Metafísica espiritualista y materialista


El estudio del ser
Acabamos de ver que la metafísica es un tipo de saber más global y ambicioso que el científico, que también trata de aquellos aspectos de la realidad que por inobservables quedan fuera de las consideraciones científicas. Así, la metafísica trata de ofrecer una explicación de la realidad en la que quede claro qué significa ser, independientemente de las maneras de ser.
En este punto, vemos algunas aportaciones de Aristóteles (384a.C.-322 aC):
Hay una ciencia que estudia el ser en tanto que ser y lo que le es propio. Esta ciencia no se confunde con ninguna de las llamadas ciencias particulares, ya que ninguna de ellas considera en general el ser en tanto que ser, sino una parte del mismo.
Aristóteles, Metafísica
De este texto se deducen dos cosas:
1. La metafísica se caracteriza por ser más general (de ahí que Aristóteles le llame filosofía primera) que las ciencias particulares (o filosofías segundas): física, biología, etc.

2. La metafísica se ocupa del ser en tanto que ser, es decir, le interesa el ser en un sentido general y no las formas concretas de ser ni sus partes concretas.
Ahora bien, el mismo Aristóteles dice que «el ser se dice de muchas maneras». Así, por ejemplo, decimos tanto «el gato es blanco» como «el gato se». ¿Cuáles son estos usos del ser más básicos?
1. El uso predicatitu: En este caso «El gato es blanco» responde a la fórmula x es y, en la que, el verbo ser tiene una función de cópula que une el sujeto x (el gato) con su predicado y , es decir, con la propiedad que se le atribuye (ser blanco).

2. El uso existencial: «El gato es» es una oración que se ajusta a la fórmula x es y que equivale a decir que x existe, teniendo en cuenta que no podemos considerar la existencia en el sentido restrictivo de la ciencia , sino en un sentido amplio.
Siguiendo con Aristóteles, podemos reinterpretar esta distinción entre el uso predicativo y el uso existencial de ser:


La escuela también pluralista del atomismo (Leucipo, V a.C, y Demócrito, 460 a.C-370 a.C,) defendíó que toda la realidad (incluida el alma humana) estaba formada por combinaciones de partículas elementales llamadas átomos. Estas partículas indivisibles (a-tomos en griego significa «indivisible») se mueven al azar y se combinan entre sí para formar todo lo que existe. Todos los cambios que observamos en la naturaleza son fruto de una reconfiguración de estos conglomerados.
Materia o espíritu
Los filósofos materialistas afirman que todo lo que existe es material. En este grupo podemos incluir a los presocráticos del que hemos hablado en el apartado anterior.
El materialismo de Marx (1818-1883) niega que sean las ideologías (religión, moral, costumbres, teorías científicas, corrientes artísticas, instituciones ….) las que determinan una realidad social concreta, sino que, bien al revés, es la realidad material la que produce su propia ideología. Son las relaciones y las tensiones económicas, el particular sistema de producción de una comunidad lo que condiciona la cultura, la religión, las costumbres y la moral de esa misma comunidad. Por lo tanto, par Marx no es extraño que comunidades en las que se viven condiciones de vida diferentes (por ejemplo, África tribal y la Europa industrial) mantengan costumbres y creencias diferentes. Y es que la infraestructura o sistema económico de una comunidad (fuerzas y relaciones de producción) determina la superestructura (cultura, instituciones, ideologías, costumbres, normas morales …). Recordemos la afirmación de Marx: «La religión es el opio del pueblo»

