Personajes representativos de la identidad nacional


El teatro anterior a 1939


Durante el primer tercio del Siglo XX pervive un teatro comercial, ideológica y estéticamente conservador, que satisfacía los gustos del gran público, principalmente burgués, y las exigencias de los empresarios teatrales, que no querían correr riesgos. En este ámbito se pueden distinguir diversas tendencias:
La alta comedia (drama burgués o comedia burguesa), tiene como representante a Jacinto Benavente, premio Nobel en 1922. Su teatro desvela los vicios y miserias de la alta burguésía (materialismo, frivolidad, cinismo), si bien esa crítica queda atenuada por el empleo del humor e ironía, y el amor que aparece para resolver los conflictos. En su producción destacan títulos como Los intereses creados. 
El teatro poético, conectado con el Modernismo. Suele tratarse de obras en verso, de tema histórico con un estilo excesivamente retórico. Su mejor representante es Eduardo Marquina (En Flandes se ha puesto el sol), o los hermanos Machado (La Lola se va a los puertos)
El teatro costumbrista es la continuación del sainete decimonónico; se caracteriza por una visión pintoresca de la realidad, humor fácil, lenguaje y tipos populares… Destacan los hermanos Álvarez Quintero que presentan una visión tópica de Andalucía y, en especial, Carlos Arniches que se especializa en el sainete de costumbres madrileñas (La señorita de Trevélez). 
El astracán, fórmula teatral creada por Pedro Muñoz Seca. Es un tipo de comedia caracterizada por situaciones y personajes disparatados (La venganza de don Mendo).Junto a estas tendencias del teatro comercial conviven diversos intentos de renovación teatral protagonizados básicamente por la Generación del 98 y la Generación del 27, pero con actitudes diferentes. 

LA GENERACIÓN DEL 98


Estos autores no se esforzaron por conseguir el favor del público y renunciaron a ver sus obras en las carteleras. Destacan entre otros Azorín, Unamuno (Fedra), y también Jacinto Grau (El señor de Pigmalión), pero sin duda quien sobresale es Valle-Inclán: El teatro de Ramón María del Valle-Inclán es una de las aportaciones más renovadoras del teatro europeo contemporáneo. Tras sus inicios en un teatro poético, cercano al Modernismo, ensayará fórmulas dramáticas alternativas llegando a la creación de un género personal: el esperpento. Su teatro se puede dividir en las siguientes etapas:

Etapa mítica o primitivista

El lugar en el que se desarrollan estas historias es su Galicia natal. Valle crea un mundo intemporal cuyos personajes se mueven por la fuerza irracional de la lujuria, la brutalidad y la avaricia. Pertenecen a este período la trilogía de las Comedias bárbaras. Esta etapa culmina con Divinas palabras que supone la evolución de su teatro hacia el esperpento.

Etapa de los esperpentos

Tras una serie de farsas para marionetas, Valle inicia la serie de sus esperpentos, compuesta por Luces de bohemia, Martes de Carnaval (volumen compuesto por Los cuernos de don Friolera, Las galas del difunto y La hija del capitán) y por Retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte. El esperpento es una nueva técnica cercana al expresionismo que consiste en deformar y distorsionar la realidad para presentarnos la imagen real que se oculta tras ella. Para lograrlo Valle utiliza la parodia, humaniza los objetos y los animales, y animaliza o cosifica a los seres humanos.  Con los esperpentos el teatro español alcanza la plena modernidad caracterizado por una visión crítica de la sociedad, la oposición radical al Realismo, una nueva concepción de los personajes (no aparecen individualizados, sino que son más bien representaciones arquetípicas), la utilización de un lenguaje muy literario en los diálogos y  en las acotaciones, y  la complejidad escenográfica.

LA GENERACIÓN DEL 27


Los  dramaturgos de la Generación del 27 intentaron formar un nuevo público mediante el acercamiento del teatro al pueblo. Compañías teatrales como La Barraca, de Lorca y las Misiones Pedagógicas republicanas pretendieron con sus giras, una educación teatral del público distinta de la dominante. Los autores más representativos son: Alejandro Casona, Max Aub,  Rafael Alberti y García Lorca. Junto a estos merece especial mención Enrique Jardiel Poncela, creador de una afortunada síntesis entre comedia convencional y rasgos vanguardistas. El teatro de Federico García Lorca: su teatro tiene un marcado acento poético, por esta razón el lenguaje de los personajes está lleno de metáforas; muchas escenas tienen una ambientación simbólica y abundan las canciones y fragmentos en verso. Los temas clave del teatro lorquiano, también muy presentes en sus libros de poemas, giran en torno al amor, la frustración y la muerte: la lucha entre la necesidad de vivir un amor en libertad y las normas sociales que lo impiden desemboca en una frustración que trágicamente lleva a la muerte. Las protagonistas de su teatro son mujeres casi siempre. La obra teatral de Lorca presenta una gran variedad: Farsas  para guiñol, Retablillo de don Cristóbal y para actores,  La zapatera prodigiosa. Dramas: Mariana Pineda y Doña Rosita la soltera. Teatro vanguardista: El público y Así que pasen cinco años. Las tragedias: sus tres tragedias de ambientación rural son: Bodas de sangre, Yerma y La casa de Bernarda Alba. Las dos primeras son tragedias de sabor clásico. La casa de Bernarda Alba es la cumbre teatral de Lorca, en la que vienen a confluir sus grandes obsesiones (amor, frustación y muerte) y en la que el lenguaje adquiere un acento poético difícilmente superable. En esta obra se ve perfectamente el conflicto entre libertad y autoridad. Bernarda, la madre, símbolo de toda la sociedad, ejerce un poder tiránico sobre sus hijas imponiendo sus normas e impidiendo la satisfacción de los deseos de las mismas. El teatro previo a la Guerra Civil se mueve entre extremos: mientras el espectador común demanda obras de entretenimiento, una serie de dramaturgos, quieren innovar y se oponen a los modelos vigentes. Con Valle-Inclán y Lorca, nuestro teatro alcanza sus más altas cotas desde los Siglos de Oro, pero la Guerra Civil cortará de raíz ese progreso y sumirá la género dramático en una larga crisis.

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