caverna y contemplaría con escepticismo todos los honores y elogios que dentro de la caverna se tributan unos a otros según sepan adivinar qué sombras siguen a qué otras. Podemos ver en estos aventajados de la caverna a los políticos de la época de Platón, educados en la retórica sofística y
expertos en el arte de la mentira y la manipulación, en el arte de hacer pasar como realidad lo que no son más que sombras o patrañas. Trasladando a hoy día la metáfora de Platón podemos ver en estos falsos sabios a los adictos al televisor, expertos en los montajes de la prensa rosa o en la más rabiosa actualidad de los equipos de fútbol. El filósofo preferiría morir antes que volver a tener que sufrir una vida semejante.

5. Peligros del retorno a la caverna

Si el filósofo regresase a la caverna ya no sería capaz de ver en la oscuridad, no sería capaz de desenvolverse en el mundo de las sombras donde lo que importa no es la verdad sino la mentira. Si intentase acostumbrarse de nuevo a las tinieblas terminaría
por hacer el ridículo y considerarían que se ha estropeado los ojos con esa locura de las Ideas, que no merece la pena el camino hacia arriba del conocimiento. Si al filósofo se le ocurriese desatarlos y conducirlos hacia la luz lo matarían. Platón piensa en el caso de Sócrates pero no cabe duda de que en la historia abundan los ejemplos: Cristo, Gandhi… ¿No tiene, pues, salvación la ciudad? La alegoría de la caverna no lo dice, pero parece dar a entender lo siguiente: solamente si todos son liberados de las cadenas de la oscuridad y encaminados hacia la luz aunque no lleguen a ella, pero sospechen de su existencia podrán aceptar las enseñanzas y el gobierno de los filósofos.

Todos deben ser educados

Hasta donde puedan- , si se quiere que la ciudad de las sombras se convierta en la ciudad de la luz.

6. Interpretación platónica de la alegoría: mundo visible-mundo inteligible

Platón da las claves para interpretar la alegoría de la caverna y nos remite a lo que ha dicho anteriormente. Platón puede estarse refiriendo a la alegoría del Sol en la que compara la Idea del Bien con dicho astro y al famoso pasaje de la línea.
En él Platón
describe los grados del conocimiento en relación con los grados del ser, representándolos sobre una línea cortada en segmentos (de tal manera que permita establecer proporciones geométricas): Platón habla de cuatro grados de conocimiento.
Grado
significa escalón; por tanto, se trata de ir ascendiendo en los conocimientos. Primero, las imágenes del mundo (Eikasia Conjeturas): quizá la literatura, la historia y las bellas artes. Segundo, el estudio de las cosas naturales (
Pistis-Creencias): la física. Luego, el estudio de los astros:
La astronomía, es decir, las matemáticas (Dianoia-Razón discursiva). Por fin, el cielo diurno y el sol (que representan el mundo de las Ideas y la Idea del Bien):
la dialéctica (Nóesis-Inteligencia intuitiva). La alegoría traza una clara
divisoria entre los dos primeros grados (mundo de abajo)
y los otros dos (mundo de arriba)
. La mayoría de los ciudadanos sólo son capaces de alcanzar los dos primeros grados. Quien consigue pasar al tercero, ya no contempla cosas, sino únicamente ideas (ideas o entidades matemáticas); ello le prepara para el último grado de conocimiento: descubrir el mundo de las Ideas, en cuya cumbre está la Idea del Bien.
Una vez que conoce lo Bueno, lo Justo, lo Bello… en-sí mismo, se ve ya libre de las falsas ideas (opiniones) que se había hecho sobre todo esto, y se convierte en filósofo (o filósofa).
Ya está en disposición de gobernar la ciudad. Hay que insistir en que Platón distingue dos formas generales de conocimiento:

La opinión y la ciencia

No es una novedad: tal distinción se encontraba ya en Parménides, por ejemplo. La opinión es el conocimiento sensible de las cosas de este
mundo (el mundo visible), mundo de lo que se engendra y del devenir (cambio). La ciencia sólo puede versar acerca del mundo de las Ideas (o mundo inteligible), es decir, acerca del Ser (ousía) eterno e inmutable.
La física no fue considerada por Platón como
verdadera ciencia, pues versa sobre objetos móviles. Si aplicamos la alegoría del Sol habría que interpretar la alegoría de la caverna del siguiente modo: La caverna es el mundo visible, sensible, aparente y el fuego que crea las sombras tiene un poder similar al del Sol en nuestro mundo de apariencias: su luz nos permite conocer el mundo. El exterior de la caverna es el mundo inteligible al que accede nuestra alma mediante la razón. La Idea fundamental del mundo inteligible es la Idea del Bien que tiene una función semejante a la que tiene el Sol en el mundo sensible: su luz nos permite conocer el resto de las Ideas. Además el Sol del mundo visible es la causa de los seres y la Idea del Bien da el ser a las demás Ideas. Así, la Idea de Belleza recibe su ser de participar de la Idea del Bien. Las interpretaciones acerca de la entidad de la Idea de Bien son diversas. Los pensadores griegos anteriores a Platón habían concebido a su principio supremo, ya fuese material o espiritual, como una divinidad.
Aunque la filosofía griega con su descubrimiento de la physis es el origen de la ciencia no conviene olvidar también su componente religioso. Especialmente, la Idea del Bien sólo es entendible sobre este trasfondo teológico.
Otra característica interesante de la Idea del Bien está relacionada con la influencia pitagórica.
Llama la atención la relación que existe entre la Idea del Bien y la medida justa.
El bien es la medida de todas las cosas. La belleza de una estatua se debe a su respeto a una proporción matemática adecuada, la sección áurea. Sólo quienes alcanzan el conocimiento de la Idea del Bien podrán dirigir su vida en lo
privado
, la virtud, y en lo público, el gobierno de la polis. En caso de que queramos aplicar el pasaje de la línea a esta interpretación del mito de la caverna quedaría del siguiente modo: Primero, las sombras del fondo de la caverna (Eikasia