El materialismo formulado por Marx consiste en defender que la historia avanza dialécticamente impulsada por las tensas relaciones de producción. Así, un sistema económico concreto (tesis), debido a sus incoherencias internas, genera su propio opuesto, su negación (antítesis). Del enfrentamiento de ambos surge una situación económica y social nueva (síntesis). La síntesis, pero al ser instaurada como tesis, vuelve a generar todo el proceso: tesis, antítesis, síntesis. (Este esquema de constante cambio no sólo se aplica a la historia: toda la realidad cambia segundo su estructura. En este sentido, el materialismo de Marx sería un materialismo dinámico, el cual se agruparía con concepciones como la de Heráclito, que inciden en el cambio, el movimiento, el devenir.)
Aplicado a la historia más reciente, y tomando el capitalismo como tesis, el materialismo descubre cuáles son las contradicciones que se generan en las relaciones de producción. Estas relaciones de explotación y opresión entre los que poseen los medios de producción (propietarios) y los que poseen su fuerza de trabajo (proletariado) provocan su negación y superación. Los obreros, como clase desprotegida, se sublevan e instauran la dictadura del proletariado (antítesis). De esta oposición surge una nueva situación económica y social, el comunismo (síntesis).
La relación que se establece entre los diversos grupos sociales acaba, siempre en una lucha de clases. Esta lucha, causada por las contradicciones inherentes a cada uno de los sistemas de producción, es, en todas las épocas, un enfrentamiento similar entre opresores y oprimidos, entre explotadores y explotados. Tanto es que estas dos clases tomen la forma del amo y el esclavo, el señor y el siervo, o del burgués y el árbol; la relación es esencialmente la misma. Esta lucha de clases es, además, el motor de la historia, lo que impulsa el salto de una época a otra.
La dictadura del proletariado, sin embargo, es sólo una etapa transitoria de preparación para la llegada del comunismo, la fase final de la historia, para que con su llegada desaparecerán las divisiones de clase y las luchas sociales, las cuales han sido el motor de la historia, se diluirán .. Por este motivo, la historia se detendrá y la humanidad disfrutará, finalmente, de paz, igualdad y libertad.
La principal ventaja del materialismo es que consigue superar algunas dificultades planteadas por el espiritualismo, por ejemplo, cómo pueden relacionarse la realidad material y la espiritual. Sin embargo, el materialismo también genera sus propias contradicciones. Veamos algunas:

1. Problema epistemológico. Afirmar la existencia de una realidad material es tan problemática como afirmar la existencia de realidades espirituales. Para los materialistas, la existencia de sensaciones y percepciones demuestra que hay una realidad externa que las causa (el calor que sentimos está causada por la existencia real del fuego que arde en la chimenea). Sin embargo, todas nuestras sensaciones son subjetivas, son estados mentales. ¿Qué nos hace pensar que están provocados por una realidad material independiente de nuestra mente?

2. Problema antropológico.
a. El determinismo. Si sólo existe la materia, ésta, como el resto de la realidad, está sujeta a estrictas leyes causales. Cualquier evento puede ser explicado y previsto por referencia a su causa (mecanicismo). Todo está determinado. Si esto es así, ¿dónde queda la libertad humana? El mecanicismo va asociado a una visión determinista de la realidad y del ser humano que dificulta la defensa de la libertad humana.

b. Mente y cerebro. Según el materialismo, mente y cerebro (en otras épocas, cuerpo y alma) son lo mismo, ya que todos nuestros estados y procesos mentales (recuerdos, alegría, etc.) se pueden identificar con estados neuronales del cerebro.

c. Problema metafísico. En sentido estricto, resulta una contradicción hablar de metafísicas materialistas, ya que hemos dicho que la metafísica se ocupa de la realidad que se encuentra más allá de la realidad física o material, y hemos constatado que el materialismo niega la existencia de estos tipo de realidad.
La posición contraria al materialismo llama idealismo, según el cual la materia que percibimos no es más que una ilusión y la auténtica realidad está compuesta de ideas inmateriales.

Según Platón (427 a.C-347 a.C) las Ideas, que existen independientemente de nosotros en un mundo trascendente y verdadero (el mundo de las Ideas o inteligible) son eternas, perfectas e inmutables y las conocemos mediante la razón. En el mundo sensible (nuestro mundo), el mundo de las sombras, irreal e ilusorio, encontramos las cosas materiales, imperfectos, cambiantes y perecederos, las cuales son conocidas mediante los sentidos.
¿Qué relación hay entre el MI y el MS? La respuesta que da Platón es que esta relación es de participación: las cosas toman parte de las Ideas y reciben de ellas, de esta manera, las propiedades y carácterísticas. Las cosas bellas son bellas porque participan de la Idea de Belleza, los círculos que dibujamos participan del Círculo en sí o Idea de Círculo, las cosas grandes lo son porque participan del Tamaño …
También afirma que las cosas son copias imperfectas de las Ideas, imperfección originada por estar hechas de materia. Esto significa que las Ideas son los modelos o paradigmas de las cosas.
Si las cosas participan o son copias imperfectas de las Ideas, esto significa que estas últimas son la verdadera realidad, que la Idea es más importante que las cosas para que la Idea otorga realidad y existencia a las cosas.
Descartes (1596-1650) es también uno de los representantes del espiritualismo, ya que se opone al reduccionismo material. Según este filósofo existen tres tipos de sustancias que componen la realidad:
1. La sustancia pensando o res cogitans (alma). Descartes concluye que puedo dudar de la existencia del mundo que me rodea y de mi cuerpo, porque tengo información a través de los sentidos y los sentidos no son fiables. Pero no puedo dudar de la existencia del hecho de que yo estoy pensando, de la existencia de mis pensamientos: Cogito, ergo sum. El pensamiento es la esencia de la sustancia pensando, y aunque es una sustancias imperfecta (puede caer en el engaño), posee una herramienta muy potente: la razón. Es una sustancia finita y creada por Dios.

2. La sustancia material o res extensa (mundo). Es una sustancia también imperfecta (porque es material), finita y creada por Dios. Cualquier realidad material, incluido mi cuerpo, es una sustancia material. Su esencia es la extensión (la capacidad de tener altura, anchura y profundidad). Descartes distingue entre las cualidades primarias que residen en los cuerpos, las que existen objetivamente y son medibles y tratables científicamente (como la magnitud, la figura, el movimiento, la situación …) e cualidades secundarias, las cuales son subjetivas, pertenecen al sujeto que conoce y son puestas por él en el objeto. No son medibles ni tratables científicamente (colores, sonidos, olores, sabores …).

3. La sustancia divina o nada infinita (Dios). Es perfecta, eterna e infinita. Según Descartes, el yo o el alma posee la idea perfección. Si tenemos conciencia de nuestra imperfección es porque sabemos en qué consiste la perfección y nos comparamos. Esta idea de perfección es la idea de Dios. Y esta idea de Dios no puede provenir de nosotros, seres imperfectos: debe provenir necesariamente de una realidad perfecta, es decir, Dios. Por lo tanto, Dios existe.
• La demostración de la existencia de Dios es una pieza fundamental de la metafísica cartesiana. Ahora ya sé que existe un Ser que no permite que yo me engañe al considerar que existe una realidad fuera de mi yo, que los sentidos no me engañan. Así, en Descartes Dios es la garantía del conocimiento.
Todos los planteamientos de la metafísica espiritualista han sufrido numerosas críticas:
1. Problema epistemológico. ¿A qué tipo de conocimiento podemos aspirar de realidades inmateriales como Dios o la mente? Según el espiritualistas, es posible un conocimiento racional y fiable de las realidades espirituales. Pero, los titubeos, las contradicciones y los replanteamientos de las diferentes teorías ponen al descubierto el carácter problemático y discutible de la posibilidad de alcanzar un conocimiento riguroso y fiable de estos tipos de realidad.

2. Problema ontológico. En predicar la existencia de diversos tipos de realidades (por ejemplo, mundo sensible e inteligible en Platón), los pensadores espiritualistas tienen que explicar cómo se relacionan estas realidades. Parece evidente que hay algún tipo de conexión entre la mente y el cerebro, el mundo y Dios, entre las esencias de las cosas y las cosas mismas., Pero los intentos de precisar en qué consiste esta relación no han tenido éxito.

3. Problema antropológico. Es el problema anterior aplicado al ser humano. Desde la perspectiva espiritualista, el hombre es la uníón de dos realidades totalmente diferentes: el cuerpo (naturaleza material) y el alma (naturaleza espiritual). Una cuestión aún no solucionada.
Cambio o permanencia
La realidad última es permanente o cambia con el tiempo? Dependiendo de la respuesta que se dé, tendremos una metafísica estática o dinámica. Sobre este tema hay una profunda división entre los pensadores desde los mismos orígenes de la filosofía en la antigua Grecia.
Quienes defienden una metafísico estática afirman que la realidad es inmutable. Según esta concepción, los cambios son sólo aparentes, porque la verdadera realidad es eterna e inalterable. En su filosofía estos autores se ven obligados a ofrecer alguna explicación para aclarar por qué todo parece que está cambiando cuando la auténtica realidad es permanente.
Sus teorías también deben explicar cómo podemos captar la verdadera realidad inmutable, ya que lo que percibimos con los sentidos es siempre cambiante y según ellos no se corresponde con la auténtica realidad.
Quienes defienden una metafísica dinámica creen, por el contrario, que el cambio forma parte esencial de la realidad. Todo lo que existe se modifica con el paso del tiempo, cambia y acaba desapareciendo.
Quienes adoptan esta posición metafísica deben explicar en su filosofía como es posible que haya cosas que aparentemente no cambian nunca. Esto es lo que ocurre, por ejemplo, con las verdades de las matemáticas, que parecen eternas e inmutables.
Un ejemplo claro de la metafísica estática se Parménides de Elea (530 a.C-515 a.C). Su gran descubrimiento es el siguiente: «El Ser es y el No-Ser no es». De aquí deduce la existencia del Ser: sólo existe el Ser, puesto que el No-ser no puede existir por definición. Seguidamente deduce los atributos o carácterísticas de ese Ser con una lógica impecable. El Ser es:

1. Eterno, es decir, no ha tenido un origen ni tendrá un final, porque si sólo existe el Ser, como puede nacer del No-Ser algo? O como morirá si esto implica pasar del Ser al No-Ser y este no existe por definición?