Conjeturas

. Segundo, los objetos sólidos de la caverna (Pistis

Creencias

. Luego, las imágenes (de animales, astros, luna, y sol)
del mundo exterior, las Ideas matemáticas (Dianoia-Razón discursiva). Por fin, los animales, astros, luna y sol del mundo exterior representan las Ideas superiores objeto de la dialéctica (Nóesis-Inteligencia intuitiva).

7. Negativa de los filósofos a volver a la caverna


Los que han accedido al conocimiento de las Ideas no están dispuestos a descender de nuevo a la caverna, ya no querrán ocuparse de los asuntos humanos. Además, si lo intentasen no harían más que el ridículo pues una vez que se ha adaptado la mirada a las Ideas, por ejemplo a la Idea de Justicia, el mundo de las sombras, de los tribunales humanos es algo totalmente extraño.

La incapacidad práctica de los filósofos

Ya Calicles había advertido a Sócrates en el Gorgias de que la filosofía es algo bueno en la juventud pero que en la madurez es un vicio propio de inútiles. Para rechazar esta tesis Platón recurre a la siguiente alegoría:
Compara el Estado ateniense con un barco en alta mar dirigido por un capitán alto y fuerte pero sordo y ciego (las masas)
Que es manipulado por marineros que creen que no hace falta una capacidad o aprendizaje especial para navegar y quieren manejar el timón (los sofistas)
. Quien realmente conoce el arte de navegar porque lo ha aprendido, el filósofo, es despreciado como un soñador y charlatán. Así el barco se adentra en alta mar, mientras los marineros comen y beben alegremente, y celebran acualquiera que les ayude a atemorizar al capitán. Pero no por eso debe inspirar risa el filósofo pues más ridículo es el ignorante que emprende el camino hacia la luz que el sabio que se atreve a volver a la caverna.

8. La educación. Críticas a los sofistas


La educación tiene un carácter liberador (515c): debe curar del error (función de la ironía socrática) y dirigir hacia la luz (función de la mayéutica). Sólo eso: no pretende infundir el saber (como los sofistas), sino únicamente orientar en la buena dirección, para que uno lo descubra por sí mismo (518c). Pero el proceso de educación es lento: no es posible mostrar directamente el sol al que procede de la caverna.

9. Educación y virtud


Se extiende Platón en la crítica a la idea de los sofistas sobre lo que es posible enseñar y, por lo tanto, comerciar con el saber. Argumenta Platón que no ocurre lo mismo con la degeneración del alma que con la del cuerpo. Cuando nuestro cuerpo pierde facultades las pierde verdaderamente: si engordamos ya no corremos tan rápido, si no repasamos lo estudiado lo olvidamos todo, pero de todos modos podemos volver a recuperar lo que teníamos mediante la disciplina y el ejercicio. No ocurre lo mismo con nuestra facultad del comprender. Esta, dice Platón, tiene algo de divino pues nunca pierde su poder, aunque se oriente hacia el mal. ¿O piensas acaso que los mayores delitos y la más extrema maldad provienen de una naturaleza mediocre, y no de una vigorosa que ha sido corrompida por la nutrición, y que la naturaleza débil es alguna vez causa de grandes bienes o grandes males? República, VI, 491e. Así, puede Comprobarse que los malvados son ciertamente tan inteligentes como los buenos. Por ello se ha de trabajar esa parte racional desde la infancia, liberándola de todo lo relacionado con lo corporal-material y orientándola hacia lo espiritual y divino. Recuérdese que esta es sólo una cara de la moneda puesto que en diálogos posteriores como el Filebo Platón admite que el placer moderado debe incluirse también en lo que es una vida virtuosa.

10. Negativa de los filósofos a volver a la caverna

Planteamiento del problema:
Los que no conocen la Idea del Bien no están preparados para gobernar y los que la conocen desprecian el mundo de la política y sólo desean permanecer dedicados al estudio y la verdad. Considérese que la Idea del Bien ha sido presentada como una divinidad y, por tanto, la contemplación de la misma supone la felicidad absoluta.

11. Obligación de los filósofos a volver a la caverna

Solución al problema: Los fundadores del Estado no pueden permitir que los filósofos permanezcan ajenos a la política, habrán de obligarlos a dirigir el Estado pues para eso los ha formado la sociedad. En el Estado cada uno debe cumplir con su función y la función del filósofo es gobernar. Por ello, una vez que ha completado su ascenso y conoce lo que son las cosas bellas, justas y buenas debe descender a la caverna para dirigir a los demás.

12. Gobierno y virtud

El Estado debe ser gobernado por aquellos que conocen un modo de vida mejor que el que otorgan los bienes materiales, es decir, por los filósofos. Si el Estado cae en manos de aquellos que ansían sólo riquezas y poder no tardarán en llegar las luchas sangrientas por el poder. Una versión cómica de este asunto es la aportada por Woody Allen en su cuento Apología de Sócrates.









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