2. Único, ya que si hubiera otra cosa sería No-Ser y este último no existe.

3. Inmóvil e inmutable, es decir no puede trasladarse ni cambiar ya que todo cambio sería hacia el No-Ser.

4. Material, ya que en ese tiempo si algo existe sólo puede ser corpórea (material)
Por lo tanto, si Parménides llega a la conclusión de que el Ser es eterno, único e inmutables, los cambios y la multiplicidad de los seres que vemos a nuestro alrededor no son reales, sino únicamente aparentes, dados por nuestros engañosos sentidos. Por este motivo debemos abandonar completamente el testimonio de los sentidos y atender sólo la razón, la cual nos dice cómo es verdaderamente el Ser. Esta posición filosófica se puede llamar Racionalismo.
Debemos tener en cuenta también que el hecho de que el Ser sea único, también nos permite calificar la metafísica de Parménides de monista (materialista, según las próximas explicaciones).
Un ejemplo de metafísica dinámica sería la filosofía de Heráclito (535 a.C-484 a.C). Contrariamente a Parménides, Heráclito pensaba que la realidad consiste en un cambio continuo. La realidad es devenir, transformación, todo se mueve (panta reí). Esta visión de la realidad la exprésó Heráclito con esta frase: «no puedes bañarte dos veces en el mismo río». Y este cambio, no es un cambio irracional, caótico, sin orden, sino que está regido por una ley, el logos que rige el mundo.
La realidad está compuesta por una constante lucha de opuestos, por eso Heráclito dice que «la guerra es el padre de todas las cosas». Esta lucha de opuestos engendra un equilibrio tenso y dinámico del cosmos, una armónía que sólo puede mantenerse si el cambio en una dirección en conlleva otro equivalente en la dirección opuesta.
Debemos tener en cuenta que los opuestos son mutuamente dependientes (placer / dolor, salud / enfermedad, vida / muerte, etc.). No podríamos saber qué es la salud si nunca hubiéramos estado enfermos. De ello se puede concluir una idea fundamental de Heráclito: la unidad profunda de todas las cosas.

En Heráclito, el logos, además de ser la ley que rige los cambios de la realidad, es también la razón humana que capta la ley (logos) que rige el mundo. Así, el objetivo del filósofo es captar este logos
Parménides, como que únicamente utilizaba los conceptos de ser y no ser, dedujo la imposibilidad del cambio. Cualquier cambio del ser sería desde o hacia el no-ser, cosa absurda. Aristóteles enseñó que, además del ser y del no ser, hay que utilizar un tercer concepto: el poder ser. Por ejemplo, una piedra y una semilla son lo que son, y no son un árbol. Pero no son un árbol de distinta forma: la semilla no es un árbol, pero puede serlo; la piedra ni lo es ni lo podrá ser. Hay algo en la semilla que no existe en la piedra: el poder ser del árbol.
Esta distinción nos lleva a otra distinción aristotélica, que será la base de su explicación del cambio: la diferencia entre el ser en acto y el ser en potencia. Un ser es en acto cuando actualmente ya es algo, cuando se ha desarrollado totalmente y existe en plenitud; un ser es en potencia cuando tiene la posibilidad de convertirse en algo, aunque no lo es todavía. La semilla es semilla en acto, pero es también una planta en potencia; después, la planta se actualiza, es en acto, pero también es un árbol en potencia.
Por lo tanto, para Aristóteles, el cambio es la actualización de la potencia.

Crisis de la metafísica
En su libro Crítica de la razón pura, publicado en 1781, Kant (1724 hasta 1804) abordó el problema del establecimiento de los límites de la razón humana, para señalar hasta donde podemos conocer. Una de las cuestiones que le preocupaban era la situación de la metafísica, que parecía incapaz de progresar como lo hacían las ciencias de su tiempo.
Descubre un límite efectivo para lo que podemos conocer: la experiencia, es decir, no podemos conocer nada que esté más allá de la experiencia.
Por ello, las ciencias han logrado avanzar, porque se basan en la experiencia. Y qué sucede con la metafísica? La metafísica se ocupa de temas tales como la existencia de Dios, la libertad del alma humana o el origen del Universo. Pero estas cuestiones están más allá de la experiencia y, por tanto, sobrepasan lo que las personas podemos conocer realmente. Por lo tanto, la metafísica no puede llegar nunca a convertirse en una ciencia.
Sin embargo, Kant cree que la metafísica es una tendencia inevitable de los seres humanos. Las personas tendemos a hacernos grandes preguntas sobre la realidad. Aunque el estudio de la razón nos muestra que no podremos llegar nunca a una respuesta, esto no impide que nos seguimos planteando estas cuestiones.
Contrariamente a Kant, Comte (1798-1857) no creía que la metafísica fuera una tendencia esencial de la naturaleza humana. Para Conde, el interés por cuestiones metafísicas no es más que una etapa en el desarrollo de la humanidad. Conde, que vivíó en el Siglo XIX, creía que la ciencia puede proporcionar un conocimiento mucho más firme y útil para la humanidad.
Según la ley de los tres estados, la humanidad pasa por tres fases:

. El estado teológico. La humanidad busca explicación de los fenómenos de la naturaleza mediante dioses, Comprende tres etapas: el fetichismo, el politeísmo y el monoteísmo, cada una de las cuales supone una superación de la anterior.
• Este estado representa la infancia de la humanidad, por eso es imprescindible en el devenir histórico. En teoría del conocimiento representa el predominio de la imaginación; y en el orden social, la supremacía del estamentos militar y sacerdotal.

2. El estado metafísico. Es una superación del estado teológico, en el que los seres sobrenaturales son sustituidos por entintados abstractos: la causa, la sustancia, la esencia, etc. En teoría del conocimiento, la imaginación es sustituida por un proceso deductivo de abstracción. En el aspecto social, predomina el estamento jurídico integrado por abogados u hombres de leyes. Es el estado en el que se encuentra la humanidad, desde Grecia hasta la modernidad.

3. El estado positivo. Ambos estados son superados por el estado positivo, el cual, según Conde, nace en su propia época. El hombre renuncia a conocer lo trascendental para centrarse únicamente en los hechos (el Dado, positun) y en sus relaciones (leyes). En teoría del conocimiento, el estado positivo se centra en la observación y, socialmente, el estamento industrial sustituye al legislativo. Es el estado de la ciencia, la que debe explicar los fenómenos y prever el futuro para dominarlo: savoir pour prever, prever pourpouvoir. Conde le da tanta importancia a la ciencia al considerar que de ella depende la salvación de la humanidad.
El alemán Friedrich Nietzsche (1844-1900), que vivíó en el Siglo XIX, también se ocupa de la crítica de la metafísica. Su error fundamental es la duplicación de lo que existe en un mundo verdadero (el que realmente es) y un mundo aparente (que no es realmente). Se considera como real un «trasmón» que en realidad no es más que una ficción de la razón y rechaza como falso el mundo que en realidad es verdadero.
Nietzsche propone invertir esta concepción: no existe más realidad o mundo que lo que nos muestran los sentidos. La existencia de un trasmón no sensible no es más que una ficción, una ilusión de la razón.
Los culpables de la situación a la que ha llegado la metafísica occidental son, en primer lugar, Sócrates y Platón; después, el cristianismo, convertido en una metafísica vulgar, en un platonismo para el pueblo, con el fin de llegar a su formulación ilustrada en la metafísica kantiana y el positivismo.

Nietzsche intenta descubrir los motivos profundos del platonismo en su negación del tiempo, del cambio, de los sentidos: un juicio negativo de la vida, una incapacidad para aceptarla con sus aspectos creativos y destructivos. Los platónicos son incapaces de aceptar la finitud de la existencia, la decadencia, la procreación, la vejez … Ahí se inventan un trasmón en el que se refugian de estos aspectos de la vida y de la conciencia de su propia mortalidad.
Al inicio del Siglo XX, las ideas del filósofo austriaco Wittgenstein (1889-1951) agudizaron la crisis de la metafísica. Pensaba que la mayor parte de los problemas filosóficos no eran más que absurdos causadas por un mal uso de lenguaje.
Wittgenstein sostiene que una proposición sólo tiene sentido cuando se refiere a un hecho. Las proposiciones que se refieren a hechos son las de la ciencia. Estas afirmaciones se pueden verificar para determinar si son verdaderas o falsas.
Como las proposiciones metafísicas no se corresponden con hechos, no tienen ningún sentido. No es que las grandes teorías filosóficas sean falsas. Lo que pasa es que no significan nada. A pesar de su falta de sentido, Wittgenstein los le otorga un gran valor a la religión, la ética o la estética. Aunque no se pueda expresar con el lenguaje, existe lo místico.




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